Los valores para una Cuba democrática. Solidaridad (2). Por Roberto L. Capote Castillo.
"Si no queremos ser arrollados por fuerzas anónimas, debemos poner en marcha en el mundo entero los principios de libertad, igualdad y solidaridad, bases de la estabilidad y prosperidad en las democracias occidentales" -
Václav Havel.
La solidaridad es uno de los valores humanos tradicionales y el autor Gustavo López Quintás dice además que implica generosidad, desprendimiento, cooperación y participación.
En lo personal siempre me ha resultado curioso que en mi hogar antes del comunismo nunca escuché la palabra solidaridad, sin embargo, me educaron con principios que nunca he olvidado tales como ayuda al desvalido, no se entrega lo que sobra sino que se comparte lo que se tiene, la generosidad es una virtud mientras que el egoísmo es un defecto, la envidia es una mezquindad, etc. Puedo señalar más ejemplos pero no quiero ser tedioso para los que no vivieron esa época. Entre los cubanos siempre existió una importante enseñanza (antes del surgimiento de los repulsivos comités de defensa de la revolución, CDR), que expresaba: “¿Quién es tu hermano? tu vecino más cercano.” Esta frase se cumplía con hechos palpables en la vida cotidiana.
Fue el adoctrinamiento comunista el que introdujo en el vocabulario de los cubanos la palabra solidaridad, no como un valor humano sino como un “principio” comunista. Esta concepción de solidaridad se demostraba exportando revoluciones a otros países, entrenando a terroristas, proporcionando apoyo material (dinero y armas) a todas las guerrillas anti imperialistas incluso a las narco guerrillas. También enviando médicos y profesionales de diferentes especialidades como cortina de humo de una explotación al modo del peor capitalismo. A estas personas el Estado les expropia el 80% o más del salario que pagan los gobiernos que reciben esta “ayuda solidaria”. Quisiera saber si en estas acciones hay algo de generosidad, cooperación y desprendimiento por parte del gobierno comunista cubano.
Además, con la coartada de la solidaridad se enviaron cubanos a participar en guerras y guerrillas a muchos países, en los que perdieron sus vidas o sufrieron graves daños a su salud innecesariamente, para “defender” el comunismo o ideologías progresistas. Es necesario exponer que la participación en estas aventuras bélicas era obligatoria pues los que se negaban se convertían en ciudadanos “desclasados” por falta de principios revolucionarios. Tengo un amigo que era jefe del laboratorio en una importante empresa y se negó a combatir en Angola lo cual provocó que fuera expulsado de su puesto de trabajo por falta de “actitud revolucionaria”, en aquellos años era el gobierno el único empleador así que a pesar de su preparación profesional le fue difícil encontrar empleo en su especialidad por tener una negativa “trayectoria revolucionaria”.
Otro aspecto importante del hipócrita adoctrinamiento sobre solidaridad es que los productos logrados por las investigaciones y fábricas biotecnológicas cubanas se venden a precios semejantes a los de las multinacionales oligopólicas que dominan el mercado de los medicamentos. El gobierno comunista las acusa de explotadoras e inhumanas pero el pueblo cubano desconoce la forma en que Cuba comercializa sus medicamentos pues la propaganda dice que los entrega en solidaridad con esos países.
En su propaganda comunista nada dicen de ayudar a los conciudadanos necesitados prohibiendo, incluso, que organizaciones internacionales proporcionen asistencia para estas personas. Tengo referencias confiables que me comentaron que a Cáritas, perteneciente a la iglesia católica, le fue difícil lograr la autorización y solo fue posible sobre la base de que fuera el Estado quien manejara los recursos que les entregaban por esta vía. Pocas o casi ninguna organización confía en el “castrocomunismo” para la distribución y correcto uso de las ayudas, pues no da ninguna información ni existe transparencia en este proceso. Trabajé en el turismo como asesor y durante el mal llamado “periodo especial” en algunos hoteles observé bolsas con pollo con la etiqueta “Prohibida su venta. Donación” que se comercializaban en dólares en los restaurantes a los extranjeros.
Recuerdo una ocasión que en una de sus visitas a Cuba el Presidente de Venezuela Chávez dijo en la TV que le donaba al pueblo cubano unas sardinas enlatadas como gesto de solidaridad. Transcurrió el tiempo y para mi sorpresa un día veo en un estante de una tienda, en dólares, unas latas cuyo alto precio me asombró y al leer la información de la etiqueta compruebo que eran de Venezuela. Así manipulan la “solidaridad” los “castrocomunistas”. Las donaciones no se pueden comercializar.
En uno de los frecuentes ciclones que afectaban a Cuba, antes de mi salida del país, el gobierno norteamericano ofreció una importante ayuda con la condición de que sus representantes participaran en la entrega a los damnificados y fue rechazada por ser insultante para los gobernantes comunistas a pesar de que ellos tampoco resolvieron los daños causados por dichos fenómenos atmosféricos. Para ellos esta oferta no significaba solidaridad sino intromisión del imperialismo en nuestros asuntos internos.
Antes del año 1959 es cierto que existían indigentes en las calles que algunos los nombraba pordioseros que es su sinónimo, pero nunca me agradó llamarlos de esa forma pues para mí era más denigrante. Estas personas sobrevivían gracias a la caridad pública. En mi casa se les daba comida a vecinos que aunque no eran indigentes visibles carecían de recursos. Yo era un niño y observaba que nunca mi madre le negó ayuda a nadie a pesar que nosotros, por nuestros patrimonios, clasificábamos como pobres en esa sociedad de entonces.
Por desgracia mi madre falleció relativamente joven de un infarto masivo. Debo decir que en mi ciudad de Camagüey he visto pocos velorios y entierros tan concurridos de forma voluntaria como el de ella. Eran tantas las coronas de flores que se transportaron en varios vehículos y en la bóveda del cementerio la altura de su amontonamiento era muy grande. Pienso que esta masiva participación fue una manifestación de participación por solidaridad y agradecimiento. Muchos años después cuando tenía mi propia familia varias personas, que no recordaba, me agradecían la generosidad de mi madre. También debo mencionar que algunos luego de convertirse en revolucionarios y fervorosos “cederistas” mostraban perversidad e ingratitud.
Mi esposa heredó la casa de sus abuelos que eran personas adineradas y habían construido un chalet que está distinguido entre las mejores construcciones modernistas de Camagüey. Incluso la UNAIC la asociación de arquitectos del comunismo la consideró como tal y se hicieron tesis universitarias de arquitectura sobre la misma. Lo diferente era que la habitábamos mi esposa e hijas que por supuesto no poseíamos ninguna riqueza. Sin embargo, llegaban personas que por la apariencia nos pedían ayuda, algunos lo hacían frecuentemente y le decía a mi esposa, en broma, allí está uno de nuestros “clientes” revisa como los podemos ayudar. La actual cantidad de indigentes o “homless”, cuya palabra prefiero, supera en mucho los existentes antes del 1959. No hay que hacer estudios sociológicos para demostrarlo.
Siempre he comentado que a pesar de las evidentes desigualdades, en cuanto a la riqueza, existentes en Cuba antes del 1959, la envidia y el egoísmo eran mucho menos visibles que después del adoctrinamiento comunista en busca del “Hombre Nuevo”. Un amigo, ya fallecido, estuvo casado con una rusa y residió en Rusia varios años y por curiosidad le pregunté si había observado algo parecido en la denominada cuna del comunismo. Me respondió que era peor pues en esos años en Cuba todos nos vestíamos igual y se sabía poco de marcas de ropa y zapatos, sin embargo, me decía que en Moscú los niveles de envidia y egoísmo eran mucho mayores y que cada cual añoraba usar los mejores abrigos, marcas de ropa y zapatos. Recuerdo que me dijo: “te envidian hasta el olor del perfume”. Esto después de más de 60 años de comunismo en aquella época.
A finales de los años 60 y principio de los 70 estuve becado en la Habana y recuerdo que en las isitas de los Primeros Secretarios de los Partidos del denominado “Segundo Mundo” o los Presidentes con esas ideologías, obligaban a obreros y estudiantes a participar en los recibimientos a las caravanas de autos con tales personajes a lo largo de las avenidas en su recorrido, agitando banderitas entregadas por los organizadores. Esto era una muestra hipócrita de solidaridad. Con el tiempo se demostró que todos esos aclamados dirigentes eran una retahíla de asesinos, corruptos y burgueses que fueron condecorados por Fidel Castro con la máxima distinción del país. Es curioso que en la actualidad el gobierno no puede otorgársela a nadie pues ningún estadista decente visita a Cuba de forma oficial.
Pudiera escribir mucho acerca de la diferencia entre la solidaridad a manera de valor humano o como principio comunista pero según decimos los cubanos: ”sería más de lo mismo”. No es necesario.
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capotecastillo@yahoo.es
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