Cuba, el país donde se prohíbe celebrar su independencia. ¿Saben bien hoy los escolares en Cuba qué significa la fecha del 20 de mayo? Por Roberto Álvarez Quiñones. Diario de Cuba.
Cuba, el país donde se prohíbe celebrar su independencia
Por Roberto Álvarez Quiñones
Diario de Cuba
20 de mayo de 2025
Por Roberto Álvarez Quiñones
Diario de Cuba
20 de mayo de 2025

Leonard Wood transfiere el poder a Tomás Estrada Palma, 20 de mayo de 1902. Cuba Memorias
¿Saben bien hoy los escolares en Cuba qué significa la fecha del 20 de mayo? ¿Lo saben los adultos con menos de 62 o 63 años de edad?
Para los escolares cubanos no significa nada. Es un día como cualquiera otro en el que tienen que ir a la escuela. Los adultos que no llegan a sexagenarios tampoco están duchos en lo que esa fecha representa, salvo aquellos a quienes sus padres y abuelos les hayan contado algo al respecto y quién fue Tomás Estrada Palma.
Es algo así como si en México hoy no se supiese bien qué pasó el 16 de septiembre de 1810; en EEUU lo sucedido el 4 de julio de 1776, en la India lo ocurrido el 15 de agosto de 1947, o que los franceses ignoraran que el 14 de julio de 1799 los parisinos asaltaron la fortaleza de la Bastilla e iniciaron la más trascendental (y última) revolución social burguesa de la historia.
En esas fechas esos pueblos mencionados, y todos los del planeta, festejan jubilosos y con legítimo orgullo nacional la conquista de la independencia, o de la liberación del hambreador viejo régimen semifeudal en el caso de Francia, que costó sangre y sacrificios a sus ancestros.
Pero en Cuba el megalómano Fidel Castro, como antes hicieron sus homólogos (y paradigmas) Lenin, Hitler, Mussolini y Mao Tse Tung en sus países, borró el significado del 20 de mayo de los textos de historia de Cuba. Tiró a la basura la fecha en que el país obtuvo su independencia del imperio colonial español, luego de dos sangrientas guerras en las que murieron más de 240.000 cubanos, incluyendo los 173.000 que fallecieron por hambre durante la reconcentración de civiles ordenada en 1896 por el gobernador colonial, el genocida general Valeriano Weyler.
Castro prohibió totalmente cualquier acto, festejo, desfile o parada de los que tradicionalmente tenían lugar en toda la Isla cada 20 de mayo desde 1902, cuando en el Castillo del Morro ondeó por primera vez, al fin, la hermosa y gloriosa bandera de la república soberana de Cuba.
Castro I decidió que la fecha nacional cubana fuera la suya propia
El tirano decidió que la fecha nacional cubana tenía que ser la suya propia (de Castro) el 26 de julio, y bien en grande, acompañada de otros dos días feriados-festivos con descanso laboral, los días 24 y 27 de julio.
¿Y qué fue lo que ocurrió un 26 de julio tan trascendental y extraordinario como para sustituir nada menos que al 20 de mayo como la principal fecha patriótica de los cubanos?
Ese día de julio en 1953 en Santiago de Cuba tuvo lugar lo que realmente puede considerarse uno de los más sangrientos ataques terroristas en América Latina, organizado y dirigido por el propio Fidel Castro, quien, por cierto, huyó del sitio atacado, el Cuartel Moncada, sin avisarle a sus compañeros de armas, que siguieron combatiendo… y muriendo. Otros fueron apresados y asesinados.
Paralelamente, ese mismo día y a la misma hora otro grupo de asaltantes, también por orden de Fidel, atacaron el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, en una acción realmente suicida que costó la vida a diez de los 21 jóvenes asaltantes, casi todos asesinados, y hubo una sola baja mortal en las filas del ejército batistiano.
En Santiago de Cuba la acción, además del Moncada, incluyó la toma del Hospital Provincial y del Palacio de Justicia, para apoyar a tiros el asalto al cuartel. Al final de todo aquello el saldo fue de 98 muertos, incluyendo 56 asaltantes asesinados y ocho muertos en combate. Del ejército de la dictadura murieron 25 soldados en combate o asesinados. También nueve civiles, ajenos al ataque, fueron asesinados por esbirros batistianos en represalia política por el asalto al cuartel.
En Buenos Aires, en el ataque realizado en agosto de 1994 por terroristas islámicos contra la Asociación Mutual Israelita Argentina murieron 85 personas, o sea, 13 menos que en el Moncada.
Lo del Moncada tuvo suficientes rasgos típicos de un ataque terrorista por al menos dos razones. Por una parte, Castro escogió el día 26 de julio porque por esos días tenía lugar el muy popular carnaval de Santiago de Cuba. Muchos soldados del Ejército participarían, regresarían al cuartel medio borrachos y dormirían profundamente. Y, así fue, el ataque comenzó a las 5:00AM y varios soldados fueron acribillados medios dormidos, probablemente en calzoncillos.
Por la otra, Castro no respetó las reglas de la guerra. Los asaltantes se disfrazaron con uniformes del ejercito batistiano para engañar y entrar al cuartel con ventaja. Por eso, al iniciarse el ataque hubo tal desconcierto y asombro entre los soldados del cuartel que comenzaron a dispararse entre ellos mismos. Algunos murieron, o fueron heridos por aquel insólito fuego amigo.
Volviendo al 20 de mayo, hace ya dos tercios de siglo que Cuba es el único país de América que no festeja y celebra la fecha en que obtuvo su independencia. En la Isla todos los libros de texto de historia de escuelas y universidades, y en general toda literatura de ficción o ensayística escrita o publicada a partir de 1960 o 1961, ignora olímpicamente la conmemoración del 20 de mayo, y encima miente y tergiversa lo ocurrido aquel día en que el pueblo de Cuba festejó con júbilo sin precedentes en la historia cubanas su acceso libre y democrático a la modernidad del naciente siglo XX.
Los libros castristas, todos los medios de comunicación oficiales, historiadores, profesores, e intelectuales en la Isla siguen las directrices de la dictadura y afirman que el 20 de mayo de 1902 Cuba no obtuvo su independencia, sino que pasó a ser una neocolonia de EEUU. Califican y definen a la República, desde 1902 al 1 de enero de 1959, como "la República mediatizada", o "la República neocolonial".
Y nada se dice del asombroso empuje económico social que tuvo Cuba desde aquel 20 de mayo inicial. Baste recordar que, al proclamarse la independencia, el país tenía 1,6 millones de habitantes, y desde ese año hasta 1930 llegaron a la Isla 1,3 millones de inmigrantes de todas partes del mundo a participar y beneficiarse de aquel auge económico cubano.
Tampoco en Cuba se puede publicar que cuando asaltaron el poder los Castro y el argentino Ernesto Guevara la nación se acercaba con paso firme al Primer Mundo, era uno de los tres países latinoamericanos con más alto ingreso per cápita, duplicaba al de España, igualaba al de Italia y superaba al de varios países de Europa.
Tergiversación de la real historia de Cuba, un arma política castrista
Es bueno destacar que el desconocimiento o tergiversación de la historia verdadera de Cuba, de antes y después de 1959, ha sido una tramposa arma del castrismo, muy bien diseñada por la oligarquía dictatorial para anestesiar sin mucha resistencia a las "masas".
Así se presenta a José Martí como un pensador socializante, casi militante del Partido Comunista, mientras se oculta su admirable y ostensible condición de demócrata liberal, cultivador casi obsesivo de todas las libertades y derechos humanos, y enemigo acérrimo de las tiranías, no importa el disfraz con que la vistan.
Pero se oculta que Fidel Castro irrumpió en el escenario político como gángster, a tiro limpio, matando e intimidando a sus rivales. Y a propósito ¿quiénes hoy en Cuba saben que Fidel en 1951 fue a Kuquine, la finca del senador Fulgencio Batista, y le propuso que diera un golpe de Estado? O que en su luna de miel en EEUU, en 1948, Fidel Castro se compró en Nueva York un auto Lincoln de uso con el dinero que le diera Batista como regalo de bodas.
O que al mes y medio de entrar en La Habana declaró a la prensa que no estaba de acuerdo con el comunismo, y "yo no soy un aspirante a presidente de la República (…) no me importa ningún cargo público, no me interesa el poder". Y que luego, en abril de 1959, estando en Washington de visita aseguró a los periodistas: "Que quede bien claro que nosotros no somos comunistas. Que quede bien claro".
En fin, por eso forzosamente la historia de Cuba, sobre todo a partir de enero de 1959, habrá que reescribirla tan pronto sea libre otra vez. Y hay que escribirla ¡ya!, o tal vez nunca será rescatada totalmente del fondo del oscuro baúl en que languidece.