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Colombia: Petro en su laberinto: fracaso de la paz, colaboradores enfrentados y ahora... drogas. Por Andrés Cañizález. Diario de Cuba. 

Petro en su laberinto: fracaso de la paz, colaboradores enfrentados
y ahora... drogas
Por Andrés Cañizález
Diario de Cuba
26 de abril de 2025

El presidente Gustavo Petro vive la recta final de su Gobierno en medio de derrotas políticas, aislamiento y confusión.

Tal como Simón Bolívar, en su última etapa, según la recreación que hizo Gabriel García Márquez en su novela El general en su laberinto, el presidente Gustavo Petro vive la recta final de su Gobierno en medio de derrotas políticas, aislamiento y confusión. Al reality show que parece envolver al mandatario en Colombia se ha sumado la denuncia sobre su presunta adicción a las drogas.

La actual racha de sucesos que envuelven negativamente al primer presidente colombiano de izquierdas, tuvo un punto de inicio a mediados de febrero pasado cuando, por una decisión suya, se transmitió en vivo por la televisión nacional una reunión de gabinete. Aquella reunión alimentó por semanas a humoristas y creadores de memes en redes sociales. Tal como reseñó entonces DIARIO DE CUBA, el presidente televisó el Consejo de Ministros para presumir de transparencia y lo que salió al aire fue una suerte de gallera, con sus colaboradores más cercanos atacándose entre sí.

Con unas elecciones presidenciales que tendrán lugar dentro de 15 meses, agobiado por la caída en su popularidad y sin chance de presentarse a la reelección, el presidente Petro quedó seriamente debilitado por aquella crisis sin precedentes dentro del Alto Gobierno. Con estos escándalos ha perdido la posibilidad de incidir positivamente a favor de una candidatura que dé continuidad a su gestión.

En reacción al show televisado de mediados de febrero, el octogenario excongresista conservador y primer canciller de Petro, Álvaro Leyva hizo público su distanciamiento del Gobierno izquierdista. En las semanas que siguieron Leyva lanzó mensajes crípticos, hasta que este 23 de abril hizo pública una carta en la que, sin ambages, acusa al presidente de tener adicción a las drogas. Y remató esa carta diciendo que tal adicción ha generado diversos problemas de Estado por las conductas erráticas del exguerrillero del M19.

Lo señalado por Leyva va dirigido a la esfera privada de Petro, cuya supuesta adición a las drogas y conductas cuestionadas (largos retrasos para presentarse en actos, posteo en redes sociales en horas de la madrugada, desapariciones en medio de giras de trabajo) han alimentado por largos años la versión de que el otrora alcalde de Bogotá es adicto a las drogas.

"Los recuerdos que todavía tengo frescos de episodios ocurridos siendo yo el primer testigo me producen aún desazón y desconcierto… Uno de ellos, la ocasión en la que usted se desapareció dos días en París durante una visita oficial. Como si la Inteligencia francesa fuera incompetente para no haber conocido su paradero", disparó Leyva.

Leyva denunció el impacto de esta supuesta adicción en el manejo del Estado colombiano: "sus desapariciones, llegadas tarde, inaceptables incumplimientos, viajes carentes de sentido, frases incoherentes, cuestionadas compañías (…) se han registrado y se siguen registrando".

Y, si bien Petro no atacó a Leyva en las primeras de cambio, salió al paso asegurando que su única adicción era el trabajo político.

Analistas y medios de prensa catalogaron de "terremoto político" la carta de Leyva, ya que este fue fiel escudero de Petro y cumplió un rol central en la primera etapa de Gobierno impulsando, no solo la política exterior, sino la propuesta central del gobernante de izquierdas de alcanzar "una paz total", con la cual se pretendía alcanzar negociaciones y desarme con facciones de las FARC que no se acogieron al acuerdo de paz de 2016 en La Habana, así como con el ELN, y hasta con grupos armados abiertamente dedicados al crimen.

Los paulatinos fracasos de estos procesos, la resistencia de los armados al margen de la ley a acogerse a planes de desarme o incluso la solicitud de incentivos económicos para abandonar la economía ilícita, junto a la existencia de varias mesas de diálogo en simultáneo, complejizaron el proceso y hoy, cuando se está en la recta final del Gobierno de Petro, expertos ven con claridad que esta propuesta central de su campaña electoral y del inicio de Gobierno sencillamente fracasó.

A estos elementos de por sí complejos, que afectan negativamente la credibilidad del gobernante que prometió cambios radicales en la vida social y económica de Colombia, se suma una guerra intestina en el seno de su Gobierno por quienes ocupan en este momento las estratégicas carteras de Política Exterior y Política Interior.

El meollo del asunto que mantiene, de nuevo enfrentados, tras una suerte de tregua, a la responsable de la política exterior, Laura Sarabia, y al ministro del Interior, Armando Benedetti, es un asunto muy grave que salpica también al propio mandatario de izquierdas.

Benedetti es investigado, entre diversos procesos que tiene ante la Justicia, por presunto financiamiento del narcotráfico a la campaña presidencial de Petro en 2022. El antiguo embajador colombiano ante el régimen de Nicolás Maduro, quien ha admitido su adicción a las drogas y al alcohol, fungió como fiel escudero de Petro en el ascenso de este al poder y en audios que reveló el año pasado la revista Semana se le escuchó decir que si cae él (si es llevado a prisión), todos caerán.

La ruptura de la otrora relación cercana entre Sarabia y Benedetti ha terminado por ser un peso muerto en la gestión de Petro. Ninguno tiene una trayectoria política de izquierdas, por lo que diversos referentes progresistas se preguntan las razones por las que Petro los mantiene en estratégicas posiciones de poder, dentro de un Gabinete donde además abundan las inconformidades y la incomunicación entre distintos altos funcionarios.

Y por si fuera poco, el hijo del presidente, Nicolás Petro, está bajo arresto domiciliario mientras se desarrolla un juicio en su contra. Fue capturado el 29 de julio de 2023 por la Fiscalía de Colombia y acusado de lavado de activos y enriquecimiento ilícito, en relación con el manejo de fondos en la campaña electoral de su padre en 2022.

Gustavo Petro luce en un laberinto, según observadores políticos, y tal vez se asemeja al Simón Bolívar que retrató García Márquez en su novela de 1989: traicionado, derrotado y en estado de confusión.