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La imposible resistencia creativa de los cubanos. Por Laura Sarmiento Pérez. Diario de Cuba. 

La imposible 'resistencia creativa' de los cubanos
Por Laura Sarmiento Pérez
Diario de Cuba
23 de abril de 2025

Dos cubanos venden objetos sacados de la basura en el parque El Curita, de La Habana. Diario de Cuba

Resistir tiene significados muy diferentes para Díaz-Canel y para los cubanos de a pie, agobiados por el hambre.

"Enfrentaremos el recrudecimiento del bloqueo y lo venceremos con nuestros propios esfuerzos, a partir del concepto de la 'resistencia creativa', que significa aprovechar todo el talento que tenemos, además de la inteligencia y la voluntad del pueblo para seguir creciendo y desarrollándose", decía Miguel Díaz-Canel en 2022, durante una reunión de Partido Comunista de Cuba (PCC). Desde entonces, la "resistencia creativa" se ha convertido en un mantra del Gobierno, que busca que los cubanos sigan aguantando sin rebelarse la crisis multisistémica de país.

"Voy pa' la lucha", dice Luisito, de 67 años, quien trabaja como custodio de una bodega. Tiene más de 40 años de trabajo y se niega a jubilarse porque eso equivaldría a pasar más hambre. Sus guardias nocturnas han transcurrido pacíficamente este último año: con las bodegas vacías, los robos prácticamente han desaparecido. "Con la poca mercancía que llega, no da tiempo a que se quede en los almacenes. La venta del arroz, por ejemplo, lo que más duró fueron dos días; no hizo estadía en el almacén, no dio tiempo a 'luchar' nada, aunque los dependientes siempre se las arreglan para raspar algo. Con todas esas pesas viejas siempre quedan onzas a su favor", explica.

La "lucha" que menciona Luisito es el robo consuetudinario al cual recurren desde hace décadas los trabajadores cubanos, empobrecidos por los bajos salarios estatales. Para ellos, esa es la verdadera "resistencia creativa". En el imaginario popular, esta sustracción de productos no es robo, sino algo necesario para la sobrevivencia.

La propiedad estatal socialista, cuyo titular dice el Gobierno que es el pueblo, pero que este no reconoce como suya, es la fuente principal de salario y de "resistencia" de los cubanos. Hoy, el derrumbe económico del país ha desincentivado el trabajo para el Estado, porque no hay nada que "luchar".

Manolo fue trabajador de la torrefactora de café de Santiago de Cuba. Su "lucha" era llevarse café y envases de nylon de la fábrica. Más allá de sobornar a los custodios, los ingeniosos métodos utilizados incluían esconder bolsas en sus partes íntimas. Esa extracción le permitió crear su venta particular.

"La gente venía y compraban los sobrecitos de café, que eran igualitos a los de fábrica. En una semana, yo sacaba más del doble del sueldo mensual", dice. "Todo el mundo en Cuba sabe que los productos, las materias primas de los negocios (ilegales), se sacaban de las fábricas del Gobierno. El Estado lo tenía todo, así que los trabajadores 'luchábamos' las materias primas y las mercancías en las fábricas estatales, y así se podía resistir", añade.

Hoy la "resistencia" de los cubanos dependientes de los recursos del sector estatal es difícil con la parálisis total o parcial que sufre la mayoría de las empresas. "Yo trabajé en varias empresas estatales", dice Katia, quien hoy es empleada de una MIPYME. "Estuve en la textilera y sacaba conos de hilos para los cuentapropistas, que los dividían en rollitos pequeños para venderlos. Además, trabajé en el cárnico de Santiago de Cuba, de allí saqué picadillo, mortadela, hasta la carne, que era lo más difícil. También pasé por una escuela, como secretaria, y de allí sacaba lápices, libretas, hojas, y comida si era socia del almacenero. Hasta comida para criar cerdos saqué, que era bastante porque los muchachos botaban la mayor parte del sancocho que les daban", recuerda.

"Los trabajos estatales siempre dejaban una búsqueda que te ayudaba a resistir, pero hoy no hay de dónde sacar", señala.

Las MIPYMES son las que hoy ocupan parcialmente el estatus de proveedor que antes ostentaba el Gobierno, y en ellas es imposible aplicar esos robos que los cubanos llaman "lucha".

"Es muy difícil luchar en una MIPYME por el sentido de pertenencia del negocio, casi siempre son de familias", dice Katy, dependienta en uno de esos emprendimientos privados. "Son negocios pequeños, con pocos trabajadores, todo está contado y supercontrolado".

En la interpretación de los cubanos, la "resistencia creativa" como la define Díaz-Canel no es más que otra forma de nombrar los sacrificios que el castrismo lleva más de 60 años imponiéndoles para mantenerse en el poder.

La creación de consignas vacías para adormecer los cubanos fue la especialidad de Fidel Castro, de quien Díaz-Canel dice ser "continuidad", aunque no cuenta con sus dotes oratorias, ni de liderazgo. "Cambiar todo lo que deba ser cambiado"… excepto el castrismo, claro, y "hacer más con menos" son ejemplos de lemas usados por el Gobierno para movilizar a los cubanos agobiados por el hambre y la escasez totalitaria. Crear necesita libertad de pensamiento y recursos.

La fuente de sobrevivencia que utilizaron durante décadas los cubanos venía del Estado, que dejaba fluir un mercado negro —en parte alimentado por sus empresas—, como válvula de escape a la escasez crónica y el malestar popular. En realidad, los cubanos sienten que han resistido creativamente a 66 años de Revolución, dependientes de un Estado manipulador.

"Mi resistencia actual es buscar qué comer", dice Alina, jubilada de Educación. "El cerebro del cubano está pensando en qué comer todo el tiempo. El hambre no te deja pensar, te debilita, te desgasta. Yo quisiera crear una maquinita de hacer dinero. Es muy fácil para Díaz-Canel hablar de 'resistencia creativa' en abstracto, pero yo lo reto a que ponga ejemplos de resistir creando comida, medicamentos, productos de aseo... en esta resistencia hay que crear demasiadas cosas sin nada", concluye.