Miguel García Delgado, de guerrillero a puente entre los cubanos de dentro y fuera de Cuba. Por Félix José Hernández.

Foto debajo: Entrada de guerrilleros a La Habana el 2 de enero de 1959. Miguel es el barbudo a la derecha fusil en mano.

Querida Ofelia,
Félix José Hernández.- París, 13 de febrero de 2025.- Creo que ha llegado el momento de rendir homenaje a ese gran camajuanense que es Miguelito García Delgado.
Miguel García nació en Camajuaní, una pequeña localidad en el centro de Cuba, conocida por su rica herencia cultural y su paisaje pintoresco. Desde muy joven, Miguel mostró una profunda pasión por la justicia y la Libertad, valores que lo llevarían a convertirse en un guerrillero destacado en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, en la Sierra del Escambray junto a otros jóvenes de su generación, entre ellos: Ramiro Lorenzo Vega, William Morgan, Gutiérrez Menoyo, Roger Redondo, el doctor Armando Fleites, etc.
La dictadura de Batista, que se instauró en 1952 tras un golpe de estado, sumió a Cuba en un periodo de represión, corrupción y violencia. El joven Miguelito, con su espíritu ardiente y su profundo sentido de la justicia, no pudo quedarse al margen ante las injusticias que veía a diario. Fue entonces cuando decidió unirse a la guerrilla que operaba en los montes de la sierra.
Durante la lucha, Miguelito se distinguió por su valentía y su capacidad de liderazgo. Participó en numerosos combates y operaciones que fueron cruciales para debilitar las fuerzas de Batista y ganar el apoyo del pueblo cubano. Su conocimiento del terreno y su habilidad para movilizar a las comunidades rurales fueron vitales para el éxito de la revolución en la provincia de Las Villas.
El 1 de enero de 1959, tras años de ardua lucha, las fuerzas revolucionarias lograron derrocar a Batista, marcando el inicio de una nueva era para Cuba. Miguel García, como muchos de sus compañeros, soñaba con una Cuba Libre y justa, donde los derechos de todos los ciudadanos fueran respetados y donde se pudiera construir un futuro próspero para las generaciones venideras.
Sin embargo, a medida que el nuevo gobierno revolucionario consolidaba su poder, Miguelito comenzó a sentirse desencantado con algunas de las políticas y decisiones que se estaban tomando. La creciente influencia soviética, la centralización del poder y la falta de Libertades individuales fueron motivos de preocupación para él.
Ante la creciente represión y la falta de espacios para la disidencia, Miguel García tomó la difícil decisión de abandonar su querida Cuba. Como muchos otros, se convirtió en refugiado político en los Estados Unidos, un país que había acogido a decenas de miles de cubanos que huían de la represión comunista.
En su nuevo hogar, García no abandonó su lucha por una Cuba Libre. Al contrario, se dedicó con renovada energía a unir a los cubanos del exilio y a aquellos que permanecían en la isla. Fundó la Revista Camajuaní y participó en numerosas organizaciones que abogaban por los derechos humanos, la democracia y la reconciliación entre todos los cubanos, sin importar su lugar de residencia.
A lo largo de los años, Miguel García se convirtió en una figura clave en la comunidad cubana en el exilio. Su capacidad para tender puentes y fomentar el diálogo le valió el respeto y la admiración de muchos. Organizó encuentros donde cubanos de diversas tendencias políticas podían debatir y buscar soluciones conjuntas para el futuro de su país.
Uno de sus mayores logros fue la creación de una red de apoyo para los refugiados cubanos recién llegados a los Estados Unidos. A través de su organización, brindó asistencia legal, económica y emocional a aquellos que, como él, habían tenido que abandonar todo en busca de Libertad y seguridad.
Miguel García Delgado, a lo largo de su vida, demostró que la verdadera lucha por la Libertad y la justicia no tiene fronteras. Su compromiso con los derechos humanos y la democracia, tanto en Cuba como en el exilio, dejó una huella indeleble en todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo.
Hoy, aunque ya no esté en las trincheras de la Sierra del Escambray, su lucha continúa viva en el corazón de muchos cubanos que sueñan con una Nación Libre y reconciliada. Su labor incansable por unir a los cubanos de dentro y fuera de la isla es un testimonio de su amor por su patria y su inquebrantable fe en un futuro mejor.
En resumen, la vida de Miguel García Delgado es un ejemplo inspirador de perseverancia, valentía y amor por la Libertad. Su legado perdurará en la memoria de todos aquellos que creen en una Cuba Libre, justa y democrática.
Un gran abrazo desde estas lejanas tierras allende los mares,