La voz en Suecia de los cubanos cívicos de intramuros y del exílio

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Aliviar el hambre y el dolor de los pobres, el 'crimen' que el régimen cubano no perdona a la UNPACU. Por Ángeles Rosas. Diario de Cuba. + videos UNPACU. 


Aliviar el hambre y el dolor de los pobres, el 'crimen' que el régimen cubano no perdona a la UNPACU
Por Ángeles Rosas
Diario de Cuba
13 de marzo de 2025

La doctora Nelva Ismaray Ortega atiende a pacientes en su vivienda, sede de la UNPACU. Cortesía de la entrevistada


Hoy hemos alimentado a 323 personas vulnerables. Llegarán más. Ayer fueron 353.

La labor humanitaria de la organización está nuevamente bajo asedio. José Daniel Ferrer y Nelva Ortega hablan con DIARIO DE CUBA del alcance de esta iniciativa en un país sumido en la crisis económica y lleno de dramas humanos.

Aliviar el hambre y el dolor en Cuba sin someterse al control del Gobierno es una tarea de titanes. Si esta labor humanitaria, además, es promovida desde la sociedad civil independiente y ejecutada por voces contestatarias, las iniciativas sufren ataques y sus implicados son criminalizados, aunque los más perjudicados con el fin de esas actividades sean personas vulnerables que viven la mayoría en extrema pobreza. Es el caso del proyecto que lleva adelante la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), cuyos promotores hablan con DIARIO DE CUBA de su cometido y alcance.

En medio del enésimo asedio del régimen, José Daniel Ferrer García, coordinador nacional de la UNPACU, y su esposa, la doctora Nelva Ismaray Ortega Tamayo, explican la labor que están desarrollando para brindar comida, atención médica básica y apoyo emocional a decenas de necesitados. Es un trabajo al que afirman dedicar al menos 16 horas diarias y que describen como "agotador", pero "gratificante".

"La ayuda social y humanitaria consiste en alimentos, desayuno y almuerzo, de lunes a viernes. Los sábados y domingos los hemos dejado para otras cuestiones, aunque siempre llegan casos de personas en situaciones extremas a quienes también atendemos", dice Ferrer García.

"Entre semana el número de personas que está recibiendo alimentación en la sede de Altamira, Santiago de Cuba, oscila entre los 220 y 280, generalmente personas muy mayores que viven en condiciones de extrema pobreza, alcohólicos en situaciones muy duras, enfermos, incluso llegan personas a buscar comida para familiares postrados, con discapacidades, que no pueden venir acá, y a ellos también enviamos alimentos", añade.

De acuerdo con los activistas, la labor humanitaria sale adelante gracias a las aportaciones monetarias de cubanos exiliados, principalmente en Estados Unidos: "recursos personales, dinero que están sacando de sus bolsillos".

"Desde el exilio llegan poquitos de medicamentos, por una vía o por otra, y con eso mi esposa va resolviendo las situaciones de personas que no encuentran esos productos en las farmacias y, a menudo, ni siquiera en los hospitales", precisa.

A pesar de que la ayuda significa el alivio de decenas de cubanos en la miseria, el régimen intenta una y otra vez hacerla desaparecer. La razón de ser de la labor humanitaria de la UNPACU choca con la propaganda cada vez más alejada de la realidad cubana.

"Nuestra labor comenzó a ser obstaculizada por la policía política y la llamada Policía Nacional Revolucionaria (PNR) desde el día siguiente de mi llegada a mi vivienda (tras su excarcelación). Llegué el 16 de enero y ese día le dimos atención a unos siete casos sociales. No vinieron en busca de alimentos, vinieron a saludarme, a darme las gracias por lo que hacíamos por ellos antes. Al día siguiente fueron casi 20 y tres días después el número llegó a unos 40. Y ha seguido subiendo", dice el líder de la UNPACU.

Para consumar sus acciones represivas, la Seguridad del Estado ha instalado tres cámaras de vigilancia alrededor de la vivienda de Ferrer y Ortega, una de ellas desde una escuela, —los activistas creen que hay una cuarta, en la parte posterior—, que graban a quienes entran y salen.

"La policía política comenzó a detener a los voluntarios —amigos, activistas que ofrecieron su ayuda para preparar los alimentos—. Empezaron a citarlos, a amenazarlos con quitarles los hijos, con encarcelarlos, con botar del centro de trabajo a algún familiar cercano", consecuencia de lo cual sufrieron ocho bajas.

Ferrer denuncia que los agentes han robado dinero y alimentos a los compradores, por lo que se ha visto obligado a salir a hacer las compras él en medio de otras ocupaciones.

"Si esos elementos van a robarme lo que lleve para comprar, pues tendrán que encarcelarme porque no voy a permitir que me quiten el dinero así como así", defiende.

El Estado ni ayuda ni deja ayudar

El acoso ha ido a más y los cuentapropistas de la zona se han convertido en blanco de policías y represores: "Han sido amenazados, varios multados, y les han dicho que no nos pueden vender nada, que somos contrarrevolucionarios y terroristas". A pesar de esto, la mayoría de los vendedores sigue aceptando los pedidos de la UNPACU y corriendo riesgos. "Dicen que no van a dejar de hacerlo, primero porque les pagamos debidamente y segundo porque consideran positiva la labor humanitaria que realizamos", afirma el líder opositor.

Tampoco escapan de la situación las personas vulnerables asistidas, a muchas de las cuales la advertencia es la retirada de la pensión que reciben, que no alcanza siquiera para pagar la mitad de un cartón de huevos.

"Desde hace dos semanas los fueron llevando a unas oficinas del Poder Popular cercanas acá del Consejo Popular de Altamira y allí les amenazaron con quitarle lo que tienen, poco más de 1.500 pesos de asistencia social del Gobierno, si continuaban viniendo aquí en busca de alimento. También con llevárselos para el Hospital Psiquiátrico Gustavo Machín, conocido como San Luis de Agua, en lugar al que le temen por los reportes de muertes, por los malos tratos, las pésimas condiciones".

El lunes por la sede de la UNPACU pasaron 293 personas que no tenían nada de alimento. Llegaron a pesar del hostigamiento porque saben que recibirán comida y medicamentos sin pagar un centavo, dice Nelva Ismaray Ortega Tamayo.

"Les damos atención con la mayor satisfacción, con el mayor placer, algo que deberían hacer por sus ciudadanos el Partido Comunista, Salud Pública, el Gobierno, y que no hacen", añade por teléfono Ortega, en cuya voz se nota el cansancio del trabajo diario.

"Esta labor yo la estaba realizando antes de que mi esposo fuera excarcelado. No he dejado de brindar atención médica aquí en la sede a pesar de las circunstancias", dice la activista, quien ofreció alivio a los pacientes incluso atendiendo a su madre enferma de cáncer, a su abuela y a su hijo pequeño.

"La semana completa y cada día voy viendo hasta 30 personas, aunque en días puntuales la cifra puede ser mayor", cuenta.

"Hay muchísimos casos que acuden a diario a chequearse la tensión arterial y a tomar su medicamento. Otras personas acuden por dolores de cabeza, sacrolumbalgias, artrosis, asma bronquial. Muchas madres vienen con sus hijos no solamente con catarro común, sino también con lesiones dermatológicas provocadas por escabiosis, por ejemplo. También acuden embarazadas, personas con signos de desnutrición, hipoglucemias; hemos atendido a personas que se han desmayado porque llevaban más de 24 horas sin alimentos", dice la doctora.

Para tratar estas afecciones son los medicamentos que reciben desde el exterior, tratamientos para los diabéticos e hipertensos, para la gastritis crónica y úlceras estomacales, antibióticos, antialérgicos, pomadas que la industria biofarmacéutica cubana no es capaz de proveer de manera estable a la red de farmacias estatales e incluso a instituciones de Salud Pública.

"Desde que me despierto hay un paciente esperando por atención médica y hay veces que nos ha cogido hasta las 11:00 y 12:00 de la noche. Llega a ser agotador, pero es una experiencia muy gratificante. Es muy satisfactorio poder ayudar a tantas personas. Ellos te lo agradecen y ayudan en lo que pueden para que podamos mantener la labor, con leña, con especias, es muy emocionante", dice Ortega Tamayo.

Una labor de casi 12 años

La UNPACU ha ofrecido asistencia humanitaria desde su fundación en agosto de 2013. Con el tiempo, esta labor fue organizándose, adquirió constancia y se hizo permanente, al mismo tiempo que ha ido escalando la represión, explica Ferrer.

"En 2021 fue tal el asedio, fueron tantas las fuerzas policiales empleadas para impedir al personal y los propios casos sociales que llegasen, que detenían, maltrataban, confinaban en calabozos a personas vulnerables, a ancianos. Se llevaron varios casos también al tenebroso Hospital de San Luis de Agua", relata el líder de la UNPACU. Recuerda el caso de Francisco, quien murió en una ocasión en que lo internaron de manera forzosa en ese centro.

En defensa de su ruta humanitaria, los activistas de la UNPACU han realizado huelgas de hambre en protesta por el asedio a su sede, han sufrido asaltos de más de 80 agentes del Ministerio del Interior, incluyendo fuerzas especiales. Además, han sido blanco de allanamientos y del despojo de recursos.

"Nos han robado, porque no tiene otro nombre, desde televisores, hasta neveras, mesas, sillas, platos, cucharas, tenedores, vasos, calderos, ollas de arroz, frijoles, especias, espaguetis, fideos, aceite y otros bienes con los que realizamos nuestra labor", condena Ferrer.

Asegura que, con el peso de la libertad condicional impuesta por el aparato de Justicia del régimen y el temor de su familia al regreso a la cárcel, perseverará para mantener este proyecto humanitario.

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