“El mayor peligro en tiempos de turbulencia no es la turbulencia; es actuar con la lógica de ayer”. Peter Drucker
Ingeniero Químico Roberto L. Capote Castillo.- El pasado mes de marzo, en la reunión del balance sobre el desempeño del Comercio Interior en Cuba durante 2023, el “estúpido designado” en sus palabras de conclusiones, aún después de escuchar el informe de los fracasos del susodicho ministerio, pidió, paradójicamente, “romper el mito de que todo lo estatal es ineficiente”. En mi anterior articulo expliqué la diferencia entre las empresas estatales y las públicas. También expuse que eran influenciadas por el régimen político de su entorno y en el caso de Cuba “el puesto a dedo”, debió decir: “todo lo estatal castro-comunista es ineficiente” y no es un mito. En los cubanos se popularizó una definición de comunismo: “período de pérdida de tiempo entre una y otra etapa del capitalismo”. No pretendo hacer un ensayo sobre las empresas y su ineficiente gestión, pues no vale la pena para el caso del castro-comunismo. Simplemente utilizaré dos definiciones, lejanas en el tiempo, pero valiosas y vigentes, aunque reprobadas por la economía socialista.
Adam Smith, influyente economista del siglo XVIII, consideraba que una empresa era una entidad que buscaba maximizar sus beneficios a través de la producción y el intercambio de bienes y servicios en un mercado competitivo. Smith enfatizaba la importancia de la competencia como motor de eficiencia económica.
Alfred Chandler, un historiador de negocios y organizaciones del siglo XX-XXI, argumentaba que una empresa era una entidad que evolucionaba hacia una estructura organizativa más compleja a medida que crecía. Chandler se centraba en la importancia de la estructura y la coordinación interna para el funcionamiento eficiente de la empresa.
De las definiciones anteriores hay dos palabras claves: mercado competitivo y la importancia de la estructura. Del mercado competitivo no es necesario hacer ninguna explicación pues en las economías comunistas, monopólicas, no existe el mercado pues fue sustituido por la economía centralmente planificada, en la que unos “burrocratas” definen y planifican la satisfacción de las necesidades, siempre crecientes, de los proletarios por lo que los empresarios no deben preocuparse por ser competitivos. Sobre las estructuras expongo lo expresado por Peter Drucker, otro Gurú de la gestión empresarial: “La mejor estructura no garantizará los resultados ni el rendimiento. Pero una estructura equivocada es una garantía de fracaso”.
La historia de las estructuras empresariales en el castro-comunismo es larga y a pesar de todos los cambios realizados continúa la ineficiencia pues contrario a la bibliografía y lo expresado por los expertos, la intervención del Estado socialista cubano es total, o sea, actúa como dueño absoluto de las empresas y desde los ministros hasta los empresarios prevalece la escaza preparación en gestión empresarial acrecentando el daño. Exponer todas las estructuras ministeriales y empresariales desde el año 1959 a la actualidad sería tema de un voluminoso libro. Aunque no gastaría mi tiempo en escribirlo sugiero el título: “Historia del fracaso de las estructuras ministeriales y empresariales equivocadas del castro-comunismo”. A pesar de ser la empresa la célula principal de la economía es el último eslabón de una larga cadena estructural desde el ministerio hasta la empresa. Existen múltiples estructuras intermedias a las que se deben añadir, no menos importantes, las del partido y gobierno en sus diferentes niveles que asiduamente se entrometen en el funcionamiento de las empresas asignándoles tareas ajenas a su misión.
La productividad, eficiencia y rentabilidad son tres conceptos que deciden el éxito de cualquier organización. Con el desarrollo científico técnico y la cada vez mayor competencia en el mercado, las empresas están obligadas a maximizar sus recursos y lograr resultados óptimos. La eficiencia es un factor clave para lograr la rentabilidad de una organización. Ésta se refiere a la capacidad de realizar una tarea o actividad de la manera más óptima posible, utilizando los recursos disponibles de manera eficaz minimizando los tiempos y costos involucrados. Lo anterior no es posible en las empresas estatales castro-comunistas. Para mejorar la rentabilidad de una empresa hay que aumentar la productividad, asegurar la calidad de los productos o servicios y lograr una eficiencia en el uso de los recursos. Estos aspectos están estrechamente relacionados y se complementan entre sí. Sin embargo, esto lo desconoce el “Designado a dedo” y en lugar de sugerir o demandar estrategias para lograr la eficiencia está enfocado en una ciencia e innovación que ni él mismo sabe explicar, a pesar de que le regalaron un doctorado relacionado con este tema. Su mayor aporte ha sido el descubrimiento de que: “La limonada es la base de todo”.
Explicar las causas de la extensa lista de fracasos del castro-comunismo en todos los sectores de la economía no me es posible pues no hallo el fundamento científico como tampoco lo lograron los 12 ministros de economía designados desde el 1959 hasta la actualidad. Debería ser suficiente admitir como reconoció el “Destructor en Jefe”, en una entrevista, que el “modelo cubano no funciona incluso para nosotros”.
Después de los comentarios anteriores le recomiendo al “estúpido designado” que para “romper el mito de que todo lo estatal es ineficiente” aplique, al menos, el principio de “La cerca de Chesterton” que sugiere: “nunca se debe destruir algo, cambiar una regla o alterar una tradición si no se comprende porqué se creó en primer lugar”. Añade que sin comprender bien qué está pasando, las consecuencias de una acción apresurada podrían terminar siendo mucho peores que las de lo que se pretende reparar. En forma resumida, sin profundizar en las mismas, mencionaré a continuación algunas de las más flagrantes inobservancias de esta regla, por parte de políticos, gobernantes, ministros y empresarios cubanos, aunque no sea cronológicamente:
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Desecar la Ciénaga de Zapata para sembrar arroz, para este despropósito se malgastaron recursos humanos y materiales, incluidos contratar expertos holandeses, franceses y soviéticos. Al fracasar el “Destructor en Jefe” dijo que no había sido idea suya.
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Las Leyes de Reforma Agraria y el INRA después e la eliminación de la propiedad privada de la tierra, fueron escenarios de las más descabelladas ideas del “Destructor en Jefe”, verbigracia: cambio de la raza ganadera cubana por la búsqueda del “Holstein Tropical” que fue un fracaso total, excepto la venerada “Ubre Blanca”. De las fincas se eliminaron las cercas de piñones que resistían los choques del ganado, daban sombras y de sus flores libaban las abejas al igual que eliminaron los frutales de los pastos que también protegían del sol. Además, los huecos para recolectar agua en la primavera fueron tapados. También se cambió el tipo de pasto para el ganado. Como si fuera poco se ideó convertir a Camagüey en la “Cuenca Lechera” con grandes inversiones en vaquerías con ordeño mecanizado, fábrica de queso, fábrica de leche en polvo, una extensa red de terraplenes asfaltados y otras infraestructuras, con los adicionales gastos que tal proyecto conlleva. De la Cuenca no queda el recuerdo ni tampoco la leche y sus derivados. Las empresas estatales agrícolas se estructuraron con una descomunal estructura “burrocrática” que no añadían ningún valor a la producción. Además de imponer un horario de trabajo industrial.
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Otra de las brillantes ideas fue El Cordón de la Habana”. A lo anterior se añade la destructiva “Brigada Invasora de Maquinarias Che Guevara”. Pero el “non plus ultra” de disparates fue la zafra de los diez millones causando que durante dos años o más se abandonaran todos los sectores de la economía para enfocarse en esta locura del “Destructor en Jefe”. Como si fuera poco lo anterior, en el año 2001 con el propósito de “lograr” la eficiencia de la industria azucarera, se inventó, la “Tarea Álvaro Reynoso”, destruyendo 100 de los 156 centrales azucareros existentes, sentenciando a muerte esta industria y convirtiendo a Cuba de la mayor exportadora mundial de azúcar en importadora. Estas y otras barbaridades han inducido que la producción agrícola sea incapaz de abastecer a la población a precios asequibles.
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El “trabajo voluntario” promovido por el incompetente guerrillero, inepto economista y médico impostor “Che Guevara” quien lo consideraba un factor económico, ideológico y moral; elemento importante dentro del sistema de dirección económica desarrollada por él. Según mi criterio un derroche de recursos para encubrir las ineficiencias de las empresas receptoras con mayores gastos no contabilizados.
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En el período (1962-1966) se implanta el funcionamiento simultáneo de dos sistemas de dirección económica: el sistema presupuestario y el cálculo económico. En esta etapa, se eliminó la regulación y la práctica contable por concepciones que originaron la eliminación de las relaciones monetarias mercantiles entre las empresas estatales, la lucha contra el burocratismo y la falta de reconocimiento de la necesidad de la contabilidad y el contador. Estas medidas indujeron secuelas existentes actualmente como la falta de control y la contabilidad no confiable. A lo anterior se sumó la política de gratuidades como si estuviéramos en la etapa comunista según el genio poco comunista Karl Marx.
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La libreta de racionamiento fue creada por el “estúpido en jefe” en el año 1962 como parte sustanciosa de la economía centralmente planificada, después se achacó al “bloqueo imperialista” pero los expertos consideran que fue un despilfarro en sus inicios y un freno al desarrollo del país. Actualmente el gobierno no garantiza la entrega de los pocos productos sobrevivientes de esta cartilla.
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En marzo de 1968 Fidel Castro dio inicio a la Ofensiva Revolucionaria, que había anunciado expresando: “No tendrán porvenir en este país ni el comercio ni el trabajo por cuenta propia ni nada”. En años posteriores y en la actualidad han tenido que restablecer el trabajo por cuenta propia como se dice “con idas y venidas”, según los caprichos del “Destructor en Jefe” y sucesores. Veremos qué tiempo dura la actual temporada del “cuentapropismo”, aunque la corrupción y la quiebra económica del país quizás les permita un mayor promedio de vida.
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Desde el 1959 se calificó al turismo internacional de tóxico para la nueva sociedad y se abandonó, propiciando la ruina de toda la infraestructura existente, que era numerosa y de calidad, pues Cuba era el primer destino turístico del Caribe antes del año 1959. A finales de los años 80 se retomó el desarrollo del turismo internacional derrochando actualmente casi todo el presupuesto en construir “hoteles fantasmas” pues la ocupación se calcula que no supera el 25 %.
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Las escuelas al campo transformadas luego en escuelas en el campo para los estudiantes de la enseñanza media. Según el castro-comunismo, cumpliendo las enseñanzas de José Martí de estudio y trabajo, que desconozco, indujeron la separación de los adolescentes de sus padres en una edad que perjudica la educación de los mismos y en la actualidad la sociedad sufre sus consecuencias. El cuento corto es que actualmente fueron eliminadas por la incapacidad del Estado de costear este disparate.
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Otro de los desatinos fue la descontrolada construcción de pedraplenes cuyo impacto en la flora y fauna náutica fue un desastre. Fui contratado para asesorar la reconstrucción de los puentes fabricados en los mismos en mi provincia y el fundamental problema es que incumplían todas las normas para su construcción, pero el “Destructor” exigía agilidad a “todo costo y a toda costa”.
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Herencia de los países del “Segundo Mudo” fueron las construcciones con la tecnología de prefabricados aplicada a vivienda, hospitales, hoteles y las obras sociales. Eran de mala calidad y perjudiciales para el esplendor arquitectónico de las ciudades. En la actualidad la población sufre las consecuencias en viviendas, escuelas, hospitales, etcétera.
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Se abandonaron los mantenimientos y reparaciones, así como las inversiones en la agricultura, fábricas, termoeléctricas y toda la infraestructura del país (alcantarillado, acueducto, hidrantes, red de transmisión eléctrica, edificaciones, establecimientos, centros comerciales, parques de diversiones, etcétera). A lo anterior se añade la Ciudad nuclear de Juraguá. El dinero era despilfarrado para las locuras del “estúpido en jefe” y sus acólitos dirigentes en las provincias.
Para finalizar le propongo al “designado a dedo”, que para “romper el mito de que todo lo estatal es ineficiente” cumpla con el principio de “La cerca de Chesterton”, que sugiere: “nunca se debe destruir algo, cambiar una regla o alterar una tradición si no se comprende porqué se creó en primer lugar”.
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