ESTUDIOSOS DE JOSÉ MARTÍ RECHAZADOS POR EL CASTRISMO. (Tercera parte). Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Una ideología de tipo marxista no podía aceptar a un estudioso del pensamiento del Apóstol que se refirió al sentido de la santidad en José Martí, aun cuando dicha santidad la concibió a partir de una asimilación martiana del pensamiento y de la acción, lo que presupone un sentido de hombre eminentemente práctico, en lo que se aproximó a Medardo Vitier con su concepción filosófica martiana. No obstante, esa “aceptación heroica de su destino” no le convino a un régimen que pretendió utilizar solo estudios con enfoques marxistas, aunque estos jamás se le pudieran aproximar por su profundidad y exquisitez en su estilo a los que estos consagrados investigadores fueron capaces de aportar con sinceridad y agudeza certeras.
Aceptar el destino resulta demasiado “idealista” para los nuevos “investigadores” que ya se encontraron el camino muy bien trillado, aunque se encargaron de ocultar lo que en realidad debería figurar en todas las bibliotecas cubanas, lo que debería editarse y venderse en las politizadas ferias del libro de un país donde casi nadie lee, aunque se compren los libros para colocarse en las estanterías particulares, lo que debe difundirse desde las aulas universitarias en vez de repetir frases descontextualizadas correspondientes a la obra martiana (“viví en el monstruo, y le conozco las entrañas”, “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”, “en silencio ha tenido que ser”, “mi honda es la de David”, etc.).
La idea de acercarlo demasiado a la cultura occidental, y de modo particular, haber descubierto esa innegable influencia “de cepa teresiana y española” tampoco le convino a los fanáticos marxistas empeñados en hacer desaparecer todo vestigio europeizante, como si acaso el marxismo no hubiera tenido orígenes en la Europa del siglo XIX, y hubiera sido profesado por un ser que habló demasiado del mundo del trabajo, según expresó el propio Martí al referirse a Marx, pero que “anduvo de prisa, y un tanto en la sombra”, como muy bien percibió el colosal héroe cubano, esto es, bien distante de los trabajadores, de los desposeídos, de los humildes, para los que, se supone, estaba concebida su “nueva” utopía.
El concepto de Rodríguez-Embil acerca de una santidad a través del sendero de la acción, del pensamiento y de la aceptación de su destino con heroísmo, es tal vez, uno de los de mayor complejidad, y al propio tiempo de los más completos cuando se analiza el pensamiento martiano considerando a los autores de esta etapa del pasado siglo XX. Ningún otro autor llegó tan lejos en profundidad y precisión. Ha limitado la formación y proyección filosófica martiana al occidente, lo que resulta muy acertado, por cuanto, independientemente del dominio que tenía Martí de las enseñanzas del oriente, es genuinamente occidental en su pensamiento especulativo, tanto en lo formal o estilístico, como en su contenido; pero apreció además aquella fuerza española, que no solo llegó al Apóstol a través de sus estudios universitarios en aquel país, sino de su profundización en autores poco usuales, como es el caso de Jaime Balmes* o la fuerte influencia del Krausismo, que a pesar de sus raíces alemanas, fue un movimiento de fuerte arraigo español.
Sin embargo, las generaciones actuales de cubanos desconocen la inmensidad de este tipo de investigaciones toda vez que sus autores no fueron bien vistos por los encargados de censurar en la Cuba posterior a 1959, quienes con tendencia inquisidora determinaron lo que era conveniente o no que se difundiera acerca del pensamiento del más extraordinario de los cubanos. Cuando se restaure la democracia en la patria martiana, lo que traerá como consecuencia inmediata la libertad de pensamiento y de expresión, nuestros esfuerzos deberán encaminarse hacia la adopción de un nuevo enfoque investigativo libre de los prejuicios con que se ha abordado hasta el presente esta importante faceta del cubano más universal.
Las siguientes pautas pudieran servir como elementos a considerar en aquellos interesados en asumir la encomiable tarea que nos espera:
- 1. Redescubrir a José Martí en su real dimensión, lo que presupone el análisis de su pensamiento sin los sesgos causados por el dogmatismo de un régimen comunista que pretende ocultar aquella parte de su pensamiento que consideró no apta para el conocimiento de las nuevas generaciones de cubanos adoctrinados por la nueva ideología impuesta por el castrismo.
- 2. Realizar investigaciones libres de los prejuicios y las ataduras impuestas por la dictadura cubana, lo que presupone que se elimine el llamado enfoque marxista como prototipo estereotipado del fundamento investigativo bajo la censura del régimen.
- 3. Retomar los extraordinarios aportes de las investigaciones de autores como Jorge Mañach, Medardo Vitier, Carlos A. Martínez Fortún, Manuel Isidro Méndez, Luis Rodríguez-Embil, Carlos González Palacios, entre otros, quienes realizaron una labor encomiable, y a la vez apasionada, dado el amor que profesaron por aquel a quien consideraron el Maestro antes de la invasión desmedida del marxismo como ideología y forma oficial de filosofía en la Cuba comunista.
Presentar a José Martí de manera forzada, adulterada, sesgada y descontextualizada solo ha contribuido a que se le aprecie -y también a que se le desprecie por algunos- desde una perspectiva carente de sentido. Enseñar al Maestro y Apóstol como hombre sabio, amoroso, bondadoso y comprensible es muy válido, pero también lo es difundirlo como idealista, racionalista, profundamente religioso, progresista, antisocialista, defensor de la democracia, y humanista por excelencia, cualidades que permanecen sepultadas por aquellos que desde posturas demasiado dogmáticas se encargan de promocionar solo la parte de la enseñanza martiana que consideran conveniente.
FINAL.
Lea desde la Primera Parte.
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*Jaime Balmes (1810-1848), considerado el filósofo español más importante de la primera mitad del siglo diecinueve. Doctor en teología y derecho canónico por la Universidad de Cervera, Lérida en 1835. De orientación escolástica y espiritualista, apologista y ecléctico. Contribuyó a las reformas de la filosofía católica neoescolástica. Criticó las posiciones sensualistas, idealistas y panteístas de la filosofía moderna. Escribió sus obras más importantes durante sus últimos cuatro años en Madrid. Cuando Martí estudiaba en España, Balmes solo hacía poco más de veinte años que había muerto. Sus doctrinas eran muy estudiadas por la intelectualidad y estudiosos de aquel tiempo. Martí estudió profundamente la obra de este autor.
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