VENEZUELA Y LA BACHELET (No. II) Por el Doctor Alberto Roteta Dorado, Santa Cruz de Tenerife, España.
¿Podrá hacerse referencia a un antes y un después de la breve estancia de Michelle Bachelet, la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, quien milita en el Partido Socialista de Chile y ha sido simpatizante de toda la escoria comunista de la región?
Con todos los elementos expuestos antes el camino estaba más que preparado para que la actual Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, realizara una corta visita a Venezuela; aunque el oficialismo chavista se encargó de promocionar su breve estancia en territorio venezolano como una respuesta ante una invitación que Nicolás Maduro hiciera desde hace varios meses atrás.
De cualquier modo, lo importante es el hecho de que la funcionaria de la ONU se decidiera visitar Venezuela –algo de retrasó demasiado y apartó un tanto de su apretada agenda, cuando en realidad debió priorizar lo que constituye el principal foco de violaciones de derechos humanos en el hemisferio occidental, excluyendo como es lógico a Cuba, donde dadas las condiciones adaptativas de su pueblo durante seis décadas se ha convertido en un fenómeno usual– y que, independientemente de su conocida postura izquierdista, y de sus fuertes lazos con la corrupta camarilla del socialismo del siglo XXI latinoamericano, se mostró un tanto abierta toda vez que no solo dialogó con Nicolás Maduro; sino que lo hizo por igual con Juan Guaidó, el actual presidente interino del país, amén de mostrar su interés por la representación de la sociedad civil y por entrevistarse directamente con afectados por las violaciones de los derechos humanos.
“El propósito de mi visita fue mantener una relación más cercana y fluida con el Estado, la sociedad civil y, por cierto, con familiares y víctimas (…) Vamos a trabajar por tener una oficina de mayor peso, pero vamos a tener a dos personas que se van a quedar monitoreando la situación y los proyectos de asesoría técnica en materia de acceso a la justicia”, expresó Bachelet durante una conferencia ante los medios de comunicación en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía para detallar los resultados inmediatos y su análisis al finalizar su visita.
¿Acaso el encuentro con Juan Guaidó fue una manera sutil y diplomática de su reconocimiento y aceptación al presidente legítimo de Venezuela? No lo creo. La Bachelet se refirió a Guaidó solo como presidente de la Asamblea Nacional y no como presidente interino, amén de haberse rodeado del máximo representante de la Asamblea Nacional Constituyente, entidad no reconocida por la Organización de Estados Americanos (OEA), el Grupo de Lima, y varios gobiernos democráticos del mundo de manera independiente, quienes, por el contrario, si han reconocido la legitimidad de Juan Guaidó como presidente del país, así como la legalidad de la Asamblea Nacional, único remanente de democracia en el país, en su mayoría opositora.
No obstante, no puede descartarse del todo esta posibilidad si tenemos en cuenta la actitud asumida por la Bachelet en el actual momento, así como sus enérgicas pronunciaciones hechas en los últimos meses respecto a la difícil situación del país y a los horrores del chavismo en relación con los prisioneros políticos, a los cuales pidió liberar lo antes posible durante su reciente visita, cuando expresó: “Hago un llamado a las autoridades para que libere a todos los que están detenidos por defender sus derechos civiles”.
A pesar de unas pocas valoraciones analíticas que con mucho rigor ya se han hecho, en las que se cuestiona sobremanera el posible verdadero rostro de la Bachelet, al extremo de afirmarse que dicha funcionaria ha legitimado el horror en Venezuela a partir de su visita reciente, creo que el hecho de haber permanecido cerca de 72 horas en la tierra bolivariana y haber contactado directamente el sentir del pueblo, así como el testimonio directo de varios afectados de manera directa por el efecto devastador del chavismo, le hagan reflexionar y replantear el cauce de su postura conservadora respecto al álgido asunto de la crisis sociopolítica de este país, sin que esperemos jamás que llegue a la fuerza acusadora de alguien como Luis Almagro, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), la extraordinaria voz denunciante del chavismo, a quien también han cuestionado demasiado acerca de su verdadero rol dentro del drama regional, independientemente a sus enérgicas declaraciones mucho antes que el Grupo de Lima, que la Unión Europea, y que el propio presidente de los Estados Unidos.
Foto debajo: Michel Bachelet, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en su reciente visita a Venezuela pudo percibir directamente los horrores del régimen de Nicolás Maduro. La presentación de su reciente informe constituye un duro golpe para el chavismo.
Pero Michel Bachelet no solo fue enérgica hace un tiempo, sino que lo ha ratificado en esta visita al llamar régimen al gobierno madurista: “Fue profundamente doloroso escuchar testimonios de víctimas de graves violaciones de derechos humanos, o de violencia política, por no ser partidarios del régimen”, y esto constituye una fortaleza de la visita de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, por cuanto, es la primera vez que una personalidad simpatizante de las tendencias izquierdistas, miembro del Partido Socialista de Chile, y promotora del Socialismo del siglo XXI en América Latina,** se pronuncia de esta manera en relación con el sistema de desgobierno de Nicolás Maduro, lo que debe tenerse en cuenta al analizar detenidamente su visita, independientemente de lo polémico del tema ante la imagen que tenemos de la Alta Comisionada dadas sus conocidas relaciones con dictadores de la “altura” de Fidel Castro, Hugo Chávez y Rafael Correa, y de su prolongada espera en contactar de cerca los horrores del régimen madurista.
Sin duda, la Bachelet pudo percibir in situ y mediante las declaraciones directas de varios afectados por las crueldades del régimen la realidad del pueblo venezolano, y esto, ¿por qué no? hemos de aceptarlo, que logró conmover a la exmandataria chilena de rostro aparente duro e insensible; aunque al fin de cuentas, y como lo he expresado reiteradamente, de los socialistas jamás pude esperarse nada lógico y coherente. Este es solo el comienzo de un camino que no podrá ser muy largo toda vez que, como acaba de afirmar el también chileno Sebastián Piñera, actual presidente de Chile, la dictadura de Maduro “tiene sus días contados”.
Por otra parte su determinación de dejar en territorio venezolano a dos de sus representantes para monitorear la situación puntual del cumplimiento o no de los acuerdos en relación con el comportamiento de los derechos humanos, brindar asesoría técnica, y de manera particular todo lo relacionado con la liberación de los prisioneros políticos, es también otro logro de la visita de la expresidenta chilena; aunque habrá que esperar para comprobar los resultados concretos de estos representantes de la Bachelet en relación con la denuncia precisa de las violaciones, que, sin duda, continuarán en territorio venezolano con o sin representantes de la ONU.
Téngase en cuenta que a pocas horas de la retirada de Bachelet de territorio venezolano se denunció la desaparición de cuatro oficiales de la Fuerza Armada Nacional, y dos comisarios del Cuerpo de Investigaciones Penales, Científicas y Criminalísticas (CICPC). Dichos militares fueron detenidos sin órdenes judiciales por parte de los agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin). Entre los detenidos se encuentran el General de Brigada de la Aviación, Miguel Sisco Mora, director del Servicio Autónomo del Aeropuerto del Estado de Aragua, el capitán de corbeta de la Armada, Rafael Acosta, los coroneles retirados de la Aviación Miguel Castillo Cedeño y Francisco Torres Escalona, así como dos comisarios policiales.
Este hecho demuestra que la dictadura de Nicolás Maduro se burla de los Altos Comisionados, de los líderes de las instituciones de Derecho Humanos, y de todo aquel que no le haga el juego al chavismo, por lo que la presencia de los funcionarios representantes de la ONU en esta nación no impedirá que se sigan cometiendo actos violatorios de todo tipo, y lo peor, que sus vidas están en peligro toda vez que están destinados a ser encarcelados, expulsados del país, o desaparecidos.
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**Durante sus mandatos en Chile, el primero entre 2006 y 2010, y el segundo entre 2014 y 2018, el llamado Socialismo del siglo XXI tuvo sus peculiaridades tan distintivas que lo apartaron tanto del modelo clásico marxista que en realidad no merece hablarse de dicha modalidad política y económica en esta nación. En América Latina cada nación que adoptó la supuesta modalidad socialista tuvo sus peculiaridades. En los casos de Chile, Brasil y Argentina no hubo ese exceso de control en el aparato gubernamental, si se les compara con Venezuela y Ecuador, donde resultó patente una total radicalización de las leyes que han llevado a la creación de estados totalitaristas, a partir del concepto de participación ciudadana, “envueltos en una revolución no surgida desde abajo, sino desde una idealización del líder político, frecuentemente convertido en slogan partidista”, algo que por suerte ya no se ve en Ecuador desde la asunción del poder por parte de Lenín Moreno, aunque se ha recrudecido sobremanera en Venezuela con la actual crisis política. No obstante, Michelle Bachelet se rodeó de los principales líderes del socialismo latinoamericano e integró al gobierno chileno a los principales organismos difusores de dicha tendencia en la región, aunque al dejar la presidencia – a diferencia de sus corruptos homólogos de Argentina, Ecuador y Brasil– entregó una nación estable desde el punto de vista económico, político y social.
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