LA RECOGIDA DEL CAPRI (1ra parte). Por Manolo Pozo.
Allá por los sesenta todo andaba ya en manos de los comunistas, comenzó rápido la nacionalización no solo de las empresas e industrias privadas, también el castrismo fue al abordaje del espíritu y la vida de los ciudadanos del país. De pronto fue desapareciendo lo que funcionaba y existía antes de 1959. Yo recuerdo el cambio; cumplí 8 años en aquel lamentable día de enero, el primero de este interminable tiempo de castrismo infernal.
Sabemos que desde los primeros años de revolución hubo contrarrevolución. Buenos cubanos de inmediata visión que nunca creyeron en el discurso castrocomunista y mucho menos en las aciones fidelistas. No demoró la actividad de civiles, militares y estudiantes rechazando lo que les venía encima a la población cubana. Los iluminados de la época, esos que se adelantaron y vieron mejor que todos lo que traían los barbudos de la Sierra. Aquellos hombres y mujeres que se percataron inmediatamente del objetivo de aquella "revolución del pueblo". Algunos se fueron para el norte, con todo el derecho de alejarse de una realidad que podía cambiar pronto. Y otros, muchos otros, se alzaron, conspiraron, salieron y regresaron en grupos de infiltración y sabotaje para eliminar la traición y el asalto que sufrió la patria. Lo qué pasó para qué contarlo. Ya lo sabemos y lo andamos llevando a cuesta todavía por el mundo entero... En resumen, se sigue haciendo aunque los hombres, las causas y las intensiones distan de aquella primera etapa.
A un lado de la gesta libertaria corría una historia menos codificada en términos de "guerra contra el enemigo", pero en esos primeros 15 años de régimen castrista un movimiento desapersivido iba y venía con nada de lo que proponía la ideología marxista-leninista que nos trataban de meter por cada parte del cuerpo. Se trataba de una corriente muy poco tratada, dada la misma censura y el servilismo periodístico, pero muy atendida por el G-2, los cuadros políticos-ideológicos del país y el MININT. Jóvenes y adolescentes que frecuentábamos algunas calles de la Habana metropolitana que poco a poco se conviertieron en un real dolor de cabeza para el gobierno. Los CDR, la policía y los puntos de vigilancia de la capital comenzaron a tratarnos como delincuentes, desviados ideológicos y vagos comunes. Estoy hablando de muchachos en su mayoría estudiantes de secundaria y hasta de primaria, incluyendo trabajadores y universitarios que formaron parte de aquel flujo de rockeros y peludos "americanizados" en su forma de protestar directamente contra lo establecido.
Ya en el año 1964 existían en la Habana algunos grupos de jóvenes en la zona del Vedado, Cerro, Marianao y Playa. Creo que fueron los muchachos del Vedado los que estructuraron las primeras bandas de pepillos con nombres muy conocidos en ese ambiente. Menciono a algunos de ellos: El Grupo de 19', El Palo, 5ta y B; El de 21 y Paseo y Los Bets (con los que anduve hasta que me llevó el SMO, en 1969), y otros que de pronto no recuerdo. Estos grupos (por los años 64-66) frecuentábamos lugares como la cafeteria y el parque del Carmelo. El parque de 17 -frente al Attelier-. El parque de Paseo (desde Zapata hasta el malecón. El Vedado Teny's Club. La playita de 16. El Cubanaleco y semanalmente recorríamos el barrio viendo en que fiesta nos colábamos. Por supuesto, ni la música ni la cultura cubana tenía que ver con nosotros. reuerdo que los que bailaban casino y no se vestían y actuaban como nosotros (que era la gran mayoría) le decíamos CHEOS. La imposición del sistema se convirtió en ese rechazo que le hicimos al dictado y sus componentes, que hasta hoy en la mayoría de nosotros sigue ahí.
En el año 1966 abrió sus puertas la famosa heladería Coppelia en la zona más céntrica del Vedado, La Rampa. La Habana entera asistía noche por noche a ese centro. En realidad era un lugar agradable, con unos jardines extensos y originales que rodeaban la heladería y sus veinti-tantos sabores que vino a resolverle muchísimo a la zona. Las colas eran interminables y la familia habanera tuvo su mejor lugar allí. Ya los visitantes provincianos dejaron de ir al Zoológico, porque en L y 23, tenían el "mejor helado del mundo" y un área placentera para esperar, pasear y distrer el gran aburrimiento de aquella capital otrora maravillosa.
Pues bien, con la apertura de Coppelia se fue para allí todo el mundo , por lo tanto no hubo mejor lugar en toda la urbe que la heladería y sus alrededores para reuniones de jóvenes con deseos de concentrarse. La novedad generó algo parecido a lo que sucedía en el mismo tiempo en el famoso barrio de Haight Asbury en San Francisco. El movimiento hippie fue mundial, pero lo cautivante en este caso fue como nosotros los jóvenes cubanos alternabámos una actitud contestataria mientras en California hacían lo mismo, anque con diferentes causas y objetivos. Ya saben, las razones de los hippies estadounidense y todo aquel movimiento generado por la Guerra de Vietnam, la liberación de la mujer, el amor libre, la paz y el LSD. El único encuentro que aqellos tenían con nosotros era, que en que ambas partes se protestaba con una actitud contra-ideológica. Para los hippies cubanos, porque exstió un movimiento paralelo de hippies en la Habana, las razones eran por todo lo que nos prohibían, todo lo que nos quitaban y toda la libertad que no teníamos. Y como el que prohibe otorga algunos jóvenes comenzamos a actuar de forma muy diferente a la media social y sin dudas molestamos mucho al régimen, ya con múltiples crímenes en su haber y con ganas de meter a todos en el redil del pánico y eso lo pudieron hacer después de 1980, pero aquella generación protagonista de lo que les cuento se ganó su espacio, -sin permiso-, además perseguidos no solo por las autoridades represivas, también atacada por vecinos y familia, ni que decir en las escuelas y centros laborales.
Una vez tomada la plaza de L y 23, o elegida -vamos a decir- como lugar de cada noche para encontrarnos, identificarnos, planificar movimientos y otras cosas, los diferentes grupos empezaron a titularse. Nombres de jóvenes y amigos empezaron a conocerse. Cada día eran más los que se aventuraban en esta fuga; es sorprendente pensar hoy cuántos tomamos esa decisión por voluntad propia y en contra de todo y todos, acarreándonos seria afectación social, familiar y política. Pero así fuimos. En ese tiempo los grupos del Vedado perdieron un poco de fuerza, la "moda" se expandió y abarcó la Habana entera, incluso empezaron a llegar a la Rampa jóvenes de Habana campo y hasta del interior de la capital como Camagüey y Las Villas. Los grupos se identificaban por sus barrios o ciudades, aunqe algunos como Los Chicos de la Flor (mayormente del Cerro) adquirían propia identidad y nombre.
Como ocurrió en Estrados Unidos la música rock se convirtió en la transculturación de este movimiento cubano, a partir de ahí sucedía todo, era nuestro discurso cultural. Se rechazó el veneno ideológico de la revolución y nos fuimos en mayor o menor medida al modo de vida que influenciaba la juventud norteamericana. La radio de Miami se convirtió en nuestras frecuencias y en nuestros problemas. El Estado comenzó su persecusión, censura y aprensión contra aquella juventud soñadora y desobediente. Escuchábamos tanto rock que se convirtio en un sonido protector y libre. Recuerdo aquellas tertulias en la esquina de O y 23, o frente a las Casa de la Cultura Checoslovaca. Cada fiesta traía lo mejor de Zeppelin, The Doors, Joplin, Hendrix, The Beatles, Jethro Tull, Kring Crimson, Pink Floyd y otros grupos fuertes de aquellos años. Todo fue subiendo de tono. La deserción escolar, las escapadas y ausencias del hogar, la preocupación de nuestros padres. Los enfrentamiento con la policía aumentaron y los arrestos. Y así llegó el año 1968.
Vea la /Segunda Parte/.
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