Ferrer: "Seguiré alimentando a los necesitados aunque me cueste la cárcel o la muerte". Por Camila Acosta. Cubanet.
Ferrer: “Seguiré alimentando a los necesitados aunque me cueste la cárcel
o la muerte”
o la muerte”
Por Camila Acosta
23 de abril de 2025

Su vivienda permanece cercada por la policía política, los colaboradores y activistas que lo apoyan -comprando o elaborando alimentos- son detenidos, multados e intimidados.
LA HABANA.- Más de tres meses ha permanecido el líder de la UNPACU, José Daniel Ferrer, alimentando a personas vulnerables en la provincia de Santiago de Cuba, una labor que inició casi desde el momento en que fuera excarcelado debido, según explicó en entrevista exclusiva con CubaNet, al estado de abandono y miseria de esas personas.
“Hemos llegado a alimentar a unas 1.200 personas al día”, aseguró. La mayoría son ancianos muy enfermos y a los que no les alcanza su pensión, madres de varios hijos, personas con enfermedades psiquiátricas y vagabundos.
No es esta una acción confrontacional, pese a que es él un activo opositor a la dictadura cubana. Sin embargo, su vivienda permanece cercada por la policía política, los colaboradores y activistas que lo apoyan -comprando o elaborando alimentos- son detenidos, multados e intimidados; incluso, quienes le venden suministros, son multados, les confiscan sus productos y los amenazan con cerrarles sus negocios.
“Tenemos que estar vigilantes todo el tiempo para que no nos envenenen la comida, cosa que han intentado hacer con gente que han mandado a eso, a otros los envían a crear problemas, a otro lo enviaron a tupirnos el baño, y así. A todo esto nos enfrentamos diariamente solo por querer alimentar a ancianos, enfermos, madres y niños”, declaró.
¿Cómo enfrentan estas dificultades? ¿Cómo se las arreglan para seguir alimentando, diariamente, a tantas personas? ¿Por qué seguirlo haciendo pese a las amenazas de cárcel? Sobre estas y otras interrogantes conversamos con José Daniel Ferrer.
¿Cuándo y por qué iniciaste esta labor?
Desde que la Unión Patriótica de Cuba nació, el 24 de agosto del 2011, desde esos días ya estábamos dándole alimento a las personas necesitadas que en Palmarito de Cauto iban diariamente a mi casa. Claro, eran pocas personas, quizás una quincena, una veintena al máximo al día, a veces ocho o 10. No era un número tan grande como lo hemos venido haciendo últimamente.
Pero hay un antecedente: desde el año 1991 hasta el año 1997 alimentamos también a muchas personas vulnerables, a muchos ancianitos, viejitos, lo mismo con alimentos elaborados que con alimentos crudos que le regalábamos, ya fuese pescado, vianda y otros productos agrícolas como hortalizas; eso lo estuvimos haciendo con los recursos que obteníamos con la pesca que realizábamos pues teníamos diez botes y muchas redes para pescar en la presa “Protesta de Baraguá”, lo hacíamos de manera clandestina, pero a mucha honra para nosotros porque era una manera honrada de buscarnos la vida y de ayudar a muchas familias.
Durante los años 2015 y 2017 llegamos a tener cinco comedores, aquí en la ciudad de Santiago de Cuba: teníamos dos en Altamira, uno en casa de Oscar en Cervantes y el otro en mi hogar, uno en el reparto Vista Hermosa en casa de Ovidio Martín Castellano, uno en el reparto Mariana de la Torre en casa de Carlos Oliva Riverí y otro en el reparto Antonio Maceo en casa de Meraida Martín Calderín. Entre los cinco lugares a donde más personas asistían era aquí, a la sede principal en Altamira, pero en total dábamos alimentos por esos días a más de 1000 personas.
Luego, la represión llevó al cierre de los otros cuatro lugares, mi encarcelamiento, la prisión durante seis meses, entre octubre de 2019 y abril de 2020, paralizó esa labor, pero apenas salí de prisión, en abril del 2020, la retomamos y en plena pandemia alimentábamos entre 250 y un poco más de 300 personas al día, acá en la sede principal de la UNPACU.
La policía política trató de cerrárnoslo, nos mandaron gente de salud pública diciendo que no podíamos dar alimento, justificando que podía ser un foco de propagación de la COVID y otras tantas manipulaciones, y tuvimos que enfrentarnos a todos esos espectáculos. Sufrimos, entre marzo y abril del 2021, un cerco mucho más fuerte que el de ahora: eran policías uniformados y, como justificaban el cierre de la calle con la pandemia, solo dejaban entrar a la cuadra a las personas que vivían en dicha cuadra, había que mostrar el carnet de identidad. Tuvimos que hacer una huelga de hambre, en la que llegaron a participar cerca de medio centenar de activistas, que duró 21 días, si mal no recuerdo, y tuvimos el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, tuvimos la visita del arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Dionisio García Ibáñez, de algunos pastores evangélicos… Después, debido a las muestras de solidaridad internacional, suspendieron el cerco.
Tres meses después, me encarcelaron. Mi esposa siguió adelante con la labor humanitaria de dar alimentos y atención médica con varios activistas, quienes fueron amenazados y solo quedaron Fernando González Vaillant y Roilán Zárraga Ferrer. Ambos fueron encarcelados por comprar alimentos y ayudar a mi esposa en la elaboración. Entonces, mi esposa se quedó sola y solo pudo continuar dando atención médica básica a quienes venían por ella.
Al yo salir de prisión, me encuentro que la situación es aún peor que en tiempos de la pandemia y que en los años anteriores y por eso retomamos de inmediato la labor humanitaria.
¿Cómo ha sido en esta ocasión? ¿Cuáles han sido las principales dificultades que has tenido que enfrentar en este tiempo?
En esta ocasión ha sido más difícil que las veces anteriores; primero porque no he contado con activistas de experiencia para que me apoyen y me ayuden en esta labor, solo con la labor de mi esposa y de otros cuatro activistas, los demás activistas que, en un primer momento, vinieron a ayudarme, fueron detenidos, multados y al ver que encarcelaron, por ejemplo, en Cauto Cristo, Granma, a Alexander Verdecia, por el solo hecho de que intentaba venir acá y por algunas publicaciones en Facebook, y que a Vladimir Martín Castellano, que sí nos estaba ayudando aquí, lo secuestraron en plena calle, lo montaron en un auto y se lo llevaron para Puerto Padre en Las Tunas, le robaron el teléfono y dinero, es decir, con esta situación, lograron intimidar a otros activistas y solo cuatro se mantuvieron ayudándonos. Con cuatro activistas no podíamos darle comida a un número creciente de personas, y hemos llegado a alimentar en un día a más de 1.200 personas.
No nos quedó otra opción que buscar colaboradores, personas que no se identifican con el sistema, pero tampoco con la oposición, que lo que tratan es de sobrevivir en medio de la hambruna generalizada que vive nuestra nación. Ellos me ayudan a alimentar a las personas vulnerables que vienen en busca de apoyo y yo, en cambio, les ayudo a alimentar a sus hijos, a su familia y con algún dinerito, según las donaciones que recibamos, para que puedan cubrir el resto de sus necesidades.
Obvio que con personas que no tienen un compromiso político, las amenazas, las detenciones, el acoso, las amenaza de que van a prisión y de que le van a quitar los hijos, las multas… han funcionado.
Hemos estado buscando colaboradores diariamente porque diariamente nos quitan colaboradores por esos mecanismos de amenazas, de presión, de multas y de detenciones.
Por ejemplo, hace poco una de las colaboradoras, Yailín Cala Laurencio y su pareja, Kevin Alfredo Gámez González, fueron detenidos; los llevaron para la tercera unidad policial de Santiago de Cuba y los amenazaron con meterla en una celda llena de hombres detenidos por asuntos comunes y le dijeron “te vamos a meter en ese calabozo con casi 30 detenidos y ahí te van a acabar la vida, te van a violar y te van a hacer de todo”. La muchacha terminó en llanto y haciendo un video, así nos lo confesó su pareja, muy apenado, nos dijo que ella había tenido que hacer un video diciendo que venía aquí porque tenía problemas económicos pero que ya no iba a volver más; eso la policía política se lo hizo hacer a cambio de no encerrarla en una celda llena de hombres que, según el agente de la policía política Mario Raciel Soulari Garcés, la iban a violar y le iban a hacer de todo.
En todo este tiempo, hemos tenido que hacer labor de inteligencia y contrainteligencia para detectar que están colaborando con la policía política, para evitar que nos contaminen los alimentos, que nos produzcan cualquier tipo de problema, de pelea, de desorden aquí.
Otro de los problemas es cómo compramos alimentos…
¿Cómo se las arreglan para conseguir los alimentos suficientes en medio de tantas carencias?
Los alimentos los estamos adquiriendo gracias a donaciones de cubanos exiliados, la mayoría en los Estados Unidos, pero también algunos en España. Incluso, hemos tenido donaciones de extranjeros. Pero las donaciones que han mantenido durante ya más de tres meses esta labor, vienen de cubanos exiliados y la mayoría en los Estados Unidos.
Ahora, para que ese dinero llegue es un problema serio, lo movemos con personas diferentes, porque tampoco queremos tener una sola fuente o una sola vía para entrar los recursos porque, cuando la perdamos, perdemos ya la posibilidad de seguir con nuestra labor social.
También nos es muy difícil, debido al cerco, pasar los productos (arros, frijoles, picadillo, pollo…). A veces tenemos que salir a comprarlos, mi esposa o yo porque, hasta el momento, hemos sido los únicos que no hemos resultado detenidos y robados por la policía política
Pero entonces pasamos trabajo porque ya han amenazado a los vendedores para que no nos vendan nada, les dicen que les van a confiscar los productos, o les van a poner multas altísimas, de hasta 16 mil pesos (alrededor de 45 USD), o les van a cerrar el negocio. Hemos tenido que comprar las cosas de a poquito, lo cual encarece el costo, no podemos comprarlos por cantidad porque entonces la pérdida ante estos robos contantes sería muy grande.
Nos han robado hasta ollas, para impedir que tengamos utensilios suficientes para poder tener la cantidad de alimentos en medio de una demanda creciente.
Hay que montar toda una operación, como si estuvieses en medio de una operación especial de tropas especiales en medio de un conflicto militar, para poder comprar alimento y poder alimentar a personas que pasan hambre, desnutridas, enfermas, ancianos, postrados, alcohólicos que viven en la calle y pésimamente alimentados, niños que llegan a la casa de la escuela con hambre y no tienen comida y se fueron para la escuela sin ni siquiera desayunar porque ni pan han tenido en el día.
Hoy, por ejemplo, luego de las compras que hicimos aquí, logramos entrar en un jeep -que un activista nuestro alquiló- seis quintales de vianda (plátano burro y yuca). Cuando el hombre se iba, lo detuvieron. No estamos seguros pero, al parecer, lo multaron.
Es decir, es un acoso total contra los motoristas, contra los que tienen vehículos ligeros, jeep, máquinas… para que no nos den servicio. Cuando logramos que alguien nos dé el servicio, es la última vez, porque luego entonces ya lo detienen y le dicen que, si vuelve aquí, van a multarlo, van a tomar medidas en su contra.
Otro ejemplo, un motorista, Indumni Garcés, perdió la moto. Y si no hace un video público donde decía que él no quería ningún tipo de relación con José Daniel ni con la UNPACU, y que él no venía más nunca aquí, no le devuelven la moto. Esa es la guerra que tenemos, el bloqueo. Esto sí es un bloqueo criminal y genocida.
Está también el caso de los infiltrados. Cada vez que presionan a colaboradores, les piden que contaminen la comida, que echen a perder la comida, que creen peleas, que discutan con las demás cocineras y ayudantes, que ofendan, que agredan, que nos echen chinches en la casa, que ellos les van a dar chinches en un paquete para que lo echen dentro de la casa, que tupan el baño para que no haya donde hacer las necesidades… Todo eso tenemos que enfrentar diariamente.
¿Cómo es el proceso de elaborar y repartir los alimentos?
El proceso de elaboración de los alimentos es con calderos grandes y leña, que es el único combustible disponible, porque el carbón, además de caro, los vendedores de la zona también están amenazados y no pueden vendérnoslo. Los mismos casos sociales que tienen salud y fuerza, tanto hombres como mujeres, contribuyen: uno con un trozo de madero, otro con un saco de leña. A veces, algún vendedor intrépido nos vende una carretilla de leña, pero ya ese no vuelve porque lo amenazan al salir. Luego vuelve otro, nos la trae de noche, creyendo que así se va a librar del acoso y la persecución, pero como tienen una cámara con visión nocturna, después le amenazan y ya ese no vuelve. Entonces tenemos que acudir a otro, y así.
En los días en que el cerco se incrementa e impiden que entren hasta con la leña, nos hemos visto obligados a hacer solo un plato, una especie de guiso en base a picadillo de pollo, tres o cuatro viandas, espagueti, arroz, todo junto, para poder dar de comer a esas personas, porque sin combustible, sin la leña, no podemos hacer los platos que generalmente veníamos haciendo, que era arroz, sopa, en un momento incluso arroz y potaje, pero se nos echaron a perder todas las ollas de presión por el exceso de fuego con leña, se fueron deteriorando, perdieron la junta, ya llevamos casi un mes que no podemos ablandar ni frijoles ni chícharos. Por lo tanto, estamos trabajando con varios tipos de viandas: calabaza, yuca, plátano, arroz, espagueti, picadillo de pollo, los condimentos, las especias… Cuando se termina de elaborar toda la comida, ya esto está lleno de 60 y hasta 100 personas esperando.
También tenemos una guardería infantil para 17 niños, ahora mismo creo que hay 11 o 12, porque no todos los días vienen todos los niños, son los niños de las colaboradoras que tenemos aquí, que no tenían dónde cuidarlos, y se los han sacado del círculo infantil para que dejaran de venir a colaborar, y entonces tuvimos que preparar condiciones, y dos de ellas cuidan de esos niños. Ahí les garantizamos la leche, que no tomaban hace mucho tiempo, el desayuno, la merienda y el almuerzo.
Las raciones se distribuyen en el portal de la casa; las personas traen sus vasijas, a otros tenemos que dárselas. Generalmente, cada persona que viene se lleva un promedio de tres comidas; uno se lleva dos, una ración para él o ella, y algún postrado enfermo que tiene la casa, algún anciano de muy avanzada edad, o algún hijo que esté en la escuela.
¿Quiénes son estás personas?
Ancianitos que reciben una pensión miserable, de 1.543 o 1.583 pesos (menos de 5 USD). Esos ancianitos no pueden alimentarse con esa pensión y lo de la cuota no les dura más de una semana. Por lo tanto, les decimos que guarden esas cositas que reciben o pueden comprar para los días sábado y domingo, que por lo menos de lunes a viernes van a tener una ración de comida o un almuerzo.
A alrededor de 150 de esos ancianitos, les damos pan y refresco en la mañana: pan con mantequilla, con tomate o mayonesa, lo que tengamos. Y a los más afectados o deteriorados -entre 20 y 40 casos- les damos comida en la tarde.
A los que cargan leña les garantizamos desayuno, almuerzo y comida porque ayudan mucho cargando leña. Están casos de personas enfermas, postradas, con enfermedades crónicas, terminales, ciegos, personas con cáncer muy avanzado, hay un cojo al que le apuntaron una pierna. También hay madres de muchos hijos, algunas con hasta siete hijos y que sobreviven con 2.500 pesos (menos de 7 USD) que le dan como asistencia social, otras ni siquiera reciben eso. Esas madres llevan alimento para ellas y para sus hijos.
Hay también alcohólicos que andan en la calle sin alimentarse, en pésimas condiciones, pero les tenemos prohibido venir en estado de embriaguez porque algunos han sido manipulados por la policía política y otros, de voluntad propia, se han portado de manera violenta, han ofendido y agredido a ancianitos, a mujeres, y lo hemos tenido que expulsar de aquí. Les hemos dicho que el que venga bajo los efectos del alcohol no recibe alimentos, que descansen, duerman y refresquen su borrachera y luego que vengan por los alimentos.
También están recibiendo alimento personas que pasan ocasionalmente, esos no vienen todos los días, sino nos dicen, con total sinceridad, “mira, yo trabajo, tengo dos hijos, hoy no tengo que comer en mi casa y me dijeron que ustedes me podían ayudar, yo no voy a venir todos los días, pero hoy no tengo comida”.
En resumen: ancianos, enfermos, madre de varios hijos sin recursos, alcohólicos que andan en la calle la mayor parte del tiempo y varios enfermos mentales.
¿A cuántas personas alimentan diariamente?
Eso ha variado muchísimo. El 31 de marzo y el primero de abril alimentamos a más de 1.100 un día y a 1.281 al día siguiente, pero luego del cerco, las amenazas, las detenciones, bajó abruptamente a 350 y tantos.
¿Ferrer, esas personas que van a recibir comida también son amenazadas?
Entre el 1 y el 4 de abril detuvieron a más de 350 casos vulnerables: ancianitos, enfermos, mujeres con niños; les botaban la comida y les decían que los iban a meter en el hospital psiquiátrico, y a las madres, que las iban a meter en la prisión de mujeres y a los niños en un “hogar de la patria” (casas de niños sin amparo filial). A todos les botaban los alimentos y les decían que tenían que ir al comedor estatal que queda como a diez cuadras de aquí; por esos días les mejoraban la comida pero luego volvió a estar muy mala y volvían acá.
Ya a la semana siguiente, no le botaron los alimentos, pero los siguieron trancando, deteniéndoles y mandándolos al comedor estatal, les decían que aquí no podían entrar. Pero para el día 8 volvió a incrementarse el número de personas que venía, ese día fueron más de 600. Ese día no reprimieron, sino que se escondieron y no molestaron a nadie porque vinieron corresponsales de la agencia Reuters.
Ahora, ese monto no es que vienen físicamente, aquí vienen 200 y tantos, y estos se llevan varias raciones para sus hijos u otras personas. Es decir, un promedio de 200 y tantas personas pasan diariamente por aquí para llevar comida para más de 640 personas.
¿Saben ellos quién eres, que eres José Daniel Ferrer, un opositor político? ¿Qué opinan al respecto?
Todo el que viene aquí -salvo quizás un caso que venga por primera vez- sabe quién soy, saben que soy opositor y saben que la policía política rodea nuestra casa porque les molesta que nosotros los asistamos, les ayudemos. Y muchos de ellos me dan entrevistas. Si le echas un vistazo al canal nuestro de UNPACU en YouTube, vas a ver a muchas personas respondiendo preguntas y diciendo cosas que ponen de manifiesto que no solamente saben quiénes somos, sino que también simpatizan con nuestra lucha.
¿Por qué la Seguridad del Estado quiere impedir una labor humanitaria como esta?
Por dos motivos. El primero, porque ellos dicen que yo uso esa labor humanitaria con fines políticos. Pero, imagínate, ¿qué le podría yo pedir a un anciano enfermo, una madre de cinco hijos, a un alcohólico o a un enfermo mental? Eso no tiene fundamento alguno.
Segundo, porque este trabajo expone el estado de abandono que tienen estas personas, lo vulnerables que son, expone las carencias sociales, la miseria, y eso, a su vez, desmonta el discurso oficial del régimen, de que en Cuba no existen diferencias sociales ni miseria.
¿Por qué, a pesar de la represión y de que pudieras volver a prisión, insistes en esta labor humanitaria?
Por una sencilla razón. El Apóstol dijo: “ver un crimen en calma es cometerlo”. Y es un crimen que tantas personas estén sufriendo en medio de situaciones tan críticas, tan lamentables: hambre extrema, enfermedades sin la debida atención médica, sin las medicinas que necesitan, abandonados a su suerte totalmente por el Estado que debía encargarse de darles la atención que necesitan y merecen.
De la misma manera que llevo más de 30 años dando mi humilde contribución a la lucha por la libertad, por la democracia y el respeto a los derechos humanos, siempre he dicho que no ayudar al necesitado no es de persona de bien, no es de buen cristiano, no es de un ser humano que -en verdad- diga que se preocupa por el bienestar de los demás. Si decimos que luchamos por la libertad y el bienestar de los cubanos, hay que demostrarlo con hechos.
No puedo estar hablando de derechos humanos cuando el derecho a una alimentación adecuada se le está violando a tantos cubanos y no hacer el esfuerzo, el sacrificio que pueda hacer como persona, para ayudar a mitigar, al menos, el hambre de varios centenares. Por eso lo hacemos.
¿Que por defender los derechos humanos te encarcelan, te torturan, te golpean, te reprimen constantemente? Sí, lo hacen. ¿Que por dar alimentos, medicinas a quienes lo necesitan, te encarcelan, te persiguen, te hostigan, te reprimen? Lo hace la tiranía. Pero, si por miedo a lo que nos va a hacer, no cumplimos con nuestro deber como cubanos, como seres humanos y como cristianos, pues no estaría bien de nuestra parte.
Es una cuestión de principios, es una cuestión de deber. Lo hemos venido haciendo y lo vamos a seguir haciendo, cueste lo que cueste, incluso nuevamente a la prisión y hasta la muerte.