¿Por qué necesitan huir cuando parece que lo controlan todo? Por Efraín González. Cubanet.
¿Por qué necesitan huir cuando parece que lo controlan todo?
Por Efraín González
Cubanet
17 de abril de 2025
Por Efraín González
Cubanet
17 de abril de 2025

Dos militares de un cuerpo de élite en una calle de Cuba (Foto: CubaNet)
Es la puesta en marcha de eso que he llamado “Plan B” pero que en realidad es el típico final de toda dictadura de izquierda.
LA HABANA, Cuba.- Uno es casualidad; dos, una coincidencia, quizás una señal, pero más de tres son una certeza de que el régimen cubano se desmorona desde el interior o, en cambio, despliega en los Estados Unidos una estrategia de penetración sin precedentes. Pero continúo apostando por lo primero, aunque también los servicios de inteligencia de la dictadura se han aprovechado de la confusión para pasar varios de sus gatos por liebres.
Ya son más de cien los represores que han sido descubiertos en los Estados Unidos, todos a raíz del éxodo masivo y las facilidades migratorias otorgadas por el gobierno de Biden, y es una cifra preocupante no solo para quienes claman por justicia al ver que son demasiados los esbirros que han querido burlarse de sus víctimas haciendo borrón y cuenta nueva, sino también para un régimen que se descubre cada día más abandonado en todos los flancos, por sus propias fuerzas, y que por tanto ve aproximarse demasiado rápido el momento en que también deberá emprender la fuga.
Es la puesta en marcha de eso que he llamado “Plan B” pero que en realidad es el típico final de toda dictadura de izquierda. Todos los dictadores terminan huyendo incluso cuando parece que están más consolidados en el poder. Sin embargo, como se pudo ver recientemente con Bashar Al-Asad, la falsa apreciación se debe más a la propaganda reforzada que generan los medios afines —como estertores de moribundo— que a la realidad.
El régimen cubano ha tenido más de un momento de tambaleo en sus casi siete décadas de existencia, pero ninguno ha sido tan prolongado y tan fuerte como los que se registran en este momento, cuando ni siquiera la realidad es comparable con la crisis de los años 90 donde, a pesar del hambre y los apagones, a pesar de la desaparición del campo socialista, todavía la figura de Fidel Castro gozaba de liderazgo al interior del complejo aparato represivo y de gobierno por él mismo creados, así como en unas masas populares confundidas entre el mito y el miedo, entre el terror y el trauma, sentimientos que, en cuestiones de dictadura, a veces se confunden con amor y lealtad en las mentes que han sido continuamente manipuladas, deformadas, por el abuso y la propaganda.
Hoy no solo se estremece el castrismo, sino que vemos cómo saltan trozos y destrozos por cientos de ellos hacia todos lados, sobre nuestras cabezas. Y es que ya no existe ni la sombra de aquel liderazgo ni la oportunidad real de que un par de aventureros españoles o rusos lleguen con sus bolsillos repletos a apostar por un “cambio” económico que, con algo de suerte, derive en una transformación política.
Ese sueño terminó, y ha dado paso a la pesadilla en que vivimos de envejecimiento poblacional, violencia en las calles, basurales desbordados, incendios, accidentes, drogas, corrupción descontrolada, desfachatez y mediocridad de quienes dirigen y son dirigidos, éxodo masivo, cero productividad, cero exportación, cero inversiones extranjeras, cero turismo, en fin, cero esperanzas.
Para quienes razonan con un mínimo de honestidad, es una certeza que el castrismo ha llegado a sus horas finales, y que la llamada “continuidad” es su expresión más decadente y desprestigiada, de modo que aún puede provocar miedos con sus represiones, pero no tanto cuando puede más el riesgo de perder la vida en el intento de escapar del infierno, a como dé lugar.
La emigración masiva apenas es una expresión mínima de los otros éxodos internos que debilitan a la dictadura. De acuerdo con lo trascendido en el Pleno del PCC, de diciembre de 2024, las bajas por voluntad propia aumentan de modo alarmante en las filas del Partido Comunista, a un ritmo que supera varias veces los “crecimientos”, que en su mayoría son resultado del chantaje a la menguada fuerza laboral que aún logra retener la llamada “empresa estatal socialista”.
De acuerdo con información ofrecida por efectivos de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior, consultados por CubaNet bajo la condición de proteger sus identidades, hemos podido conocer que la situación de las tropas del régimen es muy delicada.
Los ingresos de nuevos oficiales disminuyeron al ritmo que han decrecido las captaciones para las escuelas y centros de capacitación de las dos instituciones militares. Igualmente, tan solo entre el año pasado y lo que va de 2025, las solicitudes de baja definitiva de las FAR y el MININT han superado el cúmulo total de las reportadas entre los años 2019 y 2022, de modo que las jefaturas no solo han decidido suspender todos los procesos de licenciamiento, forzando la retención de las fuerzas, sino que han amenazado con sanciones severas a quienes soliciten la baja antes del término juramentado, lo que ha provocado un peligroso ambiente de descontento, ya exaltado por los bajos salarios, el aumento de la carga ocupacional, redoblamiento de los turnos de guardia, movilizaciones, y las malas condiciones de vida en los campamentos.
La vida militar —por sus extremas y precarias condiciones, la escasa estimulación material y la pérdida de identificación ideológica con el poder político— ya no resulta nada atractiva para las nuevas generaciones de jóvenes en Cuba, que ven el ejército no solo como un obstáculo en los planes de emigrar sino, además, como la fuerza represiva que responde a los intereses de una élite sin carisma ni liderazgo alguno, que los desprecia, los discrimina, los estafa, los engaña, los usa, los chantajea y los pone en contra de padres, hermanos, amigos y, sobre todo, de sus aspiraciones de libertad plena.
Esa, la del paulatino abandono, es la realidad más actual de la dictadura cubana. Y aunque desean aparentar que tienen el control porque aún controlan buena parte de lo que sabemos de ellos, la de ahora es una realidad descontrolada en un escenario nada propicio para que vuelva a suceder el milagro de los 90, o el deshielo de Obama. La desesperanza generalizada comienza a pasarles la cuenta y la mayor evidencia es esa lista de represores que aumenta por día, como expresión de las otras fugas, de los “salideros”, en el interior del régimen.
Lo que les queda de ahora en adelante, incluso aunque los rusos prometan que tomarán las riendas de la economía (una vez que ya tienen las del poder político), es huir, o más bien prepararse para hacerlo antes de que sea demasiado tarde. Ninguno de los que va quedando es tan valiente o tan imbécil como para quedarse a contemplar la desolación del final.