Cuba Democracia y Vida

(Parte I) El espíritu de la empresa socialista. Por Roberto L. Capote Castillo.

(Parte I) El espíritu de la empresa socialista. Por Roberto L. Capote Castillo.       CUBADEMOCRACIAYVIDA.ORG                                                                      web/folder.asp?folderID=136


“El liderazgo efectivo no se basa en hacer discursos o ser querido; el liderazgo se define por los resultados”. - Peter Drucker

Roberto L. Capote Castillo.- La ortodoxia ideológica del comunismo en Cuba abarcó todas las esferas de la vida de los ciudadanos y la palabra espíritu siempre se ha utilizado con cautela para cualquier escenario de la sociedad. En cualquier diccionario de la lengua española se pueden encontrar las más disímiles acepciones, por ejemplo: vigor natural y virtud que alienta y fortifica el cuerpo para obrar, ánimo, esfuerzo, etc. La principal interpretación de los ideólogos comunistas es la vinculada a lo inmaterial, sobrenatural o religioso. De ahí que el tema del espíritu en la gestión empresarial sea un tema escéptico además de desconocido.

Se hace mucho hincapié en la expresión “espíritu revolucionario” el cual, de acuerdo a las concepciones castroomunistas, concerniente a los dirigentes, proletarios o la población, casi siempre tiene la interpretación de dar el máximo esfuerzo sin recibir nada a cambio. Los comunistas debieron entender que dada la idiosincrasia del cubano esta fórmula estaba condenada al fracaso. No obstante, luego de transcurridos más de sesenta años aún se insiste en este enfoque aburrido e inadecuado.

Peter Drucker expresó sobre “el espíritu de la organización” lo siguiente:

“La dirección mediante objetivos le dice al gerente qué tiene que hacer. La organización apropiada de su cargo lo capacita para hacerlo. Pero lo que determina si lo hará, es el espíritu de la organización. Es el espíritu que da motivo, que Ilama a las reservas de dedicación y esfuerzo de un hombre, que decide si hará lo mejor que pueda o solamente lo suficiente para ir tirando”

Lo anterior pone de manifiesto una de las principales causas que impide en las empresas la dirección por objetivos. No es suficiente la elaboración de un documento contentivo de los objetivos que se propone cumplir la dirección de una empresa, sino que es el espíritu de la organización la que determinará si lo podrá lograr. Pero el espíritu de las empresas, tanto de los directivos y el de los trabajadores, se dañan por disímiles causas, siendo difícil determinar cual tiene un mayor impacto. Otra importante reflexión de Peter Drucker expresa:

“Un buen espíritu requiere que haya amplios horizontes para sobresalir individualmente. Siempre que alguien se destaque, debe tener reconocimiento, recompensa y estímulo, y debe hacerse que sus virtudes sean productivas para los demás integrantes de la organización. Un buen espíritu requiere entonces que el enfoque se haga sobre las fuerzas de un hombre, sobre lo que puede hacer antes que sobre lo que no puede. Requiere el constante mejoramiento de la competencia y el desempeño de todo el grupo; el desempeño bueno de ayer debe convertirse en el mínimo de hoy, o destacado de ayer en lo común de hoy”.

Puedo afirmar sin temor a equivocarme que ninguna empresa del sistema económico socialista o cualquier otra organización cubana propicia amplios horizontes para sobresalir individualmente. Cuando algún directivo o trabajador se destaca lo único que recibe, en el mejor de los casos, es una felicitación de carácter moral excluyéndose cualquier mejora ya sea salarial, bonificación o estimulación material de cualquier otro tipo.

A continuación, expongo una experiencia personal:

- Hasta el año 1993 fui consultor en el “Laboratorio de Organización de la Producción” perteneciente a la entonces Delegación de la Academia de Ciencias de Camagüey. La última consultoría la realicé, en unión de otro colega, en una empresa que se proponía exportar por primera vez naranjas y toronjas frescas a Europa. Nuestro proyecto consistía en organizar la cosecha para que se lograra la mejor calidad con la mayor eficiencia.

Cuando terminó el periodo de cosecha se realizó una reunión con el secretario del Partido y el presidente del Gobierno del municipio, donde se encontraba ubicada la susodicha empresa, para analizar el trabajo realizado. Recuerdo que el delegado de la Academia preguntó, al director de la empresa asesorada, en cuanto calculaba el beneficio aportado por la consultoría y le respondió que en más de cien mil dólares por los precios logrados, pero si tenía en cuenta no haber recibido ni una sola queja, en un mercado capitalista muy competitivo, a pesar de ser primera vez que exportaba fruta fresca, el monto era mayor.

En aquellos momentos al cambio existente en el mercado negro mi salario era el equivalente a tres dólares mensuales. Por los éxitos en mi labor fui convocado a una asamblea con mis compañeros de trabajo en la que me entregaron un sello por haber sido seleccionado “investigador distinguido”, este fue todo el reconocimiento, la recompensa y el estímulo merecido.

A consecuencia de lo anterior el director de la empresa decidió contratar mis servicios para extender la asesoría al resto de las actividades productivas de la empresa, además de la cosecha. Por el trabajo a realizar la empresa pagaría una cantidad en dólares que le posibilitarían a la Delegación de la Academia de Ciencias crear un centro de computación con máquinas de última generación a pesar de que personalmente continuaría devengando mi exiguo salario. El delegado declaró en la firma del contrato, que yo me convertía en el director del proyecto más importante de la Academia de Ciencia en la provincia. Esta consultoría me obligaba a permanecer fuera de mi hogar, durmiendo en pésimas condiciones con mala alimentación, desde el lunes hasta el jueves de cada semana, los viernes regresaba para realizar trabajo de gabinete y la búsqueda de información técnica para mi trabajo.

En una de las visitas semanales, a la Delegación, me presento en el comedor obrero para almorzar informándome la administradora que me encontraba en una “lista negra” con los nombres de los que no teníamos derecho al comedor. Después de averiguar me notificaron que al no trabajar en la finca del autoconsumo no tenía derecho. A pesar de mis explicaciones sobre la imposibilidad de participar en la mencionada actividad por permanecer fuera y los beneficios que mi consultoría aportaría, me respondieron que era una decisión del Núcleo del Partido con carácter inapelable y sin excepciones. Ante esta situación, inconcebible, solicité mi baja y fui para la casa sin trabajo, aunque se perdieran los miles de dólares de mi consultoría. Fue en ese momento cuando decidí comenzar mi labor de “free lance”. Mi jefe, el director del Laboratorio, persona preparada técnicamente en la consultoría pero cobarde ante las decisiones partidistas, me pidió aplazar mi decisión un tiempo hasta que pasara la campaña de los autoconsumos. Me negué pues de cualquier manera sino era en ese momento sería más tarde pero el espíritu existente en la Delegación de la Academia de Ciencias no me motivaba a continuar en mi labor. 

Existen innumerables experiencias en las que los intereses del Partido se priorizan por encima de cualquier consideración, incluso sobre la realización económica de una organización. En mi caso particular también demuestra hasta dónde puede llegar el absurdo manifestándose la forma en que se mata “el espíritu que da motivo, que llama a las reservas de dedicación y esfuerzo”. A pesar de que el director del laboratorio comprendía los frutos de mi trabajo para la organización, no pudo lograr una exención de la medida. Pero se perdió el dinero para el centro de computación.

'El Castrocomunismo implementó la emulación socialista para reconocer, recompensar y estimular a los trabajadores. Establecieron varias categorías de vanguardia siendo la más importante la de carácter nacional, pero ésta se reservaba a cantidades predeterminadas de obreros que obligaban al sindicato a realizar una eliminación hasta dejarlo, casi siempre, a una persona de cada empresa a lo máximo. Para “desempatar” entre varias propuestas se utilizaban criterios de medición relacionados al “espíritu revolucionario”, por ejemplo, realizar trabajos voluntarios en la agricultura, la construcción, participar en actividades de la defensa u otros llamados sectores priorizados que requieren el auxilio de mano de obra por su desorganización, ineficacia y las intromisiones externas del partido y el gobierno.

Lo anterior causaba que la categoría de Vanguardia Nacional de un centro de investigaciones, un hospital o cualquiera de estos u otros sectores generalmente recayera en un custodio, empleado administrativo o cualquier trabajador que su trabajo no aportaba a las llamadas competencias centrales de la organización. Este estímulo se había convertido en algo inalcanzable para la inmensa mayoría de los proletarios originando desinterés y falta de motivo para tratar de alcanzarlo. Esta forma de estímulo mediante vanguardias creaba rivalidades, disgustos y otros conflictos disfuncionales que perjudican sensiblemente el clima organizacional y por supuesto el espíritu de la organización. Existe consenso, entre estudiosos y especialistas, de que el trabajo absolutamente individual se consigue en pocas actividades, entonces ¿cómo establecer un estímulo tan diferenciado basado en la suposición contraria?

Otro estímulo utilizado fue la entrega de artículos electrodomésticos en los centros de trabajo, vendidos a plazos en moneda nacional. Las tiendas en esos años (Shopping), vendían al contado a precios exorbitantes, en pesos convertibles, que superaban muchas veces su costo. Ningún trabajador, con su salario, podía acceder a ellos por esta vía. La entrega de estos equipos, en asambleas convocadas para este fin, es una página vergonzosa de las empresas socialistas cubanas, por los conflictos generados, en las que además de las penosas discusiones provocadas, en ocasiones allegados compañeros se transformaban en acérrimos enemigos. Actuando de esta forma el régimen comunista validó la expresión de Drucker cuando señaló:

 “…no hay peor acusación contra una organización que poder decir de ella que la fuerza y la capacidad de un hombre sobresaliente se convierte en una amenaza contra el grupo y su desempeño en una fuente de dificultades, frustración y desilusión para los demás”.

El socialismo por su naturaleza religiosa solamente hace hincapié en las insuficiencias (debilidades) de los dirigentes y proletarios en lugar de insistir en sus aptitudes o competencias (fortalezas). De esta forma es imposible que el desempeño bueno de ayer se convierta en el mínimo de hoy.

Hasta aquí no me he referido a los Trabajadores del Conocimiento. En las empresas este personal es tratado, en su generalidad, igual que un trabajador más y en la mayoría de los casos era clasificado como indirecto a la producción lo cual significaba “trabajador de segunda clase” con las menores estimulaciones cuando existen. Con el surgimiento de las Shopping se produjo un desplazamiento masivo de profesionales destacados en sus especialidades para trabajar de administradores, dependientes, almaceneros, etcétera. Al igual que ocurrió con el desarrollo del turismo. En estos casos la expresión “espíritu en la empresa socialista” no es aplicable tampoco.

En una entrevista concedida a su colaborador el Profesor Javier Palom sobre los trabajadores del conocimiento, Drucker expresó:

“Estoy a favor de pagar bien a la gente. Todos sabemos que sentirse mal pagado es la peor causa de insatisfacción. Pero estar bien pagado no es una de las principales causas de satisfacción”.

Basado en mi experiencia de lo acontecido en las empresas puedo asegurar que el ciento por ciento de los Trabajadores del Conocimiento están insatisfechos por el salario que reciben. Esto tampoco contribuye a crear un correcto “espíritu en las organizaciones”. En Cuba se han realizado varias reformas salariales para mejorar los salarios a dirigentes y trabajadores, siendo neutralizadas de forma inmediata por la elevación de precios, tanto en los mercados estatales o en la “bolsa negra”, por no estar basadas en aumentos de la productividad. De esta forma nunca se logrará la satisfacción por los sueldos devengados. Pero el máximo galardón lo merece la Tarea Ordenamiento que puede catalogarse como la mayor imbecilidad económica realizada en un país. Las consecuencias todavía no han tocado fondo.

Para concluir propongo a los lectores leer en el siguiente enlace, los consejos de Peter Drucker para que los lideres logren un buen espíritu en sus organizaciones y saquen sus propias conclusiones:

 Haga Click en este enlace para que lea la 2da. Parte.

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