Desde la admiración de Fidel por Pinochet, hasta la sombra del FPMR: Las traumáticas relaciones entre la Concertación y Cuba. Por equipo de Política "La Segunda Online"
Negociaciones secretas, insólitas revelaciones de Castro, interminables charlas nocturnas y los efectos del caso Guzmán se acumulan en dos décadas de vínculos, prólogo al viaje que inicia Bachelet la próxima semana. Por equipo de Política.
Todo pasó entre 1995 y 1996.
Esos años, como nunca, políticos chilenos relevantes viajaron a La Habana (y experimentaron en carne propia la experiencia de haber sido interlocutores de Fidel Castro durante sus míticas, y eternas, charlas nocturnas), se restablecieron relaciones diplomáticas y el propio Fidel volvió a pisar suelo chileno. Pero también, el 30 de diciembre de 1996, se produjo el hecho que de nuevo ensombrecería los vínculos con la isla por más de una década: la fuga desde la Cárcel de Alta Seguridad de los frentistas involucrados en el asesinato de Jaime Guzmán.
Así, lo ocurrido a mitad de los '90 bien resume los vaivenes de la traumática relación entre los gobiernos concertacionistas con la isla. La misma que a partir de la próxima semana, con la visita de Bachelet, vivirá un momento a la vez cúlmine y polémico... tan controvertido como lo ha llegado a ser el propio nombre del país caribeño.
Las aprensiones de Aylwin
Lo tenía claro Patricio Aylwin al asumir el gobierno, en 1990. Encabezando una coalición que reunía, por una parte, a críticos feroces de Castro (la mayoría de la DC- Demócrata Cristiano) y, por otra, a socialistas que, más allá de haberse distanciado políticamente de la isla, guardaban profundo agradecimiento por el jerarca que los había acogido y apoyado en el exilio, debía moverse con cuidado. El mayor problema, sin embargo, no eran esas diferencias, sino la larga acumulación de evidencias respecto del rol jugado por La Habana en apoyar a un Frente Patriótico Manuel Rodríguez que había optado por la lucha armada contra Pinochet y que aún no se desactivaba del todo.
Perfecta conciencia de ello había en el propio régimen cubano. Viviendo uno de sus momentos más duros tras la caída del muro, necesitaba con urgencia mejorar sus lazos en Latinoamérica. Por eso, desde los inicios de la transición chilena, el propio Fidel se preocupó de hacer llegar su mensaje: para él, la lucha armada ya no tenía sentido en nuestro país. Así se lo dijo a los primeros parlamentarios que viajaron a la isla, los senadores Mario Papi (socialdemócrata), Ricardo Homazábal (DC), Ignacio Pérez Walker (RN) y Hugo Ortiz de Filippi (RN): todos críticos de La Habana. El viaje resultó ilustrativo. Cuando Hormazábal, por ejemplo, quiso reclamarle por su apoyo al Frente, calificándolo de intromisión, Castro le contestó: "Mire, senador, en el sillón en que Ud. está sentado, antes han estado personas que vinieron a pedir ayuda para derrocar a Pinochet, y no sólo comunistas, también DC". No fue el único sinceramiento, pues admitió además el envío de armas a Carrizal Bajo en 1986, asunto que (revelado en Chile por Ortiz a la vuelta del viaje) generó revuelo nacional.
Pero, más allá de cualquier reconocimiento, para el dictador lo importante era el presente y su decisión de no apoyar más a los grupos revolucionarios.
Una declaración bienvenida por quienes al interior del gobierno chileno abogaban por acercarse a Cuba. Dentro de ellos, no había sólo socialistas: el contingente de figuras con vínculos incluía a decés como el subsecretario del Interior, Belisario Velasco o el senador Jorge Lavandero, y al senador radical Anselmo Sule, además de empresarios como Carlos Cardoen y otros. Para Aylwin, eran evidentes las condiciones básicas de ese acercamiento: el pago de una deuda con Chile por US$40 millones, pendiente desde 1973 (el asunto se resolvió en 1992, tras pronunciamiento de la justicia internacional), y el claro distanciamiento del Frente... punto que se volvió decisivo luego del 1 de abril de 1991, cuando un FPMR en pleno proceso de división interna asesinó a Jaime Guzmán, crimen hasta hoy sólo parcialmente aclarado.
El fin del Frente y la zona oscura
El hecho, junto a la serie de acciones terroristas que se acumularon en ese período, hizo apremiante desarmar a los grupos subversivos. Castro se preocupó: en julio del 91 dio una entrevista a TVN donde por primera vez quitaba públicamente el apoyo al Frente y a cualquier otro grupo extremista. Algunas versiones, sin embargo, dicen que no se limitó sólo a eso: desde distintos sectores dentro de la Concertación se afirma que la isla jugó un rol activo en la desarticulación del violentismo, tanto por la vía del «convencimiento» como por la de prestar respaldo (incluso facilitándoles la huida y consiguiente impunidad) a quienes se descolgaban. Se trata de un accionar lleno de zonas oscuras, algunas de las cuales saldrían parcialmente a la luz años después, a raíz de las denuncias contra la Oficina del gobierno.
Tan delicado era el asunto, que Aylwin habría optado por sustraer el tema cubano del manejo de su Canciller, Enrique Silva Cimma, y entregárselo al ministro Enrique Correa. La labor de éste en la reconstrucción de lazos con La Habana es señalada como clave y exitosa: ya a fines de 1991 se anunció el restablecimiento de relaciones a nivel consular. Y en 1993 estaba todo dado para intercambiar embajadores. Sin embargo, el ya electo nuevo gobierno (encabezado por Eduardo Frei) habría pedido dejarle a él la decisión.
Insólita confesión de Fidel a honorables chilenos
El '94, con Frei en La Moneda, la demanda por restablecer relaciones con Cuba era habitual y pública en la izquierda oficialista. No había comité central del PS en que no le preguntaran del tema al Canciller, José Miguel Insulza. Con los grupos subversivos ya desarticulados, los cubanos intensificaron su lobby. En febrero de 1995, en una misma semana, reunieron en La Habana a las directivas del PS y el PPD. Un viaje en muchos aspectos imborrable. El hoy diputado PPD Jorge Tarud, por ejemplo, recuerda que mientras a los socialistas el régimen les puso tres Lada, a su partido le asignó Mercedes negros.
A Jorge Schaulsohn, por esa época presidente de la colectividad, la visita no se le ha olvidado por otra cosa. Una noche, Fidel invitó a los PPD (estaban también Sergio Bitar y Patricio Hales) a reunirse en el palacio de gobierno. Para variar, se trató de una de esas citas nocturnas que se prolongaban por horas, y allí Castro hizo una confesión: "Expresó su admiración por Pinochet. Dijo que era un soldado que había sacado a Chile de una situación económica difícil, y que el Ejército chileno era honrado y decente. Nos quedamos con la boca abierta", cuenta Schaulsohn.
Durante esos días, el mismo Fidel llegó una noche a la embajada y tuvo otra larga charla con todos los chilenos: socialistas, pepedés y el presidente de RN, Andrés Allamand, en la isla por asuntos personales. En la cita, recuerda el mismo Schaulsohn, el jerarca hizo grandes afirmaciones de aperturismo y reformas. "Hoy veo que los cubanos nos engañaron como carretoneros. Nos plantearon algo que nunca cumplieron y es lo que hacen cada vez que tienen problemas, para lograr", dice, desencantado, el ex parlamentario.
Tencha Bussi da la sorpresa
Como sea, la reunión fue el prólogo para los hechos que luego empezarían a sucederse: en marzo Chile le informó a Castro en Copenhague la decisión de restablecer relaciones a nivel de embajadores (ver recuadro); en abril ello se anunció oficialmente, y en enero del 96 el canciller Insulza viajó a Cuba junto a una nutrida delegación de empresarios y congresistas.
Luego, en noviembre de ese año, fue Fidel quien llegó a Chile, por primera vez desde la UP. Al líder cubano le tocó enfrentar de todo, hasta una protesta encabezada por el diputado UDI Iván Moreira... lo que le significó a éste ser detenido por Carabineros y de paso ganar pantalla en la TV internacional.
Pero quien realmente sorprendió a Fidel fue la viuda de Allende, Hortensia Bussi. Encargada por el PS para hablar en el encuentro de solidaridad que los socialistas le ofrecieron a Castro en El Canelo de Nos, pidió nada menos que elecciones libres en la isla.
Pero pese a que trascendieron expresiones de molestia por parte de la delegación cubana ante el episodio, el comandante se fue de Chile congratulando al gobierno.
Tardío efecto fuga
En ese momento, las relaciones con Cuba parecían haber alcanzado un punto de estabilidad y armonía inédito. Un mes y medio después, sin embargo, se fugaron desde la cárcel de Alta Seguridad Mauricio Hernández Norambuena y Ricardo Palma Salamanca (involucrados en los casos Guzmán y Edwards), y Pablo Muñoz Hoffmann y Patricio Ortiz Montenegro, abriendo un largo capítulo de turbulencias bilaterales, aún no superado.
El vínculo del hecho con Cuba no fue inmediato, pero ya en 1997 el juez a cargo de investigar la huida, Lamberto Cisternas, había reunido suficientes antecedentes para sospechar el paso (y eventual permanencia) en la isla de los fugados. En octubre de ese año envió un exhorto a La Habana pidiendo se le informara. Recién en agosto de 1998 (y tras reiteración judicial del pedido y un emplazamiento de Frei a Castro durante otra cumbre, en Isla Margarita) contestaron los caribeños, señalando no tener antecedentes.
Las autoridades chilenas estaban convencidas de que los frentistas sí habían estado (e incluso podrían aún seguir) en la isla, tal como lo admitió hace poco el ex ministro Carlos Figueroa, al revelar un diálogo con el presidente de la Asamblea cubana, Ricardo Alarcón (cuando hizo el famoso pedido de que al menos no los dejaran volver a Chile a hacer actos subversivos). Así, el episodio marcó el inicio de un enfriamiento de los lazos bilaterales, demostrado en hechos como que Frei no quiso viajar el 99 a la Cumbre Iberoamericana de La Habana.
Luego, durante la administración de Ricardo Lagos las distancias se mantuvieron, al punto que (en buena medida por presión DC, a cuyo partido pertenecía la canciller, Soledad Alvear) Chile votó contra Cuba en la comisión de Derechos Humanos de la ONU, y la isla (junto con acusar a nuestro país de "hipocresía) negó visa a los diputados DC Patricio Walker y Exequiel Silva.
Una anécdota resulta aun más reveladora: en octubre de 2004, durante un acto en su país, Fidel sufrió una estrepitosa caída. El diario oficial del régimen, Granma, aseguró entonces que el Presidente chileno había llamado telefónicamente a su colega, preocupado por su salud. Lagos, sorprendido, negó haber hecho tal llamada.
Traspiés en la era Bachelet
Al asumir Bachelet, todo parecía indicar un mejoramiento de relaciones. Incluso, el vicepresidente cubano, Carlos Lage, en visita al país, le trajo a la Mandataria una invitación de Fidel y se especuló con que ella podría concretarse durante la Cumbre de No Alineados, en 2006, lo que finalmente no ocurrió.
Ese fue el año en que Castro cayó enfermo y por eso sólo tuvieron una oportunidad para coincidir, en una reunión del Mercosur, en Córdoba, Argentina. La experiencia no fue la mejor: en su discurso, el dictador hizo críticas a Chile por ahorrar los excedentes del cobre.
Tampoco fueron buena señal las declaraciones del ahora ex embajador de la isla Giraldo Mazola, quien a mediados de 2008, durante un acto en la isla, hizo duras críticas a la Concertación. El gobierno chileno protestó y los cubanos aceptaron remover al diplomático.
Con ello, allanaron las cosas para el viaje que inicia la próxima semana la Presidenta y mostraron su voluntad de marcar un nuevo comienzo...
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