RESPONDIENDO A IVETTE LEYVA MARTÌNEZ: Por Iliana Curra.
Ivette Leyva Martínez ha escrito un artículo en El Nuevo Herald el martes 9 de septiembre titulado “Ayuda y patriotismo”. Justamente en el momento en que le estoy respondiendo, estoy escuchando a una mujer con mucho valor desde Manzanillo, provincia oriental, llamada Tania de la Torre. Esta provincia oriental fue azotada por el huracán Ike. Estoy segura que, de haberla escuchado antes, su artículo no hubiera sido tan simple y tan desfavorable. Quizás hubiera entendido por qué, en vez de querer el levantamiento de las restricciones y el embargo para ese régimen castrista, exigimos que el mundo entero se solidarice con ese pueblo y presione para que la ayuda entre directa al pueblo de manera incondicional. No hay derecho a negarse a una ayuda que tanto necesita la gente pobre y humilde de Cuba, mientras la claque castrista apenas ha sentido los embates del huracán.
Pero la periodista prefiere resaltar “las diferencias políticas a nivel gubernamental y comunitario” y como la Fundación Nacional Cubano Americana se alineó en una campaña con el candidato demócrata a la presidencia, Barack Hussein Obama, el mismo que ha querido levantar las restricciones sin huracán y de forma unilateral. Jorge Mas Canosa se debe estar revolcando en su tumba en estos momentos.
No se trata de “atrincherarnos” como dice Ivette Leyva en su escrito. Se trata de exigir solidaridad internacional a aquellos que han vivido indiferentes al dolor cubano. Se trata de recordarle al mundo que no solo un huracán, o dos, o tres, han acabado con la isla. Hay un tornado de medio siglo azotando a ese pueblo.
Que los “viejos exiliados” que ella dice que “a duras penas pudieron contener su entusiasmo ante el furioso castigo de la naturaleza de Cuba”, se hicieron viejos formando esta ciudad donde ella ha llegado sin tener que levantar un ladrillo. Y que muchos de ellos padecieron en una celda inmunda, mientras otros por ahí estudiaban en universidades castristas para luego escribir contra ellos. Nadie se alegra del dolor de ese pueblo, pero tienen el derecho de alegrarse de que la infraestructura turística se vaya al suelo, pues a fin de cuentas el pueblo no tiene derecho a disfrutarla.
No todo el exilio fue el que llegó en los 60 y 70, como ratifica en su artículo. Habemos muchos que llegamos recientemente y nos consideramos, eso sí, tan patriotas como los que llegaron antes. Será porque quizás salimos por los mismos motivos. No como algunos otros que vinieron para llenarse el estómago y escribir artículos insultantes.
Ese “peso en la composición demográfica” que tanto promulga, al igual que quienes pagan espacios radiales para defender al régimen de La Habana, tendrá que demostrarlo en las urnas. Y si están tan “asqueados de la política de ambas orillas en todas sus manifestaciones y matices” más vale que se queden en sus casitas, pues para qué entonces involucrarse a votar por un Hussein Obama si “han escogido vivir al margen de cualquier militancia”. Hay cierta incongruencia en su escrito.
El gobierno de Washington no padece de esa sordera que ella menciona. Evidentemente es el régimen cubano a quien no le importa que su pueblo se alimente, duerma bajo techo como Dios manda y pueda expresar su opinión. Creo que medio siglo es suficiente para asegurarlo.
Cada cual tiene el derecho de decir lo que quiere, y sobre todo… lo que siente. Pero decir que “la única manera de asegurar que la ayuda llegue a los damnificados es levantando completamente las restricciones y los envíos” es irresponsable, porque no profundiza en la cantidad que el régimen se echa en sus bolsillos por cargos de envíos y cobros altísimos para gente que ahora más que nunca lo que necesita es ayuda masiva. Sí, ayuda masiva a todo el país y no solo a los que tienen familiares y pueden recibir remesas. El egoísmo a veces ciega a quienes carecen de verdadera sensibilidad y anteponen sus agendas políticas por encima de todo.
“Quizás el fantasma del poder cubano que marcó las elecciones presidenciales del 2000 logre hacerlos ceder por temor a que ahora se exprese un voto de castigo para los republicanos”, dice Ivette Leyva Martínez. Creo que su punto principal está escrito en este corto párrafo. Si verdaderamente es su deseo, que siga cabildeando a favor de los demócratas que, para eso, evidentemente escribe. Lo demás, el tema de la “solidaridad humana” y otras frases, no son más que pretextos sensibleros para apoyarse en su agenda.
______________
|