HÉCTOR PALACIOS RUIZ Y LA “OPERACIÓN ARCOIRIS”. Por Iliana Curra.
Lo escuché decir en múltiples ocasiones que hablaría con todas las partes. Lo dijo en Cuba antes de salir, y luego en España, lugar a donde llegó para atenderse problemas de salud. De ahí, siguió viajando y anduvo por Suecia. Al final, llegó a Miami, la capital de un exilio de casi medio siglo. Donde una comunidad cubana prevalece con sus costumbres, su amor por Cuba y sus ideales permanentemente firmes.
Lo he escuchado en innumerables programas radiales y televisivos, resaltando un criterio nada patriótico, pero sí eminentemente mercantil: “que hay que enviar mucho, pero mucho dinero a Cuba”, “que hay que acabar con el “trapicheo”, que hay que hacer una revisión de las organizaciones que “gastan el dinero del gobierno norteamericano a manos llenas”. El mismo al que le incautaron la cantidad de cinco mil dólares en la casa al ser arrestado en el año 2003.
Lo he visto hacer una larga estancia en Miami diciendo que regresa a Cuba, pero luego de realizar una gran cantidad de críticas al gobierno norteamericano y a organizaciones del exilio que reciben fondos de la USAID. También participó en el almuerzo de la Fundación Nacional Cubano Americana donde pudo conversar con el candidato demócrata, Barack Hussein Obama, invitado especial para hablar en este evento, el mismo candidato que ha dicho que levantará las restricciones al régimen castrista sin condiciones. Y es que, Héctor Palacios Ruiz, un conocido disidente cubano también quiere el levantamiento del embargo a Cuba y otras medidas que apacigüen a la dictadura. Por eso, quizás, está en los Estados Unidos cumpliendo también parte de esa estrategia de los llamados liberales cubanos.
Este sábado 7 de junio estuvo en el programa matinal de la emisora WQBA 1140 AM con la organización Agenda Cuba. Llamé por el teléfono del público para hablar con él, pero alguien tomó la llamada por interno y me puso a Héctor Palacios al habla. Nos saludamos y me pidió le diera mi número telefónico para hablar después con más tiempo. Le dije que se lo daría, pero después que me explicara cómo se realizó un operativo de la Seguridad del Estado en agosto de 1994, cuando un barco llamado “Arcoiris” salió tres veces de La Habana lleno de opositores y otras personas, rumbo norte, los cuales después fueron llevados hacia la base naval de Guantánamo. La absurda justificación de la directiva del Partido Solidaridad Democrática, dirigida en aquel entonces por Elizardo Sampedro Marín y Héctor Palacios Ruíz, era crear un gobierno provisional en Guantánamo. Detrás de todo esto estaba el régimen castrista intentando limpiar a la isla de opositores, como una nueva válvula de escape para seguir manteniéndose en el poder.
La respuesta de este “demócrata” disidente, autotitulado liberal, fue decirme que en ese entonces él había sido enviado a prisión, a lo que respondí que eso era mentira. Que todo se trataba de un operativo de la inteligencia cubana para sacar a gran parte de la oposición hacia los Estados Unidos. Hasta ahí llegó la conversación. El demócrata que venía a Miami a conversar con todas las partes me había colgado el teléfono porque no quería escuchar la verdad. A pesar de que esta conversación fue por interno porque no la habían sacado al aire.
En agosto de 1994 el mencionado barco “Arcoiris” fue tripulado por alguien que regresaba a la isla después de dejar a los opositores en un barco de la marina norteamericana que los trasladaba hacia la base naval en el proceso conocido como la “crisis de Guantánamo”. Decenas de ellos abandonaron la isla huyendo de la represión, otros tantos fueron amenazados con llevarlos a la cárcel si no salían del país aprovechando ese éxodo masivo. Muchos otros nos quedamos en Cuba asumiendo la responsabilidad de lo que luego vendría: la inminente prisión.
No critico a nadie que salga de Cuba. De hecho yo salí tres años después al cumplir mi condena por causa política. Creo en la libertad de cada cual para elegir su camino, sobre todo cuando se mantiene en la lucha porque Cuba sea realmente libre, ya sea en Miami o en la Patagonia. Pero lo que no dejaré de denunciar es lo que algunos presuntos disidentes han hecho, y luego se erigen protagonistas de una historia mal contada, donde la ingenuidad de muchos, el amarillismo de otros, y el fanatismo de unos cuantos, hacen de un presunto disidente, un héroe nacional.
Asumo con total responsabilidad el escribir esto. Estuve tiempo esperando la oportunidad de hablar con él, y en el momento que lo hago, me cuelga el teléfono.
Para los que desconocen la historia, yo la viví y sé que estoy siendo honesta conmigo misma. Ya han pasado varios años y solo una vez tuve la oportunidad de confrontar públicamente en un debate televisivo a Elizardo Sampedro Marín, tenebroso personaje que desapareció abandonando la oposición y habrá regresado a las filas de la inteligencia castrista
Esta es la verdad de un momento histórico que se ha mantenido a la sombra del tiempo. Algún día los archivos que no logren quemar en la sede de la Seguridad del Estado castrista tengan toda la información necesaria para descartar a algunos presuntos disidentes que hablan en nombre de una libertad que no desean realmente…y que no les conviene tampoco.
Por eso cuando escucho la actual prédica de Héctor Palacios Ruiz sobre el dinero, el levantamiento de sanciones y el reconocimiento de “ciertos cambios”, invariablemente me viene a la mente el mismo Héctor Palacios de 1994 y la “Operación Arcoiris”.
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