Junior Rodríguez, exprisionero del 11J: 'Mi condena fue por defender algo justo y humano' Por Waldo Fernández Cuenca Diario de Cuba 11 de diciembre de 2024
Junior Rodríguez Iglesias. Cortesía del entrevistado
Condenado a cuatro años de cárcel por los delitos de desacato y desorden público, ha salido de la cárcel este 2 de diciembre y accede a conversar con DIARIO DE CUBA.
Junior Rodríguez Iglesias, de 39 años, decidió sumarse a las protestas nacionales del 11 de julio de 2021 en Placetas, Villa Clara, sin pensarlo mucho. Como tantos cubanos, anhela cambios económicos y políticos en la Isla y percibió en esa protesta una manera de expresar sus aspiraciones.
Hasta ese momento, este cubano no conocía la represión directa del régimen, pero su encarcelamiento, como el de otros cientos de manifestantes, ha cambiado su vida y la visión que tiene de su país. Condenado a cuatro años de cárcel por los delitos de desacato y desorden público, Rodríguez Iglesias, ha salido de la cárcel este 2 de diciembre y accede a conversar con DIARIO DE CUBA.
¿Cómo te sumas a la manifestación en Placetas?
Me sumé de manera espontánea al enterarme al mediodía de que habían comenzado las protestas. Lo único que hicieron los manifestantes en mi municipio fue caminar y decir consignas contra el Gobierno de manera pacífica. Estuvimos frente a la sede del Partido Comunista, del Gobierno y de la Policía, hasta que la manifestación se disolvió entre las 5:00PM y 6:00PM, más o menos.
¿Cómo ocurre tu arresto?
Me detienen el 13 de julio en la mañana. Más de 20 policías rodearon mi casa y dos agentes vestidos de civil (supongo que eran de la Seguridad del Estado) penetraron por el patio de atrás de la casa sin autorización. Cuando mi padre sale a reclamarles, le apuntan con una pistola, y luego salí yo a discutir con ellos. Pero no ofrecí resistencia al arresto y me llevaron detenido para la prisión de Placetas. Allí estuve unos tres o cuatro días, y de ahí me llevaron otros pocos días para una prisión en Caibarién y luego a la prisión La Pendiente, de Santa Clara.
Unos meses después vino el juicio, en el que se dijeron muchas mentiras, una de las más burdas fue que habíamos tirado piedras y que la protesta podía propagar el Covid-19. Por decir mentiras, dijeron hasta que obstruíamos el tránsito peatonal y vehicular. La Fiscalía llevó testigos que nunca había visto y que dijeron falsedades. Por ejemplo: expresaron que habíamos agredido verbalmente a los cubanos de a pie. El jefe de la Policía de Placetas, Héctor de la Fe, dijo mentiras sobre los manifestantes, como que habíamos agredido a uniformados de la Policía. Para esa última falsedad se basaron en que durante la manifestación vi a un policía joven con intenciones de sacar su tonfa para agredirnos, lo increpé y él optó por guardar la tonfa, no pasó más nada.
El juicio, en general, te lo puedo calificar como un montaje. Luego, cuando revisas la sentencia, apenas coincide lo que narra ese documento con la realidad.
¿Cómo viviste estar encarcelado por vez primera?
El régimen cerrado fue lo más duro. La Seguridad del Estado siempre estaba acosándonos y los guardias de la prisión también. En la prisión de Manacas, donde estuve cinco meses, pasé mucho frío. Además, me contagié de Covid-19 y la pasé muy mal. Echaba pus por los oídos y el puesto médico de la prisión solo me suministraban una o dos duralginas al día, cuando había. Solo cuando mi esposa me pudo llevar antibióticos, me pude curar totalmente. Aún hoy tengo secuelas de las enfermedades que pasé en prisión. Recuerdo que en una ocasión un jefe nos amenazó de muerte: expresó que cualquier día "podía sacar una ametralladora y picarnos por la mitad".
Cuando pasé a campamento (régimen de mínima severidad) las condiciones mejoraron y también disminuyeron las amenazas. Terminé de cumplir mi condena trabajando en la construcción. Casi al final de mi castigo, puedo decir que no me molestaron más.
¿Notabas un trato diferenciado hacia los presos políticos con respecto a los comunes?
Sí, nos trataban diferentes. Antes de entrar los condenados del 11J a la prisión de Manacas, a los presos comunes los reunieron en un estadio de béisbol y les dijeron que nosotros "habíamos tirado piedras al Hospital Infantil" y otras falsedades, pero esa es la que no se me olvida. Cuando comencé a trabajar en campamento y algún oficial se enteraba de los delitos por los cuales había entrado en prisión, no me seleccionaban para determinados trabajos. Se notaba que tenían miedo.
Los únicos que pueden tomar decisiones importantes con respecto a los presos políticos en las prisiones son los agentes de la Seguridad del Estado, nadie más. Pero sí te puedo decir que había diferencias y les decían muchas mentiras a los presos comunes sobre nosotros. Esos reclusos comunes, solo cuando nos conocían personalmente, se daban cuenta que los habían engañado.
En mi caso, nunca me dieron la libertad condicional, a pesar de que reclamé ese beneficio en varias ocasiones. Incluso, cuando me faltaban cinco meses para cumplir mi condena, me volvieron a denegar la libertad condicional por un año, algo sin sentido, pero el propósito siempre fue no otorgarme ese beneficio con cualquier excusa.
¿Qué mensaje te gustaría transmitir, ahora que has salido de prisión?
Que si cumplí condena fue por defender lo que considero justo y humano, que es el deseo de un cambio para mi país. Si hace apenas tres años había razones para protestar, en la actualidad la situación considero que está peor. No hay medicamentos ni dinero, los ancianos están pasando mucho trabajo, es muy difícil adquirir los alimentos necesarios. A eso súmale que hay mucha represión y por eso la gente opta por irse del país. Si nosotros salimos aquel día a buscar un cambio, me gustaría que ese cambio sucediera pronto. Es mi máximo anhelo.
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