Cuba, las estafas, el día a día: “comer o ser comido” Por Colaborador desde Cuba Cubanet 26 de noviembre de 2024
La Habana, Cuba (Foto: CubaNet)
Cubanas y cubanos son víctimas y victimarios de estafas cotidianas, en un contexto de crisis económica agravada, de falta de valores éticos y morales, de corrupción generalizada e incompetencia policial.
Pidió cuatro bolsas de cemento para hacer reparaciones en la casa y los vendedores que encontró en internet —por medio de un grupo de Facebook de venta de materiales de construcción— le llevaron algo parecido que no le sirvió para nada.
“Era cal, piedra molida, ceniza, pero cemento jamás”, comenta Yanier —habanero de unos 30 años—, sobre la reciente mala experiencia que terminó frustrando los planes de remodelar su vivienda, en tanto la estafa de la cual fue víctima terminó con buena parte del presupuesto que había ahorrado para los “arreglitos”.
“Eran bolsas selladas, nada de sacos ni cemento a granel. No había modo de sospechar que era una estafa. Selladitos como de fábrica. Fueron 30.000 pesos regalados, 30.000 pesos que tuve que reunir con sacrificio porque a mí nadie me da nada”, se lamenta este hombre que vive, como trabajador por cuenta propia, de atender un modesto puesto de venta en el portal de su casa, en plena Calzada de Luyanó.
Sobre la mesita que sirve como mostrador para sus productos hay, entre muchas otras cosas, jabones, detergentes, cajas de cigarros, fosforeras, ropa interior para mujeres y hombres, pero también perfumes que aunque dicen ser “Calvin Klein” o “Dior” a simple vista se nota que son imitaciones que él vende como “originales”, un detalle que pudiera calificar a Yanier como el típico estafador estafado, algo muy común en Cuba donde una mayoría de la población vive de estafar, aunque algunas de las tantas formas de timar hayan terminado siendo “normalizadas”, incluso por víctimas y policías, a fuerza de acostumbrarse a una situación de “economía de supervivencia”.
“Se trata de comer o ser comido”, asegura Sergio, un fabricante de “pinturas originales” que compra los recipientes vacíos para luego rellenarlos con los productos que él mismo elabora en el patio de su casa, en La Güinera, en la periferia de La Habana, donde ha montado una verdadera industria de la estafa con al menos 10 trabajadores que se encargan de triturar piedras, hacer las mezclas en grandes tanques, envasar y sellar las tanquetas de “pintura” tal como salidas de una verdadera fábrica.
“Yo sé que es una estafa, vamos a estar claros, pero dime de alguien en Cuba que no viva de estafar. De otro modo aquí no se vive”, argumenta Sergio para defenderse. “Vas a la bodega y te roban, vas al banco confiado de que está mejor guardado el dinero y después no te lo dejan sacar, eso es estafa; es más, el mismo Gobierno te estafa todo el tiempo: el picadillo podrido que vende no es picadillo, la pasta (dental) no es pasta, el donativo te lo cobra y si sigo hablando no termino nunca porque Cuba es una estafa de una punta a la otra. Incluso los cubanos cuando se van siguen estafando donde quiera que vayan, porque ya lo llevan en la sangre. Mira todo lo que se ha armado ahora con el parole. Donde hay cubanos, hay estafa”, dice el joven “emprendedor” que a ratos interrumpe la conversación para quejarse a gritos con sus trabajadores sobre uno de los proveedores de las tintas que usa en las “pinturas”.
Las últimas que había recibido parecían adulteradas con agua y no rendían como las anteriores, por lo que iba a reclamarle por la estafa y, de paso, intentar recuperar el dinero, aunque tuviera que recurrir a la violencia: “¡Qué clase de estafador es el tipo ese. Deja que lo coja!”, gritaba el mismo Sergio que tiene varios grupos de venta de “pinturas importadas”, “ciento por ciento originales” en redes sociales.
Divisas por internet, un mar infestado de “tiburones”
Como casi todos los cubanos, Magda, habanera de 50 años, está obligada a recurrir al mercado informal de divisas para sacar mejor provecho de la pequeña remesa que le envía su hijo. Pero hace unos días sufrió un atraco virtual cuando transfirió 50 MLC (dólares) desde su cuenta a la de otra persona que se hizo pasar por su prima.
“Me escribió por WhatsApp incluso con la foto de mi prima Rosalía”, explica Magda. “No era su número pero me dijo que era otro nuevo. Yo siempre le transfiero los MLC (a Rosalía) para que ella los venda a una gente que los paga bien. No sé cómo lo hicieron pero hasta me enviaron el comprobante de la transacción, lo que jamás me llegó el dinero (en pesos cubanos). Fui al banco, fui a la Policía, pero dicen que el problema es mío, que no pueden hacer nada, incluso habiendo dado el número de teléfono desde el que me estafaron. El policía me dijo que todos los días recibía cientos de denuncias iguales y que no podían dedicarle tiempo a esas cosas, que la culpa era mía por boba. Así me dijo tan campante, que yo era una boba y ya”.
“Lo del mercado informal de divisas es un mar infestado de tiburones”, dice un teniente de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), entrevistado para CubaNet bajo la condición de no revelar su identidad, en tanto les está prohibido ofrecer entrevistas a los medios de prensa independientes.
“Ni nosotros nos metemos, porque ahí está el que puede violar la ley, porque le han permitido hacerlo, y el que no, y uno no sabe quién es quién. Se dijo hace tiempo que se tendría mano dura con los vendedores y compradores pero de los estafadores no se dijo nada, y el problema, hablando de cosas que en realidad afectan la tranquilidad ciudadana, no son los que venden y compran normalmente sino los que estafan. Los estafadores sirvieron para meter miedo y que la gente se fuera al banco, a la CADECA (…). La gente debería hacer con su dinero lo que estime conveniente, más cuando se vive en una realidad donde el dólar vale más que la moneda nacional”, afirma el teniente de la PNR. “Pero los estafadores no son los que interesan porque esos roban, no cambian una moneda por otra, y el Gobierno parece más interesado en lo último que en lo primero (…), no se está haciendo nada contra los estafadores, porque no se ve el problema como algo serio sino como cosas de vivos y bobos”, concluye el oficial.
El mercado cambiario estatal es abusivo, no se actualiza a un ritmo similar al de la creciente inflación y pareciera más bien una trampa para engañar a turistas e ingenuos y no un verdadero mecanismo oficial para que los cubanos elijan una opción legal en sus transacciones.
De modo que probablemente el ciento por ciento de las personas acuden a las redes sociales para ofrecer y comprar monedas extranjeras, así como para trocar la MLC (moneda libremente convertible) en pesos cubanos, algo que usualmente se realiza por transferencias bancarias entre tarjetas de débito usando aplicaciones móviles desarrolladas en la Isla como EnZona y Transfermóvil, dos mecanismos altamente vulnerables y que por tanto son caldo de cultivo para las estafas.
La lista interminable
Perfumes que prometen ser “originales” y en realidad son aromatizante para baños o puro alcohol; ropas y zapatos “de marca” que no resisten ni la primera puesta; comidas y condimentos que son cualquier cosa menos lo que se anuncia en la etiqueta de “mini-industria” y “mipyme”; mecánicos de electrodomésticos que lejos de arreglar empeoran los equipos sustituyendo piezas buenas por malas o que exageran el problema para cobrar mucho más; inspectores estatales, verdaderos y falsos, que actúan peor que cualquier pandillero o asaltante, son solo una pequeña muestra del extenso listado de estafas cotidianas de las que cubanas y cubanos son víctimas y victimarios en un contexto de crisis económica agravada, de falta de valores éticos y morales, de corrupción generalizada e incompetencia policial.
Si bien el epicentro de las estafas pareciera estar en el mercado informal, en la calle, en las redes sociales, o en un sector no estatal plagado más de farsantes y “luchadores” que de verdaderos emprendedores, lo cierto es que el terreno de lo estatal pareciera la cuna de todos los males, en tanto son casi todas sus empresas las que acuden a la estafa para obtener financiamientos y créditos de inversores extranjeros que no conocen bien esa “dinámica interna” de la economía socialista, imitación de una política de gobierno similar, donde jamás se honran las deudas. Así como jamás se cumple lo prometido al ciudadano.
En ese contexto de falsedad, donde la estafa se oficializa como método de supervivencia de un régimen que hará todo por retener el poder, todo es falso vendiéndose como real, sobre todo el sistema político y las ideologías, y no es nada difícil que se vuelva viral y vital la recurrencia al delito, al engaño, como forma de existir, incluso como único modo de hacerlo.
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