La crisis energética amenaza las actividades de la Sherritt en Cuba 14ymedio 24 de septiembre de 2024
Las acciones de Sherritt, que tiene experiencia lidiando con las zozobras económicas de Cuba, han bajado su precio Radio Cadena Agramonte
William Pitt señala que la canadiense y la australiana Antilles Gold pasan por un mal momento
Aunque el Gobierno pocas veces lo admita, el sector minero es la joya de la corona cuando se habla de industria en Cuba. Su aporte a las arcas estatales superó con creces al del azúcar, el tabaco, la pesca, los medicamentos y el ron. De ahí que las autoridades, discretas cuando ha habido triunfos, sean todavía más silenciosas con la debacle que experimenta actualmente el sector.
Lo señala a 14ymedio el empresario William Pitt, heredero de varias minas expropiadas por Fidel Castro en 1960 y observador atento de los negocios mineros del régimen. Según Pitt, el fracaso ya no puede disimularse y es una de las causas de la crisis energética que atraviesa la Isla, junto a la falta de combustible y la precariedad del Sistema Eléctrico Nacional. “Estos tres factores son interdependientes, pero el Ministerio de Energía y Minas parece haberse enterado ahora”, ironiza.
Se refiere a una reciente medida que estipula que a partir del próximo 15 de octubre los estudiantes de tercero y cuarto años de Ingeniería Eléctrica, Mecánica, Automática, Química, Geología, Minas y Metalúrgica tendrán que trabajar en 44 entidades del Ministerio. El sector –diezmado por el éxodo migratorio y hacia empleos privados– se verá, en teoría, revitalizado por una fuerza laboral procedente de las universidades.
Con la medida saldrán beneficiadas 19 empresas eléctricas, siete mineras, 11 salineras, 11 entidades vinculadas con el petróleo y cinco con la producción de níquel. El proyecto será gestionado por Juan Ruiz Quintana, un dirigente formado en la antigua Unión Soviética y mano derecha del ministro Vicente de la O Levy para asuntos mineros.
Para la prensa oficial, la del ministerio es una “novedosa estrategia”; para Pitt, una medida tomada in extremis y cuyo impacto real en la industria es discutible.
El ministro tiene “miedo”, opina Pitt, a que el fracaso minero ponga a su oficina –ya bastante impopular por la crisis energética– entre la espada y la pared. “La situación al fin ha provocado que se le preste más atención a esta industria”, explica.
“Escasea la comida, pero también la forma de cocinarla por la falta de electricidad, gas y carbón. Escasean todas las variantes de combustible, desde el petróleo y sus derivados hasta la gasolina, el diésel, el queroseno y el gas natural. Hasta el asfalto está escaso. No hay un sistema eléctrico capaz y las viejas plantas ya han sobrepasado por muchos años su vida. Y no hay divisas. En el resto del mundo a eso se le llama pobreza”, resume.
A propósito del secretismo del régimen sobre sus negocios mineros, Pitt tiene una hipótesis: en la actual situación de crisis, el Gobierno no quiere que sus socios –como la canadiense Sherritt o la australiana Antilles Gold– se alarmen en exceso y, además, le preocupa que los contrastes (por ejemplo, los salarios) entre el sector minero y otras áreas económicas traiga discordias y polémicas. Sin embargo, “es cada vez más difícil para las autoridades mantener su silencio sobre las malas noticias económicas de Cuba”, argumenta.
De las 53 ofertas de inversión minera incluidas en la llamada Cartera de Oportunidades que ofrece el régimen a sus socios cada año, no se sabe todavía si alguien mordió el anzuelo. Tampoco se aceptó ninguna en 2023, si bien Antilles Gold –que atraviesa una crisis institucional– manifestó interés en seguir trabajando con la Isla.
El pasado 20 de septiembre, el precio de las acciones de Antilles Gold alcanzó el valor más bajo de su historia: 0,003 dólares australianos. Como una de sus tablas de salvación, la empresa está esperando la traducción de un informe en chino mandarín confeccionado por la compañía BGRIMM Technology. Esta empresa fue la que realizó investigaciones en los yacimientos de arsenopirita de la mina La Demajagua, ubicada en Isla de la Juventud, donde espera encontrar oro concentrado.
Los resultados sobre La Demajagua servirán para elaborar una propuesta al régimen para la explotación de la mina. Además, Antilles Gold pidió –aunque todavía no tiene el informe en la mano– a la Bolsa de Inversiones de Australia que esperara a conocer la información del reporte antes de seguir vendiendo acciones. Sin embargo, explica Pitt, la Bolsa ha seguido vendiendo y el precio continúa en picada. Incluso en el escenario más optimista, las minas de Antilles Gold en Cuba no empezarán a producir hasta 2025.
Sherritt, que tiene experiencia lidiando con las zozobras económicas de Cuba, tampoco atraviesa un buen momento. El valor de sus acciones ha bajado –ahora su precio es de 0,19 dólares canadienses– y, a pesar del llamado “canje de cobalto” con Cuba (la sobreexplotación de las minas de la Isla como pago por las deudas del régimen con Sherritt), no se recupera.
Tanto Sherritt como Antilles Gold tienen un problema grave a la hora de operar en Cuba: la crisis energética también afecta el buen funcionamiento de sus instalaciones y aunque los planes de ambas compañías se tracen en el extranjero bajo estrictos parámetros, poco se cumple en la Isla de lo que está sobre el papel.
Ni las Fuerzas Armadas ni su brazo económico –Gaesa– están a la altura del compromiso o el ritmo de trabajo que exigen Sherritt y Antilles Gold. En uno de los peores momentos para la historia de ambas empresas, la ineficiencia del régimen podría costar caro no solo a sus socios, sino al sector más valioso de la industria cubana.
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