Jorge Hernández Fonseca.- 16 de Julio de 2024.- La polarización extrema en el proceso electoral norteamericano, que acaba de desembocar en el atentado contra la vida del líder republicano, el ex presidente Donald Trump, se ha caracterizado por la manera doblemente excluyente de los argumentos de sus adversarios, al insistir sobre el "peligro democrático (dictatorial)" del candidato republicano, al tiempo que trata de materializar un "golpe blanco" contra su propio líder, al también intentar excluir a Joe Biden de la campaña argumentando sobre su edad y la biología de quien ya fue electo en primarias.
Profundizando en la argumentación de ambas campañas, se nota un énfasis marcado en aspectos culturales, más que políticos. El partido autodenominado "progresista", argumenta la necesidad de cambiar enfoques en áreas como la autorización radical del aborto en cualquier momento durante la gestación; la imposición social y legal de las relaciones homoafectivas entre personas del mismo sexo, atacando la institución de la familia tradicional de un hombre, una mujer y sus hijos; la eliminación de las religiones de la vida pública; la suplantación por parte del estado de la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos más pequeños, entre otros temas más culturales que políticos, convirtiendo esta elección en una guerra cultural, más que en un debate sobre economía o política doméstica e internacional.
Estados Unidos tiene bases culturales que se remontan a más de dos siglos de principios y postulados basados en el cristianismo por un lado y en la civilización occidental de filosofía greco romana por otro, desde donde provienen sus fundamentos filosóficos y sociales. De esta manera, la gran mayoría de los países de Europa comparten con Estados Unidos buena parte de su cultura de base cristiana y de filosofía greco romana, aunque, en general, se entiende que los Estados Unidos ha sido bastante más conservador que sus homólogos europeos.
Siendo así, el partido Republicano, depositario en Estados Unidos del espíritu conservador de sus padres fundadores, se resiente con los aires que provienen básicamente del marxismo cultural, que intenta introducir en bloque postulados asociados más que a la política, a las costumbres y procederes típicos norteamericanos, visando cambiar la filosofía general dominante, que probadamente ha demostrado su capacidad productiva, de desarrollo y de triunfo en la vida social organizada, como lo demuestra el ser el principal país líder del mundo libre, cuya cultura de emprendimiento es ejemplo en áreas como la alta tecnología, el cine, la TV, el periodismo, copiado por griegos y troyanos en todos los confines de la civilización actual.
Hay mucho de antinorteamericanismo entre los que tratan de imponer un cambio en la cultura y las costumbres norteamericanas, incluso como parte de un plan de base marxista para hacer morder el polvo de la derrota a Norteamérica, que en todos los confrontas políticos y militares ha salido vencedora y contra la cual se conjuran hoy las peores y más extremistas ideologías.
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