MASACRE EN ALTA MAR Por Elisa Arteaga La Hora de Cuba 13 de julio de 2024
Anet García
Escribo estas líneas de madrugada, justo a la hora en que hace treinta años zarpó el remolcador 13 de Marzo del puerto habanero, el 13 de julio de 1994. Supe de este hecho hace apenas cinco años, pero me marcó profundamente. En este punto muchos de los que me leen se estarán preguntando de qué hablo, porque aún millones de cubanos ignoran este episodio, una de las páginas más sangrientas y tenebrosas de nuestra historia reciente, y uno de los mayores crímenes de la dictadura.
El remolcador 13 de Marzo era una embarcación de la empresa de servicios marítimos que operaba en el puerto de La Habana. En lo más crudo del Período Especial y en medio de la crisis de los balseros, un grupo de trabajadores, liderados por el jefe de operaciones del propio puerto, y funcionario del Partido Comunista de Cuba, decidieron usar este barco para huir del país con sus familias.
Salieron rumbo a La Florida sobre las tres de la mañana. La embarcación era segura, la habían remodelado y probado para esos fines, pero las autoridades estaban advertidas y esperando. Aun así, se suponía que lo peor que podía pasar era ser detenidos y encarcelados. La persecución comenzó en la bahía de La Habana. Cerca de la boca de El Morro el 13 de Marzo fue atacado por dos remolcadores más modernos y mejor equipados que le dispararon con cañones de agua y trataron de acorralarlo a bandazos; sin embargo, logró escapar, cruzar la boca de la bahía y salir a alta mar.
En el 13 de Marzo iban 72 personas, la inmensa mayoría jóvenes y niños.
A la caza se unió un tercer remolcador y los ataques arreciaron, aun cuando las madres mostraron a sus niños en brazos y pidieron que se detuvieran, aun cuando apagaron los motores y entregaron el barco, a siete millas del litoral. En ese momento procedieron a asestar los golpes finales: uno de los tres remolcadores embistió al 13 de Marzo por la popa y la partió, luego impactó la proa y hundió la embarcación… Dentro, en los camarotes y el cuarto de máquinas, quedaron atrapados mujeres y niños.
La tragedia no concluyó ahí. Algunos murieron ahogados esperando el auxilio que no llegó, otros se aferraron a cadáveres, a pedazos de madera y una nevera flotante mientras luchaban contra el oleaje provocado por los remolcadores que seguían en la escena y se movían en círculos a gran velocidad creando remolinos.
Los sobrevivientes que han tenido el valor de alzar sus voces para denunciar la masacre, aseguran que así los mantuvieron hasta el amanecer, en que un barco mercante griego pasó cerca, en dirección a la bahía. Sólo entonces intervinieron las lanchas guardafronteras, que habían permanecido como espectadoras, y rescataron a los 31 sobrevivientes para conducirlos esposados al puesto de guardacostas de Jaimanitas y luego a Villa Marista.
Las víctimas mortales fueron 41, entre ellas 10 niños. Los restos del remolcador con sus cadáveres fueron abandonados en la escena para hacer más terrible el escarmiento y el dolor de las familias.
Y si alguno ha llegado al final de este texto y todavía le parece que falta la versión oficial, sólo le diré que el régimen se limitó a breves notas en los medios refiriéndose al hundimiento como un “accidente”, y a las víctimas como “elementos antisociales”. El Ministerio del Interior apenas dio información y Fidel Castro llamó a la tripulación “delincuentes inescrupulosos y violentos”, mientras que de los perpetradores alabó sus esfuerzos patrióticos y su actitud ejemplar.
Para las sobrevivientes de este crimen premeditado nunca ha habido justicia, sí vigilancia, amenazas y hostigamiento. Lo peor de esta historia es que empezó mucho antes y que continúa todavía. Cuba es un 13 de Marzo gigante que se hunde lentamente en el mar por la acción y la mirada impasible de otros cubanos.
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