El poder del 'no' Por Juan Antonio Blanco Diario de Cuba 29 de junio de 2024
El Tribunal Muncipal de Encrucijada, en Villa Clara. DIARIO DE CUBA
Todos los trabajadores del Tribunal Municipal de Encrucijada han pedido la baja: negarse a colaborar o a cometer un crimen es el primer paso de la liberación personal y colectiva.
En el Tribunal Municipal de Encrucijada, en Villa Clara, "el 100% de los trabajadores pidió la baja" desafiando amenazas de las instancias superiores del Tribunal Provincial. El Estado envió a esa corte municipal a otra represora, la presidenta del Tribunal Provincial, para "obligarles a callar y a asumir la carga de los trabajos que dejaba la secretaria saliente". Era el procedimiento usual: enviar un "comisario" que restalle el látigo para que todos obedezcan. Pero esta vez se enfrentaron a un fenómeno nuevo: una trabajadora reaccionó solicitando su baja y fue seguida por el 100% de los demás trabajadores incluyendo los porteros y custodios.
En ese tribunal de Encrucijada la exjueza Melody González Pedraza se mostró más interesada en cumplir órdenes y dispensar castigos draconianos que en administrar justicia frente a los acusados por las protestas del 11 de julio de 2021. Por esa razón se le negó su entrada a EEUU, pese a tener un parole, y actualmente espera un juicio de asilo detenida en una prisión de inmigrantes en Broward.
"Los otros" también pueden cambiar tu vida
La información sobre los abusos de la jueza había sido incluida por sus víctimas en la base de datos Represores Cubanos, de la Fundación para los Derechos en Cuba. Esa base de datos, creada en julio de 2016, ya alberga fichas de más de mil represores cubanos. González Pedraza acaba de descubrir que sus víctimas tienen poder para alterar sus proyectos de vida desde ahora. Sus colegas en Encrucijada parecen haber despertado a esa nueva realidad.
Negarse a obedecer una orden inmoral es un principio de los movimientos no violentos desde Mahatma Gandhi, en la India, hasta la negativa de Rosa Parks a ceder el asiento a un blanco en un bus de Montgomery, en EEUU.
Decir "no" es una afirmación de autonomía y dignidad personal. Cuando una persona decide no obedecer una orden que considera injusta o inmoral está ejerciendo su derecho a la autodeterminación y evitando ser cómplice de un abuso de poder.
Históricamente, el derecho a decir "no" ha sido central en movimientos de resistencia no violenta alrededor del mundo. Cuando una persona o un grupo rechaza obedecer una orden injusta, fuerzan a la sociedad a confrontar y cuestionar las bases morales y éticas de sus leyes y políticas. El poder de la negativa pacífica reside en su capacidad para revelar las contradicciones y la injusticia en el sistema establecido ante el resto del país y ante el mundo.
A través de la historia, este acto de negación ha sido una herramienta poderosa para el cambio social, mostrando que el coraje moral y la firmeza en los principios pueden desafiar e incluso cambiar las estructuras de poder más arraigadas.
Oportunismo irremediable
Negarse a colaborar o a cometer un crimen es el primer paso de la liberación personal y colectiva. Cuando el Movimiento Cubano de Militares Objetores de Conciencia (MOC) ha llamado a sus compañeros de armas a nunca obedecer la orden de disparar contra la población no solo está protegiendo las vidas de los ciudadanos, sino también la dignidad de esos soldados y su propio futuro.
La jueza de Encrucijada subvaloró la dignidad en favor del oportunismo mientras ejerció en Cuba. En su entrevista para DIARIO DE CUBA ha afirmado: "el Gobierno cubano manipula, controla, dirige y extorsiona al sistema judicial cubano a su antojo y según sus intereses, y quienes son parte de ese sistema lo saben y lo permiten porque no tienen más opción. La segunda es que dentro de Cuba no es posible hablar y seguir siendo juez profesional". Y sin el menor recato confiesa: "Decido hablar en este momento, porque ya no tengo qué perder, porque ya no tengo miedo. Mi único temor hoy es regresar a Cuba …"
La mejor respuesta a esa desfachatez es el agudo comentario dejado por la forista Ana J. Faya en este mismo diario: "A otros con ese cuento. Los que opinamos aquí hemos pasado por cualquier cantidad de circunstancias. Mantuvo ese cargo porque así lo decidió. Bien pudo renunciar bajo cualquier pretexto, entregar el carné del PCC, y vivir con un perfil bajo. No sería la primera ni la última persona en hacerlo en Cuba. Eso sí, hay que tener una entereza, de la que al parecer no dispone. Y hubiera tenido que enfrentar las consecuencias".
En otras palabras: la jueza bien pudo aprender a decir "no" como muchos ciudadanos que en estas seis décadas y media renunciaron a sus cargos, privilegios y carreras profesionales, no para salir del país, sino para "vivir en la verdad", único modo de vivir con dignidad en una sociedad totalitaria.
Ella prefirió vivir mejor que los demás a costa del sufrimiento ajeno y, cuando la crisis apretó y ya no le alcanzaban sus privilegios como verdugo, temió que sus víctimas explotaran de nuevo y todo se viniera abajo, por lo que buscó como reubicarse y reciclarse fuera de la Isla. Su distanciamiento no puede leerse como un acto de valor. Ella no es heredera de la honorable tradición de Federico Capdevila, sino una represora y oportunista.
El poder de los sin poder
Estamos en presencia del "poder de los sin poder" del que nos habló Václav Havel. Los grandes cambios muchas veces comienzan por una persona que ha decidido decir: "¡No, basta!". Lo ocurrido en el Tribunal Municipal de Encrucijada es trascendente. Refleja un cambio fundamental en las actitudes, incluso de aquellos ubicados dentro del aparato represivo del régimen. Y constituye un recordatorio a los opresores, dentro y fuera de los tribunales, de que no pueden asumir que la ciudadanía está compuesta de sumisos e inermes carneros. Los desharrapados también tienen poder.
La dignidad humana es muy difícil de extinguir. En ciertas circunstancias el poder de un "no" —sea individual o colectivo, ocurra en la calle, una institución, un cuartel o incluso un calabozo— es más viral que una pandemia.
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