Foto ; Terraza del Templo Gangaramaya
Querida Ofelia,
Llegamos a Colombo el 15 de abril de 2024 al Alba.
Félix José Hernández.- París, 13 de junio de 2024.- Comenzamos nuestro viaje con la espiritualidad budista de Colombo visitando el templo Kelaniya Raja Maha Vihara, muy cerca de la ciudad. Este santuario histórico, fundado hace 2500 años, es objeto de un culto ferviente y está decorado con grandes esculturas, que lo convierten en una etapa obligada y fascinante.
Todos los fieles estaban vestidos de blanco y llegaban familias con numerosos niños a orar a Buda. El monje que nos recibió nos bendijo con gotas de aceite en los cabellos.
Nuestra excursión continuó hacia el templo budista Asokaramaya, en el sur de Colombo. Casi insignificante desde el exterior, al entrar, fuimos recibidos por un festival de colores, con estatuas de Buda y espléndidos frescos perfectamente conservados que representan las diferentes etapas de la vida de Siddhartha Gautama.
Nos dirigimos al centro de Colombo para visitar el templo budista más grande de la ciudad: el Gangaramaya, que se encuentra a orillas del lago Beira y es el escenario de las festividades más extravagantes de Colombo con motivo del nacimiento del Vesak Poya, la iluminación y la muerte del Buda.
Compuesto por una serie de edificios imponentes, también alberga un museo fascinante y rico donde se conservan numerosas estatuas de Buda procedentes de todo el mundo: deidades hindúes, relojes y relojes antiguos, piezas holandesas y muchos otros objetos de antigüedades.
Almorzamos en el restaurante del lujosísimo Hotel The Kingsbury, con un buffet delicioso.
Continuamos con una visita panorámica a Colombo, capital de Sri Lanka, auténtica mezcla de todas las identidades que conviven en el país.
Hicimos algunas pausas fotográficas en el templo budista Seema Malakaya, en el pintoresco Independence Square y delante del monumento que conmemora a los caídos en las dos guerras mundiales.
Terminamos esta intensa excursión con un descanso de compras en Premadasa, una gran tienda de artesanías.
Esa noche terminé de leer una novela impactante “La fille qui s’échappa d’Auschwitz” de Ellie Medwood.
“Millones de personas cruzaron las puertas de Auschwitz, pero fue la primera mujer en escapar. Esta poderosa novela cuenta la historia real e inspiradora de Mala Zimetbaum, cuyo heroísmo nunca será olvidado y cuyo destino ha cambiado el curso de la historia... Nadie salía vivo de Auschwitz. Mala, número 19880, comprende que acaba de llegar al infierno en el momento en que baja del vagón de ganado en Auschwitz. Como intérprete de las SS, utiliza su posición para salvar tantas vidas como pudiera, haciendo pasar migas de pan a los otros detenidos. Edward, número 531, es un veterano del campo y prisionero político. Aunque se parece a todos, con la cabeza rapada y el uniforme rayado, es un luchador en la resistencia subterránea. Y tiene un plan de escape. Pero cuando se encuentran, la sombra oscura de Auschwitz se ilumina con un rayo de esperanza. Edward hace creer a Mala lo imposible. A pesar de estar rodeados por cables eléctricos, ametralladoras y proyectores, abandonarán este campo de la muerte. Se hace una promesa – se fugarán juntos o morirán juntos. La siguiente es una de las mayores historias de amor de la historia.” Se la recomiendo a todos.
Al salir del restaurante, después de cenar, nos cruzamos con una dama italiana de una elegancia extraordinaria: cada día con bellos vestidos largos hasta los tobillos diferentes, chales, joyas, siempre con gafas de sol, incluso de noche, flores en los largos cabellos caoba que caían sobre el hombro derecho. Le dije que era una dama fascinante, me extendió la mano para que la besara a poca distancia y me dijo que yo era un gentleman. A partir de esa noche, a cada vez que nos veíamosÁ me saludaba con una espléndida sonrisa.
Esta fue la última escala de este espectacular crucero, antes de que se viera obligado a cambiar de itinerario, pues a causa de los terroristas que atacan los barcos en el Mar Rojo, no podíamos cruzarlo para pasar por el Canal de Suez, así que nos vimos obligados a seguir hasta el Cabo de Buena Esperanza, bojeando a África para regresar al Mediterráneo por el Estrecho de Gibraltar. Lo cual alargó de dos semanas el viaje, pero Costa nos lo ofreció sin ningún gasto suplementario. Aunque los que desearon regresar a casa lo pudieron hacer por vuelos desde Singapur, además con indemnizaciones monetarias.
Esto nos permitió conocer tres ciudades de África del Sur, Namibia y Cabo Verde.
Un gran abrazo desde La Ciudad Luz,
marcelo.valdes@wanadoo.fr |