Raúl Castro 'El Cruel' y sus complejos Por ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES Diario de Cuba 6 de abril de 2024
Raúl Castro. EFE
'Raúl Castro actúa de manera cada vez más irresponsable y cruel. Quiere que el final del régimen que lleva su apellido tenga un final traumático, no civilizado.'
Raúl Castro actúa de manera cada vez más irresponsable y cruel. Quiere que el final del régimen que lleva su apellido sea traumático, no civilizado. Se niega a liberar la casi colapsada economía socialista. No le importa que los cubanos ya están pasando hambre, en vivo y en directo.
Y aflora aquí un detalle fundamental. Fue el propio Fidel Castro quien admitió que ese modelo "no funciona ni siquiera para nosotros". Se lo dijo en un desliz senil que tuvo al periodista Jeffrey Goldberg, de The Atlantic, en septiembre de 2010.
Al día siguiente, al darse cuenta de que había metido la pata, muy indignado insistió en que él no dijo eso, que se tergiversaron sus palabras. Y eso último es lo que cuenta para Castro II, que su hermano siguió plantado en el socialismo. Y se niega a acercarse siquiera a una economía de "mercado socialista" como la china, pues traicionaría a su hermano.
A Raúl incluso no parece importarle que los cubanos desean que sus restos sean colocados de una vez en el mausoleo de la Sierra Cristal para que se produzcan los cambios necesarios. Y digo que no le importa, porque de ese deseo nacional de que él salga de la escena política, vivo o muerto, Castro II está al tanto. Es mediocre, pero no bobo.
Complejo de inferioridad, mediocridad, crueldad, misantropía
Hay varios factores que explican el actuar de Castro II. Para empezar, todo indica que Raúl padece de complejo de inferioridad, que le viene básicamente del contraste entre su personalidad y la de Fidel. Y se da la simbiosis paradojal de que siente devoción por él, y a la vez lo atormenta la sorda envidia que siente de su "brillante" hermano.
Castro II parece estar consciente de su escasa inteligencia, falta de talento, de carisma, astucia y de facilidad de palabra para hipnotizar a las masas y hacerles ver que lo blanco es negro, como hacía Fidel, quien por desgracia para Cuba era inteligente, buen orador, culto y astuto. Y fue siempre el héroe, tutor y paradigma para Raúl desde que eran niños. Personificaba el ideal de persona que él hubiera querido ser. Por eso fue siempre su ayudante, guardián y perrito faldero.
Si Castro II desde 1959 fue el segundo al mando del régimen, y hoy el "número uno", se debe exclusivamente a su condición de hermano de Fidel. De no haber sido así, hoy a Raúl solo lo conocerían familiares y amigos.
De su menguada inteligencia un solo dato es ya suficiente: Raúl fue expulsado del Colegio de Belén porque no aprobaba las asignaturas. Fidel le comentó a su profesor de Literatura, el sacerdote jesuita español Armando Llorente: "Padre, yo sé que mi hermano es un desastre, que no vale para nada…", cuando el profesor le dijo que Raúl no aprobaba las asignaturas. Eso lo narró el padre Llorente en una entrevista realizada en 2006 en Miami.
Pero más allá de sus limitaciones, lo peor es que Castro II es un hombre cruel. Hay sobradas expresiones de ello, y cito solo dos muy ilustrativas.
La primera es la matanza de la Loma de San Juan. En enero de 1959, Castro II interrumpió un juicio en Santiago de Cuba contra 72 militares de Batista, y gritó al tribunal: "Si uno es culpable, los demás también lo son. Los condenamos a todos a ser fusilados".
Ya él había ordenado excavar una zanja de unos 40 metros de extensión en la Loma de San Juan (cerca del monumento donde se firmó el armisticio entre EEUU y España en 1898), y allí, de espaldas a la larga fosa, fueron acribillados los 72 prisioneros.
En el juicio interrumpido se daba por hecho que muchos acusados eran inocentes. Pero todos fueron ametrallados y lanzados a la zanja, algunos de ellos vivos, según el periodista Antonio Llano Montes, de la revista Carteles, quien al día siguiente vio la mano de uno de los fusilados, que enterrado vivo estuvo tratando de salir de allí.
Otra muestra de su afición sanguinaria es que en las fotos de ejecuciones de supuestos traidores en la Sierra Maestra quien aparece como verdugo es Raúl. Si bien el Che Guevara y Ramiro Valdés eran voluntarios para fusilar en las lomas orientales, era Castro II quien se hacía tomar fotos junto a los cadáveres de los ejecutados, tal y como hacían los nazis. Obviamente disfrutaba aquello. Y hoy sigue disfrutando de sus canalladas.
Castro II no es un megalómano, pero disfruta de su crueldad
Y hay en esto otro factor muy importante. Castro II no es un megalómano tipo Hitler o Mussolini, como el Fidel "iluminado", poseído por una egolatría y un narcisismo pocas veces visto en la historia mundial. Raúl no se percibe a sí mismo como el Zeus en el Olimpo rodeado de seres inferiores, y que todo lo que hace es perfecto, como sí se lo creía Fidel, como un semidios, infalible, superior a los demás mortales.
Mientras Castro I enajenado disfrutaba hablando horas ante grandes multitudes, y hasta cuatro horas y media sin parar en la ONU (récord impuesto en septiembre de 1960), su hermano está a años luz de poder hacer lo mismo. Carece de facilidad de palabra, de cultura suficiente, de capacidad histriónica y de carisma. Necesita que alguien le escriba sus discursos. Y aun así teme hablar en público.
Yendo al punto, Castro II es un hombre cruel a capela. No es un "elegido" como Castro I, quien estaba convencido de que todo lo que hacía era correcto y que el pueblo lo adoraba. Raúl tiene los pies puestos en la tierra. Comprende mejor que hace sufrir, y que el pueblo no lo quiere.
Otro detalle: tampoco es un hombre valiente. Sin precisar las fuentes, se dice que a fines de 1958 Ramiro Valdés, cuando combatía en Las Villas como segundo jefe de la columna guerrillera comandada por el Che, comentó: "Raúl es un pendejo".
Luego de este bosquejo de su personalidad no debe sorprender que ahora como número uno y no segundón de nadie, Raúl se realice actuando para convencerse a sí mismo de que es un tipo duro, seguro de sí mismo, más intransigente y capaz que sus subordinados. Y hace lo que mejor sabe hacer: causar daño a diestra y siniestra. Pero como no puede escapar de su mediocridad congénita, jamás toma grandes decisiones sin consultarlas con sus cúmbilas más cercanos.
Por cierto, el caso de Raúl es parecido al de Deng Xiaoping, aunque al revés. Deng, al retirarse de sus cargos oficiales, siguió siendo el "Líder Supremo" de China. Nada importante se decidía sin su aprobación, y hasta que murió a los 92 años (en 1997), con su consigna de "Enriquecerse es glorioso" insistió en la profundización de las reformas capitalistas en China.
Castro II, también supuestamente jubilado, con 92 años y "Líder Histórico de la Revolución", se niega a liberar la economía. Eso sí, Deng era tan criminal como su colega cubano.
En resumen, Castro II es personalmente el artífice de la tragedia que vive hoy el pueblo cubano. Y aunque presenta el deterioro físico propio de su edad, en él no se advierten hasta ahora síntomas de que esté decrépito.
Por supuesto, hay aquí otra cara de la moneda. No pocos generales y coroneles, sobre todo los de GAESA, están deseosos de desmontar el centralismo estatista de la economía y montar un tinglado capitalista al servicio de ellos, ante todo, algo así como una hibridación de los modelos de Rusia y de China, con componentes fascistas. Pero ese es un tema resbaloso que debe ser abordado en otro artículo.
Por ahora lo que cuenta es que el ¿general? comparte el cinismo filosófico-político de otro monarca absolutista como él, el rey Luis XV de Francia, con aquello de "Après moi le déluge" ("Después de mí, el diluvio").
En su lucha interna contra su mediocridad, y para neutralizarla, el dictador quiere pasar a la historia a lo grande, y no le importa si es como ¡Raúl El Cruel!
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