La voz en Suecia de los cubanos cívicos de intramuros y del exílio

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He estado pensando en la necesidad de soñar. / He estado pensando en las apuestas para el año nuevo. Por Alberto Reyes Pías en Facebook.

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He estado pensando… (LVII) He estado pensando en la necesidad de soñar
Por Alberto Reyes Pías en Facebook el 5 de enero de 2024

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 Hace unos años se realizó una investigación para responder a una pregunta: dado que un día los niños descubrirán que no son los Reyes Magos los que traen los regalos, ni existen las princesas encantadas, ni príncipes que cabalgan dragones… ¿hace bien a los niños contarles todas estas fantasías?, ¿no los estamos abocando a un derrumbe decepcionante?

 El estudio reveló lo siguiente: es verdad que un día los niños comprenderán que se les ha hecho crecer en un mundo de fantasía, y asumirán que todo era una ilusión, pero habrán aprendido a soñar, y soñar es el alimento de la esperanza, es el inicio de muchos caminos, es la raíz de la vida.

 El 2024 es la entrada para los cubanos en el año 65 de un camino que empezó con promesas de mejora y liberación y fue convirtiéndose poco a poco en un proceso de destrucción material y espiritual, en una búsqueda sistemática y planeada de disolución de los valores que hasta ese momento nos habían sostenido como pueblo: la fe, la familia, la verdad, la prosperidad que nace del esfuerzo y del trabajo honesto… El primero de enero del 59 no fue el triunfo de la democracia y la libertad, sino el inicio de una cárcel nacional, el surgir lento pero continuo de cadenas que, como plantas rastreras, fueron enredándose en nuestros tobillos y en nuestras gargantas, mientras nos costaba trabajo darnos cuenta de que a través de un discurso “de los humildes y para los humildes”, nos estaban maniatando y asfixiando.

 Hoy hemos despertado, pero todavía nos cuesta creer que es posible arrancar de nuestra piel la maleza que nos cubre, y cortar de raíz lo que nos ata, y sanear nuestra tierra. Vamos dando pasos: empezamos a hablar desde la verdad, nos enfrentamos a los discursos estúpidos, aquí y allá protestamos de mil formas…, sí, vamos caminando hacia la luz, hacia la libertad por la que un día luchamos como pueblo, la libertad real y no esta caricatura burda y ridícula de soberanía inexistente.

 Por eso, necesitamos soñar, a pesar de que crecimos en un mundo donde se intentó extirpar la fantasía, donde el horizonte se pobló de consignas y puños en alto, de histeria defensiva contra invasores imaginarios, de trabajos voluntarios, sábados de la defensa y ridículos refugios subterráneos. Necesitamos soñar en un país sin adoctrinamiento, en una sociedad capaz de producir y compartir riquezas, en una isla donde la gente pueda levantar sus manos a Dios, conservar abrazada a su familia y vivir sin el miedo a la verdad.

 Necesitamos soñar que la liberación es posible, aunque parezca imposible, y que el exilio interior en el que vivimos tiene caducidad. Necesitamos hacer nuestra la letra de una de las canciones más hermosas de El príncipe de Egipto, que canta la liberación del pueblo hebreo, y que dice:

 "Durante muchas noches rezamos, sin pruebas de que alguien nos pudiera escuchar. En nuestros corazones había una canción de esperanza que apenas entendíamos. Ahora ya no tenemos miedo, aunque sabemos que hay mucho que temer. Estábamos moviendo montañas mucho antes de que supiéramos que podíamos.

 Pueden suceder milagros, cuando crees. Aunque la esperanza es frágil, es difícil de matar. ¿Quién sabes cuántos milagros puedes lograr? Cuando crees, de algún modo lo harás".

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He estado pensando… (LVI) He estado pensando en las apuestas para el año nuevo
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or Alberto Reyes Pías en Facebook el 30 de diciembre de 2023

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Por muy difícil que sea la situación personal y social, es frecuente tener al menos un resquicio de esperanza en “algo mejor” cada vez que se inicia un año. El 2023 ha sido duro, con un in crescendo continuo no sólo en la dificultad de adquirir lo necesario para vivir sino en la cantidad de emigrados y el desespero por emigrar y en la apatía del gobierno, que cada vez ignora más el día a día de este pueblo mientras moviliza sus energía hacia el control y la represión.

 No tenemos ningún motivo evidente para pensar que en el 2024 los órganos de gobierno de este país harán algo para aliviar la situación agónica de la gente, y menos aún harán nada que conduzca a un cambio en la situación general de la isla que solucione el estancamiento social que padecemos.

 Desgraciadamente, nuestros gobernantes, o son ciegos, y no ven la realidad que los circunda; o son torpes, y ven, pero no entienden; o han permitido que entre en ellos la maldad, con lo cual, ven, entienden, son conscientes del sufrimiento de este pueblo, pero no les importa, y han elegido eternizarlo, asumiendo literalmente el esquema de esclavistas y esclavos.

 Estamos solos, esa es nuestra realidad. Nos tenemos a nosotros mismos y a Dios, al cual no podemos mirar como el botón mágico que puede cambiar las cosas. Dios trabaja en equipo: alienta, fortalece, ilumina, da esperanza, pero no suple nuestra parte. Además, no olvidemos que fuimos nosotros los que nos metimos en esto, fuimos nosotros los que le dimos la espalda y nos vendimos a los ídolos, pero no tiene sentido lamentarse ahora. Sólo nos queda pedir perdón, volver el rosto a Dios y aprender, para que esto no vuelta a repetirse.

 ¿A dónde mirar, pues, en este año nuevo que empezamos? ¿Dónde poner nuestra apuesta? En nosotros, en lo mejor de nosotros.
 Porque la escasez es omnipresente, pero eso no nos impide compartir y hacer causa común con el que tiene menos.

 Porque las personas que están importando bienes que necesitamos están asumiendo riesgos muy altos y tienen que pagar impuestos elevados, pero pueden elegir obtener una ganancia justa y no lucrar con las necesidades de sus propios hermanos.

 Porque cada uno de nosotros tiene ya bastante carga sobre sus hombros, pero podemos proponernos acompañar y tender la mano a aquellos que se han quedado solos, y a los que la ancianidad o la enfermedad han vuelto vulnerables.

 Porque si alguien alza la voz puede ser acosado y reprimido, pero podemos intentar no dejarlo solo, conscientes de que “se puede reprimir a una persona, en un lugar, en un momento, pero no se puede reprimir a todos, en todas partes, en todo momento”.

 Porque la fe es un don y una opción personal, pero podemos ayudar a otros a encontrarse con el Dios de la esperanza, con el Dios que fortalece nuestros pasos hacia la conquista de lo que hoy es horizonte.

 El cambio no empieza con una manifestación ni con una declaración pública. El cambio real empieza cuando el corazón decide dejar entrar el bien y el deseo de verdad y de justicia. El cambio real empieza cuando asumimos al otro como a un hermano, y tomamos la firme decisión de buscar para todos el bien y de no ser nunca cómplices del mal.

Que este 2024 saque lo mejor de nuestra alma.