Pedro Corzo.- El totalitarismo castrista, jamás descansa, no se toma vacaciones ni días feriados, menos, Navidad. Se nutre ávidamente de su odio a la libertad, de su afán por eliminar a Estados Unidos, razón por la cual, su servicio de inteligencia siempre estará dispuesto a destruir esta nación, mientras las fuerzas represivas al interior de la Isla no cejan en su empeño de aplastar a los opositores. En fin, el estado terrorista perfecto.
De ahí que no me haya sorprendido el descubrimiento de un nuevo topo castrista en las esferas del poder americano. Desgraciadamente debemos estar preparados para sujetos que, por invalidez moral, razones económicas o cualquiera otra deficiencia cerebral, sirven a regímenes contrarios a la dignidad humana.
El caso del embajador Víctor Manuel Rocha demuestra una vez más, lo eficiente que son los tramperos de la inteligencia castrista y lo confiado que son los funcionarios de este país que favorecen estrechar relaciones con el régimen cubano. El mejor aliado con que cuentan Rusia, China e Irán en el hemisferio.
No hay dudas que el castrismo sedujo públicamente a un numero importante de personas en el continente, algunos, admitieron su encantamiento, otros, aparentemente, lo mantuvieron In pectore como el acusado de espía Rocha y la inolvidable señora Ana Belén Montes, analista de la Agencia de Inteligencia para la Defensa, que confesó haber espiado para Cuba durante 16 años, resultando condenado a largos años de cárcel. En la Isla la hubieran fusilado.
Los que favorecen estrechar relaciones con el castrismo, estadounidenses y cubanos, en el mejor de los casos, tienen una pésima memoria, son grandes ignorante o hay algo más podridos en sus cerebros.
Los castristas conocen las interioridades de esta sociedad. Aun antes de llegar al poder, partidarios de Fidel Castro en el Movimiento 26 de Julio, constituyeron células en las ciudades más importantes de la Unión para apoyar a los insurgentes, ejercer influencia en los medios y la clase dirigente, particularmente en las universidades y sectores intelectuales, sus objetivos priorizados, gestión que siguen desarrollando a cabalidad y con eficiencia.
Estos sujetos se empecinan en pasar por alto que el presunto asesino de John F. Kennedy, Lee Harvey Oswald, dirigió un Comité Pro-Justo Trato para Cuba, que un alto funcionario de Inmigración, Mariano Faget, trasmitió información al gobierno de La Habana, que decenas de agentes castristas fueron expulsados de Naciones Unidas por espionaje y que la Red Avispa causo la muerte de cuatro jóvenes al ser derribadas las avionetas por un Mig castrista.
Otros casos que en su momento llamaron la atención, al parecer han sido olvidados. José Rafael Fernández Brenes, trabajó en TV Martí, a su regreso a Cuba declaró que su información había ayudado a interferir la señal de la emisora, los académicos Carlos Álvarez, doctor en Psicología y su esposa, la sicoterapeuta Elsa Prieto, fueron condenados por espiar a favor del régimen cubano. Según la inculpación Álvarez había espiado desde 1977 y su esposa desde 1982, olvidados, también, ha sido el matrimonio compuesto por Walter y Gwendolyn Myers, espiaron 30 años a favor del régimen cubano. Myers, trabajó por tres décadas en el Departamento de Estado, aceptó junto a su esposa, la responsabilidad de espiar para Cuba.
Los espías cubanos tienen mucha sangre en sus manos. Manuel Hevia Cosculluela publicó en Cuba el libro Pasaporte 11333, donde confiesa haberse infiltrado en la CIA y haber operado junto a Dan Mitrione en Uruguay, agente estadounidense asesinado por los Tupamaros, entrenados por el castrismo.
Se ignora cuanto habrá beneficiado al totalitarismo insular el embajador Víctor Manuel Rocha, no obstante, si es encontrado culpable debería ser sancionado con la mayor severidad por espiar a favor de una dictadura criminal y contra un país que le dio la oportunidad de servirle como embajador.
Es de suponer que el indiciado no sea el ultimo como no fue el primero, si aceptamos la declaración del teniente coronel Chris Simmons, contrainteligencia del Ejército de Estados Unidos, quien dijo en una oportunidad a The Miami Herald que entre 9 y 18 meses después del desmantelamiento de la Red Avispa, el número de agentes y oficiales de inteligencia cubanos en la Florida había regresado a los niveles anteriores a la captura de esa tristemente famosa red de espionaje.
El peligro existe y existirá mientras el totalitarismo castrista gobierne a Cuba.
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