(Parte III Final)- formación de los dirigentes de las empresas socialistas. Por Roberto L. Capote Castillo.
“La excelencia de un líder se mide por la capacidad para transformar los problemas en oportunidades” Peter Drucker
Roberto L. Capote Castillo.- La política de cuadros castro-comunista instituye que en las empresas se elijan los sustitutos y las reservas para cada cargo de dirección, pero esto es pura formalidad porque cuando se producen las vacantes de los directores la sustitución siempre se realiza por la “importación” de personal confiable y los sustitutos solamente ejercen temporalmente para cubrir vacaciones, enfermedades u otras ausencias. Estos suplentes (término que considero más apropiado), son los que reciben formación, asistiendo a cursos que no les interesan a los directores por considerarlos de poca utilidad para la solución de los problemas de las empresas.
La anterior situación es frecuente por la alta mortalidad y el bajo promedio de vida de los directores, es evidente de que no es superior a los cinco años. A continuación, deseo exponer dos casos acaecidos en empresas a las que asesoraba:
- En una el director es sustituido por disposición del Buró Provincial del Partido, de manera imprevista, asumiendo el cargo el subdirector que siempre lo había sustituido. Al cabo de un tiempo llaman a éste y le informan la designación de una nueva directora regresando él a sus acostumbradas funciones de suplente. El subdirector pregunta por qué no lo designaron pues lleva muchos años desempeñando ese cargo además de conocer bien la empresa. Le respondieron que todavía no reunía los requisitos para el cargo, de forma valiente este directivo dijo: “si no tengo condiciones para ser director no las debo tener para ser su sustituto temporal ni tampoco subdirector”, presentando su renuncia. Lo felicité por su valiente actitud y lo razonable de su actuación.
La nueva directora quedará en la historia de esa organización como la persona más incompetente que haya ocupado dicho cargo, lo cual se hizo más evidente por la falta del aludido subdirector. Luego de otro período de confusión y desorganización, la dirigente fue sustituida designándose otro director que recibió una “tierra arrasada”. Después no tuve más noticias de lo acontecido, pero continuó siendo una empresa malograda.
Otro acontecimiento que demuestra las subjetividades esgrimidas en la designación de un director lo presencié en otra empresa. Por motivos de la sanción del delegado del ministro de un organismo de la provincia designan como su sustituto al director, lo cual fue una gran sorpresa pues en mis interacciones con esta persona me habían demostrado que carecía de los conocimientos y las habilidades requeridas para dirigir en los tiempos actuales. Este dirigente se sentía empoderado por los años que llevaba como director y además gozar de la confianza del primer secretario del partido comunista de la provincia.
Al ocupar el cargo no fue bien recibido por los trabajadores y dirigentes de la delegación ni por la mayoría de los directores de las empresas que se le subordinaban porque entendían que había un subdelegado más joven, quien generalmente actuaba de sustituto, con la experiencia, empatía y requisitos para el cargo. Sin embargo, el partido le había planteado a esta persona que no lo designaba por carecer de las competencias para desempeñarse como delegado. En poco tiempo el nuevo dirigente “enfermó”, según mi criterio comprendió su incapacidad para el cargo, y fue restituido a su anterior puesto de director ocasionando nuevamente la vacante. Ante la imprevista situación no quedó más remedio que designar como delegado al que había sido valorado como “insuficiente”, sin embargo, pasado un tiempo el nuevo delegado fue promovido a vice ministro del organismo en la capital. Este hecho muestra que la anterior designación había estado basada en la simpatía y confianza política en lugar de las competencias y formación.
Los casos anteriores muestran que la política de formación de los cuadros tampoco se cumple mediante el desarrollo de carreras de la gestión de los recursos humanos, transitando por diferentes cargos hasta alcanzar los máximos niveles de dirección según el perfeccionamiento de sus competencias. La capacitación de manera general tampoco cumple este cometido pues es una actividad desorganizada, dedicándosele pocos recursos en las empresas.
Para los dictadores comunistas los empresarios son parte de su maquinaria productiva basada fundamentalmente en la burocracia creada para la planificación centralizada de la economía. En mi reciente visita a Chile visité el Palacio de la Moneda y en la plaza existe un monumento de Salvador Allende, que destruyó la economía del país en tres años. Recordé una entrevista en la que el presidente con mucho orgullo expresaba, no textualmente, que luego de la estatización de las áreas «claves» de la economía, la nacionalización de la gran minería del cobre, la aceleración de la reforma agraria y el congelamiento de los precios de las mercancías: “Nuestros nuevos empresarios no tienen que preocuparse pues les diremos centralizadamente lo que tienen que producir, las cantidades, los precios, la calidad, etcétera, sin preocuparse de la competencia”.
Las gobernantes y dirigentes del partido, que son en primera instancia quienes dirigen las empresas, no reconocen el impacto que tiene la formación de los dirigentes empresariales en la realización económica o en el aumento de la productividad de sus organizaciones, creen que esto es un mito. Asumen que una “correcta planificación de la economía nacional”, así como la territorial y el quehacer “revolucionario” de los empresarios y trabajadores todo lo resuelve. ¿Son imbéciles, cretinos o estúpidos?
Vale la pena recordar lo expresado al respecto por Umberto Eco: “El Imbécil, El Cretino y El Estúpido”: “En uno de mis libros hacía yo una distinción entre el imbécil, el cretino y el estúpido. El cretino no nos interesa porque es un individuo que en lugar de llevarse la cuchara a la boca se la lleva a la frente; no nos interesa porque es aquel sujeto que no entiende lo que le estás diciendo. Su caso es sencillo. Por el contrario, la imbecilidad es una cualidad social y, en lo que a mí respecta, también puedes llamarla de otro modo, dado que para algunos "estúpido" e "imbécil" son términos que se refieren a la misma cosa. El imbécil es aquel que siempre, llegado el momento, se le ocurrirá decir exactamente lo que no debería decir. Es el autor de metidas de pata involuntarias. Por el contrario, el estúpido es diferente; su déficit no es social sino lógico. A primera vista, tal parece que razona de una manera correcta; y resulta muy difícil darse cuenta, de inmediato, que esto no es así. Por eso es peligroso. (...) ”. Hay muchos estúpidos dirigiendo el país y la economía, lo que con discursos virulentos se trasmite hasta las empresas.
En visita que realicé a Jamaica, invitado por una cadena hotelera, compruebo que teniendo alrededor de quince hoteles el presupuesto para la formación de sus trabajadores y dirigentes superaba al del Ministerio de Turismo cubano.
Entre las acciones programadas se incluía el adiestramiento anualmente de los subgerentes, sustitutos de los gerentes, en la cadena hotelera extranjera que solicitaran. Sin embargo, en Cuba esta preparación se realiza mediante las escuelas de Formatur (formación profesional para el turismo), por carencia de recursos financieros. La situación de la formación de los dirigentes del turismo y de las empresas en general ha empeorado. Luego de la Tarea Ordenamiento la falta de todo tipo de recursos, la inflación, etcétera, ha inducido una caída del turismo que se ha hecho visible por la baja ocupación hotelera en la actualidad.
Complejo turistico de Jamaica.
La cúpula castro-comunista, solamente aprecia el aumento de la productividad de las empresas con un sentido muscular. Con esta visión el éxito de un director se mide por las horas que permanece en su empresa, mientras mayor sea el tiempo dedicado, más heroico y revolucionario es su desempeño, aunque su esfuerzo no se refleje en los resultados económicos de la organización que dirige. Según expone en su libro “La trampa del tiempo” Alec Mackenzie esto se convierte en una especie de Ley de Parkison invertida:
“…la elección de extender el tiempo disponible (lo exija o no la tarea), y no la extensión de la tarea para llenar el tiempo”. Además, expresa:
«Los ejecutivos que dedican consistentemente más de 45 a 55 horas semanarias a su trabajo, se encuentran en serio peligro de alterar su eficiencia. Varios estudios han determinado que la productividad declina rápidamente después de ocho horas de trabajo. Las largas horas de trabajo también animan a los ejecutivos a adoptar la actitud de que no existen grandes presiones para terminar las cosas porque “siempre nos queda la noche»
El exceso de reuniones, la ineficiencia, la baja productividad y los pobres resultados productivos no son atribuidos a la deficiente formación de los dirigentes empresariales, sino que se apela a múltiples causas exógenas para su justificación como el manido “bloqueo imperialista”. Existen asignaturas, del currículo mínimo de conocimientos necesarios, en las que los dirigentes empresariales se pueden considerar verdaderos neófitos, por ejemplo, la calidad, marketing, comunicación, motivación, liderazgo, estrategia, negociación, técnicas de dirección y los fundamentos de las diferentes escuelas de dirección reconocidas. Esta situación contrasta con la atención cada vez más priorizada que actualmente recibe la formación de los gerentes en otros lugares del mundo.
Hablarle a cualquier dirigente del sistema empresarial cubano de planeación estratégica, estrategia dominante o mencionarle otros temas del pensamiento estratégico causa que lo miren a uno como “si anduviera por las nubes”. El dominio de estos temas y los comportamientos a seguir ante situaciones semejantes, ayudaría a la solución de los problemas confrontados en su diario desempeño, aún en el irracional socialismo actual.
Sería tedioso para el lector demostrarle cuan equivocada es la política de formación de los cuadros aplicada en el sistema empresarial castro-comunista. Para concluir el tema utilizaré una última sentencia de Peter Drucker, que a pesar de los años transcurridos tiene plena vigencia sobre el tema:
“...Ninguna cantidad de actividades de preparación de gerentes dará resultados en una organización que se concentra en las debilidades y teme la fuerza, o en una que desprecia la integridad y el carácter al elegir hombres para nombramientos gerenciales. Ninguna actividad logrará preparar gerentes para mañana en una organización funcionalmente centralizada; lo más que puede producir son los especialistas de mañana”.
El anterior enunciado ha sido validado en el sistema empresarial. Los gobernantes, dirigentes del partido y de las empresas están continuamente concentrándose en las debilidades y obviando las fortalezas de sus colaboradores. Las fortalezas son vistas a manera de amenazas y la integridad que se exige es la “integridad revolucionaria”, a la cual me he referido. Este comportamiento se trasmite a toda la organización con sus negativas implicaciones.
En cuanto a que la centralización nunca preparará a los gerentes del futuro sino los especialistas del mañana también han sido demostrados. En las frecuentes purgas que se llevan a cabo entre los directores empresariales, algunos al abandonar su cargo de dirección se han desempeñado exitosamente en puestos de trabajo relacionados con sus titulaciones universitarias, de lo anterior además soy testigo personal pues después de una destitución injustificada de mi cargo como jefe técnico en una de las delegaciones del entonces Comité Estatal de Normalización, me dediqué a la investigación y luego a la consultoría logrando resultados positivos.
La descentralización en las empresas es un importante medio para la formación de los gerentes, pero esta forma de desarrollo es imposible en el contexto cubano por la excesiva centralización de toda la economía, la sociedad y el férreo control del gobierno y partido en las labores de las empresas.
Actualmente la cúpula castro-comunista ha implementado regulaciones para la descentralización económica en las provincias y municipios, pero todo se ha transformado en programas, medidas y la palabrería doctoral de moda promovida por el presidente designado tales como matriz, actores económicos, encadenamiento, innovación, etcétera. Pero como se quejó el presidente del parlamento cubano Esteban Lazo, en la recién finalizada reunión de este simbólico organismo, al expresar: ¿Dónde están los resultados?
