“La fuerza real de una economía moderna es una masa crítica de gente instruida. Los fundamentos del desarrollo económico son la educación y la competencia, más que la inversión del capital.” Peter Drucker.
Roberto L. Capote Castillo.- Continúo con el análisis de las cinco necesidades específicas que deben ser satisfechas para que un profesional sea un integrante efectivo y productivo de la empresa:
- 4) Su tarea debe ser la de un profesional.
En el análisis de las anteriores necesidades se han destacado varios aspectos que podemos resumir diciendo que los profesionales graduados por la Revolución generalmente son obligados por ley a ocupar puestos no deseados, excepto los “hijos de papá”, no quedándoles claro cuál es su contribución a la empresa u organización donde son ubicados. Tampoco tienen oportunidades de ascender como profesional y carecen de incentivos financieros para su mejor desempeño. Con los precedentes anteriores no siempre la tarea asignada es la correspondiente a un empleado profesional.
Al profesional, por lo general, no se le asigna la labor adecuada y tampoco se le ubica correctamente, para si lo decide, dedicar su vida laboral a esa actividad. La realidad es que espera a cumplir el servicio social, de obligatorio cumplimiento, para buscar, si la encuentra, la tarea que le permita desarrollarse como tal. Prefiero que sea Drucker quien explique la mejor forma de satisfacer esta necesidad a los empleados profesionales:
“Para hacer que la tarea del empleado profesional sea verdaderamente la de un profesional, se necesitan dos cosas. En primer lugar, no se lo debe “supervisar”. Necesita normas de desempeño rigurosas y metas elevadas. Se le debe exigir mucho, y un desempeño pobre o mediocre no debe aceptarse ni condonarse. Pero la manera de la cual hace su trabajo debe ser siempre su responsabilidad y su decisión…”
Los gobernantes y dirigentes empresariales suponen que el control es la base de un buen desempeño, de ahí que la mayor preocupación de los dirigentes, es tener un control absoluto de sus subordinados (no colaboradores), independientemente de la eficacia y eficiencia de su trabajo. A lo anterior se añade que, en la generalidad de los casos, los directivos que dirigen a los empleados profesionales no poseen la adecuada competencia técnica y por tanto sus empleados no reconocen su autoridad ni le merecen el debido respeto. Esto induce un desempeño pobre o mediocre que no debe aceptarse ni condonarse.
En la empresa socialista, la productividad del empleado profesional no es una preocupación y tampoco existen directivas claras sobre su importancia y medición, sin embargo, en la época actual, esto tiene una relevancia extraordinaria, al respecto expongo la sugerencia de Drucker ante esta problemática al preguntársele: ¿cómo medimos la productividad de los trabajadores del conocimiento? respondió lo siguiente:
“Principalmente, comparando su contribución prevista con la real. Por eso hay que empezar “exigiendo” –y digo “exigiendo”, no debemos ser permisivos—al trabajador del conocimiento, a cada uno de ellos, que reflexionen, cada año, o cada dos años, y se pregunten “¿de qué cosas debe la empresa hacerme responsable? ¿para qué me pagan? ¿qué resultados debo aportar?” Y con frecuencia puede tratarse de aspectos intangibles; no es lo que uno hace, sino lo que ayuda a hacer a otros. Y a partir de aquí se evalúa, cada cierto tiempo --y no cada dos o tres años, sino más bien cada año—lo que cada uno ha conseguido.”
Existía una ley del Ministerio del Trabajo que establecía la evaluación del personal técnico anualmente cuyo resultado definía si el profesional podía transitar de un nivel salarial a otro (solamente había dos escalas), pero era tan ínfimo el aumento que no estimulaba a mejorar el desempeño. Además, cuando el profesional alcanzaba la máxima retribución no mejoraba su salario, aunque obtuviera la mejor calificación en el futuro. Con la Tarea Ordenamiento la situación ha empeorado por la inflación galopante desatada que ha desvalorizado por completo el peso cubano. La economía está en peligro de enfrentar una “estanflación”. Sobre la base de lo anterior se puede concluir que no se logra la satisfacción de esta necesidad con el profesional.
- 5) Necesita reconocimiento profesional tanto dentro de la empresa como en la comunidad.
Según Peter Drucker:
“..., el profesional necesita reconocimiento como tal tanto dentro como fuera de la empresa. Los hombres mayores distinguidos necesitan puestos de prestigio dentro de la empresa que simbolicen claramente el valor que la compañía atribuye a la contribución del profesional. Los más jóvenes necesitan oportunidades de participar en el trabajo de sociedades profesionales y cultas, dedicar parte de su tiempo a enseñar en la universidad o en la escuela profesional, continuar trabajando tanto en su propia educación como en el progreso de su arte…”
No se puede decir que en la sociedad cubana los profesionales han sido reconocidos por su trabajo, tanto dentro como fuera, con más exactitud se puede expresar que hubo períodos en los que fueron menos discriminados. En los años ochenta, por el poder adquisitivo del dinero, este personal recibía un salario que le permitía vivir según los estándares de vida del país, pero aún en esos tiempos algunas empresas tenían sistemas salariales vinculando el trabajo con el salario, con un sentido muscular, que permitía mayores salarios a los obreros disfrutando de niveles de vida superiores a los profesionales de cualquier especialidad. Además, existían los denominados “Macetas” (epíteto asignado a los nuevos ricos), por ejercer como choferes particulares de camiones o coches, carniceros, administradores de tiendas, contrabandistas, corruptos, etcétera.
La categoría senior existente en otros países, generalmente ocupada por los profesionales más experimentados, nunca ha sido creada por el sistema empresarial ni tampoco alguna sustituta que permita el reconocimiento. En la década de los años setenta y parte de los ochenta, en algunas empresas los profesionales, se beneficiaron con la asignación del derecho a comprar autos y entrega de apartamentos. Luego esta concesión se reorientó hacia los obreros, dirigentes, médicos o los internacionalistas. Una buena parte de estos beneficiados en el “periodo especial” se vieron obligados a vender los coches de forma ilícita a los “Macetas”, que los convirtieron en “limusinas” para ostentar su status social.
Las asociaciones profesionales existentes han sido colmadas por los preceptos ideológicos, supeditando el otorgamiento de cualquier distinción a la demostrada filiación política del candidato. No siempre el talento y las convicciones políticas van de la mano, estas actuaciones dejan fuera de reconocimiento a una buena parte de profesionales, a pesar de tener exitosas trayectorias, con significativos aportes en su especialidad. El cubano caracterizado por su jovialidad inventó el siguiente chiste para ilustrar la situación del poco reconocimiento a los profesionales:
“Un joven matrimonio de profesionales asiste a una fiesta y al llegar ambos se separan haciendo grupo con sus amistades. Transcurrido un tiempo se acerca una amiga a la joven esposa y alegremente la felicita pues se acaba de enterar que su esposo está trabajando como barman del hotel Habana Libre. Asombrada la aludida le responde: ¡No hija!, no le hagas caso, él es un simple ingeniero, pero cuando se pasa de tragos le dan ínfulas de grandeza”.
Triste moraleja la del chiste anterior pero expresa de forma sintética el fracaso de la política castro-comunista hacia los profesionales en la economía socialista. No perciben la relación entre la realización económica de las empresas y el desempeño de sus profesionales. Los gobernantes reconocen a los deportistas por sus resultados en competiciones internacionales, por su repercusión política. En dependencia del título obtenido recibían diferentes premios, por ejemplo, autos, casas, etcétera. Estos estímulos han bajado de categoría por la quiebra actual de la economía. Por esta razón actualmente hay una estampida de deportistas hacia otros países.
Después de los análisis anteriores se puede concluir que en la empresa socialista cubana no se han satisfecho ninguna de las necesidades del empleado profesional identificadas por Drucker. De esto se deriva su insatisfacción, desmotivación y apatía. Esto ha ocasionado que a pesar de la numerosa cantidad de profesionales trabajando en las empresas, su desempeño no tenga ningún impacto positivo en la realización económica de las organizaciones donde trabajan.
“El trabajador del conocimiento, también supondrá nuevos retos a las empresas en el Siglo XXI.
De un lado, el trabajador del conocimiento tiene una preparación, un saber, muchas veces superiores al de sus mandos. Así, sus motivaciones ya no son puramente económicas. Uno de los retos que se planteará será elegir adecuadamente los trabajadores, atraer talentos, motivarlos y mantenerlos productivos. La única ventaja competitiva de los países desarrollados es la oferta de gente preparada, entrenada y educada para el trabajo basado en el conocimiento.
Si el socialismo cubano ha sido incapaz de atender al empleado profesional de acuerdo a las cinco necesidades analizadas en estos artículos en el siglo XX, mucho menos logrará enfrentar los retos de los trabajadores del conocimiento en el siglo XXI. Por todo lo descrito en los artículos sobre este tema y otras razones, no menos importantes, continuará el éxodo de los profesionales que se suponía serían el paradigma del “Hombre nuevo”. Otro de los grandes fracasos del castro-comunismo que utilizan “el robo de cerebros” como cortina de humo.
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