Hilda Saladrigas contra la libertad de expresión en Cuba Por Marlene Azor Hernández Cubanet 12 de abril de 2023
 Hilda Saladrigas/Voceros del régimen cubano debaten el anteproyecto de Ley de Comunicaicón Social en la Escuela del Partido de Villa Clara, en noviembre de 2022 (Fotos: Granma/Cubaperiodistas)
En su edición del pasado 7 de abril, el periódico Granma publicó un artículo de la académica Hilda Saladrigas Medina, quien, según Ecured, es la decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. En dicho texto, la investigadora defiende la nueva Ley de Comunicación Social, militarista y dictatorial, cuya aprobación por el Parlamento ha sido pospuesta.
Saladrigas justifica dicha ley con “la guerra de cuarta generación”, una interpretación inventada por la dictadura cubana, que traslada al plano de la comunicación una doctrina militar de defensa. Para la académica, la comunicación es una “guerra anticapitalista” y hay que militarizarla para evitar la libertad de expresión y la dispersión de opiniones; una falta de respeto a la inteligencia ciudadana.
¿Qué es una “guerra de cuarta generación”?
Según la doctrina militar, una guerra de cuarta generación consistiría en lo siguiente: “Al basarse la generación anterior en la superioridad tecnológica llega a surgir un gran poder de ataque militar. La única forma sensata de intentar enfrentarlo es el uso de fuerzas irregulares ocultas que ataquen sorpresivamente al enemigo, tratando de provocar su derrota al desestabilizar a su rival, es decir, con el uso de tácticas no convencionales de combate. En estas tácticas, las grandes batallas desaparecen casi por completo, solo sucediendo cuando la fuerza irregular se atrinchera en un centro urbano y la fuerza regular impide su escape, produciéndose una batalla urbana, como en el caso de Faluya (lo que aumenta el daño a civiles). En esta etapa el ataque a civiles es esencial para ambas partes, el enemigo más débil ataca a los civiles para negarle apoyo y debilitar la posición del rival. Para el más fuerte, el buscar al enemigo oculto implica encontrar y acabar de cualquier manera con él, sin importar el coste de vida civiles”.
Así, Hilda Saladrigas clasifica como “enemigos ocultos” a todos los que queremos la libertad de Cuba, un Estado de derecho y respeto a las garantías civiles. Con toda intención, oculta el estallido social masivo y espontáneo de julio de 2021 en más de sesenta localidades del territorio nacional, y los 1.067 presos políticos por manifestarse pacíficamente, exigir libertad y criticar al fallido Estado cubano.
También invisibiliza la represión continua de las libertades fundamentales de expresión, manifestación pacífica, asociación y prensa que, de manera impune, ejerce la dictadura.
¿Cuáles son los referentes de Hilda Saladrigas Medina?
Según sus palabras, los dictadores Fidel Castro, Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel son ejemplos de virtud comunicacional. Tales son los referentes teóricos y prácticos de la investigadora.
En su retórica, Saladrigas ficcionaliza una democracia popular inexistente en Cuba, respalda el secuestro de los medios de difusión nacionales desde 1959 y las sucesivas purgas contra artistas e intelectuales cubanos. Alaba el sistema electoral estalinista y, con la verborrea ininteligible de los peones pagados por la dictadura, oculta la mordaza a las Ciencias Sociales y al Periodismo desde hace seis décadas, así como las consecuencias para los cientos de miles de cubanos violentados por el totalitarismo.
¿Qué hacer con esta izquierda colonial que pisotea nuestros derechos?
Debemos desmontar las mentiras de académicos procastristas y visibilizar la realidad cubana frente al discurso oficial falso. El daño cívico provocado por el discurso de Saladrigas incluye facilitar más represión a nivel nacional, pero también trasciende las fronteras de la Isla.
Los académicos que respaldan al régimen alimentan ficciones y mentiras sobre Cuba en todos los foros internacionales. Embrutecen y coaccionan a los estudiantes de la educación superior, apoyan la represión contra los discrepantes dentro y fuera de las universidades, y obstaculizan el saneamiento y la recuperación de una sociedad enferma por tantos años de totalitarismo, ajeno a la praxis política de la República aniquilada en 1959.
El discurso de Saladrigas es falso en su contenido y contexto, en sus argumentos y propuestas. La comunicación es un proceso entre dos partes consensuadas en igualdad de condiciones. Sin embargo, la decana de la Facultad de Comunicación de la UH entiende dicho proceso como órdenes que emanan del Estado y deben ser acatadas por ciudadanos sumisos, adoctrinados para ejecutar los mandatos de un poder despótico y centralizado.
Saladrigas traiciona los fundamentos de su profesión con el objetivo de ideologizar las ciencias sociales, la cultura y el deporte, vaciarlos de su contenido popular y mantener una policía del pensamiento, como la descrita por George Orwell en su novela 1984. Por ello ostenta un importante cargo público, al servicio de la dictadura.
La “Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública”, mucho más vital para la sociedad cubana que la Ley de Comunicación Social, aparecía en el cronograma oficial del Parlamento para aprobarse en julio de 2021, pero sigue pospuesta.
Saladrigas tiene todo el derecho a ser anticapitalista y de izquierda. Lo que no puede es arrogarse la potestad de pisotear los derechos universales de los cubanos, ni falsear la realidad desde una posición de poder.
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