EL FRACASO DE UN PARADIGMA. EL SOCIALISMO DESDE LA PERSPECTIVA MARTIANA. Segunda parte. Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
“Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo”. José Martí.
Imagen Arriba: Busto de José Martí en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna,
Patrimonio de la Humanidad, Tenerife. Islas Canarias. (Foto del autor)
Doctor Alberto Roteta Dorado.-José Martí dedicó ensayos extraordinarios ante la muerte de figuras como: Ralph Waldo Emerson, Carlos Darwin y Henry Ward Beecher, o por la excomunión del padre Mc Glynn, sin embargo, cuando muere Marx solo dedica unas breves cuartillas, aunque tiene frases de elogio para Marx dignas de ser recordadas siempre. Lo llamó “el héroe del mundo del trabajo”, y pudo vislumbrar la esencia de su mensaje cuando escribió: “no fue sólo movedor titánico de las cóleras de los trabajadores europeos, sino veedor profundo en la razón de las miserias humanas, y en los destinos de los hombres, y hombre comido del ansia de hacer bien. El veía en todo lo que en sí propio llevaba: rebeldía, camino a lo alto, lucha”.* La siguiente frase no prueba en modo alguno que hubiera estudiado con profundidad las doctrinas marxistas; pero si, que las conocía; aunque no se pronunciara en su defensa: “Estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos”. **
Los movimientos socialistas progresaban en Europa y América, hubo intentos de comunidades con características similares a lo que se pensó que pudiera ser el socialismo. Martí tuvo referencias de dichos movimientos, resulta inadmisible que un hombre de su tiempo, con intereses culturales, políticos, sociales y científicos, pudiera estar ajeno a lo que ocurría en este sentido en el mundo. Que no fue un estudioso y admirador de las doctrinas marxistas, es cierto; pero desconocedor del socialismo es inadmisible. La cita que analizamos en la primera parte de este trabajo, publicada recientemente, que trata la idea de Cabet, de Alcott y los Jóvenes Hegelianos, es de su decimoctavo cuaderno de apuntes, y corresponde a las anotaciones que hiciera en 1894, un Martí en plena madurez con visiones y conceptos filosóficos precisos.
Aunque los comunistas cubanos hubieran querido que el símbolo de la nación fuera un socialista, han de admitir que no lo fue. Tratar de justificar su indiferencia por dicha doctrina a través de análisis de circunstancias diferentes entre Europa y la América del siglo diecinueve, es absurdo. La idea del posible desconocimiento de las enseñanzas socialistas y marxistas queda descartada. El hombre continental jamás profesó ideas afines a las doctrinas socialistas. El hecho de estar del lado de los pobres y de haber organizado la gesta independentista cubana del final del diecinueve no les da derecho a asociarlo a los socialistas, ni siquiera a los nobles y tolerantes utópicos despreciados por Marx.
En su ensayo “Martí en su Tercer Mundo”, el Dr. Roberto Fernández Retamar, conocido poeta y ensayista cubano, intenta justificar la no afiliación de José Martí al socialismo. Su juicio, desde su visión, y partiendo siempre de su compromiso social con el llamado proceso revolucionario cubano, no deja de ser interesante y hasta en cierta medida coherente en su necesidad de defender una hipótesis; la cual, en mi opinión –que coincide con la de muchos– es insostenible. Su premeditada defensa resulta ser una justificación que pretende perpetuar la imagen martiana de un ser ejemplar, a pesar de no haber sido el hombre socialista que han querido mostrar los impulsores de esta tendencia en Cuba, encabezados por su líder, quien le asociara a ciertos hechos con los que, como es lógico, nada tuvo que ver el cubano extraordinario.
Retamar trata de explicar la postura de Martí a partir de un posible desconocimiento del héroe cubano de las doctrinas proclamadas por Marx, así como su entrega absoluta a la gesta independentista cubana del fin del diecinueve, lo que según él, al parecer le dejó muy poco tiempo para poder abarcar ciertos aspectos del ámbito internacional, siendo esta última opinión muy errada, pues como todos sabéis, el héroe cubano, inexplicablemente encontró tiempo para todo. Se sabe por el testimonio de sus obras que estuvo al tanto de todo lo que acontecía a su alrededor, tanto en el ámbito científico, artístico, literario, político y educacional.
En otro de sus escritos, del texto “Introducción a José Martí”, Retamar explica: “No deja de ser curioso que en ninguna de las veces en que lo nombre (…) mencione ningún texto concreto de Marx, ni muestre familiaridad suficiente con su obra. Y no deja de ser curioso, porque es bastante improbable que Martí, voraz lector, (…) no hubiera leído, al menos, los trabajos que su propio editor y amigo, Dana, había publicado, solo unos años antes, en su periódico y en su enciclopedia, de aquel otro amigo del norteamericano. Especialmente, si tenemos en cuenta que algunos de estos trabajos publicados abordaban problemas de las colonias, que tanto interesaron a Martí, e incluso problemas latinoamericanos, de los que el cubano llegó a tener una caudalosa información, y que constituyeron su preocupación histórica cardinal. No es pues arriesgado conjeturar que Martí no solo elogió a Marx, sino que lo leyó; al menos, que leyó algunos de sus textos laterales.(…) Lo que parece igualmente seguro es que Martí no distinguió la especificidad del pensamiento de Marx, aquello que lo diferenció radicalmente de otros socialistas con los que Martí dejaba mezclado su nombre”.
Todos sabemos que José Martí no profesó el socialismo, contrariamente a lo que se pretende, se refirió a los desaciertos de este sistema, que si conoció teóricamente; aunque algunos se empreñen en continuar defendiendo la idea de que no conoció o no comprendió el socialismo propuesto por Marx. Para que un hombre sea verdaderamente genial, como lo es José Martí, no tiene que haber sido un socialista. Hemos de admitir de una vez y por siempre que el más grande de los cubanos no se solidarizó con dicha tendencia, por cuanto, pudo asimilar con su visión quasi profética y su futurista mirada previsora las calamidades de un sistema, cuya historia ha demostrado lo que es: una utopía plena de virtudes en un nivel ideal, pero algo totalmente inconsistente en el orden práctico.
Martí conoció, elogió y respetó a Marx, a quien llamó “el héroe del trabajo”; pero no se puso al lado de sus doctrinas, no llegó a solidarizarse con los postulados y principios marxistas, lo que no significa que no percibiera esa “contribución científica de Marx, aquello que lo separa decisivamente de los socialistas previos, utópicos”, según afirma Fernández Retamar, para justificar la idea del Martí no socialista, con lo que ha contribuido a la investigación oficialista cubana, a pesar de ser algo muy subjetivo, que no resulta demostrable, pero se le ha difundido y publicado, mientras que los aportes de Medardo Vitier, Rodríguez Embil y Jorge Mañach, por su orientación no marxista y por las peculiaridades de sus métodos investigativos un tanto alejados de los cánones establecidos como pautas estructurales, han permanecido en el total olvido.
Hemos de considerar que los primeros escritos filosóficos de Marx datan de 1844. Me refiero a “Manuscritos filosóficos y económicos”, los que no se publicaron. Hacia 1845 apareció “La Sagrada Familia”, en 1846, “La ideología alemana”, y un año después “Miseria de la Filosofía”. Ya en 1848 se publicó el “Manifiesto Comunista”, uno de los textos políticos más influyentes de la historia, en coautoría con Federico Engels, y en 1871, año en el que Martí comienza sus estudios universitarios, Marx escribió “La guerra civil en Francia”. La primera parte de su obra cumbre, “El Capital”, se publicó en 1867, y la segunda y tercera partes en 1885 y 1894 respectivamente. Además de una infinidad de artículos y ensayos filosóficos que aparecían publicados en numerosas revistas y diarios de la época en que ambos vivieron. Es poco probable que nuestro héroe conociera de la tercera parte del capital teniendo en cuenta la fecha de su publicación; por cuanto, en 1894 se encontraba en Nueva York, entregado completamente a la organización de la gesta independentista cubana; pero tuvo que haber conocido de la existencia de las dos primeras partes, así como, del Manifiesto Comunista, texto que dada su trascendencia e influencia en el contexto histórico de su tiempo, fue muy difundido, entre otras obras de Marx, todas publicadas, exceptuando la tercera parte de El Capital, antes de que Martí estuviera tan ocupado en la organización de la contienda del noventa y cinco, lo que el ensayista y poeta Roberto Fernández Retamar asume como la causa de un desconocimiento acerca de la obra de Marx por parte de Martí.
El líder de la insurrección cubana fue tomado como paradigma de la revolución que había adoptado el socialismo como modelo económico y social. Según el propio dictador Fidel Castro fue su inspiración, de ahí que lo proclamara como autor intelectual del fracasado asalto al Moncada al ser interrogado por motivo de haber dirigido dichas operaciones en el oriente de Cuba; pero no solo hizo esta declaración, sino que evocó reiteradamente en su autodefensa, durante el juicio del Moncada, la imagen de José Martí: “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo su fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol”!
La pureza, el sentido de la justicia, el compromiso social, el noble sentido y el carácter humanista del ejemplar hombre de Dos Ríos no logran insertarse en los cánones del modelo socialista propuesto por Marx, y asumido un siglo después por el dictador Fidel Castro como paradigma de su sistema de gobierno. Martí en su escrito dedicado a comentar el texto “La esclavitud futura”, del antropólogo Herbert Spencer, se refirió a un hombre esclavo del propio estado; cuyo estado no es otro que el naciente estado socialista. En este sentido expresó:
“De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo”.***
Continuará…
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* Martí, J. Obras Completas. T. IX, p. 388.
** Ídem.
*** Martí, J. Obras Completas. T. XV, pp. 387-392.