“Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente”. Peter Drucker.
Roberto L. Capote Castillo.- He publicado diversos artículos sobre la gestión en el sistema empresarial socialista cubano haciendo una especie de antropología sin academicismo -basado en mis años de experiencia de consultor- pues no tengo los conocimientos y tampoco estoy al día de las tantas medidas, acuerdos, decretos, etcétera que continuamente la cúpula castrocomunista decreta tratando de arreglar la economía del país con papeles. Según Ludwig Mises: “Marx proporcionó la teoría y Lenin la práctica, pero ambos fracasaron”.
La dirigencia comunista continúa hablando de la necesaria autonomía de las empresas y emiten medidas cuando lo único que tienen que hacer es un benchmarking, aunque sea de las empresas privadas vietnamitas o chinas. Según Ludwig Mises “El socialismo no es en realidad lo que pretende ser. No es el iniciador que abre el camino a un porvenir mejor y más hermoso; es el destructor de todo lo que penosamente han creado siglos de civilización” …y añadió: “Los escritores socialistas podrán seguir publicando libros acerca de la decadencia del Capitalismo y el advenimiento del milenio socialista; podrán describir los males del Capitalismo en tonos dramáticos y compararlos con tentadores informes de las bendiciones de una sociedad socialista. Sus escritos podrán seguir impresionando a los insensatos, pero todo eso no cambiará el destino de la idea socialista. El intento de reformar al mundo en tal sentido podría destruir la civilización, pero nunca lograría establecer una comunidad socialista que resultara exitosa”.
La creación de una empresa en Cuba puede realizarse de diversas formas. Pero una vez fundada y designado su director éste no posee autoridad suficiente para todo tipo de decisiones. No siempre decide el contenido de trabajo de sus trabajadores, carece de facultades para realizar las inversiones necesarias para el mejoramiento, le está prohibido deshacerse o modernizar los activos tangibles que considere ociosos u obsoletos, tampoco puede venderles a sus trabajadores los productos que fabrica, ni pagar horas extras aun cuando sean necesarias y así pudiera nombrar un extenso listado de acciones, medidas o decisiones que no puede aplicar. En una visita que realicé a una multinacional productora de equipos electrodomésticos en México los empleados cobraban horas extras y podían comprar los productos con un descuento apreciable.
Según Peter Drucker: ¿Cuál es la misión del gerente? “La misión del gerente debe estar basada en una tarea a realizar a fin de lograr los objetivos de la compañía. Debe ser una misión real, una que haga una contribución visible y si es posible claramente mensurable, al éxito de la empresa. Debe tener la autoridad más amplia posible antes que la más estrecha; todo lo que no se excluya expresamente debe considerarse bajo su autoridad. Finalmente, el gerente debe ser dirigido y controlado por los objetivos antes que por su jefe”.
Con tantos organismos controlando las empresas, y los continuos inventos, los directores no pueden tener claramente definida su misión, qué se espera de su organización y cuál debe ser su contribución para alcanzar el éxito. En el socialismo cubano la economía es dirigida por el Partido y el Gobierno en su radio de acción, pero si éstos le solicitan actuar en contra de la realización económica queda desorientado y no puede claramente definir sus objetivos y prioridades. He conocido directores que aún con una deficiente preparación académica en dirección, se desempeñan de forma pragmática con acertadas decisiones, pero estas fortalezas se desaprovechan por la cantidad de leyes, decretos, resoluciones y/o cartas que le “amarran” las manos en su desempeño. Referirme a cada una es tarea casi imposible y puede ser aburrido.
Una de las peores etapas en la dirección de la economía del país fue cuando un médico, graduado por la Revolución, fue investido con las máximas facultades para dirigir el desarrollo económico, se consideraba el tercero en la línea de mando en Cuba. Tratando de encubrir su incompetencia y supliendo las incoherencias del socialismo, así como dándole rienda suelta a su entusiasmo, comenzó a escribir cartas coartando o prohibiendo facultades establecidas por la legislación a los directores de empresa. Una de sus decisiones de mayor repercusión los proletarios la bautizaron como “la javita de Lage” prohibiendo la venta de productos a los trabajadores. En el momento de su defenestración era difícil la tarea de dirigir una empresa, acrecentando su inmovilismo. Los dirigentes denominaron a este período “la dirección por cartas”.
Actualmente se dice que los directores pueden repartir las utilidades, pero con las pocas empresas que las logran y las regulaciones del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social la práctica dirá si es realmente un beneficio. Todas las normas de este ministerio tienen en su esencia el enfoque muscular de la productividad que afecta, fundamentalmente, a los trabajadores del conocimiento quienes generalmente tienen graduación universitaria, también son favorecidos los obsecuentes y “revolucionarios”. Respecto a lo anterior, tengo una experiencia personal:
El director de una empresa me contrata para la elaboración de la planeación estratégica pues una entidad consultora estatal le cobraba cuarenta y cinco mil pesos que para una organización pequeña era mucho dinero en aquellos años. No obstante, la única forma de pagarme el mejor salario, teniendo en cuenta mi titulación universitaria y ser clasificado como indirecto, era haciéndome un contrato como mecánico de taller de los equipos de transporte, para así en seis meses poder retribuirme la cifra máxima posible, muy alejada de la que le habían solicitado. No me quedó más remedio que aceptar su oferta.
En una organización en la que estaba contratado me informan el día del cobro que mi salario había sido “penalizado”, por incumplir la empresa con las cuentas por cobrar pero, además, al estar categorizado de indirecto, estaba entre los que menos salario devengaba. Mi trabajo nada tenía que ver con el cobro de las deudas a los clientes, al reclamar esta situación al director expresó estar de acuerdo conmigo, pero que el reglamento establecido no lo podía ignorar y no tenía autoridad para realizar excepciones.
Pudiera referirme a otro grupo de ejemplos, pero es innecesario pues los propios directores reconocen que poseen “la autoridad más estrecha en lugar de la más amplia. Además, son dirigidos y controlados por sus jefes antes que por los objetivos”.
Otro aspecto importante abordado por Peter Drucker es el alcance de la responsabilidad de los gerentes, veamos lo que expresa a continuación: “Al discutir los alcances del puesto de gerente, los libros de texto empiezan con la observación de que un hombre solamente puede supervisar a un número de personas muy limitado, la así llamada “amplitud del control”: Y esto a su vez conduce a la deformación de la gerencia: niveles sobre niveles, que impiden la cooperación y la comunicación, sofocan el desarrollo de los gerentes de mañana y corroen el significado de la labor gerencial”.
Durante la década de los ochenta me desempeñé como profesor adjunto de la filial del Instituto Superior de Dirección de la Economía de la provincia donde residía, lo cual realizaba “ad honorem”. El alumnado de esta institución eran los directores y directivos de las empresas del territorio. En este instituto existía un magnífico claustro de profesores con experiencia y conocimientos de sus respectivas asignaturas. Se destacaban además por su capacidad para el aprendizaje y aplicación de las nuevas técnicas de dirección. Con frecuencia era invitado a participar en diversas actividades desarrolladas en esa filial universitaria. En cierta ocasión me nombran miembro de un grupo que, a solicitud de un alto funcionario del Gobierno en la provincia, debía diseñar la estructura de una nueva empresa, en proceso de constitución, que recibiría el nombre de la “Cuenca Lechera” y que según decían, sería la más grande del mundo por su extensión territorial, la cantidad de ganado vacuno, así como los volúmenes de leche y derivados que produciría. Otro de los desvaríos de Fidel Castro.
Aún sin poseer los conocimientos requeridos- en ese momento- para definir la estructura óptima de una empresa acepté participar por las posibilidades de aprendizaje. En aquellas reuniones fue la primera ocasión que escuché hablar sobre el mito de que un hombre solamente puede supervisar a un número de personas muy limitado, la así llamada “amplitud del control”. En ese entonces desconocía lo escrito por Drucker. Basado en su análisis, la comisión determinó que la empresa propuesta era inviable porque requeriría una estructura horizontal demasiado amplia debido a la cantidad de empleados, recursos y unidades organizativas subordinadas al director. Además, por las dimensiones que tendría la empresa requería diversos recursos, por ejemplo: sistemas modernos de comunicación, transporte (avioneta o helicóptero además de los terrestres), medios informáticos y otros necesarios para dirigir adecuadamente a los directivos y unidades en tan vasto territorio. A pesar de ser un neófito en la materia acepté tal razonamiento.
Para dar a conocer las conclusiones del grupo se efectuó una reunión con el alto funcionario del Gobierno que había realizado la encomienda. Al conocer el resultado, el mencionado dirigente expresó que podía o no estar de acuerdo con las conclusiones, pero que el grupo de expertos había equivocado su trabajo porque no consistía en un estudio de factibilidad sino en proponer la estructura que debía tener la empresa. Nos expresó que Fidel Castro había decidido la creación de la “Cuenca Lechera” y por lo menos él no sería quien transmitiera esas conclusiones. Conocía las consecuencias de tal osadía.
La comisión, ante esta situación, realizó una propuesta de estructura amplia formada por los niveles que entendía que eran necesarios para lograr la dirección de la forma más eficaz y eficiente y la entregó a los organismos correspondientes.
osteriormente fue creada la empresa “Cuenca Lechera”, se invirtieron cuantiosos recursos (edificaciones administrativas, vaquerías, sistemas de ordeño mecanizado, transportes especializados para la leche, fábricas de queso, de leche en polvo y otros medios). Nunca se alcanzaron las ambiciosas metas de producción de leche y sus derivados, después de pasado un tiempo, las instalaciones se deterioraron y al igual que apareció desapareció la malograda organización. Como siempre Fidel Castro más nunca se pronunció sobre este desastre, resultado de sus delirios económicos. La mayoría de los recursos invertidos fueron saqueados y/o abandonados.
A pesar del tiempo transcurrido y luego de aprender un poco sobre la teoría de la dirección, creo que el director de la cuenca lechera tendría pocas posibilidades de éxito. Veamos que dice al respecto Peter Drucker:
“…No hay tal cosa como amplitud de control. Un superior puede tener teóricamente cualquier número de subordinados. Hay en realidad un límite determinado por la “amplitud de responsabilidad gerencial” (creo que la frase fue acuñada por el Dr. H.H. Race, de General Electric): el número de personas que un superior puede atender, enseñar y ayudar a alcanzar los objetivos de sus propios trabajos. Este es un límite real, pero no es fijo”.
El director de la “Cuenca Lechera” fracasó, entre otras causas, al no poder cumplir la “amplitud de responsabilidad gerencial” respecto a los directivos que integraban su consejo de dirección y la falta de recursos. No tenía posibilidades reales de cumplir con estas responsabilidades debido a las grandes distancias que le separaban, la frecuencia con que los contactaría y los escasos medios de comunicación y transporte con que contaba. En el contexto empresarial y el de los dirigentes del Partido y Gobierno prevalece el criterio de la “amplitud del control” al diseñar las estructuras de dirección, en lugar de utilizar el de la “amplitud de la responsabilidad gerencial”.
Otro aspecto que considero importante abordar es el referido a las atribuciones del director, seriamente limitadas por el entorno que lo rodea y por la legislación en vigor. En el Decreto 281 que establecía las bases del Sistema de Dirección y Gestión de las empresas, según el perfeccionamiento empresarial, en su artículo 76 definía 124 funciones y en el artículo 77 establecía las 119 facultades que tenía el director de una empresa perfeccionada. Cuando leí el citado documento pensé en la imposibilidad de aprenderse las funciones y facultades conferidas al director y quizás sus autores suponían que- ante una situación o problema- el director para tomar una decisión, primero consultaría el mencionado Decreto. Es convertir dicha ley en algo parecido al tristemente célebre “Libro Rojo de Mao”, supuestamente poseedor de todas las respuestas requeridas. Pienso que hubiera sido más pragmático el documento si lo hubieran hecho según lo recomienda Drucker:
“Hay una regla simple para establecer las limitaciones a las decisiones que un gerente está autorizado a tomar. El estatuto de la gerencia de la División de Lámparas de General Electric, parafraseando la Constitución de los Estados Unidos, la expresa diciendo:
“Toda autoridad que no esté reservada expresamente y por escrito a la gerencia superior, queda otorgada a la gerencia inferior.”
Esto es exactamente lo opuesto a la antigua idea prusiana respecto a los derechos del ciudadano, que decía: “Todo lo que no esté expresamente permitido está prohibido.” En otras palabras, las decisiones que un gerente no tiene derecho a tomar dentro de los alcances de su tarea deben siempre establecerse claramente; para todas las demás debe suponerse que tiene autoridad y responsabilidad”.
El espíritu prevaleciente al elaborarse el Decreto 281 fue el de la antigua idea prusiana para dejarle claro al director que: “Todo lo que no esté expresamente permitido está prohibido”. Según mi criterio el verdadero principio existente, en la sociedad y en las empresas, es el del control, pero en el sentido opresivo. Suponían los “expertos” del perfeccionamiento que de esta forma se controlaba el desempeño de los directores en las empresas y así garantizaban su éxito.
Según manifiestan las autoridades del Partido, Gobierno y de los órganos superiores de dirección de las empresas, el objetivo fundamental del control es garantizar la eficiencia de las organizaciones. La palabra más atendida por los directores es control y eficiencia, nadie exige eficacia al parecer porque suponen que este término pudiera ser sobreentendido del anterior. La importancia de la eficacia ha sido destacada por el propio Drucker y otros autores, por ejemplo, la especialista española Menguzzato en su libro “Dirección Estratégica” enuncia:
“…la experiencia demuestra que el éxito y supervivencia a largo plazo de la empresa depende más de los progresos en su eficacia que en su eficiencia…”.
Otro aspecto que lastra el desempeño de los directores es el desvelo por cumplir sus responsabilidades hacia arriba y las relacionadas con las instituciones externas de control, descuidando o desconociendo las correspondientes a los directivos que laboran con él. Hacia abajo solamente ejercen control sin importar si sus colaboradores comprenden sus exigencias. Tampoco los ayudan a fijar sus objetivos de trabajo y por tanto no los pueden auxiliar en su cumplimiento.
Quiero concluir con lo señalado por Ludwig Mises en su libro “El Socialismo”: “El socialismo no ha querido la destrucción deliberada de la sociedad. Pensaba crear una forma de sociedad superior, pero al no ser posible una sociedad socialista, cada paso para apresurar su advenimiento ejerce una acción destructora sobre la sociedad”.
capotecastillo@yahoo.es
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