Ischia, Italia, 21 de marzo de 2022.- Es el momento de declarar la propia identidad y de asumirse la responsabilidad por lo que se dice. Entiendo que hay muchas personas que temen expresar lo que sienten o de adherir su posición a un comentario que espiritualmente comparten y que no tienen el coraje de aceptar.
No quiero ni pretendo desafiar a nadie a decir lo que piensa, quizás por no sentir dentro de sí mismo esa imperiosa necesidad intrínseca a quienes pensamos luego existimos -al decir de Descartes-, si es que piensa o se atreve a pensar pues no todos tenemos la suerte de vivir en un país libre y soberano donde no es delito pensar, opinar y disentir.
Es el momento de poner las cosas en claro a pesar de lo que se pueda pensar de uno. Cuando estudiaba en la Universidad de La Habana en la convulsa década de los años setenta tuve el privilegio de tener una profesora de alemán, que ya descansa en la Casa del Señor, que me confió que las llamadas “malas palabras” eran necesarias pues expresan un estado de ánimo que las “buenas palabras” no están en condiciones de sacar a la luz, que eran signos lingüísticos que había que respetar en toda su plenitud. Muchos años después pude comprobar en carne propia la justificada necesidad del ser humano que se ahoga envuelto entre las privaciones del alma, del decir “indecente” cuando las otras “bellas expresiones” no logran hacerse eco de la asfixia del alma.
Estoy indignado y repugnado ante lo que estamos viviendo hoy en día y voy a hablar aquí pues me ahogan las palabras en mi mente. Sé que lo más probable es que mi mensaje quedará solitario, tristemente solitario, sin comentario alguno, ni siquiera de desaprobación de lo que me he atrevido a pensar ! qué horror! mira como habla ! por Dios qué imbécil !, ¡¿pero cómo se atreve a decir semejante barbaridad ?! Todo es posible, quizás se piense así de mi "atrevimiento y osadía". No importa, pensad cualquier cosa, amigos míos, yo los entiendo y perdono pues soy cristiano. Disculpad que piense y que tenga un cerebro en dotación. En mi corazón siento el dolor de quien ve caer alguno en un pantano y no logra darle una mano para que pueda salir del lodazal. No se piense, por favor, que pretendo colocar en una ciénaga a quien no piense como yo o no se atreva a declarar que comparte mi opinión. No pretendo nada de eso, pretendo solo sinceridad. Es lo que pienso y declaro públicamente por ser un hombre libre y esa condición me da la ambiciada posibilidad de descargar mi corazón y desahogar mi mente. Hay quien tiene el don de la pintura, o el de la voz, o el del deporte y ahí encuentra su realización. Yo solo sé traducir, hablar otras lenguas y enseñarlas.
Querido/a amigo/a pierde cuidado, no me enteraré de que no has soportado mi cantaleta y ya has abandonado mi comentario, si es que lo has empezado a leer. Realmente no me interesa, lo que estoy diciendo lo hago egoístamente por mi alma y no por quien no comparte mis sentimientos y no merece realmente que me caliente la cabeza sin sentido. Solo quisiera que quien justifique la barbarie que me lleva a sentir un dolor tan profundo, simplemente me cancelara y bloqueara en su lista de amistades pues la realidad es que no quiero “amigos” que justifiquen lo que hoy está sucediendo en el mundo, que tanto dolor me provoca.
Desde pequeño escuché a mis padres hablarme con sus modestas palabras sobre lo que significó la Segunda Guerra Mundial para nuestra querida Cuba. La escuela, los libros, la vida misma, y mi visita al campo de concentración de Buchenwald en octubre de 1978 se encargaron del resto. No admito absolutamente que un ser humano con dos dedos de frente pretenda aunque sea ínfimamente justificar lo injustificable. No se sabe aún a ciencia cierta cuántas personas yacen en las fosas comunes que se abrieron en los campos de batalla de esa cruel conflagración.
Asistimos hoy en día al macabro espectáculo de la masacre del pueblo ucraniano por parte del miserable gobierno que hoy rige los destinos de Rusia. Cuando digo Rusia no hablo de su pueblo, me refiero exclusivamente a su gobierno asesino de una arrogante oligarquía que ya ha lanzado sobre un mar de sangre inocente dos misiles hipersónicos irreconocibles por los más sofisticados medios de detección y que han sumado más muertes a la criminal masacre del pueblo ucraniano.
Es el momento de detener al mal sobre la tierra martirizada de Ucrania. El Señor Putin ha tenido la desfachatez de hablar de "desnazificación" de Ucrania. Esto merecería capítulo aparte, pues es una burla a la inteligencia humana expresar un concepto de esta índole sin tener una respuesta unánime del mundo. Señor Putin, el pueblo del país que usted hoy en día malgobierna pagó con 20 millones de muertes la cuenta de la Segunda Guerra Mundial, luego de lo cual Stalin mandó a millones de personas del pueblo soviético al exterminio seguro en los gulag dispersos por Siberia a temperaturas irresistibles para el ser humano. ¡Responde, miserable! ¿Dónde están los campos de exterminio de Ucrania? ¿Dónde está la policía política SS y dónde están los subterráneos de tortura en Ucrania? ¿Dónde está la manipulación de masas en Ucrania? ¿Cómo te permites afirmar que hay que “desnazificar” a Ucrania? Miserable demagogo, látigo de turno del mal en el tercer milenio, ¿cómo te atreves a amenazar a la civilización humana poniendo en estado de alerta los arsenales nucleares? ¿Quién te da el derecho a disponer del destino de la especie humana y de la vida misma en nuestro planeta? Te burlas de millones de víctimas que murieron bajo el nazismo y el estalinismo en tu propio país cuando con aires de demagogia mesiánica desenfrenada hablas de "desnazificación" a una multitud dirigida y manipulada en la nación que estás dispuesto a inmolar. ¡Degenerado mental ! Has lanzado al pueblo ruso a una guerra genocida, has enviado a los jóvenes como carne de cañón en una guerra estilo nazista como la Blitzkrieg de Adolf Hitler prometiéndole que duraría tres días, pasando por alto que los ucranianos defenderían a capa y espada su tierra. ¡Has mandado a la guerra a dos pueblos que eran como hermanos! ¡Eres un inmundo criminal de guerra abanderado embajador del mal en tu genocida invasión que te atreves llamar "misión militar especial"!
Sé que mi voz es muy poca cosa para frenar esta masacre, pero confieso, queridos amigos, que me siento más ligero al haberme desahogado con todos vosotros. Que Dios os bendiga a todos y proteja vuestras familias en estos tiempos tan duros y difíciles de maniobrar.
Juan Alberto Hernández.
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