«La productividad mejorada significa menos sudor humano, no más». Henry Ford.
Roberto L. Capote Castillo.- En la actual crisis de la economía cubana es imprescindible el aumento de la productividad como uno de los elementos más importantes para su solución. Un importante factor para la eficiencia de las empresas es la productividad. La cúpula castro comunista demanda su elevación como principal vía para lograr el desarrollo de la economía y el bienestar de la población. Sin embargo, la interpretación socialista de productividad es con un sentido muscular. Veamos lo expresado por Peter Drucker al respecto, en el siglo pasado:
“Durante los últimos años todo el mundo ha estado hablando de productividad. Que la mayor productividad -mejor utilización de los recursos- es tanto la llave del mejor nivel de vida cuanto el resultado de la actividad comercial, no es una novedad. Pero en realidad sabemos muy poco en cuanto a productividad y todavía no podemos medirla.
La productividad es aquel equilibrio de todos los factores de la producción que dará el mayor rendimiento con el menor esfuerzo. Es algo bastante diferente de la productividad por hombre o por hora de trabajo y cuando mucho estos conceptos tradicionales la reflejan sólo en forma vaga y distante.
Porque esos conceptos aún se basan en la superstición del siglo dieciocho según la cual la mano de obra es, en última instancia, el único recurso productivo, el trabajo manual el único "esfuerzo" real. Ellos expresan aún la falacia mecanicista -de la cual Marx, para permanente ineficacia de la economía marxista, fue el último crédulo- según la cual las realizaciones humanas podrían eventualmente medirse en unidades de esfuerzo muscular. Pero si algo sabemos es que una mayor productividad, en una economía moderna, nunca se logra mediante el esfuerzo muscular. En realidad, no la logra nunca el trabajador. Ella es siempre el resultado de librarse del esfuerzo muscular, o sustituirlo por otra cosa. Uno de estos sustitutos es, por supuesto, el equipo, es decir, la energía mecánica”.
La baja productividad en las empresas socialistas comenzó con las medidas clientelistas de la nueva dictadura al adueñarse de todos los negocios y pretender eliminar el desempleo colocando a varias personas en el puesto de una sola, pero con salarios miserables. En una visita de trabajo a un central azucarero conversé con un contador que había trabajado con el dueño anterior y me dijo: “observe el gentío que hay en el departamento de contabilidad, pues ese trabajo lo hacíamos tres personas y ahora la contabilidad no es confiable”. Según algunos destacados economistas la productividad en Cuba se encuentra entre las más bajas del mundo y creo que no ha tocado fondo. Las convocatorias para el aumento de la productividad del PCC, gobierno y los ministerios, se basan en el supuesto poco esfuerzo de los trabajadores. El sentido muscular en las empresas socialistas, siempre ha estado en la mentalidad de los que dirigen el país. Lo peor es que pretenden incrementarla sobre la base de leyes, regulaciones, decretos, etcétera, que no priorizan automatizar el trabajo manual. A continuación, expondré algunas consecuencias del errado concepto de que “las realizaciones humanas podrían eventualmente medirse en unidades de esfuerzo muscular” según la teoría Marxista.
El enfoque muscular de la productividad ocasiona que los profesionales les otorguen poca importancia a la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación). Estos trabajadores por lo general reciben una estimulación salarial menor a la de los obreros. Durante mi trabajo de consultor observé, en algunas empresas, que a este personal se le considera parásitos de los trabajadores “directos”, creando conflictos disfuncionales. En el sistema empresarial socialista cubano continúa prevaleciendo lo expresado por Peter Drucker: “El vocabulario comercial -y especialmente el de la contabilidad- se ha vuelto tan anticuado con respecto a la productividad que puede dar lugar a confusiones. Lo que el contador llama "mano de obra productiva" son los trabajadores manuales que atienden máquinas, quienes en realidad constituyen la mano de obra menos productiva.
Lo que él llama "mano de obra improductiva" -toda la gente que contribuye a la producción sin atender una máquina- es una mezcolanza. Contiene trabajo manual no productivo, como los limpiadores; algunos trabajadores que son tradicionalmente de alta capacidad y alta productividad, como los que fabrican herramientas; trabajadores industriales nuevos altamente calificados, como los electricistas de mantenimiento y personal industrial de elevados conocimientos, tales como capataces, ingenieros industriales o quienes se ocupan del control de la calidad. Finalmente, lo que el contador amalgama como "gastos generales" -la denominación misma invita a la desaprobación contiene los recursos más productivos: los gerentes, los proyectistas, los diseñadores, los innovadores. No obstante, también puede comprender elementos puramente parásitos, si no destructivos, en la forma de personal de elevado costo, necesario solamente a causa de la mala organización, la falta de un correcto espíritu de empresa o la vaguedad de los objetivos, es decir, la mala dirección. Un ejemplo que siempre constituye un signo de mala organización es el "coordinador".
El director de una empresa, con quien mantenía amistad, me comentó que fue sancionado durante tres meses a ocupar un cargo de menor jerarquía por una infracción cometida en el desempeño de sus funciones. Lo ubicaron en el puesto de jefe de taller en una de sus fábricas por lo que fue catalogado de “directo a la producción”, me expresó su sorpresa porque de director nunca había ganado tanto dinero estando “castigado”.
-El factor básico en el desarrollo de una economía debe ser la proporción de "formación de cerebro”- ésta sentencia de Drucker, fue aplicada por la Revolución en sus inicios pues estableció la educación como un derecho gratuito para todos los cubanos. Pero una vez más el propio sistema con su peor enemigo (la ideología llevada a religión), la hizo fracasar. Los graduados de técnicos medios y universitarios fueron aumentando con el transcurrir de los años, pero su ubicación laboral era en puestos técnicos pues los cargos de dirección requieren pertenecer al PCC, además de tener la categoría de “confiable” desde el punto de vista ideológico. Las vacantes de los directores las ocupan revolucionarios designados por las instancias superiores de dirección del Partido que en la mayoría de los casos no tienen formación en gestión empresarial sino en otras sin vínculo con esta especialidad.
Las contradicciones y los conflictos inducidos por la incorrecta selección de los dirigentes en las empresas ocasionan, con frecuencia, la salida de personal técnico experimentado que no tiene otra opción ante la incompetencia de sus jefes ya que, en muchos casos, los obligan a ejecutar acciones técnicas absurdas. Lo anterior tiene un importante impacto en la realización económica en estas organizaciones, pero no se les otorga la importancia merecida. Las posibilidades de desarrollar la economía aprovechando la “formación de cerebros”, resultante de la política educacional de la Revolución, o utilizando la capacidad de aprendizaje de los obreros calificados y técnicos en general, se ha imposibilitado por el “bloqueo mental interno”, impuesto por la falta de libertad para exponer criterios que contradigan al jefe y el peligro de que sean señalados como “conflictivo ideológicamente”. En Cuba fue notorio el caso del ministro del azúcar que tuvo la valentía de decirle a Fidel que la zafra de los diez millones no era realizable, basado en sus conocimientos y experiencia. Inmediatamente fue sustituido por otro que tampoco lo logró pero que demostró su obediencia a la fe comunista.
Otra expresión de Peter Drucker que explica el fracaso en la educación señala: “la instrucción y la educación sólo tienen éxito cuando existe una perspectiva de futuro”. A pesar de la gran inversión realizada los resultados de las empresas no se corresponden por la poca o nula perspectiva de futuro para los profesionales, debido a la extrema centralización de todo el quehacer del sistema empresarial y la obligación de acreditar la “fe comunista”, mediante la militancia en el Partido o la Juventud Comunista. A lo anterior se le suma la poca motivación de los profesionales en su trabajo por los bajos salarios que reciben. Ningún profesional tiene posibilidad de obtener una vivienda, coche, los artículos necesarios en la vida moderna y ni siquiera una adecuada alimentación con el salario que le pagan. La mayoría han perdido el interés por su labor procurando otro trabajo al concluir su jornada laboral con el Estado, generalmente en labores de tipo “muscular”. Conozco experimentados graduados universitarios que para mantener a su familia trabajan como ayudantes de carpinteros, cocineros o dependientes de restaurantes y cafeterías particulares. Algunos han abandonado definitivamente su titulación para emplearse en los negocios privados y otras actividades, algunas ilegales. En mi primera visita a la URSS, en una ocasión que me trasladé en un taxi el chofer me dijo que era ingeniero mecánico pero que ganaba más trabajando como taxista que de ingeniero. O sea, es un mal intrínseco de la economía socialista.
Actualmente las universidades y escuelas técnicas están vacías. Por este camino el socialismo en Cuba tendrá una economía de “café con leche”, es decir, basada en timbiriches.
Creo útil exponer un acontecimiento relevante. Ante una crisis de la Coca Cola, causada por la fuerte competencia del mercado de las gaseosas, promueven al frente de la compañía al ingeniero químico Roberto Goizueta (nacido en Cuba). El mencionado ingeniero concibió un original y perspicaz plan de marketing que transformó a la Coca Cola de un negocio maduro a uno de los mayores creadores de valor de mercado de la historia. Su desempeño e inversiones en la compañía enriquecieron al ingeniero, su fortuna al morir era de más de mil millones de dólares. Esto no requiere comentarios, solamente respetando la memoria del ya fallecido Goizueta, valdría la pena hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué hubiera sido de este ingeniero trabajando en una empresa socialista productora de refrescos en Cuba? ¿Qué cargo se le habría asignado? ¿Hubiera tenido posibilidad de aportar sus ideas para mejorar el desempeño de la empresa? ¿Cuánto le habrían pagado por su trabajo?
La Revolución desde sus inicios embistió contra la burguesía y la riqueza cualquiera que fuera su envergadura, cuestionando su origen, sus valores, conceptos y también se opuso al dinero. Son numerosos los experimentos realizados para su eliminación, aplicando medidas basadas en una política de gratuidades por el Estado (pretendiendo una vía rápida para el comunismo), que provocaron a finales de los años sesenta una hiperinflación con graves perjuicios a la economía.
Otra importante sentencia de Peter Drucker sobre la productividad es: “No solamente necesita la gerencia individualmente una medida real de la productividad, sino que el país todo la necesita. La carencia de ella es el mayor vacío existente en nuestras estadísticas económicas y éste debilita seriamente todo intento de pronosticar y prever una depresión comercial y luchar contra ella”.
La experiencia de los desparecidos países socialistas y el nuestro, han validado este criterio pues en todos, las máximas autoridades del partido y gubernamentales, siempre enfrentaron con incompetencia las frecuentes crisis de sus economías. Nunca se mostraron estadísticas económicas representativas de la realidad existente en cada nación socialista que mostraran los niveles de vida de los proletarios. Siempre se ha recurrido a la ideología para justificar los frecuentes fracasos echándole la culpa al omnipresente imperialismo y sus “malévolos” embargos.
Los castro-comunistas desde la instauración del socialismo, han declarado públicamente que el principal objetivo de las empresas es garantizar la satisfacción de las necesidades del pueblo. Por esta razón las ganancias no recibieron la debida atención, hasta la desaparición de la URSS y la incapacidad de Venezuela para subsidiar la economía. Actualmente existe una buena parte de empresas estatales que planifican pérdidas en su ejercicio anual, pero se mantienen por los subsidios del Estado. La economía socialista no ha logrado definir una forma para medir la productividad que le permita pronosticar y prever una depresión comercial y luchar contra ella, de ahí, a mi entender, que ha tenido que apelar al sentido muscular conferido por Marx, a pesar de encontrarnos en la sociedad del conocimiento donde su teoría es absurda. Otras causas importantes de la ineficiencia de las empresas es el desconocimiento de sus directivos sobre los sistemas de producción que dirigen y sus principios, también por la obsolescencia de las tecnologías empleadas y a esto se deben añadir los problemas generados por la deficiente organización de la producción y el bajo aprovechamiento de la fuerza de trabajo.
capotecastillo@yahoo.es
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