Frank Braña Fernández.- Bogotá. Colombia.- Termina un año, el 2021, y que paradojas nos da la vida, mientras para la gran mayoría ha sido uno más cargado de sueños, ilusiones y perspectivas cegadas por el COVID-19, para la Organización de las Naciones Unidas, el Año Internacional de las Frutas y las Verduras y el Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil en un mundo que cada día promueve la alimentación poco saludable y donde los niños, niñas y adolescentes se ven obligados a trabajar para sopesar la economía familiar y son cada día más privados de su dignidad, desarrollo físico y psicológico.
América Latina y el Caribe preñada de pobreza, deuda e incomprensión, siempre es una de las regiones más golpeadas por cualquier evento mundial, y no por fatalismo geográfico, sino por ser justamente granero y brazo que sustenta a la humanidad.
Pero cualquier análisis parte de la óptica con que se mire. Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región ha tenido un buen año, y pese a las dificultades propias de la pandemia, ha logrado mejores números que en 2020; la organización Goldman Sachs en su último informe anual refirió por su parte que se vivirá un panorama álgido para 2022 y prevé pérdidas de hasta dos puntos porcentuales en el PIB nacional de algunas naciones. Pero preguntemos a los de a pie, al negro y al blanco, al indio que con su caminar cansado conforman la parte más importante de la estructura social, ya que la política y la economía van de la mano y en un mundo dominado por las redes sociales e internet entre la verdad y la mentira muchas veces solo existe un tuit o una historia de instagram.
Cuba, el otrora paradigma de justicia social e igualdad, con un sistema político rígido que no permite opiniones ni opciones contrarias al mal interpretado papel de vanguardia y alternativa socialista para el mundo, se encuentra en una situación político, social y económica como nunca antes en su historia. La efervescencia y aceptación que tuviera el sistema desapareció y la democracia que aún entre comillas se predicaba se materializo en un régimen autoritario y puesto a dedos por la vieja guardia que en su retirada quiere mantener los privilegios elitistas. La Tarea Ordenamiento que hasta hace poco fuera la esperanza de reanimación económica comienza a ser satanizada y llega a este diciembre fracasada y con su zar destronado acompañando una inflación del 69,5 %, según cifras oficiales; aunque en realidad esa cifra no refleja lo que la población vive al concentrarse la comercialización de los alimentos y productos básicos en tiendas de pago exclusivo en divisas, pero la mayoría de la población cobra sus salarios en pesos cubanos y un mercado negro con precios cada vez más elevados.
Los diferentes renglones que se revierten en calidad de vida y en medidores de la gestión gubernamental se incumplen. El plan de nuevas construcciones de viviendas solo alcanza al cierre de octubre 31%. Un increíble déficit de capacidad de generación de energía eléctrica que no permitió satisfacer la demanda y si que ocurrieran múltiples apagones, increíblemente 63 años después de gobernar. Pero un año antes las cosas tampoco marchaban bien de acuerdo con la Cepal , el PIB se contrajo un 8,5% en 2020 (tras crecer un 0,5% en 2019), y hubo una deflación del 0,3%.
En la sociedad la brecha es cada vez mayor, con una estratificación social que, a diferencia de lo tradicional, cuenta con los que están en las estructuras altas del poder, los que reciben remesas del extranjero, los que ocupan cargos administrativos en entidades con recursos, los miembros de instituciones militares, los trabajadores y otros (jubilados, amas de casa, estudiantes); al punto de aumentar el racionamiento, increíblemente sin papel para renovar la arcaica libreta de abastecimientos, sin olvidar la conformación de brigadas para organizar y cuidar colas hasta en las tiendas de divisas.
Políticamente nada puede ir peor, un Parlamento o Asamblea Nacional donde los votos son siempre unánimes y solo hay miembros de una organización política, la excepción de América Latina. En la actualidad un proceso asambleario del único partido permitido donde al leer un informe despojado de prejuicios nos percatamos que tenemos un "déjà vu" que se repite una y otra vez. Resulta increíble por demás que mientras hoy se llama al aislamiento y distanciamiento como formas efectivas de prevenir y combatir la pandemia del COVD-19, el partido convoque y propicie marchas y concentraciones que luego aparecerán en un tuit o una historia de instagram.
Soluciones o maneras de enfrentar el 2022 y el futuro de Cuba hay muchas, pero esta mirada sigue siendo con una camisa sin colores, pues los de izquierda me dirán traidor y acusaran de ser de derecha y los de derecha me llamaran agente y me acusaran de ser de izquierda.
Entonces mientras ambos bandos se atrincheran en su guerra visceral, el pobre seguirá siendo más pobre, el dictador más cruel y la sociedad cubana desangrándose en una migración impuesta y desgarradora.
|