La marcada represión de la dictadura cubana ante los hechos sociales que tuvieron lugar durante el año 2021 es la mayor prueba de las grandes violaciones de los derechos humanos en la mayor de las Antillas.
Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.- Santa Cruz de Tenerife. España.- En este pueblo hay una tristeza enorme. Fue la frase que alguien, muy cercano a mí, pronunció al saludarme por fin de año, y es lógico que en vez de la tradicional felicitación navideña y de año nuevo se exprese una frase como esta. La tristeza reina por doquier en el pueblo cubano. Quien diga lo contrario solo está haciendo una reverencia al carcomido régimen comunista de una nación que se sigue desmoronando cada día, y lo peor, una exigua minoría que se sostiene en el poder permanece indiferente ante el dolor, la desesperación, la desesperanza, la inercia, la desilusión, y esa enorme tristeza expresada – salida del alma– por quien ya sobrepasa la octava década de la vida y acepta con resignación su triste destino, destino compartido, cual karma colectivo de un país que lleva más de seis décadas bajo el dominio absolutista de la peor dictadura del continente americano.
Por desgracia, el pueblo cubano, ese mismo que se sumerge en la tristeza en la última noche del año en curso, no tiene idea acerca de derechos humanos, sociedad civil, elecciones democráticas, libertad de expresión, entre otras tantas cosas que, lamentablemente, se fueron quedando entre el olvido y la tergiversación. El adoctrinamiento forzado a que son sometidos desde los inicios de la llamada revolución cubana los ha dejado sin la necesaria capacidad analítica para poder discernir entre el acérrimo dogmatismo partidista y las posibilidades de la existencia de una verdadera democracia.
Si alguien duda acerca del carácter eminentemente dictatorial del castrismo lo primero que se deberá cuestionarse es la determinación del régimen acerca de la existencia de un partido único reconocido de manera oficial, que para vergüenza del pueblo cubano es nada menos que una organización de carácter comunista, sin olvidar que no existen elecciones libre y democráticas, que jamás se conocen los candidatos a la presidencia del país –de hecho, nunca hubo candidatos, toda vez que el dictador Fidel Castro traspasó el poder directamente a su hermano Raúl Castro-, esto es, lo designó al estilo de las sucesiones apostólicas de la iglesia y dinásticas de las monarquías y luego, este último, de manera oculta y con premeditación designó a Miguel Díaz Canel como presidente del país.
Retomando la frase inicial de este comentario, esto es, “en este pueblo hay mucha tristeza”, merece la pena detenernos en las posibles causas del desdichado estado anímico del pueblo cubano. El recrudecimiento de la situación económica es algo que muchos han analizado de manera brillante, y otros con menos aciertos, pero de una u otra manera ha sido demasiado comentado como para detenernos en este aspecto, que, sin duda, es uno de los tantos elementos que hacen que la mayoría de los cubanos experimenten una profunda tristeza. Jamás se llegó tan lejos en este sentido. Ni aun cuando los duros momentos de la década del noventa del pasado siglo, luego del derrumbe definitivo del llamado Campo Socialista, principalmente de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética, URSS, hubo tantas carencias de todo tipo.
Pero como dije antes, no me detendré en lo que ya todos saben, aunque muchos pretenden ocultar. La miseria más espantosa, las calamidades más surreales, las más grandes desigualdades sociales, y lo peor, la total indiferencia de los gobernantes del país – que como sabéis no padecen de las limitaciones materiales y financieras como el pueblo cubano – son hechos innegables.
La gran tristeza de los cubanos no está determinada solo por sus penurias ante el desastre económico originado por los devastadores efectos de seis décadas de comunismo. Es la ausencia de libertades de todo tipo lo que más contribuye a ese estado de inseguridad, frustración, inacción, desesperanza, y ante todo, de tristeza crónica agravada. La marcada represión de la dictadura cubana ante los hechos sociales que tuvieron lugar durante el año 2021 es la mayor prueba de las grandes violaciones de los derechos humanos en la mayor de las Antillas.
La imposibilidad de manifestarse libremente, ya sea a través de la expresión verbal o de las manifestaciones en marchas pacíficas, quedó bien demostrada, toda vez que el régimen dictó sendas sentencias contra un grupo numeroso de cubanos, principalmente jóvenes, que se manifestaron de manera pacífica el pasado 11 de julio, en lo que constituyó la mayor lección que se diera en los últimos años en la isla. El hecho de haber movilizado a miles de cubanos para exigir su libertad es el mayor logro de estas acciones. Haber salido de ese prolongado letargo de sumisión constituye la más ejemplar lección que se haya podido dar en los últimos tiempos en Cuba.
De igual modo, ante la petición de realizar una marcha pacífica – Marcha Cívica por el Cambio– el pasado 15 de noviembre, la tiranía fue capaz de amenazar, perseguir, marginar y secuestrar a cientos de jóvenes dispuestos a emprender su caminata para pedir el cese de la represión, la libertad para los prisioneros políticos y la libertad de pensamiento y expresión, sin olvidar la campaña de difamación mediante el uso de las tecnologías actuales contra los principales líderes de las frustradas acciones.
Ante la dramática situación sociopolítica por la que pasa la nación cubana el mandatario Miguel Díaz Canel acaba de proponer que se enfatice en la enseñanza del marxismo-leninismo en todos los centros de estudios del país, algo de lo que estaremos comentando en los próximos días, aunque imposible anticipar en esta ocasión que se trata de otra de las sucias maniobras del castrismo para contribuir a reforzar el adoctrinamiento en los jóvenes cubanos, otro motivo para entristecerlos sobremanera al enfrentarse a las disparatadas concepciones de un enajenado Karl Marx, quien se contradijo a sí mismo y a sus propias doctrinas al negar el necesario e indetenible advenimiento del devenir histórico con su absurda idea de proponer al comunismo como el prototipo de la perfección social.
Y así las cosas, en medio de la más terrible tristeza los cubanos despiden su 2021, un año que marcó un antes y un después en la historia de la nación cubana. Ojalá que la desesperanza y la desesperación desaparezcan en este nuevo año y que esa tristeza se disipe para siempre.
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