“Si no tienes una ventaja competitiva, no compitas.” Jack Welch
Roberto L. Capote Castillo.- Aunque no he podido definir claramente la finalidad de las empresas socialistas cubanas examinaré su competitividad pues ésta es una condición “sine qua non” para lograr la tan necesitada exportación por las siempre escasas divisas y así evitar la quiebra de la economía del país. La situación no puede ser más precaria. Las remesas de los “gusanos traidores” representan el 25% del PIB, si a esto se añaden las mercancías que envían la cifra se eleva al 33% del PIB. La “ayuda internacionalista” de los servicios médicos aporta otro tercio. Es decir que la economía real de las empresas aporta menos del 40 % aproximadamente, es una muestra palpable de la descapitalización de la economía socialista cubana.
¿Son competitivas las empresas socialistas cubanas?
La economía cubana se ha desvinculado de la economía mundial y no vislumbro vías para lograr la competitividad que tanto necesita. Es una economía con planificación centralizada lo que impide aplicar los conceptos del El Diamante de Michael Porter , y aprovechar sus ventajas con su adecuada aplicación. El modelo de Porter plantea como principal credo en cuanto a la competitividad: “sólo se gana competitividad compitiendo”. La cúpula castro-comunista insiste sobremanera en la necesidad de la propiedad estatal de las empresas para poder consolidar el sistema socialista, pero ninguna logra ser competitiva ni aún en nuestro mercado interno donde la demanda supera en mucho la oferta. Adam Smith y otros destacados economistas contemporáneos consideran que el éxito de las empresas depende del tipo de propiedad (estatal o privada), arguyendo que la intromisión del estado en la economía es un obstáculo para el desarrollo de los países, pero según mi criterio, aunque me considero liberal, es la competitividad el factor determinante. Existen diversos países donde existen empresas estatales, pero las no competitivas se han convertido en privadas o desaparecieron, mientras que otras se han mantenido como públicas al tener resultados positivos en su realización económica o por los subsidios de sus gobiernos.
Un somero análisis descalifica la creencia de que el sistema empresarial socialista cubano sea la base económica para satisfacer las necesidades del pueblo. Las numerosas empresas no rentables y las ilegalidades son las principales causas de la cadena de impagos que perniciosamente afecta a toda la economía, este deterioro se ha agudizado llegando a alcanzar un porciento importante del Producto Interno Bruto (Las cuentas por pagar dentro de la economía cubana eran de más de 13.000 millones de pesos en los primeros seis meses de 2020). Estos impagos tienen diversas causas, pero la realidad es que muchas empresas solamente tienen rentabilidad en sus libros contables. Según los expertos, tiene mayor impacto en el desempeño empresarial realizar un buen manejo del efectivo que tener resultados positivos en sus registros. El sistema financiero cubano, su incorrecto manejo por las máximas autoridades, la dualidad monetaria (que pretendieron eliminar con la Tarea Ordenamiento), la poca o nula autonomía empresarial, el limitado acceso a créditos exteriores, la desvinculación de organismos financieros internacionales como el grupo BIP, los Bancos Multilaterales de desarrollo (BMI) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras causas diversas provocan que la economía funcione con escasa liquidez en divisas convertibles.
Los precios de las mercancías y los servicios se asignan arbitrariamente causando mayores afectaciones a la situación económica doméstica. No es posible con los datos disponibles realizar una medición cuantitativa de la situación de los indicadores macroeconómicos ni hacer una valoración real del nivel de vida de la población, pero la situación desde cualquier punto de vista es calamitosa. El aumento de los salarios realizados como parte de la “tarea ordenamiento”, sin el respaldo de un incremento de la producción y la productividad, han provocado un alza descontrolada de los precios en los negocios estatales, los privados y en los del mercado informal, al punto que cualquier ciudadano, hasta el más neófito en economía, puede expresar que “el remedio ha sido peor que la enfermedad”. No soy experto en la materia, pero percibo que el país se acerca a un escenario de estanflación. Esto representa un desafío enorme para las autoridades pues reciben señales mixtas y contradictorias sobre la economía, que hacen muy difícil decidir qué políticas aplicar, en qué secuencia y en qué momento aplicarlas.
La ideología y la economía.
Según Lenin “la política es la expresión concentrada de la economía”. Me parece que es otro de los desvaríos o incompetencia de los fundadores del marxismo. Según la verdadera definición: “La economía es la ciencia social que estudia cómo las familias, empresas y gobiernos organizan los recursos disponibles que suelen ser escasos, para satisfacer las diferentes necesidades y así tener un mayor bienestar”. El comunismo cumple con la anterior definición, pero sustituyendo la última oración por “para proporcionar pobreza y miseria en las sociedades que dirigen”. Sin embargo, Lenin tuvo que aplicar la NEP (Nueva Política Económica) permitiendo la propiedad privada para salvar la naciente economía socialista. Sin comentarios.
Marx sentenció que el capitalismo había engendrado su propio verdugo: “el proletariado”, sin embargo, en las naciones del Primer Mundo, donde el filósofo realizó sus estudios y conclusiones, los obreros han acrecentado su nivel de vida incomparablemente con la época del profeta. Actualmente, en algunos países, tienen participación en la propiedad de sus empresas, mediante la adquisición de acciones convirtiéndolos en socios, y por definición en propietarios. También estas empresas realizan bonificaciones a los empleados de sus utilidades, de esta forma la plusvalía se transforma en beneficios para los “explotados”. Los ideólogos del Segundo Mundo no encontraron la fórmula para lograr que los proletarios participaran y beneficiaran de forma real por la propiedad de los medios de producción, a pesar de la repetición hasta el cansancio, de que son los verdaderos dueños. Sin temor a equivocarme puedo decir que el marxismo también crea su propio verdugo al convertir “la ideología en religión”. Vale exponer lo señalado por el eminente economista Joseph A. Schumpeter:
...” En un sentido importante el marxismo es una religión…” Profundizando al respecto expresó:
“…como para cualquier creyente en una fe, el adversario no comete simplemente un error, sino un pecado. La disidencia es condenada no solo desde el punto de vista intelectual, sino también moralmente. Desde el momento en que el Mensaje ha sido revelado, no puede haber ninguna excusa para dicha disidencia”.
En Cuba cualquier cuestionamiento contrario a las ideas del castro-comunismo o al “neo marxismo” implementado, es reprimido violentamente como lo demostraron en las protestas realizadas el 11 de julio y el 15 de noviembre del presente año contra manifestaciones pacíficas. Además, la ideología prevalece en la economía hasta el punto en que una acción puede tener diversas interpretaciones. En una empresa que asesoré, su director realizó una inversión para mejorar las condiciones de trabajo de su personal administrativo, construyendo oficinas dotadas con nuevo mobiliario, ordenadores modernos y aire acondicionado. En el discurso de inauguración, el dirigente del Partido presente, fue encomiástico respecto a la preocupación demostrada por la dirección para darles mejores condiciones de trabajo a los proletarios. Poco tiempo después este director, por falsas acusaciones de una incompetente fiscal, fue destituido y en una reunión con los trabajadores para informarles de la destitución del dirigente, el mismo jefe partidista expresó que esas oficinas eran una muestra del pensamiento pequeño-burgués y la egolatría que caracterizaba a esa persona. El mismo suceso, con dos interpretaciones diferentes en base a la ideología. No merece más comentarios. El dirigente destituido resultó inocente de todas las acusaciones.
Cualquier criterio de los trabajadores, en una asamblea o reunión, que no coincida con el “establishment” “no sólo yerra, sino que peca”, siendo suficiente para que lo pongan en la “lista negra”. La ideología como religión induce que en las reuniones a cualquier nivel los acuerdos sean unánimes, nunca hay votos en contra. Debe ser considerado entre los “Guinness World Records” que un parlamento de 464 miembros, más o menos, siempre haya aprobado por unanimidad todas las leyes e informes sometidos a votación. No existe diversidad y se crea un clima en el que todo es “complacencia y satisfacción” por lo logrado. Este fue el inmovilismo que coadyuvó al derrumbe de la URSS, pero no escarmientan. He presenciado discursos de dirigentes partidistas reconociendo “el esfuerzo heroico de los proletarios” en empresas con pérdidas en su realización económica, pero expresan que continúan funcionando por razones políticas.
¿Cuáles son entonces las funciones principales de las empresas?
Al no tener definida cuál es su finalidad es difícil que una empresa funcione adecuadamente, no por repetida pierde vigencia la expresión: “quien no sabe adónde va no hay camino que lo lleve”. Estoy convencido de que esto se convierte en un importante escollo para los dirigentes del sistema empresarial. En el análisis realizado hasta ahora queda claro que la comercialización de forma eficaz y eficiente nunca ha sido la principal función de las empresas. Además, la mortalidad de sus directores, con un promedio de vida de cinco años, su principal preocupación es mantenerse en el cargo por sus prebendas.
La innovación es un factor determinante en la competitividad. Transcurridos pocos años del triunfo de la Revolución la falta de piezas de repuesto en las fábricas, equipos, etcétera, se hizo realidad, pues en su gran mayoría provenían de los EE.UU. Para enfrentar esta situación se convocó a los trabajadores a aportar sus ideas y así solucionar este problema creándose el “Fórum de Piezas de Repuesto”, otorgando premios a las “propuestas de soluciones”. Además, se organizaron la ANIR (Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores), las BTJ (Brigadas Técnicas Juveniles) y por último el Fórum de Ciencia y Técnica que según Fidel Castro era un movimiento político y de masas. Sin embargo, la solución a los repuestos seguiría siendo su principal misión para lograr mantener funcionando las empresas.
Con la “Caída del Muro de Berlín” se sumaron las necesidades de repuestos para las fábricas y equipos proveídos por el Segundo Mundo. Las autoridades lo nombraron “doble bloqueo”, para justificar la escasez, aduciendo que los nuevos dueños de las empresas limitaban su entrega. La verdadera causa es la falta de liquidez de la economía para cumplir con el pago a las compañías surgidas luego del desplome. Las mencionadas organizaciones dedicadas a la “innovación”, son lideradas por el llamado “Fórum de Ciencia y Técnica”, el cual ha degenerado en un movimiento impregnado por una descomunal burocracia, que en el mejor de los casos otorga premios a “innovaciones relevantes” irrealizables, poco factibles o que en caso de serlo nunca llegan a aplicarse y obtenerse los beneficios anunciados. Pero como ocurre en la evaluación de la mayoría de las actividades, la valoración del desempeño se realiza por los esfuerzos y no por los resultados, basados en la ideología. Los trabajos más cercanos a la innovación son los realizados por los centros o institutos de investigaciones, existentes en los ministerios o en dependencias subordinadas a los mismos. La mayoría de sus resultados se pueden catalogar de teóricos, y su principal utilidad ha sido servir de base para la obtención de grados científicos a sus investigadores, pues la generalidad no se aplica para el mejoramiento de los productos o servicios en las empresas y satisfacer las necesidades del proletariado, por falta de recursos, voluntad y otras causas.
El ciclo completo, desde la investigación hasta la obtención de un nuevo producto o la mejora de uno existente, solamente es real en la rama biotecnológica o farmacéutica pero no todas reconocidas internacionalmente. Tampoco los directores de las empresas solicitan investigaciones con vistas a la innovación de sus productos, ni siquiera indagan los resultados existentes vinculados a su negocio. Es preferible el “statu quo” a cualquier cambio. El concepto de innovación significa el aporte de un nuevo conocimiento para generar una mejora o el perfeccionamiento, ya sea de un producto o un servicio. En Cuba este nunca ha sido el caso, pues la necesidad de los repuestos, se satisface con piezas fabricadas sin las tecnologías originales ni los materiales indicados. De esta forma lo que se obtienen son soluciones temporales, sin mejora alguna constituyendo, en algunos casos, verdaderos retrocesos, como por ejemplo la conversión de tornos dirigidos por computadoras a su manejo mecánico, eliminar sistemas automatizados de equipos y otras que en lo personal las denominaría “retro-innovaciones”.
La infructífera función de las empresas socialistas de “crear un cliente” elimina la necesidad de la innovación, de ahí que por esta vía tampoco puedo descubrir su finalidad. Los éxitos de China, desde el punto de vista económico, se han manipulado por la propaganda comunista para exponer que el socialismo es viable económicamente. Los prosélitos de las ideas del marxismo-leninismo creen que el gigante asiático encontró el eslabón perdido de la economía, al lograr definir la finalidad de las empresas socialistas y posibilitar el desarrollo. Pero un somero análisis demuestra que es una falacia, pues en realidad su sistema económico es capitalista con ideología comunista. Los logros de China, reflejan lo que a mí entender es el objetivo supremo del comunismo: un país y su cúpula dirigente, rico y poderoso, de espaldas al nivel de vida de los proletarios y sus desigualdades. Siempre han adoctrinado a los proletarios cubanos señalando que otras economías del mundo estaban en crisis, pero nunca nos incluíamos.
Ningún ciudadano puede estar satisfecho con el nivel de vida alcanzado, excepto haber podido estudiar y recibir asistencia médica de forma gratuita, que en sus inicios fue de cierta calidad, pero actualmente muy precarias y cada día en decadencia.
La “plusvalía” descubierta por Marx, principal origen del enriquecimiento de los capitalistas según el profeta, el socialismo la denominó “plus trabajo” pero no la utilizó para el desarrollo de las empresas y la satisfacción de las necesidades de la sociedad, sino que la manipuló hacia otros destinos y ya no se sabe realmente cuál es su verdadera finalidad en las empresas. Cualquiera con un mínimo de conocimientos en economía puede suponer que si el capitalista les entregaba el monto total de la plusvalía a los obreros carecería de capital para mantener el negocio, mejorarlo y poder continuar proporcionando trabajo en el futuro. El socialismo en nuestro caso al utilizarla para el constante auxilio de las empresas ineficientes ha sumido en la miseria a todo el proletariado.
Drucker expresó: “jamás hay que confiar una gran oportunidad a la mediocridad”. Desgraciadamente en Cuba ésta se ha convertido en la regla y no la excepción. Para dirigir en el partido, el gobierno y las empresas solamente hay que demostrar fe ciega a la “religión comunista”. Las consecuencias las sufre el pueblo con el empeoramiento progresivo de su nivel de vida sometido a la cúpula castro-comunista, verdadera dueña de los medios de producción, que viven como millonarios y dirigen el país.
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