A SOLO DOS SEMANAS DEL 15 DE NOVIEMBRE. Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.-
Lo que hace un par de décadas parecía ser solo una utopía, hoy es un hecho cuasi concretado en el orden práctico: el régimen cubano se desmorona cada día, su ocaso es una realidad evidente.
Foto debajo: Grupo de manifestantes pacíficos concentrados en las afueras del Ministerio de Cultura de La Habana el 27 de noviembre de 2020.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Cientos de jóvenes cubanos han sido advertidos por parte de los agentes de la Seguridad del Estado que serán juzgados con severidad por delitos como la desobediencia, la manifestación ilícita e instigación a delinquir. Esto es solo el amenazante preámbulo de lo que realmente pudiera ocurrir la víspera del 15 de noviembre, en este día propiamente dicho, y en los siguientes, solo por intentar ejercer sus derechos a la reunión y la manifestación pacífica expresando sus desacuerdos con ciertos cánones del régimen comunista de la isla.
Por estos días una nueva oleada de acusaciones, difamaciones y amenazas se imponen por parte de aquellos que aún permanecen fieles al régimen castrista. La dictadura cubana está temerosa, toda vez que sabe con certeza que su fin está muy próximo; aunque se aferren tras la apariencia de una estabilidad inexistente y de todo un pueblo que con fidelidad les sigue en todos sus desatinados y fracasados proyectos. Lo que hace un par de décadas parecía ser solo una utopía, hoy es un hecho cuasi concretado en el orden práctico: el régimen cubano se desmorona cada día, su ocaso es una realidad evidente.
Un forzoso cerco contra todo lo que se aparte de sus anquilosados preceptos se impone por doquier. Las detenciones arbitrarias y las citaciones a multitudes de jóvenes con el objetivo de intimidarlos para detenerlos en su afán de salir a manifestarse son actos rutinarios en el presente. La difamación mediante mensajes e imágenes para desacreditar a los principales líderes de la marcha propuesta para este 15 de noviembre es otra de las estrategias del presente. Lo subliminal, la sutileza, la sugestión y la intimidación preceden a las acciones terroríficas que preparan por estos días para agredir sin compasión a los manifestantes.
Esta vez los que organizan la marcha de protesta pacífica por “la liberación de todos los presos políticos, el fin de la violencia, que se respeten todos los derechos de todos los cubanos y la solución de las diferencias a través de vías democráticas y pacíficas”, son jóvenes con preparación y con estudios realizados, incluidos artistas, profesores, historiadores y escritores, algo que merece ser destacado – sin subestimar a las multitudes que a través del devenir histórico han demostrado su rol determinante en las insurrecciones populares–, toda vez que en esta ocasión el régimen castrista al intentar estigmatizar a los líderes de la protesta bajo la denominación de delincuentes, marginados, antisociales, mercenarios y otros tantos calificativos propios del vocabulario de la dictadura, caerá, una vez más, en el descrédito.
Su principal líder, Yunior García Aguilera, es un joven intelectual con una carrera y trayectoria dignas (título de oro en sus estudios de dramaturgia en el Instituto Superior de Arte, guionista de televisión y cine, actor, dramaturgo y crítico de arte). Archipiélago es el nombre de la plataforma que reúne a aquellos que desean participar de manera organizada y pacífica en una Marcha Cívica por el Cambio. La propuesta actual tiene sus precedentes en la manifestación de los jóvenes intelectuales ante la sede del Ministerio de Cultura de La Habana el pasado 27 de noviembre de 2020.*
Foto debajo: Yunior García Aguilera, guionista de televisión y cine, actor, dramaturgo y crítico de arte, es el líder de la Marcha Cívica por el Cambio.
Tal vez algunos se han cuestionado acerca de una posible ingenuidad de los jóvenes por el hecho de haber solicitado un permiso a las "autoridades" cubanas para salir a las calles de manera organizada. Nada más distante de la idea de una ingenuidad. Se trata del primer acto de esta naturaleza pedido al régimen. Ellos sabían de manera anticipada cual sería la respuesta. No obstante, tuvieron la suficiente valentía de desafiar a la peor dictadura del hemisferio occidental. Como era de esperar las "autoridades" cubanas dieron un rotundo no, y no solo un no a la solicitud que de manera formal hicieron los organizadores de Archipiélago; sino que, desde entonces, la intimidación, el chantaje y las amenazas a los jóvenes de la oposición no han cesado.
¿Qué pudiera suceder el próximo 15 de noviembre?
No hay que tener poderes mediumnísticos, ni ser previsor del futuro, para percibir lo que realmente ocurrirá en los próximos días. El régimen impedirá la movilidad de los principales líderes de la oposición, lo que, sin duda, afectará el sentido organizativo de la marcha pacífica. Sin embargo, la marcha tendrá lugar. Se trata de la determinación de una multitud de cubanos dispuestos a todo por tal de salir de la inacción a que son sometidos por las fuerzas represoras de la dictadura cubana.
Salir a las calles conlleva necesariamente a un nuevo enfrentamiento entre el verdadero pueblo cubano – que cada día sufre la adversidad y al que se le violan sus derechos elementales– y los supuestos “cubanos revolucionarios”, esos a los que ha convocado el criminal presidente de Cuba para enfrentar a la oposición, y que en realidad se trata de las turbas del castrismo (agentes de la seguridad encubiertos, informantes y colaboradores, algunos recalcitrantes adoctrinados, y la chusma residual).
Miguel Díaz Canel inmerso en su obstinado continuismo retoma los recursos que décadas atrás utilizara el delirante dictador cubano Fidel Castro, esto es, acude a la provocación de un enfrentamiento entre cubanos. Recordemos los tristes sucesos del año 1980 conocidos como la Embajada de Perú y el Éxodo del Mariel, en los que se utilizaron la violencia, la difamación y el atropello contra los que determinaron marcharse del país, sin olvidar las acciones del Maleconazo (5 de agosto de 1994), donde también utilizó a agentes encubiertos bajo el ropaje de un contingente de obreros para arremeter violentamente contra los manifestantes de la capital.
Foto debajo: Miguel Díaz Canel inmerso en su obstinado continuismo retoma los recursos que décadas atrás utilizara el delirante dictador cubano Fidel Castro. Acude a la provocación de un enfrentamiento entre cubanos.
Ahora Díaz Canel, con la experiencia de los recientes hechos del 11J volverá a incitar a la violencia – ya lo sentenció hace unos pocos días en una tenida partidista en la capital del país– y logrará detener a los manifestantes. “Hay suficientes revolucionarios para enfrentar cualquier manifestación que pretenda destruir la revolución (…) ¡Que sepan los imperialistas que van a tener que luchar contra un pueblo que no se deja engañar, un pueblo suficientemente numeroso, valiente y heroico para luchar al que no le asustan las amenazas!” Lamentablemente, las golpizas, las detenciones, y las acusaciones deliberadas con premeditación y alevosía se repetirán. No obstante, una vez más, el régimen comunista de la isla quedará desacreditado ante la opinión internacional.
Surge entonces otra interrogante. ¿Acaso le interesa a la dictadura cubana la opinión internacional?
Por supuesto que no. Si se preocuparan por saber lo que el mundo cree acerca de la existencia de un sistema comunista en pleno siglo XXI hace mucho tiempo que el castrismo hubiera dejado de existir; pero como decidieron vivir de espaldas a la realidad, inmersos en un mundo donde se entrelazan las irrealidades con la absurdidad, aún creen ser víctimas de la difamación, de las “campañas anticubanas”, de los efectos de los planes de la CIA, de las acusaciones de la OEA, o cualquier otra idea estrafalaria heredada del considerado líder histórico de la “revolución” cubana.
Ese vivir en la irrealidad los ha llevado a proponer la hipótesis de que los manifestantes han sido convocados por organizaciones políticas estadounidenses y que su líder, Yunior García Aguilera, está siendo financiado por dichas organizaciones. El rutinario discurso anquilosado que se ha utilizado como escudo defensivo desde los lejanos tiempos del viejo comandante delirante, quien siempre vio la espectral imagen del Gobierno de Estados Unidos como detractor eterno de su fracasado régimen, ahora es retomado por el improvisado presidente jamás elegido: “El objetivo declarado del Gobierno norteamericano es derrocar a la Revolución Cubana. La esperanza del enemigo es que nuestras grandes dificultades materiales reblandezcan al pueblo y lo hagan ponerse de rodillas, por eso alimenta la desidia con la idea de que el país no puede resistir”.
De “maniobras desestabilizadoras” de Washington, han sido atacadas las inquietudes de los jóvenes manifestantes. Para el régimen cubano – que no concibe la espontaneidad del pueblo cubano en relación con acciones de protestas, manifestaciones, marchas pacíficas, descontento, desacuerdo, oposición, participaciones grupales, insurrecciones, etc. – se trata de intervenciones del gobierno estadounidense mediante la guerra no convencional, manual de lucha no violenta y golpe suave, que, según ellos, ha ejecutado en numerosos países.
Según Díaz-Canel “la estrategia (de las supuestas organizaciones estadounidenses involucradas en las acciones del 15 de noviembre) es crear el máximo de descontento dentro de nuestro país. Fomentar la inestabilidad a través del empeoramiento de las condiciones de vida de la población, ponernos cada vez más difícil la posibilidad de sobrevivir, para conducirnos al estallido de un conflicto violento”.
Y así las cosas, a estos trogloditas nadie los hará pensar de otro modo. Como muy bien expresó Yunior García, recientemente, en una entrevista, el gobierno cubano “no está dispuesto a entablar ningún tipo de diálogo civilizado ni de abrir espacios políticos a los ciudadanos”. Esta es la triste realidad, a lo que se sumará la temeraria embestida del “pueblo revolucionario” contra los manifestantes; acción convocada por el propio presidente del país, para quien, las calles de Cuba son de los revolucionarios.
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* La protesta en el Ministerio de Cultura y el intento de diálogo. El 27 de noviembre, más de 300 jóvenes que incluyó a artistas, intelectuales, cineastas y periodistas independientes se congregaron de manera espontánea frente a la sede del Ministerio de Cultura para exigir respuestas sobre la forma en que el Estado manejó los hechos que terminaron en el desalojo del MSI. La protesta pacífica e inédita en su forma, se abrió a un reclamo más amplio para exigen el respeto a la libertad de expresión y el cese de la censura y el hostigamiento a representantes del arte y personas con pensamiento diferente en Cuba.
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