(Parte 4) Las malas prácticas en las empresas socialistas cubanas. Por Roberto L. Capote Castillo.
“Los avances en la tecnología seguirán para llegar lejos en todos los sectores de nuestra economía. Trabajo futuro y el crecimiento económico en la industria, la defensa, el transporte, la agricultura, la salud y ciencias de la vida está directamente relacionada con el progreso científico”. Christopher Bond.
Existen diversas estadísticas sobre el transporte en Cuba antes del 1959, desde la existencia del primer tranvía en América Latina hasta el funcionamiento de los demás tipos de transporte (carretera, ferrocarril, aéreo, etcétera). Creo que fue cuando se confiscaron las guaguas en la Habana que Fidel Castro en su discurso habló del “mal estado” de las mismas, el mal servicio y el maltrato a sus empleados. Pero como vale más una experiencia que miles de estadísticas compartiré las mías.
Soy Camagüeyano, pero la mayoría de mi familia residía en el municipio Vertientes donde estaba una de las mayores fábricas de azúcar del país. Casi todas las semanas visitábamos esta ciudad. Los ómnibus tenían una frecuencia cada veinte minutos y nosotros podíamos subirnos en las paradas de su recorrido y siempre nos sentábamos, recuerdo que los tres hermanos queríamos las ventanillas pues el paisaje era muy bonito (actualmente solo se puede observar campos infectados de marabú). También visitábamos un tío materno en Las Villas y nos trasladábamos en unos ómnibus que los llamaban “Santiago Habana” con una higiene impecable, fundas en la parte superior del asiento y una almohadita para dormir. Esta historia hoy después de más de sesenta años de la revolución parece ficción.
Sector del Transporte:
Puedo expresar, asumiendo el riesgo, de que el sector del transporte en general es uno de los “campeones” de la ineficiencia e ineficacia en toda la época del castro-comunismo. Ni siquiera en la mal denominada “época de la abundancia”, por el subsidio soviético, se satisfizo las necesidades de los usuarios de estos servicios. Las empresas de este sector generalmente han estado subordinadas a un ministerio, aunque la de aviación tuvo cierta autonomía, pero ninguna ha escapado al desastre y a la falta de equilibrio entre el presente y el futuro. En ningún tipo de transporte (ómnibus, taxis, ferrocarril, aviación, carga, etc.) se habla de calidad del servicio sino de cantidad de pasajeros transportados, viajes realizados y cantidad de carga transportada como indicadores de productividad.
Desde el año 1959 con Fidel Castro y después Raúl Castro cuando heredó su cargo, así como el nuevo Presidente designado, han sido muchos los experimentos para resolver el grave problema del transporte. Una alternativa aplicada por las autoridades gubernamentales para paliar la situación fue la autorización a todos los propietarios de transportes a participar en la transportación de pasajeros. La situación lejos de aliviarse ha causado mayor disgusto y los usuarios, según es costumbre, no se tienen en cuenta, siendo los más perjudicados. Además, estos transportes particulares incitan el desvío de las partes y piezas de los equipos pertenecientes a las empresas estatales, afectando los servicios que ofertan las mismas. Como siempre el nuevo Presidente designado aplicó su solución mágica del mercado socialista, precios topados, a los transportistas particulares. El remedio fue peor que la enfermedad como dice el refrán, se dispararon los precios, disminuyeron los transportistas, etc.
No vale la pena describir todos los experimentos del castro-comunismo, ignorando las leyes de la oferta y demanda, porque son conocidos, pero como siempre los “burrocratas” en todos los casos han sido los encargados de establecer las regulaciones para limitar los derechos de los propietarios de los medios de transportes, llegando al extremo de incitar huelgas de cocheros, motoristas, camioneros, etc. El gobierno siempre que se trata del sector privado aplica soluciones ganar-perder, siendo los perjudicados los denominados “cuentapropistas”. Sin temor a equivocarme, puedo afirmar, que no existe algún tipo de transporte que satisfaga las necesidades de sus usuarios ni aún aquellos que en una etapa se pagaban en dólares o CUC.
Nos hemos resignados a morir sin poder ver su recuperación pues ha llegado a niveles tan bajos que parece irrecuperable.
Todos los transportes estatales, sin excepción, se caracterizan por el incumplimiento del itinerario, la falta de higiene, el maltrato a los usuarios en las diferentes fases del servicio: desde la gestión de una reservación, llegada a las terminales, subida a bordo, transportación, manejo de los equipajes y recibimiento en el destino. Las rutas, así como la cantidad de diferentes transportes, se planifican sin tener en cuenta las necesidades de la población ocasionando su insatisfacción. A causa de la falta de cuidado y mantenimiento de los equipos cada día existen menos, disminuyen los viajes y la transportación se hace más difícil tanto la urbana, como la de media y larga distancia. A lo anterior se debe añadir la falta de servicios complementarios como los de alimentación de los pasajeros, que cuando existen la inocuidad está ausente, los sanitarios de las terminales de embarque de cualquier tipo de transporte presentan deterioros apreciables a simple vista y su higiene representa un peligro para la salud, tanto es así que calificar como “baño de terminal” un cuarto de aseo es sinónimo de suciedad, pestilencia y desmedro. Esta última situación se trató de mejorar permitiendo que particulares se encargaran de la limpieza pero los pasajeros debían pagar por su uso.
La poca cantidad de ciudadanos propietarios de vehículos induce una alta dependencia de la transportación estatal. Según algunas estadísticas en el año 1958 Cuba era el sexto país del mundo en el promedio de automóviles por habitantes. La superaban, en este orden, EE.UU., Canadá, Gran Bretaña, Venezuela y Alemania Occidental.
Las bicicletas que en determinado momento se vendieron, a precios moderados, han sido abandonadas por los altos costos que alcanzaron su reparación y mantenimiento debido a que estas actividades fueron asumidas por talleres particulares imponiendo precios, inaccesibles para el trabajador común que es quien se traslada en este tipo de transporte. En estos momentos solamente se consiguen piezas con las mulas a precios muy altos y me refiero a las bicicletas comunes pues las deportivas (con diferentes velocidades) son un lujo.
La transportación aérea por parte de la empresa Cubana de Aviación no ha escapado a la deficiente gestión. Era común oír una frase que decía: “Cubana la que sale y llega cuando le viene en gana”, mensaje que reflejaba las deficiencias del desempeño de la empresa. En una revista Bohemia que tenía en mi casa, de los años 50, si mal no recuerdo, Cubana de Aviación tenía cuatro viajes a La Habana, dos a Varadero y dos a Santiago de Cuba varias veces a la semana desde Camagüey. La situación actual es tan grave que está a punto de desaparecer la empresa por falta de aviones y la ineficiencia en la gestión de los arrendados. Las líneas Aerocaribbean y AeroGaviota, su misión fundamental ha sido la transportación de turistas extranjeros dentro del territorio nacional, pero también padecen las mismas adversidades.
La transportación de las cargas no ha cumplido eficazmente su objetivo ocasionando importantes perjuicios desde el punto de vista logístico. El Gobierno ha tratado de priorizar el uso de los ferrocarriles por los beneficios que en el caso de nuestra economía puede aportar, fundamentalmente por el ahorro de combustible y además porque no existen las exigencias del “Just in Time”. A pesar de los esfuerzos realizados esto no se ha logrado por todo el desastre existente en los ferrocarriles así como en toda su infraestructura y se continúa utilizando mayoritariamente el transporte por carreteras que por la obsolescencia de los equipos, el alto consumo de combustible y las frecuentes roturas es ineficiente.
Quiero exponer un caso ilustrativo del fracaso de una de las tantas medidas aplicadas por las autoridades en cuanto al transporte. Hace años, el entonces principal dirigente de la economía en esos momentos (Carlos Lage), anunció la adquisición de nuevos equipos para el ferrocarril (en realidad eran de segunda mano), provenientes de Francia, inaugurando una especie de tren rápido desde Santiago de Cuba a La Habana, con el nombre de “Tren Francés”, con solo dos paradas intermedias en el recorrido. En el acto inaugural (televisado), el mencionado dirigente, explicó que este sería el inicio del viraje del ferrocarril cubano hacia un nuevo modelo pues contaría con todas las comodidades como alimentación y aire acondicionado. A modo de garantía de la calidad del servicio se establecía la devolución del dinero a los pasajeros cuando se retrasara más de quince minutos en su itinerario. Todo marchó bien al principio, al decir de los cubanos: “escobita nueva barre bien”, después de un breve período de tiempo este tren volvió a la anormalidad. Dejó de cumplir su itinerario, se fueron a bolina todas las comodidades, no se devolvió el dinero según se prometió y como siempre más nunca se habló del “Tren Francés”. Contrariamente a lo previsto se convirtió en paradigma de impuntualidad en sus itinerarios, maltrato al público, falta de higiene y otras irregularidades, pero el alto precio asignado al pasaje, desde los inicios, se mantuvo.
Al panorama anterior se debe añadir que el servicio del transporte de pasajeros incurrió en similar error al resto de la economía estableciendo servicios en divisa y en moneda nacional. No es necesario añadir que fue una forma apañada de aumentar el precio pues no resolvió el problema ni la calidad mejoró, además, inaccesible para la mayoría. Tampoco se ha resuelto con la unificación monetaria y la implementación del peso cubano mal denominado “moneda única”, pues siguen utilizándose las MLC, con el mismo cambio al dólar que tenía el CUC, pero con precios desproporcionados. Además, los ómnibus interprovinciales establecieron cobrar el exceso de equipaje con precios exagerados que para la población con bajos salarios es otro de sus infortunios.
El ministerio de transporte, al igual que el resto de los que conforman la economía, sufre cambios de ministro con frecuencia. Todos los nuevos reconocen el mal estado del servicio de transportación en general, convocando a dar un vuelco, prometiendo un cambio profundo a mediano o largo plazo incluyendo la importación de nuevos equipos. Ninguno hace referencia a mejorar cuestiones más sensibles y de menores recursos tales como: el trato a los pasajeros, la situación higiénica de los transportes existentes y el entorno de las estaciones de salida, la organización para las reservaciones y otros servicios secundarios, ajenos a los equipos de transportes, que también están en pésimas condiciones y son causas de molestias.
Concluyo con una expresión que les enseñaba a los directivos que asesoré en Cuba y España: “la excelencia no depende solamente de recursos materiales y puede surgir en cualquier parte”. Esto nunca será comprendido por el comunismo.
Click en este enlace para que lea la Parte 5.
capotecastillo@yahoo.es
|