(Parte 3 y Final). La práctica del director en la empresa socialista en Cuba. Por Roberto L. Capote Castillo.
“Si tus acciones inspiran a los demás a soñar, aprender y hacer más; eres un líder.” – John Quincy Adams
Para un director de empresa en Cuba es muy difícil desarrollar su trabajo por lo todos los escollos a los que se enfrenta y que he tratado de explicar brevemente en los dos artículos anteriores. Además, tampoco existe la carrera universitaria ej. Licenciatura en Administración de Empresas o un Máster en Dirección de Empresas (MBA), que les aporte los conocimientos teóricos requeridos. Aunque se hicieron esfuerzos en este sentido. Durante la existencia del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (década de los años 80), se fundó el Instituto Superior de Dirección de la Economía (ISDE) que graduaba licenciados en Dirección de la Economía. Pero a esta carrera solamente accedían los que ya ejercían como directivos y era una copia del sistema soviético. Pero una vez más, en tiempos de la Perestroika, se desmanteló toda esta estructura.
Según Peter Drucker, reconocido como el padre del management, las principales funciones del director son las siguientes:
- - la realización económica.
- - convertir los recursos humanos y materiales en una empresa productiva, y
- - dirigir a los trabajadores en su trabajo.
A continuación, haré un breve análisis del cumplimiento de las anteriores funciones por los directores de las empresas socialistas cubanas, de acuerdo a mi experiencia.
La realización económica.
Es innegable que los directores consideran importante el cumplimiento del plan de producción anual de su empresa, pero su mayor desvelo es el acatamiento de las directivas recibidas de “arriba”, debido a tener más importancia la realización política que la económica, pues la primera decide su permanencia en el puesto y la segunda no. Por lo anterior, en cada decisión se soslaya la dimensión económica. A los empresarios, a menudo, se les impone cumplir tareas dirigidas hacia objetivos ajenos a su actividad principal cuyo cumplimiento afecta la realización económica, pero al decir de los dirigentes políticos: “la tarea no tendrá una justificación económica, pero es políticamente necesaria”.
Pero aun con sus deficiencias, el plan de producción, divorciado de las demandas del mercado (que no existe como tal), pudiera tomarse a manera de brújula para guiar el trabajo del director. Sin embargo, las carencias o los frecuentes cambios, le impiden por lo general lograr la eficacia y eficiencia de su negocio, causando que un número considerable de empresas operen con pérdidas, algunas planificadas durante años, lo cual impacta negativamente en la economía del país y por supuesto también en la doméstica. Otro aspecto a señalar es la ineficacia e ineficiencia de los planes de producción pues en numerosos casos los cumplimientos se alcanzan mediante producciones no planificadas con precios inflados o a costos que afectan la rentabilidad, lo cual ha popularizado la expresión de los directores: “tengo que cumplir el plan a toda costa y a todo costo, lo demás no importa”. Este mal se ha extendido a todas las ramas de la economía tales como la agrícola, la ganadera, la azucarera, la producción de alimentos, etc. presentando un desaprovechamiento bastante penoso de los recursos del país evidenciando que la propiedad estatal, con sus pretensiones de construir el paraíso para los proletarios, es un total fracaso.
Convertir los recursos humanos y materiales en una empresa productiva
Para lograr lo anterior es necesario que los dirigentes encargados de tal misión tengan determinadas cualidades, posean un método o los conocimientos teóricos que les permitan cumplir esta importante función, pero esta es una de las principales carencias de los directores y el resto de los directivos que colaboran con él. La ideología ha dominado todo el escenario de la sociedad en general y el sistema empresarial en lo particular, por este motivo cualquier acción puede ser malinterpretada. Esto ocurrió de igual forma en los países que integraban el sistema socialista. Recuerdo una experiencia:
- Me encontraba recibiendo un curso en Moscú en el año 1980 y en el tema sobre la calidad de la producción, los profesores, siendo Candidatos a Doctores y Doctores (según las categorías existentes en esa época), no mencionaban a los gurús o clásicos de la calidad. Al comentarles sobre sus teorías quedaron asombrados (o asustados), preguntándome de dónde yo obtenía esa información. Al decirles que era a través de libros y revistas, entre las que se encontraban las norteamericanas Quality y Quality Progress, fue necesario explicarles que el centro de información de mi Ministerio las recibía. Me confesaron su desconocimiento, pero lo peor era el miedo a lo proveniente de occidente. Creo que estaban a punto de informar a la KGB, si es que no lo hicieron.
Con lo señalado quiero destacar la falta de conocimientos y la desinformación de la mayoría de los directores por motivos ideológicos, teniendo que recurrir al método de dirección por instrucciones o por crisis. De esta forma no se logra la conversión eficiente de los recursos existentes. Similar situación se continúa presentando debido a la limitación existente para el acceso al internet tanto a dirigentes como a los profesionales.
Conversando con un director me explicaba que había sido convocado a una reunión con el Vice Ministro Primero de su Ministerio (uno de los principales de la economía) y aprovechando tal oportunidad llevaba en su agenda una serie de sugerencias para mejorar el funcionamiento de las empresas. Me manifestó que en los inicios de la reunión un colega suyo, pidió la palabra para exponer sus ideas con igual propósito y comenzó diciendo: “Yo pienso…, siendo inmediatamente interrumpido por el Vice Ministro, quien expresó: “ustedes no han sido designados en sus puestos para pensar sino para ejecutar, porque para pensar estamos nosotros”.
Refiere mi amigo que cerró su agenda y se puso a pensar en otra cosa hasta que concluyó la mal definida importante reunión.
La dirección, en la mayoría de las empresas, se encuentra en las etapas más primitivas de su desarrollo, el método más generalizado es la dirección por instrucciones donde el nivel superior le indica al inferior lo que debe hacer y éste solamente obedece sin detenerse a pensar, o de lo contrario, se aplica la dirección por crisis para apagar los frecuentes incendios que devoran las organizaciones. Los métodos anteriores no le permiten a los directores cumplir la función de formador al resto de los directivos que colaboran con él en su trabajo, y además, les impide convertir los recursos humanos y materiales en una empresa productiva.
La década de los años ochenta es reconocida, por los dirigentes de todos los niveles, como la época de abundancia para las empresas pues los directores disponían de los recursos necesarios para cumplir los planes de producción. Estas asignaciones se realizaban de forma centralizada, pero por todos es conocida la ineficiencia en su desempeño, por el alto consumo de recursos humanos, materiales, combustibles y financieros, y la ineficacia por la insatisfacción de sus consumidores, tanto en cantidad o calidad, por los productos o servicios entregados. Las empresas funcionaban suponiendo que lo único necesario para la transmutación de los recursos era el capital (garantizado por el subsidio soviético a través del CAME). La realidad en Cuba y en el resto de los que pertenecían a este organismo de integración económica socialista demostró lo contrario.
En aquella época al final de cada año las empresas proyectaban y presentaban los planes del siguiente, ningún director permitía a sus colaboradores solicitar menor cantidad de recursos que lo gastado en el período recién finalizado. Siempre orientaban pedir aumento a los organismos superiores, pues estos tampoco permitían ahorro en este sentido ya que de lo contrario se disminuían las generosas asignaciones que de forma centralizada realizaba la llamada Junta Central de Planificación (JUCEPLAN). En aquellos tiempos usaba un automóvil, de propiedad estatal, asignado para mi trabajo, sin embargo, al finalizar el trimestre y el año, tenía que regalar el combustible sobrante porque mi jefe no me permitía gastar menos de lo planificado. Esta práctica, generalizada en todas las empresas y organizaciones estatales, imposibilita alcanzar la eficiencia.
En el sistema empresarial socialista cubano ningún director se ha enfrentado a la posibilidad de una quiebra, ni siquiera tiene que dar una explicación por la ineficiencia o la ineficacia en su desempeño, siempre que tenga las excusas adecuadas. En todo el período revolucionario la mortalidad de las empresas ha sido cero, excepto las que son eliminadas por los Ministerios. En este sentido también podemos declararnos “los mejores del mundo”, pues ni una sola de las empresas socialistas ha quebrado. Desaparecen y aparecen por fusiones y cambios prometiendo mejores resultados, pero al final todo sigue igual y los proletarios cada vez más pobres.
Con un breve análisis de la economía se puede concluir que las principales dificultades que la afectan están provocadas por los problemas estructurales y funcionales. Pero aun aceptando los estructurales como graves, la situación se agudiza por los funcionales, si a los directores les dieran más independencia en su trabajo algunos problemas estructurales pudieran ser paliados. Pero no sería justo si transmito el mensaje de que todo lo mal hecho se debe la falta de conocimientos, práctica o afán de los directores. En el desempeño de mi trabajo asesoré directores competentes en su trabajo y con deseos de realizar una buena labor, pero a los problemas estructurales hay que sumarle la extrema burocracia, con sus leyes escritas y no escritas pero muy rígidas, desarrollada por las diferentes entidades controladoras que conforman el Estado socialista que muchas veces anulan cualquier iniciativa.
En una empresa clasificada de primera categoría en la Habana, fui contratado como asesor por su director. Este dirigente graduado universitario con limitados conocimientos teóricos de dirección, poseía visibles cualidades de líder, apreciadas por los directivos y colaboradores. Poseedor además de una desarrollada inteligencia emocional. Mi contratación respondía a su decisión de utilizar la calidad, entre otras estrategias, para conseguir salvar a la empresa de la difícil situación económica en la que se encontraba.
Este director estableció un excelente trabajo de equipo entre los miembros de su consejo de dirección y a los jefes de las unidades empresariales de base les dio libertad para su desempeño. También elaboró una inteligente estrategia de manejo de los recursos financieros por las unidades estratégicas de negocios creadas y por primera vez hizo un plan de tesorería, que permitiría en un término menor a tres años saldar las deudas con el banco, sin disminuir los volúmenes de producción y con adecuados niveles de utilidades.
El mencionado dirigente también mejoró sensiblemente las condiciones de los trabajadores en cuanto a la alimentación e incluso en el período vacacional escolar estableció un plan para que los hijos de las trabajadoras fueran atendidos en la empresa mediante actividades recreativas con excursiones a diferentes lugares. De esta forma evitó las ausencias de las madres trabajadoras, que solicitaban licencias no retribuidas, para atender a los hijos en esta etapa.
Cuando se encontraba enfrascado en esta compleja y admirable labor, reconocida por los dirigentes políticos del territorio y por los jefes de los niveles superiores, ocurre que una auditora fiscal, de uno de los llamados “organismos rectores de la economía”, cree detectar una gran malversación en la empresa de donde provenía este director y abusando de sus facultades formó una gran algarabía entre los diferentes niveles de dirección políticos y gubernamentales. Lo anterior provocó que a este director el Ministro le aplicara una medida de separación del puesto donde estaba desarrollando su proyecto. Después de casi un año de pugilatos incluyendo llevar a juicio al mencionado dirigente todo fue aclarado demostrándose la inocencia contra los cargos imputados, pero ya el daño estaba hecho, ningún otro jefe logró materializar los planes antes aludidos. Como consecuencia, la referida organización se vio sometida a continuas reestructuraciones no llegando nunca a ser la misma de antes, según me informaron directivos y trabajadores de la misma.
No es factible convertir los recursos humanos y materiales en una empresa productiva en un entorno como el descrito anteriormente con las amenazas que acechan a las organizaciones y a los directores que las dirigen.
Dirigir a los trabajadores en su trabajo.
Otro de los temas de la dirección empresarial más descuidados, por la mayoría de los directores y sus directivos, es el referido a la creación y mantenimiento de un adecuado clima en su empresa. Para algunos esto es cuestión de libros, para otros es una asignatura pendiente, sin embargo, cuando se analizan algunos datos, como por ejemplo: alto ausentismo (enmascarado en ocasiones por certificados médicos o autorizaciones de los jefes), elevada rotación de los trabajadores incluyendo a los directivos, baja productividad comparada con similares de otros lugares, deficiente comunicación entre los directivos y trabajadores (circulación de muchos rumores disfuncionales), uno se da cuenta de que hay problemas.
No se puede dirigir adecuadamente a los trabajadores en su trabajo en un clima organizacional enrarecido pues se genera un ambiente de inseguridad e incredulidad que hace fracasar cualquier acción dirigida a mejorar el desempeño. Por eso a veces me suena incongruente el término recurso humano al referirse a los proletarios pues si lo único que utilizamos de ellos son sus manos o su fuerza bruta deberíamos definirlo como “recurso manual” o “fuerza de trabajo manual” para ser más exactos y hacer resaltar que de estos recursos se exime la participación de su cerebro.
Lo anterior es una manifestación del método Taylorista, de inicios del siglo XX, presente en las empresas, evidenciando la deficiente dirección de los trabajadores trayendo como consecuencia el desaprovechamiento del recurso humano pues por el mismo salario pueden obtener su fuerza y su inteligencia, es un triste derroche que aún sigue siendo la regla y no la excepción. Trabajando en una fábrica de Texas en USA un día observo en un cartel la solicitud de ideas para disminuir las pérdidas que se tenían en un producto. Entregué mis propuestas al supervisor y pasado un tiempo me otorgaron una carta de felicitación y un cheque por 30 dólares. Esto motiva al trabajador a incorporar su inteligencia al trabajo.
A inicio de los años noventa asistí a un curso sobre turismo realizando las prácticas en la playa Varadero. Visité dos hoteles de los más importantes en ese entonces, uno administrado por una firma extranjera y el otro por personal cubano. En el hotel administrado por el nacional su director casi no nos pudo atender porque estaba muy ocupado, nos explicó que su forma de dirigir estaba basada, fundamentalmente, en reuniones y despachos con los directivos que conformaban su equipo de dirección. A este dirigente le pregunté si pasaba mucho tiempo fuera del hotel respondiéndome que casi todo el día, debido a la cantidad de reuniones a las que era convocado por los órganos superiores de dirección de su ministerio, gobierno y el Partido en su territorio.
En el hotel dirigido por el extranjero las cosas eran diferentes. El gerente nos recibió apropiadamente y a igual pregunta sobre la permanencia en el hotel respondió que estaba el día completo, además, además, me explicó el uso de la gestión itinerante como método de trabajo. Otro aspecto interesante era la preocupación por su tiempo para visitar las áreas con vistas a chequear la preparación de los servicios antes de la apertura, comprobando que estuvieran acondicionados correctamente facilitando las medidas necesarias para resolver los problemas y finalmente saludaba al empleado exhortándolo a un buen desempeño. Esto no lo hacía el dirigente cubano.
Tom Peters estableció que la gestión itinerante es la tecnología del liderazgo, con lo cual concuerdo totalmente, pero pienso que estando fuera del negocio todo el día no hay liderazgo, no se puede realizar el control de los servicios, ni tampoco se puede dirigir a los demás directivos y a los trabajadores. Esta lección no ha sido aprendida, este mal cada día se agudiza más. Algunos directores se incorporan a trabajar en sus oficinas cuando las labores productivas o de servicio han concluido, explicando que esto se debe al cúmulo de obligaciones a cumplir externamente.
Lo analizado anteriormente demuestra la falta de habilidad de los directores empresariales, evidenciada en la ineficiencia de las empresas que dirigen, la ausencia de adecuados hábitos en el ejercicio del cargo, la falta de liderazgo ante los directivos y trabajadores, en el inmovilismo de sus organizaciones, y en la poca orientación hacia los resultados, así como la falta de eficiencia y eficacia en su gestión. Estas deficiencias son, entre otras, causas del estado ruinoso de la economía. En esta situación no es posible promover o liderar cambio alguno, además cabe la pregunta que muchas veces se realizan ellos mismos ¿cambiar para qué? Aunque no es el tema sobre el que estoy escribiendo, hay que añadir a todo lo anterior el daño infligido a las empresas por la denominada “Tarea del ordenamiento monetario”, que ha provocado un mayor desorden económico al existente en el sistema empresarial socialista y también el privado, induciendo además una inflación de tres dígitos. Todo lo cual está causando un mayor empobrecimiento de los proletarios en su “paraíso”.
Si tuviera que formular las características distintivas del desempeño de los dirigentes en el sistema empresarial socialista cubano señalaría tres: el esfuerzo, las excusas y la reactividad. Se pasan la vida destacando el esfuerzo realizado ya sea en la tarea correcta o la equivocada, en definitiva, esto no es lo importante pues no son evaluados por su eficiencia y eficacia. Los resultados negativos en su gestión son tolerados si existe una buena excusa para los niveles superiores de dirección y nunca muestran proactividad para acometer las tareas prefiriendo esperar el desarrollo de los acontecimientos para reaccionar.
Para concluir esta serie de artículos quiero hacerlo con la siguiente expresión de Peter Drucker:
“El liderazgo tiene que surgir de la responsabilidad. Tiene que estar sujeto a la rendición de cuentas. De lo contrario conducirá a la tiranía. En los últimos cincuenta años todos los líderes carismáticos sin excepción, tanto del mundo de la empresa, gobierno o religión han terminado en fracaso y desprestigio, dejando tras de sí desorden y caos. En cuanto a considerar la dirección y el liderazgo por separado, eso no tiene ningún sentido. Se trata de partes inseparables del mismo trabajo. Es cierto que son dos aspectos distintos, pero distintos como lo son la boca de la nariz, que forman parte de un solo cuerpo."
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