(Parte 2) La práctica del director en la empresa socialista en Cuba. Por Roberto L. Capote Castillo.
“Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente” Peter Drucker
La dictadura “castrocomunista”, a pesar de las evidencias objetivas que han demostrado que el sistema económico socialista es inviable no se resignan, pues en definitiva la cúpula dirigente del país vive en una economía capitalista de millonarios o clase media alta. Sin embargo, siempre han estado realizando cambios basados en la economía centralmente planificada. Uno de los últimos experimentos fue el denominado “Perfeccionamiento empresarial” basado en las experiencias de las empresas militares, que según su ministro Raúl Castro en ese entonces, eran paradigma de eficiencia. Estas empresas funcionaban incumpliendo principios de la definición de economía pues lo hacían con abundantes recursos, sin tener en cuenta los costos de producción y pletóricos de liquidez en todas las monedas. Decidieron aplicar este modelo en toda la economía, pero sin las bases anteriormente expuestas.
El Perfeccionamiento Empresarial exigía algunas premisas entre las que se encontraban:
- a) Contar con una contabilidad que refleje los hechos económicos;
- b) Existir mercado que asegure la realización de sus producciones y servicios; y
- c) Contar con los aseguramientos necesarios para la producción de bienes y servicios
Con este nuevo experimento se pretendió descentralizar algunos aspectos de la economía empresarial e introducir algunos elementos del mercado. Por problemas de espacio solamente hago un breve análisis de las anteriores premisas para demostrar que desde su concepción estaba condenado al fracaso. Según los organismos de control del Gobierno, la mayoría de las empresas están catalogadas como de contabilidad no confiable. Aunque existe mercado para la mayoría de las producciones y servicios cada año crece la cadena de impago, es decir las empresas consumidoras de las producciones y servicios no pagan por falta de liquidez y, por último, según mis experiencias de muchos años, las empresas siempre han carecido de los aseguramientos necesarios para sus producciones y servicios realizando cambios y recortes de recursos todo lo cual impide la eficiencia y eficacia.
Asesorando una empresa, en los primeros años del perfeccionamiento, el director me explicó su proyecto de aprovechar ese proceso de perfeccionamiento para reorientar el trabajo de su organización. Por diversas razones sus volúmenes de producción habían descendido bastante por falta de demanda, pero haciendo un redimensionamiento y reorientando su mercado se podría lograr revertir esa situación ya que existían oportunidades con nuevos clientes.
Este director presentó su proyecto a las instancias superiores de dirección de su empresa y el Partido para su aprobación y recibió una respuesta inapelable: “el proyecto se aprueba, pero no puede dejar cesante ni un solo empleado”. Esto era imposible de lograr pues la empresa tenía un número de trabajadores que excedía el necesario para su nueva orientación. Esta decisión provocó una gran desmotivación en este dirigente dejando claro que la primera función de sus superiores no era “la realización económica” sino “la felicidad de los integrantes de la empresa” (que al final por esta vía tampoco se logra).
Situación similar a la anterior se presentó con los trabajadores de la desmantelada industria azucarera cuando un nuevo ministro, en su papel de salvador, buscando eficiencia, cerró y desmanteló una cantidad significativa de fábricas (aunque no se informó oficialmente fueron más del cincuenta por ciento), enviando a estudiar con salarios exorbitantes a los trabajadores desempleados ignorando la repercusión que tal medida tenía sobre “la realización económica” del país. Aunque se logre la felicidad de los trabajadores cesanteados las consecuencias son graves para el resto de la sociedad, incluso, para los temporalmente favorecidos por esta medida. Esos mismos obreros luego fueron víctimas, en su vida doméstica, por los desequilibrios de la economía y el alza generalizada de los precios de los artículos de consumo, tanto los estatales como los del mercado negro (de los que dependen mayoritariamente).
Los teóricos de la economía socialista nunca concibieron pagar subsidio a los trabajadores desempleados, en mi criterio suponían que el asegurado crecimiento de la economía por la planificación centralizada siempre garantizaría el pleno empleo de la población laboral. Sin embargo, esto ha provocado que no estuvieran preparados para manejar esta situación adecuadamente al presentarse.
Después del fracasado Perfeccionamiento Empresarial, el cual no vale la pena analizar pues como dice el refrán: “mas vale una imagen que mil palabras”. Las empresas socialistas cubanas se encuentran en la peor situación en toda su existencia. La ultima artimaña para mantener las esperanzas de los empobrecidos proletarios fue elucubrada durante el octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba en el cual se aprobó (por unanimidad, como siempre), el documento titulado:
“Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista. Lineamientos de la política económica y social del partido y la revolución para el período 2021-2026”.
Este documento de 86 páginas ganaría sin discusión, si existiera, el premio Nobel a la estupidez. Su contenido más ideológico que económico dice que se fundamenta en el Programa de Fidel Castro incluido en la “Historia me absolverá”, en su definición de Revolución y en su legado. Para desvalorizarlo aún más expresa, entre otras sandeces:
“La planificación socialista constituye el componente central del sistema de dirección de desarrollo económico y social. (Todos los estudiosos manifiestan que esta planificación es el principal escollo para el éxito de la economía socialista). El peso cubano es la única moneda y centro del sistema financiero nacional. Cumple adecuadamente sus funciones de dinero, que son: medir el valor de los bienes y servicios, de medio de pago o circulación, y de ahorro o atesoramiento” (escribir esta falacia es increíble).
Imagino que cuando el “Burrócrata” ministro de Economía se reunió con el Consejo de ministros y asesores para trazar las estrategias y tareas para cumplir estos lineamientos, basándose en los principios antes mencionados, y además, que sus indicaciones solamente contiene exhortaciones tales como: Consolidar, Transformar, Impulsar, Lograr, Perfeccionar, o sea, dice el qué, pero no el cómo. Ninguno podrá proponer medidas capaces de inducir cambios que tengan un impacto positivo en las empresas y la economía.
Cuando un director de empresa que no tiene materias primas, piezas de repuestos, combustible, etc. Lea que con el peso cubano puede resolver sus problemas sonreirá y repetirá esa frase que algunos me comentaron: “esto no hay quien lo tumbe, pero tampoco quien lo arregle”.
Otro aspecto importante es la dificultad que tienen los directores de las empresas, para distinguir entre lo urgente y lo importante. Al no tener un modelo que defina las decisiones importantes para su negocio, los directores casi siempre se ven envueltos en un cúmulo de tareas impuestas por organismos de dirección externos a su organización, quienes le fijan un carácter urgente a cualquiera, aunque la misma no esté relacionada con su realización económica. Generalmente la importancia está determinada por “el carácter indispensable” conferidas por estas organizaciones externas del gobierno o el partido, incluso, en algunos casos, los obligan a tomar decisiones que afectan los resultados económicos de la empresa. De esta forma los dirigentes empresariales están cada vez más inmersos en este tipo de tareas urgentes, dedicándole menos tiempo a las tareas importantes y esto les impregna un pensamiento operativo imposibilitándoles la necesidad de tener un alcance estratégico de su organización.
Asesorando una empresa, en ese periodo, se realizaba una reunión semanal con todos los directores de las empresas de la provincia, presidida por el Primer Secretario del PCC, para chequear el estado de las tareas de ese otro desvarío económico de Fidel conocido como “Batalla de Ideas”. Los directores eran responsabilizados para trabajos ajenos a su realización económica tales como reparar hospitales, escuelas, obras sociales, etc. Pero no les entregaban los recursos para acometer estas obras. Me comenta el director que asesoraba que el gerente de una importante corporación cubana cuando le pidieron cuentas por el atraso en sus labores respondió que ya no tenia de donde sacar los recursos y que no era mago, además, tampoco le pagaban por lo que realizaba. En la siguiente reunión se informó que el susodicho director había sido sustituido por incumplir las tareas de la Revolución. Esto demuestra la poca importancia concedida al trabajo del director para cumplir las metas de la organización que dirige planificadas centralmente y supuestamente lograr la satisfacción de las necesidades de los proletarios.
Al analizar el planteamiento anterior se destaca un aspecto medular que pone de manifiesto otra causa de los fallos existentes en la dirección empresarial. Los resultados conseguidos por los directores en su desempeño no son la prueba y el objetivo, ya que sus tareas más importantes no siempre son las vinculadas a la realización económica de su negocio pues para explicar sus incumplimientos solamente necesitan tener buenas justificaciones como a menudo ocurre. Según la filosofía desarrollada por los directores lo importante es fundamentar sus faltas adecuadamente, aunque no se cumplan los planes. En definitiva, la cúpula comunista del país excusa todos sus fracasos con el bloqueo.
En los directores de las empresas se ha generado un síndrome que he denominado “excusitis”, el cual se ha difundido a la mayoría de los trabajadores e incluso a la familia. En este escenario lo único necesario para librarse de una situación embarazosa es tener una “excusa”. He asistido a reuniones en las que un director incumplidor de los planes productivos de su empresa ha expuesto una “brillante” explicación justificativa a los niveles superiores de dirección, y a pesar del incumplimiento, ha recibido felicitaciones de los órganos de dirección del Partido y el Gobierno, por el esfuerzo realizado.
Debo reconocer que realizando mi trabajo conocí a directores de empresa con cualidades de líder y conocimientos de las técnicas de dirección, pero como me comentaban: “les tienen las manos amarradas y todo lo que se traten de cambiar incumple alguna ley, regulación u orientación no escrita, así no se puede trabajar”. Esto es el resultado del inmovilismo de la “gerontocracia” y la “burrocracia” que la asesora y que dirigen la economía y el país.
El “castrocomunismo” apuntalado en el dogmatismo e inmovilismo ideológico, ha tratado de dirigir la economía socialista no solamente con la planificación centralizada sino además con una serie de leyes, regulaciones, cartas y orientaciones no escritas, constantemente cambiantes, deteriorando el desarrollo del sistema empresarial socialista e imposibilitando el éxito en las empresas.
La “burrocracia” es un término creado por mí que defino como una degeneración de la “mediocracia” a la que se añade la incompetencia, la irracionalidad y la sandez. Se incurre en ella por creatividad personal o por la ciega obediencia de órdenes disparatadas e insensatas recibidas de niveles superiores de dirección. Fidel Castro es el máximo creador de “burrocratas” en la historia de Cuba.
Para concluir esta parte lo haré con la frase célebre de Confucio: “Sólo las personas sumamente sabias o sumamente estúpidas no cambian”.
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capotecastillo@yahoo.es
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