La nueva estafa del dólar no es “casualidad” Por Ernesto Pérez Chang Cubanet 14 de junio de 2021
El régimen está desesperado y va con todo, como ave de rapiña, contra el último centavo en el bolsillo del ciudadano, incluso contra la cartera de los “amigos”.
LA HABANA, Cuba. – No hay casualidades. El viceprimer ministro cubano Ricardo Cabrisas no podía llegar a Francia con solo una promesa y un portafolio vacío. Que el anuncio de la prohibición de los depósitos en dólares se haya realizado la misma semana de la renegociación de la deuda con el Club de París no es una coincidencia, tampoco lo es que, en ese mismo lapso de tiempo, este 8 de junio, entrara en vigor la Resolución 132/2021, que regula las operaciones de representación de turoperadores, la venta de reservaciones, la transportación y la labor de los guías, entre muchos otros servicios para el turismo.
Parece una disposición en apariencias ajena al nuevo sablazo financiero, incluso ha pasado casi inadvertida, pero sin dudas es parte de una misma “coreografía”, está estrechamente ligada a este nuevo capítulo del corralito financiero cubano, en tanto se suma a la estrategia de estrangulamiento del sector privado, desatada por el régimen en su afán de capitalizar para sí todas las fuentes de ingresos, grandes y pequeñas.
Porque el objetivo no es solo saquear para pagar a intermediarios y lobistas —que sin dudas el régimen los tiene y mantiene— y renegociar una deuda sino, por carambola, neutralizar, mediante el empobrecimiento generalizado de la sociedad, la posibilidad del surgimiento de una organización política contraria con capacidad económica suficiente para poner en jaque a la casta dominante cubana.
No es la 132/2021 una resolución que se cumplirá a cabalidad —ya sabemos de ese tipo de arbitrariedades— pero será el recurso legal que los comunistas usarán, en su debido momento, para —como hicieron hace unas semanas con los chicos ingenuos de Trust Investing— saquear a esos dos o tres extranjeros residentes en la Isla que ya deben tener en la mirilla por las fortunas que guardan ya bajo el colchón, ya como certificados sin respaldo en los bancos de la Isla a nombre de sus esposas e hijos cubanos.
En Cuba siempre han operado numerosas agencias “independientes”, de capital extranjero —vinculadas al sector inmobiliario informal en lo fundamental—, pero sus acuerdos con el gobierno han sido solo “de palabra”, no están legalmente registrados en la Cámara de Comercio, de modo que, a partir de este momento, han quedado expuestos a la posibilidad de un “asalto a mano armada”, sin consecuencias en una corte internacional.
Ahora pagarán por la ingenuidad. Los sedujeron con aires “aperturistas”, los engañaron con la fortaleza del CUC, con la seguridad de su respaldo en divisas, ahora más reciente con el acto de magia de transformar sus cuentas en un simple certificado, y si a partir de este momento se pusieran demasiado exigentes y “pesados” con los reclamos al banco, si quisieran huir, terminarán procesados por “actividad económica ilícita”.
El régimen está desesperado y va con todo, como ave de rapiña, contra el último centavo en el bolsillo del ciudadano, incluso contra la cartera de los “amigos”, y aunque algunos crean que saldrán ilesos de esta nueva oleada de saqueo en virtud de esa “amistad de años”, no será así. Han caído en una trampa más vieja que El Morro, les han “hecho la cama”, no ayer ni el año pasado cuando la “oscuridad nacional” se hizo más intensa con la crisis sanitaria mundial sino desde el instante en que, adormecidos por los cantos de sirenas, decidieron pisar suelo cubano con sus maletas cargadas de “moneda fuerte”. ¿Ahora cómo las van a sacar?
Porque si en realidad el detonante de este “proteccionismo” hubo de ser el exceso de dólares estancados en las bóvedas, entonces ¿por qué la medida no llegó aparejada de una derogación de aquella otra resolución, aprobada hace apenas unos meses atrás, que no solo limita a 5 000 la cantidad de dólares en efectivo que una persona puede sacar de Cuba sino que otorga facultades a las autoridades aduaneras para decomisar cantidades de dinero muy inferiores por razón de una simple sospecha de delito?
Es decir, no importa si hay pruebas o no, porque eso jamás ha sido importante en un país donde la “peligrosidad predelictiva” ha sacado de circulación o dejado como gallo desplumado a más de un inocente.
Si no quieren dólares, entonces que los dejen marcharse. Pero no es el caso. El ultimátum, como hasta el más bobo ha descubierto, es entre otras cosas una medida de fuerza para recolectar en tiempo récord ese circulante que necesitan con urgencia y que, contrario a lo que afirman los funcionarios cubanos, sí pudieran mover sin demasiadas dificultades a través de esos mismo bancos (incluido ese que tienen en Londres) y, sobre todo, por medio del centenar de asociaciones de amistad con Cuba, que han usado desde hace décadas no solo como vehículo de propaganda hacia el exterior sino, también, para el trasiego de divisas y activos por todo el orbe.
Desde mucho antes de que salieran a la luz los negocios turbios del tristemente célebre “Departamento MC” del Ministerio del Interior, dirigido por Tony de la Guardia, se sospecha que en medio de las mesas de negociaciones entre Cuba y cualquiera de sus contrapartes, posiblemente haya siempre un maletín de dinero en efectivo. No importa si sobre la mesa o debajo de ella pero estará ahí. Tampoco si el beneficiario es este aliado o aquel enemigo, si quien lo entrega o recibe es “enviado oficial” o “funcionario corrupto”.
Pero lo cierto es que la historia de la Revolución es sospechosamente redundante en linchamientos, destituciones, defenestraciones, fusilamientos por asuntos de “dinero en efectivo” pero, sobre todo, es rica en inimaginables “conexiones”, en extrañas “casualidades”: cárteles de la droga en Colombia, guerrillas por todo el mundo, el amigo Manuel Noriega mediando en Panamá, Odebrecht construyendo el puerto de Mariel bajo los gobiernos de Lula y la Rouseff, barcos con armas para Corea del Norte, el jefe de la escolta de Salvador Allende entrenado en Cuba como militar y luego milagrosamente transformado en empresario de éxito pero, de repente —tanto así como han decidido vetar el dólar—, expulsado de la Isla por corrupto. En fin, sería agotador un recuento exhaustivo.
Como decimos en buen cubano, ha sido un “paletazo” tras otro. Muchos que ahora se han dado el cabezazo definitivo piensan en agarrar todo lo que pueden, vender y huir bien lejos.
Pero también los astutos del régimen —que insisten en no querer dólares cuando, en la práctica, demuestran lo contrario— han pensado en ese detalle y, mientras la ministra presidenta del Banco Central de Cuba hacía su anuncio en televisión, las autoridades del gobierno de La Habana, por su parte, ordenaban el cierre de todas las notarías de la ciudad, con lo cual han quedado “temporalmente” suspendidos los actos de compraventa de casas, algo que aparentemente no parece conectarse con el asunto de los dólares pero que en realidad sí lo está.
La mayoría de los negocios de renta han cerrado a raíz del colapso del turismo por la pandemia, los dueños están vendiendo sus propiedades en dólares para marcharse del país definitivamente. La alternativa de hacer las transacciones en euros es prácticamente imposible porque la moneda europea es aún mucho más escasa que la estadounidense y casi no se la encuentra en el mercado informal.
Así, el dólar continuará siendo por buen tiempo la divisa necesaria para la liquidación de negocios y la “escapada”; por ende el régimen evitará a toda costa que la gente huya con los bolsillos llenos. Entonces, a los que pudieron vender de modo legal se les hará muy difícil sacar los dólares de un golpe, y los que han quedado a la espera de un comprador, tendrán que posponer planes hasta nuevo aviso.
Y rezar mucho en el ínterin para que el próximo sablazo financiero no sea un regreso a la penalización pues con este “dale pa’lante y dale pa’trás” de la economía cubana ya no quedan dudas de que cualquier exceso es posible. Los comunistas cubanos han demostrado que están más preocupados por mantenerse en el poder que por hacer prosperar un país. No importa si para lograrlo tienen que, una y otra vez, arrear el rebaño hasta el despeñadero.
No hay casualidades en lo que está sucediendo. Nadie lo vio venir porque es una colosal estafa, inimaginable en cualquier otro lugar del planeta, pero cuando observamos en retrospectiva los sucesos de los últimos 12 meses en Cuba se hace evidente que ha sido una estrategia bien meditada, ya sea como plan A, plan B o plan C en relación con la política de Biden hacia Cuba o en las renegociaciones de la deuda con Europa.
Este último es un acuerdo de prórroga que tendrá otras consecuencias negativas para los bolsillos de los cubanos de a pie, en dependencia de lo que hayan prometido “en secreto” y, por tanto, poco se puede augurar. Cuestiones que incluso pudieran ser asuntos de soberanía nacional y que se saltarán olímpicamente la nueva Constitución. Hay que pagar la deuda en su totalidad antes que expire el nuevo plazo y ya nos enteraremos con qué lo harán. Dios nos proteja. Porque por dinero y por mantenerse en el poder lo harían todo, desde un innecesario súper hotel rascacielos en medio de La Rampa hasta un festival de San Remo en La Habana, tan plena de miserias humanas.
No importa si no hay liquidez para comprar jeringuillas o para honrar las deudas del Banco Nacional con los cubanos que le confiaron sus ahorros de toda la vida pero, eso sí, habrá circo, el que ellos quieran, aunque sin pan.
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