Los valores para una Cuba democrática. Amistad. (Parte 9). Por Roberto L. Capote Castillo.
“Ninguna forma de amor respeta tanto la libertad del otro, como la amistad. El amigo es franco y honesto con el amigo. Le ayuda a ver la verdad. La mentira, la doblez, la hipocresía y la traición son antivalores enemigos de la amistad”. Nelson Mandela.
Según los autores del “Libro de los valores” que utilizo como referencia, la amistad como valor humano incluye: amor y encuentro. Además, explican: “Una conducta amistosa sólo es posible si se cumplen las siguientes condiciones:
• Adoptar una actitud de generosidad, disponibilidad, entrega.
• Abrirse al otro y vibrar con él, sintonizar con sus deseos y proyectos, alegrías y penas.
• Manifestarse de forma veraz, sincera, franca.
• Guardar fidelidad, es decir: crear en todo momento las relaciones de convivencia que uno ha prometido crear en un momento.
• Relacionarse de modo paciente.
• Comportarse de forma cordial.
• Tratar al otro con respeto.
• Ser comprensivo con los demás.
• Ejercitar la imaginación creadora, a fin de adivinar los ideales que el otro persigue en su vida y los proyectos que acaricia”.
Uno de los valores más dañado por el comunismo en Cuba es el de la amistad. Hay dos refranes populares cubanos que expresan el arraigo de este valor “¿Quién es tu hermano? Tu vecino más cercano” y “el que tiene un amigo tiene un central (refiriéndose a una fábrica de azúcar)”. Ya he mencionado anteriormente que los CDR (Comité de Defensa de la Revolución) tienen como mayor “logro” la total ruptura de la amistad entre los vecinos, sembrando antivalores como la envidia, el egoísmo, la hipocresía, la doblez, etc. Se suponía que las funciones de esta organización eran la de defender la Revolución de sus enemigos. Sin embargo, han sido el instrumento principal para la formación de los antivalores del “hombre nuevo”.
Según Fidel Castro, que fue quien estableció las “normas” de conducta e “instituyó” los manipulables principios revolucionarios decretó: “los revolucionarios solamente pueden ser amigos de los revolucionarios”, esto lo extrapoló a la familia y al más puro estilo nazi si algún miembro de la familia no coincide con su ideología debe eliminar sus relaciones y si fuera necesario, delatarla por contrarrevolucionaria. Es curioso e ilógico que, aunque las palabras revolución y principios revolucionarios son utilizadas como coartadas para todo tipo de abusos e irrespeto a los derechos humanos no hayan sido claramente definidos lo cual permite su interpretación o manipulación ya se trate de hacer el bien o el mal. De esto ya me he referido en artículos anteriores.
Soy nacido y criado en la ciudad de Camagüey y aunque nuestra vivienda estaba ubicada en la zona céntrica, era un barrio de clase trabajadora con abundantes negocios privados. Al lado de mi casa vivía un matrimonio que tenían una cafetería- bar en la parte delantera de su casa. La amistad que teníamos era muy familiar, ellos no tenían hijo y a mí personalmente me trataban como si lo fuera. En los años de la gesta revolucionaria un día llega a nuestra casa un familiar muy allegado porque los soldados de la dictadura batistiana lo estaban persiguiendo. Enseguida rodearon la calle con los llamados jeeps del ejército y un grupo comenzó a registrar casa por casa.
El familiar nuestro le dijo a mi madre que se fuera de la casa, con los muchachos como nos decía, porque no se iba a dejar capturar vivo. Mi mamá le pidió que le dejara hablar con el vecino mencionado anteriormente pues él era sargento del ejército. Esta persona se vistió con el uniforme y cuando tocaron a su puerta los soldados lo saludaron y él les dijo que no era necesario registrar nuestra casa porque garantizaba que éramos gente del General (refiriéndose a Batista). Este es un ejemplo supremo de amistad, generosidad, disponibilidad y entrega. Significa tener valores humanos de altos kilates, no permitió que la ideología se antepusiera a sus virtudes. Es curioso que después del triunfo del año 1959 este familiar escondido en la casa emigró a los Estados Unidos porque, aunque combatió contra Batista, tampoco era comunista.
Una de las mayores expresiones de demagogia de Fidel Castro fue cuando en una de sus frecuentes alocuciones, por primera vez, definiera el significado de Revolución. A continuación, expongo lo expresado:
“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.” Fidel Castro, Plaza de la Revolución José Martí, La Habana, 1º. de mayo del 2001.
No merece la pena hacer el análisis detallado de la definición anterior para comprobar que todo su contenido es una sarta de falacias e incoherencias de acuerdo al desempeño de todos los auto denominados revolucionarios y la cúpula dirigente del país durante toda su existencia. Si de esta enunciación se derivan los principios revolucionarios, tan manipulados, entonces deberían hacer la lista correspondiente, pero si Fidel aplazó más de 40 años el tiempo para definir el significado de Revolución, habrá que esperar otros tantos para la declaración de sus principios pues ni sus más cercanos acólitos los tienen claros y además les temen a su manipulación cuando la cúpula quiere defenestrarlos.
Según mi criterio uno de los principales medios utilizados por el comunismo para conseguir la división entre los cubanos es fomentar la enemistad. He sido testigo como esta estrategia revolucionaria ha separado familias y amistades sembrando la suspicacia de manera que nadie confía en nada y en ninguna persona. Es triste como esto también se manifiesta en los grupos que se oponen al sistema comunista y entre algunos que pretenden desempeñarse como líderes.
Analizando someramente las condiciones definidas por los autores del “Libro de los valores expuestos al inicio del presente artículo, para que exista una conducta amistosa, expresaré según mi experiencia, la forma en la que las personas, por el adoctrinamiento y/o las normas establecidas, se comportan, ya sea por convicción o doblez, para subordinarse al sistema comunista en Cuba:
- Adoptar una actitud de generosidad, disponibilidad, entrega. Es difícil cumplir esta condición si la ideología imperante promueve la división entre los amigos, además, la miseria económica del país es un obstáculo para la generosidad y la única disponibilidad y entrega que se adoctrina es hacia la Revolución.
- Abrirse al otro y vibrar con él, sintonizar con sus deseos y proyectos, alegrías y penas. Los antivalores como la doblez y la envidia que se promueven con el adoctrinamiento para la formación del “hombre nuevo”, impiden que se pueda hablar abiertamente y sintonizar con los deseos, proyectos, alegrías y penas de los amigos. La suspicacia plantada por la ideología comunista es un gran obstáculo para cumplir esta condición.
- Manifestarse de forma veraz, sincera, franca. En Cuba existe lo que en mi familia hemos denominado “el secretismo”, porque es peligroso decir la verdad, ser sincero y franco en cualquier ámbito o con un supuesto amigo. La traición es otro antivalor muy promovido y utilizado por los órganos represivos para su funcionamiento, llegando al extremo de que cualquier persona es capaz de tergiversar lo dicho por un amigo si se encuentra amenazado por la seguridad del estado, aunque esto suponga graves consecuencias para el otro individuo.
- Guardar fidelidad, es decir: crear en todo momento las relaciones de convivencia que uno ha prometido crear en un momento. No es necesario extenderme sobre este aspecto teniendo en cuenta que en Cuba solamente se acepta la fidelidad a la revolución y al legado de Fidel Castro. La convivencia existente en la actualidad es del máximo individualismo e indiferencia ante lo que le ocurra a un amigo, vecino o cualquier persona cercana. Los actos de fidelidad que he narrado en este articulo y otros anteriores han sido realizados por personas que nunca han aceptado la ideología comunista.
- Relacionarse de modo paciente, comportarse de forma cordial, tratar al otro con respeto y ser comprensivo con los demás. Estas condiciones para una conducta amistosa son incompatibles con la ideología comunista y en especial con el comportamiento vulgar, ofensivo y las guaperas que mostraba en sus alocuciones Fidel. Llama la atención la forma tan diferente empleada cuando conversaba con extranjeros, aunque se tratara de norteamericanos. Todo lo anterior lo convierte en el paradigma de la doblez que es uno de los mayores antivalores del “hombre nuevo”. Uno de los principios revolucionarios mas exigidos es la “combatividad” entendida como enfrentar cualquier supuesta manifestación contraria a la revolución de forma grosera y violenta. Los deshonrosos actos de repudio que organiza la seguridad del estado en contra de los disidentes son la máxima demostración de lo expresado anteriormente.
- Ejercitar la imaginación creadora, a fin de adivinar los ideales que el otro persigue en su vida y los proyectos que acaricia. Esta condición para la amistad es impensable en un régimen comunista. Con esta ideología se sustituyen los ideales y proyectos de vida individuales por la inalcanzable y fracasada “construcción de la nueva sociedad” compuesta por el “hombre nuevo”. Ambas utopías solamente han servido para destruir las sociedades y a los ciudadanos en los países en los que se ha implementado esta doctrina. Es innecesario demostrar el fracaso pues los propios comunistas lo han hecho de forma insuperable.
Si queremos construir la nueva Cuba democrática, que todos deseamos: “reconciliada, inclusiva, cívica, próspera, bella, civilizada y modernizada”, la amistad debe ser uno de los principales valores que se deben rescatar, principalmente en la nueva sociedad civil.
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