EL HOMBRE NUEVO Y LOS VALORES HUMANOS. Por Roberto L. Capote Castillo.
“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero
has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho”
Antoine de Saint-Exupery.
Desde el surgimiento de la filosofía Marxista y su “complementación” por el Leninismo iniciaron la búsqueda de un “hombre nuevo”. No pretendo hacer un ensayo sobre este asunto sino escribir sobre lo que para mí hubiera sido más importante por parte de los filósofos y revolucionarios que han utilizado la expresión casi al punto de la creación de un nuevo ser humano o un devoto.
Mayor importancia que la definición de “hombre nuevo” dada por estos filósofos y revolucionarios, hubiera sido más significativo hablar de los valores que tal persona debería tener como ser humano y no solamente con las actitudes revolucionarias que le atribuyó cada cual. La denominación desde el punto de vista etimológico es patriarcal. El término “hombre nuevo” adquiere una connotación machista aunque de tanta repetición puede ser que las mujeres comunistas o revolucionarias se sientan incluidas, pero según el diccionario de la Real Academia Española la palabra hombre se refiere a “persona adulta de sexo masculino”.
Mi intención en este artículo y otros sucesivos es demostrar cómo se han manifestado en Cuba los valores del “hombre nuevo” y lo que ha logrado el “castrocomunismo” en este sentido. Para su adoctrinamiento el Partido Comunista ha empleado el enfoque “Guevarista” del término y lo ha utilizado en los centros educacionales de los diferentes niveles. Tanto es así que todos los días en las escuelas de la enseñanza primaria los “pioneros”, cuya militancia en esta organización revolucionaria es obligatoria para los niños, al concluir el evento denominado matutino, vociferan la expresión: “pioneros por el comunismo, seremos como el Che” como la aspiración al non plus ultra del ser humano y al exclamarla realizan un saludo militar.
La obsesión del “hombre nuevo” de los comunistas siempre ha sido, a lo largo de la historia, la sustitución del depuesto “hombre burgués” por el nuevo surgido del proletariado. Antes del 1959 asistí a una academia privada, que por su precio y dimensiones, puede considerarse destinada para niños pobres y nunca me adoctrinaron sobre la burguesía ni como hacerme un “hombre burgués”, su enfoque era la importancia de la moral y el civismo en la sociedad, incluso existía una asignatura en todos los grados denominada moral y cívica. Recuerdo que en ésta se incluían muchos ejemplos, sobre todo del pensamiento martiano, relacionados con la solidaridad humana, fidelidad, bondad, agradecimiento, etc. Nada que ver con el enfoque “Guevarista” en el que se aleccionaba la necesidad de la revolución armada como etapa previa a la consecución del triunfo revolucionario que formaría el “hombre nuevo”.
Nunca olvidaré mi sorpresa al ver en uno de los libros de la enseñanza primaria de mis hijas un capítulo dedicado a la importancia del fusil como principal armamento para la defensa de la Revolución, tanto en Cuba como en el resto del mundo. Mostraba la foto de un arma de fuego soviética AK-47 y explicaba la importancia patriótica de la participación en el servicio militar obligatorio, las milicias revolucionarias, las fuerzas armadas revolucionarias (FAR), el internacionalismo, etc. Adoctrinar a los niños con estas ideas solo puede ser calificado de abuso infantil. Además, vincular el comunismo con el patriotismo es una falta de respeto a todos los cubanos que han combatido ofrendando su vida, en algunos casos, para lograr una Cuba independiente y democrática.
Un importante antecedente sobre la importancia de los valores humanos lo tenemos en la constitución de la República de Cuba luego de conquistar la independencia de la Metrópoli española y de la intervención norteamericana en el país. Nuestro primer presidente Don Tomás de Estrada Palma cuyo prestigio por su participación en la Guerra de Independencia y a pesar de su largo exilio, lo hicieron merecedor del cargo.
Don Tomás Estrada Palma en una entrevista en el año 1905 expresó:
"Tenemos República, pero no hay ciudadanos…. Éstos se irán formando a medida que vaya infiltrándose la
verdadera democracia, sana y disciplinada, en las costumbres del pueblo. Hasta ahora, la condición de colonos no nos
ha permitido educarnos políticamente. Nos hallamos en pleno ensayo".
En la expresión anterior se presume que la palabra ciudadano puede ser interpretada como una persona con valores morales y cívicos propios de una democracia sana y disciplinada. Llama la atención que el “castrocomunismo” impuso el apelativo de compañero como la forma revolucionaria más correcta de calificar a una persona y además convirtió la palabra ciudadano en un título reservado para los contrarrevolucionarios o individuos no simpatizantes con el sistema. Cuando quieren ofender a una persona le nombran con el apelativo de ciudadano. Antes del 1959 cuando alguien quería referirse a una persona o familia con buenas costumbres y valores utilizaba el adjetivo decente, esta palabra era suficiente recomendación para cualquier propósito, sin embargo, con los años fue desapareciendo del vocabulario popular pues perdió su utilidad.
Para que el “hombre nuevo” sea aceptado en la nueva sociedad debe tener cualidades tales como: militante en cualquier organización comunista, combativo (manifestado por sus violentos enfrentamientos a los adversarios políticos), internacionalista como mensajero de la ideología comunista, en general ser un manifiesto “integrado” a la revolución. Ninguna de estas cualidades incluye los valores humanos por lo que la sociedad socialista cubana y en especifico los jóvenes han crecido en una sociedad que ha perdido los valores y casi se puede afirman que muy pocos han sobrevivido, a tal punto que algunos altos dirigentes comunistas han mostrado preocupación al respecto porque este ambiente está perjudicando la formación del “hombre nuevo”.
El profesor Milton Rokeach, de la Universidad de Michigan, una autoridad mundial en el estudio de los valores, los define como: “Una convicción o creencia estable en el tiempo de que un determinado modo de conducta o una finalidad existencial es personal o socialmente preferible a su modo opuesto de conducta o a su finalidad existencial contraria”.
Cuando en una sociedad no existen opciones de valor claramente formuladas se dice que es una sociedad «anómica», con mucho pesar debo reconocer que actualmente en Cuba los comunistas han “construido” una sociedad anómica. Según el diccionario de la RAE el significado de anomia desde el punto de vista psicológico y sociológico es “Conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación”.
Si tuviera que mencionar las cualidades del ”hombre burgués” no sabría cuales incluir para su correcta definición, sin embargo, por el adoctrinamiento utilizado por los comunistas y los resultados según mi experiencia, de más de cuarenta años, me siento capaz de exponer las del “hombre nuevo” en Cuba. El comportamiento de este tipo de persona manifiesta las siguientes actitudes: mentiroso, envidioso, vago, vulgar, desconocedor de las buenas conductas en escenarios decentes, violento, machista (incluye homofobia y abusador de género), con doble moral, combativo (abusador y cobarde), etc. Solamente quisiera hacer la siguiente pregunta ¿A cuál país le puede beneficiar tener una sociedad de este tipo? Por lo anterior, discrepo con el concepto absoluto de que el comunismo fracasa solamente por la falta de un modelo económico que lo respalde también necesita una sociedad que funcione y con su “hombre nuevo” es imposible.
Los comunistas, basados en su filosofía marxista-leninista, acometen entre sus primeras tareas la lucha de clases para eliminarlas convencidos de que una vez asumido el poder por los proletarios (una de sus tantas falacias), corresponde la obra de la “formación del hombre nuevo”. Ha quedado demostrado que después de tener el control de la sociedad lo que hacen es la creación de la “Nueva Clase” formada por los nuevos dirigentes políticos convertidos en dueños de forma ilícita al apropiarse de las riquezas despojadas a los burgueses. Esto ha inducido que entonces sus descendientes se conviertan en lo que he bautizado como “El Nuevo Hombre Comunista” con todas las cualidades mencionadas en el párrafo anterior y que es innecesario justificarlas pues basta con ver su comportamiento. Solamente añadir que al tener un nivel de vida con el dinero robado por sus corruptos familiares muestran excentricidades que superan las de muchos millonarios.
Los actuales promotores del socialismo del siglo XXI mantienen todo el basamento ideológico marxista-leninista por eso les pronostico un total fracaso. No obstante, debo reconocer que los ideólogos del capitalismo no pueden convencer a los pobres que en la situación actual la democracia y la forma de distribución de la riqueza les puede augurar un futuro prometedor. Los mejores economistas, defensores de las diferentes teorías existentes, algunos con premios Nobel por sus aportes al desarrollo de los países, están cuestionando el éxito de las aplicadas en las democracias vigentes. Con este panorama se produce el caldo de cultivo para la aparición de los denominados “populistas”, con sus soluciones fáciles a los complejos problemas de la sociedad y en el caso de de aquellos con ideas de izquierda aprovechan la oportunidad para la implementación de las doctrinas comunistas. Venezuela se puede considerar el mayor exponente de lo anterior.
En próximos artículos continuaré escribiendo sobre el tema de los valores y la necesidad de su rescate de acuerdo al significado moral y cívico de los mismos para el establecimiento de una verdadera sociedad civil como condición sine qua non para la restauración de la nueva Cuba democrática que todos añoramos.
capotecastillo@yahoo.es
|