La dura realidad de una lucha para salvar de peligros dos presos políticos. Contado por Ana Belkis Ferrer, la hermana de José Daniel Ferrer
En Agosto del 2008 mi hermano José Daniel Ferrer Garcia y Alfredo Dominguez Batista, en aquel entonces prisioneros políticos y de conciencia del grupo de Los 75, miembros del MCL y gestores del Proyecto Varela, protagonizaron protesta pacifica en prisión el Típico en Las Tunas en reclamo de sus derechos, trasladados a celdas de castigo y suspendidos los 25 minutos de sus respectivas llamadas telefónicas, cada semana.
En compañía de mi sobrina Martha Beatriz Ferrer Cantillo, quien a penas tenia 9 años de edad salimos de Palmarito de Cauto hacia Puerto Padre, Las Tunas, donde se encontraba hospitalizada en grave estado, Ramona Martinez, madre de mi cuñada Milka Maria Peña Martínez, durante nuestra estancia en Puerto Padre nos aseguramos de que algo malo estaba pasando con Jose Daniel y decidimos ir a plantarnos frente a la prisión El Típico, llegamos sobre medio día, acompañadas por Milka, quien en la tarde tuvo que regresar a Puerto padre por la situación de su madre.
Posteriormente llegó desde Delicias, Melba Santana Aris, esposa de Alfredo Dominguez y Belkis Cantillo Ramirez desde Palmarito de Cauto.
Al llegar la noche pedimos permiso para acostarnos en el piso del portal de una vivienda muy cercana a la garita de la entrada principal del penal. Lugar donde como de costumbre oramos, en mis oraciones incluí a las personas de la vivienda, sin saber que la señora madre de la dueña de la casa estaba enferma de los pulmones, la falta de aire no le permitía acostarse en la cama, por lo que llevaba meses durmiendo en un balance.
Sobre las 12 de la noche sentimos un tropel muy fuerte, se trataba del hijo de la señora, quien es mudo, había salido en la tarde en su bicicleta y al regresar los sicarios de la llamada policía política pensaron que se trataba de alguien que iba a apoyarnos, le ordenaron se parara, al no hacerles caso lo persiguieron hasta su casa y el mudo comenzó a hacer ruido muy indignado. Al amanecer agradecimos a la señora de la casa, quien ya estaban siendo amenazada, ella un poco asustada nos dijo que no sabían que pasó que después de tanto tiempo durmiendo en un balance su madre se recostó en la cama y pudo dormir la noche entera, a lo que contesté que eran cosas de Dios.
Nos trasladamos al salón de espera, localizado en la parte de afuera de la prisión por el costado izquierdo, caminamos por un camino lleno de arboles, al rato de estar en dicho salón los agentes de la policía política y la dirección del penal mandaron a buscar a Melba, repitiendo dicha operación, intentando dividir, intimidar y haciendo falsas promesas de dar solución a los reclamos de José Daniel y Alfredo para que nos retiráramos. Al llegar la tarde Melba decidió regresar a su vivienda.
Un rato después mandaron varias militares a intentar convencernos para que nos fuéramos, estas nos amenazaron.
Al llegar la noche, ya no nos quedaba ni agua para tomar, Janisset Rebeca Rivero, le pidió a activistas de lugares cercanos que nos apoyaran y nos llevaran alimentos y agua, ahora no recuerdo sus nombres, los dos activistas que intentaron acercarse fueron injusta, arbitraria y violentamente detenidos.
Sobre las diez de la noche decidimos llevar a la niña Martica para casa del doctor Lefebre y familia, para que pudiera bañarse, comer, tomar agua y dormir bajo techo.
Belkis y yo regresamos a la prisión donde volvimos a amanecer, pasamos el día bajo presiones y amenas, a las 5 de la tarde nos sacaron del salón de espera, bajo fuerte aguacero, minutos después recibimos una llamada que Ramona la madre de Milka había fallecido, con mucho dolor y tristeza decidimos no ir para el funeral y permanecer allí plantadas.
Amanecimos en el suelo mojado, a la intemperie, eran sobre las 5 de la mañana de si mal no recuerdo el día 15 de Agosto, de repente unos 12 sicarios, uno de ellos con cámara de vídeo en mano, filmando su acto de terror y maldad, nos montaron en un ómnibus de CIMEX, escoltada por un carro patrulla.
Pararon en una gasolinera, mientras tanto dos esbirros fueron a casa de Lefebre y les dijeron que les entregaran la niña, a quien llevaron con nosotras, luego de un par de horas de viaje llegamos a Palmarito de Cauto donde nos bajaron y amenazaron que cuantas veces fuéramos para la prisión seriamos sacadas y regresadas a nuestros hogares.
Esperé al Lunes y con varios hermanos de lucha nos dirigimos a Santiago de Cuba para protestar frente al Partido Provincial, unos metros antes de llegar, exactamente frente al Copelia, fuimos interceptados por varios agentes del G2, Aleisis y Agustin Cervantes fueron violentamente detenidos, Yuniel Santos, Jaime Madlum, Jose Alberto Castro Aguilar y yo en medio de la multitud en torno al operativo policial cruzamos al otro lado de la calle central y entramos al tribunal provincial, donde fuimos detenidos y conducidos a diferentes lugares, a mi me llevaron para la unidad de enfrentamiento, luego de varias horas determinaron regresarme a Palmarito de Cauto, donde me el esbirro nombrado Dorkis Suarez, jefe de enfrentamiento en esa fecha, me amenazó con repetir la misma operación cuantas veces volviera a protestar.
Me dejaron sin opciones, solo me quedaba una, a la que de inmediato determiné acudir, así que le dije, váyase usted sabiendo que desde este preciso momento me declaro en huelga de hambre. El agente reaccionó haciéndose el alarmado y preocupado, y contesté entonces resuelvan la situación con José Daniel y Alfredo, cuando les respeten sus derechos y ellos depongan la huelga, yo depondré la mía.
Al día siguiente nuestra madre ya no resistía verme sin comer, estaba nerviosa y alterada, me fui para casa de Yuniel, quien es como de la familia, él y Jose Alberto determinaron plantarse también en huelga de hambre, terribles momentos, al día siguiente en la noche le agradecí a ambos y les pedí que depusieran la huelga, conmigo estaba bien.
Sicarios castristas de la provincia y otros que fueron enviados desde La Habana se trasladaron a puesto de mando en casa de la familia Catimelio, mandaban personas a intentar convencerme, mandaban a otros a provocarnos y crear determinadas situaciones. Fueron muchas las personas solidarias, hermanos del poblado, de Palma Soriano, Contramaestre, El Cristo. Entre ellos Maximiliano Sanchez, Papito quien no se declaró en huelga de hambre pero a penas comía y cuando habían pasado tres o cuatro días hasta lloraba de impotencia e indignación.
Pasaron seis largos, duros y crueles días, me dolía todo, desde el estomago, las articulaciones, hasta los riñones, la cabeza y el corazón. Mi madre desesperada, mi sobrina Martha Beatriz en vivo llanto me pedía que comiera, cuanta angustia, cuanta preocupación pensando como estrían Jose Daniel y Alfredo, encerrados en inmundas y reducidas celdas de castigo, sin ninguna de sus pertenencias, totalmente aislados y torturados.
Muy débil me trasladaba diariamente a un teléfono publico o de una vecina para hacer las respectivas denuncias, muy agradecida con Radio Martí y Radio República. Con José Luis Ramos, Amado Gil, Janisset entre otros de ambas emisoras.
Al día siguiente llamaron sicarios desde la prisión El Típico diciendo comenzara a comer, que todo se había solucionado, conociéndolos tan bien no podía creerles, sicarios de Santiago de Cuba repitieron lo mismo, y al próximo día sacaron a José Daniel al teléfono para que confirmara la noticia.
Cuantos momentos de dolor, los cuales continúan padeciendo nuestros presos políticos, y si no cuentan con el apoyo y la solidaridad de familiares, hermanos de lucha y personas de buena voluntad, son vilmente asesinados.
Alcemos nuestras voces y exijamos a la dictadura Castro Canel comunista, la inmediata e incondicional liberación de todos los presos políticos, el cese de la represión y cambio de sistema.
|