UN NEGOCIO ALTAMENTE RENTABLE. Por Alejandro Tur Valladares.
“Atrás van quedando los tiempos en que padres o madres esperaban ansiosos el retorno al hogar, una vez concluido el trabajo, para ayudar a sus hijos en los deberes escolares, o la esperada llegada del domingo para llevarlos a disfrutar de las pocas distracciones, ocios, y entretenimientos del país. En lo adelante, otros deberán encargarse de esto, toda vez que el progenitor se encuentra cumpliendo una “misión internacionalista”.
Así describe el Dr. Alberto Roteta Dorado, especialista en Pediatría, Endocrinología Pediátrica, Medicina General Integral, Máster en Ciencias y Profesor Principal Auxiliar, el influjo negativo que tienen las llamadas misiones internacionalistas cubanas en el funcionamiento familiar.
El costo familiar.
Roteta Dorado considera que los niños son los más afectados con la separación familiar que se produce cuando uno o incluso los dos padres del pequeño parten a otra nación bajo el paragua de estos contratos laborales: “Cuando los niños dejados atrás en la isla son pequeños, las cosas tal vez funcionan de otro modo. La ingenuidad del niño pequeño facilita que se crean cualquier historia acerca del “abandono”; pero cuando se trata de un niño mayor o un adolescente puede provocar manifestaciones de depresión, trastornos de conductas, ansiedad, estrés, entre otras tantas manifestaciones psicológicas y psicosomáticas”, considera el facultativo.
Para el Dr. Nelson Gandulla Díaz, especialista en Medicina General Integral (MGI) otros de los costos que entrañan las llamadas misiones internacionalistas son la descomposición de la familia: “Muchas veces ocurre que tras largos periodos de separación cuando la soledad y la nostalgia invaden al profesional alejado de su pareja, se aproxima a otro ser para atenuar sus estados anímicos, lo que desafortunadamente desemboca en la disolución del matrimonio; se destruyen hogares, familias y el futuro de los hijos”.
“También nos pudiéramos referir a aquellos profesionales que dejaron atrás a sus padres siendo ancianos, estando enfermos, o que en medio de la "misión" se pusieron en estado grave y murieron sin poder despedirlos. Esta situación genera conflictos emocionales que no siempre pueden ser superados", resalta el Doctor Roteta Dorado.
La Dra. Maritza Aguirre (El nombre no es el verdadero) trabajó tres años en la misión médica cubana establecida en el estado fronterizo venezolano Táchira. Había dejado atrás a dos hijos, uno de dos años de edad y el otro de diez. Al regresar a Cuba se impactó cuando fue a abrazar al más pequeño de los vástagos y éste la rechazó con violencia emitiendo agudos gritos. Aguirre tardó semanas y poder ganar la confianza del menor. Aun hoy, cuando el muchacho ya es un adolescente, se encuentra que cuando se aleja de él por un tiempo limitado, el joven la busca con ansiedad como si temiera una nueva separación.
Los riesgos
Aun cuando el conflicto familiar ya supone un argumento de importancia a la hora de sopesar los costos-beneficios de estas “misiones”, existen riesgos aun no descritos que pudieran resultar más significativos. Usualmente los médicos de la isla cuando ofrecen sus servicios en otras naciones son ubicados en zonas de poco acceso o de gran conflictividad social.
La Dra. Aguirre recuerda lo acontecido con una amiga en el estado donde ambas laboraban. Estando en la posta médica llegó un conjunto de hombres armados que traían en brazos a un compañero baleado. En ese instante no faltaron amenazas para que le salvara la vida o en caso contrario le podría ir mal. Con limitados recursos y carencia de condiciones hizo lo que pudo por el herido. Por suerte para ella las heridas no eran graves y pudo curarle sin mayores contratiempos. Este es un caso con un final feliz, pero se conoce por reportes de prensa y el propio testimonio de profesionales sobre compañeros que han sido expuestos al fuego cruzado entre pandillas.
Un caso muy similar nos relata la Dra. Dayli Coro, al medio británico BBC. “Cuando se enfrentaban, nos traían a sus heridos porque el hospital venezolano local tenía la presencia policial y nosotros no. Estos chicos traían a un paciente con 12 o 15 balas en el cuerpo, te apuntaban con sus armas y te decían que tenías que salvarlo. Si él moría, tú también. Ese tipo de cosas sucedía a diario”.
La intervención de las “Batas Blancas”
“Bajo la pretensión de un humanismo solidario, o cualquier idea estrafalaria –antes lo asumían como principio de internacionalismo proletario, según lo heredado del modelo propagandístico de los viejos sóviets–, el castrismo ha logrado invadir algunos países, y no precisamente con tropas militares, sino con tropas de médicos, y otros profesionales de la salud, a los que se les suele llamar "ejército de batas blancas", lo cual, los delata, en cierta medida, y deja entrever el verdadero rostro de las "misiones internacionalistas". Así describe el Dr. Roteta Dorado uno de los señalamientos críticos más persistentes contra la inserción de profesionales cubanos en otras naciones.
Descrita por otros como “La diplomacia médica”, la actividad ha sido denunciada por países donde ha operado por ser utilizadas para camuflar actividades de influencia política y hasta de inteligencia militar. Entre los gobiernos que han presentado tales acusaciones se encuentran los de Brasil, Ecuador, y más reciente Bolivia.
La diplomacia médica.
Aunque se supone que la razón de ser fundamental de esta empresa de servicios médicos es de carácter económico, el gobierno cubano no pierde oportunidad para efectuar labor de influencia política allí donde se encuentra. Esta práctica ha sido denominada por algunos como “Diplomacia médica”.
Y es que prestar estos servicios a determinados gobiernos en periodos electorales o que pasan por crisis políticas y quieren lavar sus rostros ante sus pueblos, constituye muchas veces un favor que luego es cobrado en capital político. Por ejemplo, muchas de estas naciones comprometen su voto a favor de propuestas del gobierno cubano en foros internacionales como la ONU o la Comisión de Derechos Humanos.
Otro de los ángulos que se explota, propagandísticamente hablando, es el del supuesto altruismo de los médicos “revolucionarios”, capaces de dar su vida por el bien de la humanidad. No son pocos los que alrededor del mundo consumen el producto enlatado y obnubilan la mente creyendo sinceramente en las bondades de un sistema político cuya realidad dista millares de kilómetros de la imagen prefabricada.
Medio básico.
No pocos críticos de estos contratos laborales dicen que los profesionales son vistos por sus operarios como medios básicos, pura mercancía. Entre las razones que exponen para acompañar el criterio se encuentra las pingües ganancias que logra el Ministerio de Salud Pública Cubano (MINSAP), o lo que es lo mismo, el gobierno.
Según el informe de la organización Cuban Prisioners Defender (CDP) ONG radicada en España, los médicos reciben entre el 10 y el 25% de los salarios pagados en los países de acogida, el resto se los queda el gobierno cubano, quien suele retener una parte de los salarios en Cuba en una Tarjeta de Débito, Red – BANDEC, que le es entregada al facultativo solo al regresar a su país de origen. Si se queda a residir en el exterior pierde estos dineros.
Las condiciones laborales extremas en que deben desempeñar sus funciones, como son: la ubicación en regiones apartadas, fronterizas, en selvas, barrios marginales, zonas infectas de peligrosas epidemias o conflictos armados, sin agua, electricidad, internet, refuerzan estos criterios. Curiosamente son “invitados” a firmar contratos de trabajo que no son consensuados, son impuestos; es tómalo o déjalo.
Otro elemento que agitan los detractores es la coacción que padece el personal médico. Ante el temor a la deserción los funcionarios de salud que dirigen estas actividades fuera de la nación adoptan medidas de control como negar el acompañamiento de familiares, velar el comportamiento de los facultativos por medio de personal de inteligencia, que establecen un esquema control donde todos velan a todos. Les imponen un toque de queda que prohíbe la salida a centros de recreación o socializar con los nativos, no pueden conducir y les quitan el pasaporte en cuanto ingresan al país de destino.
Cuando un médico por alguna razón determina quedarse a residir fuera del país sufre amenazas continuas y se le endilga el San Benito de: "misión no concluida", "abandono de misión" y en el peor de los casos "vende patria” o "desertor", y esto representa la imposibilidad de regresar a su país por un período de alrededor 8 años, y de quedar desvinculado para siempre del sistema nacional de salud.
Una de las evidencias que dicen haber encontrado quienes pertenecen a ONG como Cuban Prisioners Defender, dedicadas a monitorear el comportamiento de estas misiones, es la obligatoriedad de quienes participan en ellas de falsear las estadísticas relacionadas con su gestión.
De acuerdo al testimonio de galenos que han abandonado las misiones, deben inflar los reportes de casos atendidos, vidas salvadas, operaciones realizadas, medicamentos utilizados, debido a que el gobierno cubano le cobra al gobierno receptor de acuerdo a estas tablas.
Por esta u otras razones aquí no expuestas, la ONU, recientemente ha calificado esta empresa como práctica moderna de trabajo esclavo.
Razones para una misión médica internacionalista.
Llegado a este punto es justo preguntarse, por qué los profesionales cubanos soportan tales situaciones. La causa más conocida es la necesidad de aliviar las vicisitudes económicas que padecen.
Un especialista en Medicina General Integral en Cuba gana el equivalente a 70 dólares, y aunque es harto conocido que el intermediario (gobierno) se apropia de entre el 75% y 90% de los dineros que pagan las naciones receptoras, fuera del país el sanador puede percibir entre 300 y 500 dólares, lo que supone una mejoría sustancial de acuerdo a los estándares caribeños. Además, el gobierno ha establecido un grupo de estímulos en busca de involucrar a la mayor cantidad de mano de obra. Entre estos cuentan la posibilidad de acceder a una vivienda que, aunque subsidiada, su monto puede llegar a suponer para el implicado, el equivalente a varios años de austeridad económica extrema.
Algunos desechan la idea de un inmueble y destinan sus ahorros a la compra de un carro de segunda o tercera mano o a comprar electrodomésticos para habilitar su hogar.
También cuenta el reconocimiento en su centro laboral, y el disfrute de cierto status social momentáneo que dura tanto como sus ahorros, luego de esto, vuelve a padecer el fenómeno de la pirámide social invertida, por causa de la cual, un maletero de un hotel percibe a través de la propina mejores dividendos económicos que un cirujano.
Afectaciones al sistema de salud nacional.
Este polémico entramado laboral se ha convertido en la primera fuente de divisas del país, superando renglones tradicionales como el turismo o la agricultura.
La necesidad perentoria del gobierno cubano, acosado por problemas de liquides y un endeudamiento ascendente, le ha llevado a exportar más personal médico que el recomendable, no pudiendo impedir que esta práctica ocasiones daño al sistema nacional de salud pública.
Las afectaciones más visibles se observan en la carencia extrema de especialistas en la red hospitalaria del país. Un paciente debe esperar meses para poder verse con uno. Hay provincias que cuentan tan sólo con uno o dos especialistas de determinada rama. La escasez de personal médico se hace más visible en el Médico de la Familia, programa de consultorios barriales. En no pocas ocasiones la falta del facultativo, es solucionado mediante la colocación allí de estudiantes de sexto año de la carrera (Internos), e incluso de enfermeros con experiencia para que consulten.
Tal vez el aspecto más criticado por la población es la falta de medicamentos que provoca el envió de contenedores con fármacos hacia países con médicos cubanos contratados. De vez en vez el aparato propagandístico del gobierno enseña reportajes donde aparece personal de salud de la isla suministrando medicinas que se agotaron desde semanas antes en la isla.
De acuerdo al criterio del Dr. Gandulla Díaz: “No hay que buscarle las cinco patas al gato. La verdad ya ha sido dicha; los médicos asisten a estos contratos por necesidad, el gobierno lucra con sus riesgos y esfuerzos y hace de la empresa médica un negocio altamente rentable”.
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