Carta abierta a la Unión Europea Por Agustín López Canino Dekaisone - El Gran Blondin 11 de marzo de 2020
Créanme que cuando escribo estas letras el dolor me anuda la garganta y me desgarra el alma. Siempre he respetado los criterios ajenos, aunque no los comparta, pero hay criterios que no merecen respeto y son aquellos que se venden a la concupiscencia antes que a la justicia, aquellos que defienden y sustentan dictaduras para beneficiarse a costa del sufrimiento de sus pueblos, esos que se alían a dictaduras, estrechan la mano de sus dictadores y disfrutan de sus manjares en lujosas mesas, mostrando una sonrisa abierta mientras debajo de la mesa el llanto de los sin derecho corre sin humedecerles ni los pies.
Cuando después de 1948 se afianzó la Carta Magna donde se recogían los treinta artículos de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas los pueblos pensaron y se creyeron que defenderían la libertad y la justicia mundial sin discriminación o parcialidad.
En 1994 pude hacerme de una carta de la Declaración Universal de Derechos Humanos, dicho documento era desconocido para mí, pues acá en Cuba era prohibida su circulación y se consideraba y aun se considera así su divulgación calificándola como delito punible, y juzgando a los defensores de esos derechos como mercenarios al servicio de una potencia extranjera, gusanos, escorias, mal nacidos calificados por el propio presidente que gobierna la isla y otra serie de improperios humillantes a la condición humana y en peor condición de exclusión y discriminación los que intentamos ejercerlos o reclamarlos siendo Cuba signataria, firmante desde el mismo día en que se instituyó por lo que está en la obligación oficial y moral de permitirlos.
Al leer el preámbulo en aquella ocasión se me humedecieron los ojos y aun hoy me estremece su contenido al ver como el régimen cubano viola todos sus artículos con total impunidad y no en casos aislados, sino sobre todo un pueblo.
Hago referencia a las Naciones Unidas porque como otras instituciones creadas para velar por los desvalidos, los pobres, los humildes, los privados de libertad por indolentes dictaduras que obviando todo tipo de compasión imponen egolatrías basadas en la fuerza y no en la razón de la justicia, pienso que han vendido su alma al Diablo. Partiendo de ahí, me referiré a la Unión Europea y la posición adoptada hacia el régimen castrocomunista.
Me asombra con la desfachatez y el descaro que enfocan 27 de los 28 Estados, (faltando solo Lituania) protegiendo y aprobando las relaciones con el régimen con ausencia de argumentos, porque todos los argumentos dicen lo contrario a lo pactado y firmado en la llamada Posición Común en cuanto a los Derechos Humanos. A pesar de estar bien aclarado el respeto a los DDHH en Cuba, que no solo no han habido avances, sino que su violación se ha acentuado, pues cuando no se avanza en estos tiempos de prontitud, se está retrocediendo.
Algunos funcionarios a pesar de estar demostrado que una política de inclusión no funciona con el régimen castrocomunista haciéndolo fuerte en su represión, abogan hoy por continuar sustentándolo indolentes a los que sufren sus desmanes, la exclusión, la represión y el presidio por solo ejercer sus derechos, es como sentarse a comer con el Diablo y después de alimentarlo, pidamos que por bondad deje de ser Diablo cuando por su naturaleza de Diablo disfrutó del manjar, y precisamente los que sustentan el poder, los dueños de la nación por ser violadores disfrutan sin sudar la camisa de las mieles que brinda el poder y eso es lo que la UE está favoreciendo.
No pretendo ser irrespetuoso con la UE, aunque sigo creyendo que todo Estado protector de una dictadura no merece respeto, opino que a la UE no le interesa como punto clave de su agenda las violaciones de los DDHH que se cometen en Cuba mientras también pueda disfrutar de las jugosas ganancias que le ofrece el castrocomunismo a expensas de la explotación al pueblo.
Quisiera que esos miembros del Parlamento Europeo y representantes de los 27 Estados que aprueban las relaciones, por un instante sufrieran lo que sufro yo y decenas de cubanos más por solo ejercer sus derechos. Que se vieran desprotegidos de las leyes y a expensas que las autoridades puedan llegar a su casa en cualquier momento y con toda impunidad, protegidas por la fuerza del poder, se adueñen de todo lo que deseen y queden sin derecho ni al reclamo. Que vivieran con la incertidumbre día y noche de que en cualquier momento puedes ir a prisión y perder todo lo que por años has logrado y obtenido con un sacrificio extremo, que vivan con la sensación de que, por solo reclamar tus derechos, no tienes derecho a la existencia, como lo fue un judío en el nazismo alemán, estoy seguro que estos señores cambiarían de opinión.
Quizás en otras partes del mundo se cometan crímenes mayores que en Cuba, pero esos crímenes mayores no pueden cubrir los crímenes menores, un crimen solo obedece a un concepto de crimen y no tienen otra denominación que CRIMEN y quienes los cometen sin detenernos a exonerarlos por nacionalidad, sexo o edad son criminales y como tales tienen que ser juzgados, las dictaduras son representadas por criminales, su nombre lo expresa; -dictaduras- y como tales tienen; no deben ser juzgadas. Sentarse en la mesa a disfrutar de un manjar con un criminal no arrepentido de sus crímenes, es reconocerle su estirpe de criminal y establecer relaciones amistosas con él, es participar de su crimen. Todo estado que lo haga no es menos que estos dictadores. La vida de un cubano nunca le ha interesado mucho a la mayor parte de los estados europeos, dos ejemplos de ello y una prueba reciente e innegable la tenemos en los casos del líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), José Daniel Ferrer García y el abogado y miembro de la Corriente Agramontista, Roberto de Jesús Quiñones Haces.
Firma: AGUSÍN VALENTÍN LÓPEZ CANINO Periodista Independiente y activista de #DDHH.
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