Roberto Quiñones desde prisión: polvo de arroz hervido, pan y gusanos Por Roberto Jesús Quiñones Haces Cubanet 5 de marzo de 2020
El jefe de prisión dice que la pésima calidad de la comida se debe “al intento del presidente Donald Trump de matar por hambre al pueblo cubano”
GUANTÁNAMO, Cuba. – En septiembre de 2019 escuché que la prisión esperaba una visita de control del órgano nacional de prisiones del Ministerio del Interior (MININT). En los días posteriores entonces fui testigo de la prisa de las autoridades del lugar por pintar cubículos y pasillos.
Los reclusos del Destacamento 1-A —donde entonces estaba—, con tal de ganar el permiso a una llamada telefónica o una visita familiar de estímulo, trabajaron duro, usando como brocha pedazos de esponjas porque no había recursos para untar cal en las paredes.
El anuncio de la visita tuvo algunos pocos efectos “positivos” en las condiciones de vida de los reclusos: a los días la odiada y muchas veces nauseabunda “pasta cárnica” que suelen servir a diario, desapareció del menú.
Pudiera afirmarse que con la visita de “control”, efectuada finalmente en enero de este año, pasó lo mismo que con las llamadas “inspecciones” que la propia jefatura de la prisión realiza todos los viernes.
La visita de control, consiste en llevar “controladores” y guiarlos por la prisión como si fuesen párvulos. Los jefes del órgano provincial de prisiones seleccionan los lugares a mostrar, de modo que con tales visitas termina pasando lo mismo que con las inspecciones de los viernes: no resuelven nada.
La mañana de los viernes se convierte en un fastidio para los reclusos. El incordio comienza el jueves en la tarde cuando hay que baldear los cubículos sin recursos para hacerlo. Las colchas para trapear, los trapeadores, los haraganes, las escobas, el detergente y todos los productos desinfectantes escasean, entonces tienen que aportarlos los propios reclusos.
Es de suponer que el MININT cuente con un presupuesto que garantice tales recursos pero al parecer no existen o nadie sabe en qué lo emplean.
Ocurre algo similar con la pintura. El recluso que desee recibir una visita extra u obtener cualquier otro beneficio, encargará a sus familiares cosas como esas u otras. Pero se trata casi siempre de sancionados que contemporizan con la jefatura.
En la inspección de los viernes, primero pasa la “reeducadora” del destacamento. Pregunta a los reclusos si tienen algún problema, pero su preocupación es mera formalidad porque la solución depende de la jefatura, que pasará horas después solo para prometer cosas que no cumplirá y justificar las desatenciones.
El viernes 31 de enero, por ejemplo, le planteé al Capitán Ofraine Freinier Lescaille, jefe de la prisión, que la comida y el desayuno —polvo de arroz hervido— era de pésima calidad y hasta le mostré tres gusanos que encontré en los alimentos. Aunque comenzó admitiendo que había problemas con la comida, terminó justificándose con que las dificultades se debían “al intento del presidente Donald Trump de matar por hambre al pueblo cubano”.
Pero, ¿qué tiene que ver el embargo con los alimentos que todos saben se pudren en el almacén de la cárcel? ¿Qué tiene que ver el embargo con la entrega de productos vencidos como la pasta dental o con los gusanos y gorgojos que a diario encontramos dentro de la comida que nos sirven?
Imagino que a los otros jefes superiores esas visitas también resulten en extremo fastidiosas, sobre todo cuando algún recluso les dice la verdad de frente. Supongo que eso deba desagradar a quienes están acostumbrados a reprimir el menor síntoma de rebeldía.
Justificaciones también es lo único que reciben los reclusos cuando reiteradas veces les niegan el acceso al trabajo o al régimen de mínima severidad, o cuando se quejan por la falta de medicamentos y atención médica.
Por ejemplo, el viernes 24 de enero un recluso se quejó de sufrir acidez estomacal, sin embargo, pasó una semana sin recibir las atenciones de un médico. Cuando finalmente logró ser examinado, el especialista no pudo hacer nada porque no había Cimetidina para neutralizar la dolencia.
Ante tales carencias, los reclusos se ven obligados a pedir los medicamentos a sus familiares pero entrarlos a la prisión supone vencer numerosos obstáculos.
Son tantos los problemas por atender que quizás por eso las visitas de los fiscales del departamento de Control de la Legalidad en Establecimientos Penitenciarios (CLEP) nunca se hacen en el interior de la prisión. Desconocen cómo vivimos.
Hace más de un mes comuniqué al Jefe de la Prisión que quería ver al fiscal de ese departamento y me respondió que no podía llamar a ningún fiscal por mi caso particular, además que los fiscales solo visitaban la prisión una semana en el mes.
Su respuesta constituye una violación de los puntos 56.1 y 57.1 de las “reglas Nelson Mandela”, sobre todo de esta última que establece que “toda petición o queja se examinará cuanto antes y recibirá una pronta respuesta”.
Mi esposa fue a la Fiscalía Provincial de Guantánamo hace más de quince días, presentó mi petición y prometieron que vendrían a verme, pero aún no lo han hecho.
En la misiva denuncio el proceder de las autoridades de la prisión donde me encuentro y la complicidad de la Fiscalía Provincial de Guantánamo y de la Fiscalía General de la República de Cuba, quienes jamás han respondido ninguna de mis quejas ante reiteradas violaciones de mis derechos ciudadanos por parte de la Seguridad del Estado.
En cuanto a la visita de control del órgano nacional de prisiones, muchos reclusos ni nos enteramos si llegó o no a realizarse. Se rumora que vino un coronel que apenas visitó el destacamento 1-A.
Ojalá que algún día estas visitas se vuelvan sorpresivas y que contemplen encuentros frente a frente con los reclusos, que escuchen sus preocupaciones. Pero no sucede así.
Seguramente después de tanto “trabajo” los “controladores” fueron llevados a descansar en alguno de los lugares reservados para jefes del MININT y de las FAR, altos funcionarios del gobierno y el Partido Comunista de Cuba. Seguro, además, fue agasajada como sabemos acostumbran a hacer.
Así quizás se fue el coronel y con su partida regresaron nuevamente la masa cárnica y los gusanos en la comida. Lo cierto es que, desde el 10 de diciembre del 2019 estamos recibiendo como desayuno el mismo polvo de arroz y la ración de pan que nunca pasa de los seis centímetros de largo por cuatro de ancho.
(Prisión de Guantánamo, 1ro. de febrero del 2020)
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Poco vale la vida de un preso en Cuba: Roberto Quiñones denuncia desde prisión Cubanet 3 de marzo de 2020
Durante el terremoto del 28 de enero, prisioneros fueron encerrados en sus celdas en vez de ser conducidos a zonas descampadas
MIAMI, Estados Unidos. – A los castigos que sufre el periodista Roberto de Jesús Quiñones Haces, prisionero de consciencia, se suma el peligro que corre a diario cualquier recluso en las prisiones cubanas.
Las leyes y protocolos sobre la protección de civiles en caso del azote de un fenómeno natural al parecer no se cumplen en algunos centros penitenciarios de la isla, a pesar de que el régimen es firmante de casi todos los acuerdos internacionales al respecto.
Lo narrado por el escritor desde su encierro, en una nota de prensa escrita a mano el 1ro. de febrero de este año, daría cuenta de lo poco que valen las vidas de los presos en la isla en tanto describe lo sucedido en la Prisión de Guantánamo durante el terremoto que sacudió Cuba y otras naciones del Caribe el 28 de enero de este año.
Aunque la nota nos llega a la redacción con varios días de retraso, después de sortear los peligros y dificultades que impone el continuar haciendo periodismo independiente —el mismo ejercicio por el que fuera condenado— en medio del encierro, no pierde vigencia noticiosa el hecho de que, durante el terremoto e incumpliendo las órdenes de la Defensa Civil, varios prisioneros hayan sido encerrados en sus celdas en vez de ser conducidos a zonas descampadas, dentro del perímetro de la prisión, donde sus vidas estarían fuera de peligro.
De acuerdo con la información que ofrece Roberto de Jesús Quiñones, la orden de no evacuar fue emitida por el Segundo Jefe de la Prisión de Guantánamo, quizás cumpliendo con órdenes superiores pues, en ocasiones anteriores, según le confirmaron otros reclusos con más tiempo en el penal, la misma persona había ordenado conducir a todos a lugares seguros, al aire libre, como corresponde en tales situaciones.
A continuación, publicamos el texto íntegro de la nota enviada por nuestro periodista:
Este martes 28 de enero del 2020 ocurrió un temblor de tierra de gran magnitud que se sintió en toda la isla de Cuba.
Estaba en el comedor cuando aproximadamente entre las 2:12 pm y 2:13 pm sentí un movimiento anómalo en el banco de concreto donde me senté.
Pocos minutos después se apareció en el comedor del destacamento 4-A el Mayor Marcelino Bueno Tavera, segundo jefe de la prisión, quien ordenó el traslado inmediato de todos los reclusos a sus celdas, algo que contradice las orientaciones de la Defensa Civil acerca de cómo debe actuarse ante eventos como este.
Imagino que el Mayor actuó cumpliendo órdenes superiores pues varios reclusos me han comentado que cuando ocurrió hace varios años un temblor que aquí se sintió de forma muy fuerte, el Mayor Marcelino Bueno actuó de forma diferente, sacó a los presos al aire libre y fue el último militar en salir de la prisión.
Según las orientaciones de la Defensa Civil, las personas situadas en edificaciones deben salir de inmediato de ellas, situarse bajo mesas y arcos formados por las columnas, pero nunca permanecer expuestos a derrumbes como ocurrió en este caso, con evidente peligro para nuestras vidas en caso de que hubiera habido réplicas del sismo, de mayor intensidad.
La prisión de Guantánamo es un edificio prefabricado, semejante a las Escuelas en el Campo, que ha sufrido varias modificaciones estructurales. Fue terminada entre 1989 y 1990.
La misma decisión se adoptó en todo el penal, según comunicaron a este corresponsal los opositores pacíficos —todos miembros de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU)— residentes en estos destacamentos, Jorge Agramonte López, Clarencio Delgado Ayarde y Elvis Pérez González.
Prisión de Guantánamo, 1 de febrero del 2020
Roberto de Jesús Quiñones Haces
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