LECTURAS LATINOAMERICANAS. Por el Licenciado Frank Braña Fernández.
El cambio es la ley de la vida. Aquellos que ven solo el pasado y el presente, seguro que se perderán el futuro. John F. Kennedy.
Bogotá. Colombia.- La política se confirma como el más imprevisible de los fenómenos de los tiempos actuales. Observemos el 2019 y podremos sentirnos como locos en manicomio.
Si de algo no cabe la menor duda es que las fuerzas tradicionales que han prevalecido en América Latina durante décadas se encuentran desgastadas y con bajos índices de aceptación social. Lo más preocupante no es la falta de credibilidad, es la poca percepción de los protagonistas de la realidad.
En varios artículos anteriores me he referido la incompetencia de la izquierda o la derecha tradicional de llevar la nave de la sociedad a puerto seguro. La necesidad de una nueva vía política que conjugue lo mejor de ambas para el bien de los pueblos de Nuestra América es una necesidad. Una mirada de la región nos hará reflexionar.
Argentina. Luego de tres períodos presidenciales de cuatro años donde el kirchnerismo -un movimiento político de centroizquierda y orientación mayoritariamente peronista- ocupó el poder y fue parte del eje socialista de corte soviético-cubano, llegó al poder el macrismo, un movimiento político neoliberal y populista de derecha, que si bien encontró un estado de bienestar en crisis y justamente significó una esperanza en medio de una sociedad ideologizada y con grandes conflictos, incluida la corrupción, no pudo con la economía ni interpretar las ansias de una nación que, si bien no quería el socialismo, tampoco lo más brutal del neoliberalismo.
Hoy Alberto Fernández tendrá que lidiar con una corriente política dentro de su gobierno que quiere, sin dudas, volver al pasado. No le quedó otra alternativa que aferrarse para ganar a una vicepresidenta que suma once procesamientos, que van desde investigaciones por presunta corrupción al encubrimiento de los acusados del atentado de 1994 contra la mutual judía AMIA. Su primer acto luego de la victoria es viajar a Cuba. ¿?
Brasil. Luego de tres y un poco más de mandatos de cuatro años del Partido de los Trabajadores, representados por Luiz Inácio Lula da Silva, actualmente cumpliendo nueve años y seis meses de prisión por corrupción, y Dilma Rousseff, destituida durante su segundo periodo por el Senado de Brasil, declarada culpable del delito de responsabilidad en el maquillaje de las cuentas fiscales y la firma de decretos económicos sin aprobación del Congreso, así como gobiernos socialistas del eje soviético-cubano, y en medio de tramas de corrupción y problemas económicos, asumió en elecciones libres y democráticas Jair Bolsonaro de la mano del Partido Social Liberal, una esperanza de volver a la senda de la sociedad civil democrática, pero con una realidad actual de confrontación nacionalista de extrema derecha que fracciona cada día al gigante de Suramérica. Los brasileños votaron por alejarse del socialismo pero no votaron por el neoliberalismo.
México. Cansado de neoliberalismo y corrupción votó una nueva opción, pero sin tener en consideración el peligro de la radicalización izquierdista que, como mal matrimonio, comienza en gloria y termina en pena.
Cuba. El último bastión socialista de corte soviético estalinista de América estrena un gobierno por el que solo votaron 579 cubanos y contrario a cualquier lógica jurídica continúa marginando y violando los derechos de una constitución aprobada sin escuchar a todos; pero ahora se aferra a un dólar que despreció como última tabla de salvación y mira la nostalgia de los tiempos en los que un discurso envolvía pueblos.
Chile. El fenómeno positivo de la economía latinoamericana, ejemplo de cultura y civismo democrático de los últimos años, resistiendo en el caos y vandalismo de la más radical de las tendencias políticas de izquierda socialista.
Venezuela. Será país, será colonia, será capricho; no se sabe otra cosa que un gobierno que alimenta al último bastión socialista de corte soviético estalinista de América y se niega a reconocer que ya es solo historia amarga de un pueblo.
En América Latina la izquierda socialista radical patalea para no morir, la derecha no sabe interpretar voluntades, y los pueblos sufren porque los políticos se niegan a cambiar……
|