PATRIA LATINOAMERICANA, DEBER DE HIJOS. Por el Licenciado Frank Braña Fernández.
Bogotá. Colombia.- El siglo XXI comenzó marcando tendencias que a lo largo de casi dos décadas nos hacen poner más atenta la mirada en el futuro que en modelos obsoletos que aún se aferran a falsos patrones ideológicos. Hasta los años ochenta del pasado siglo la política nacional marcaba pautas y guiaba las proyecciones en materia internacional de los gobiernos, basados fundamentalmente en la bipolarización mundial. La soberanía nacional y los estados de bienestar sostenían a los gobiernos tanto democráticos como dictatoriales.
El fracaso como resultado de sus propios errores del modelo leninista-estalinista revolucionó la política y los conceptos, tanto de clases sociales como de relaciones de producción, hasta conducirnos a un actual modelo económico supranacional donde la política nacional está supeditada a la política internacional y a la economía global, que es la que mueve los hilos en todos los ámbitos de la vida ciudadana.
No insertarse en el sistema vigente más que un error político representa condenarse a la involución y el subdesarrollo e hipotecar el futuro de las generaciones de ciudadanos con los cuales tenemos no solo deber sino obligación. El gran reto es lograr ser parte del nuevo escenario sin comprometer los principios básicos de toda sociedad: democracia, libertad, bienestar. Cambiar no es renunciar, el pragmatismo en política es sinónimo de grandeza, es buscar soluciones y lograr resultados.
Un fenómeno sui generis caracteriza la actualidad política internacional, y como política y economía son inseparables en la modernidad, ambas se ven impactadas. Ni la derecha ni la izquierda tradicionales logran concretar un modelo de bienestar que teniendo como pilares la democracia den satisfacción a las necesidades siempre crecientes del ser humano.
A pasos apresurados se agota el tiempo para revertir los efectos del cambio climático y la sobre explotación de los recursos naturales. Tres potencias pujan la hegemonía mundial: Estados Unidos, China y Rusia; pero solo mueven el tablero geopolítico en función de sus propios intereses supranacionales.
Luego de más de 500 años de encuentro entre dos culturas nada puede suceder si no está presente América. Si la región va mal, así marchara el mundo, pero nada puede funcionar peor en la actualidad. La región decrece económicamente, la corrupción marca niveles nunca pensados, y la ya fracturada unidad latinoamericana amenaza convertirse en añicos.
El raciocinio político de las estructuras gobernantes brilla por su ausencia, siendo la sociedad la golpeada y desorientada con el peligro del retorno en países como Argentina o en unas próximas elecciones Brasil de un socialismo radicalizado. Perú envuelto en una gran crisis de gobernabilidad, Colombia atizando las cenizas de una guerra que nunca terminó, México con los índices de violencias que lo sitúan al borde de un contienda civil y el eje Cuba–Venezuela–Nicaragua aferrado a una ideología y patrones conductuales arcaicos.
Teniendo como base las ideas de Adam Smith y Carlos Marx, logrando la magistralidad de sus puntos de convergencia, se hace hoy más necesario que nunca buscar consensos y dialogar para lograr una región que se construya sobre una base menos ideológica pero más económica.
Es menester de las actuales generaciones propiciar el cambio, construir los cimientos de la gran patria latinoamericana teniendo como pilares la democracia participativa, la libertad, los derechos humanos y la fraternidad.
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