VENEZUELA Y LA BACHELET (No. I). Por el Doctor Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife, España.- En marzo de 2017 Zeid Ra’ad al Hussein, entonces Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pidió la liberación de todos los prisioneros políticos de Venezuela, y al propio tiempo hizo una solicitud al régimen de Nicolás Maduro en relación con el respeto a las libertades fundamentales de los ciudadanos.
En su informe anual ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Hussein también denunció las múltiples detenciones arbitrarias e intimidaciones a los líderes de la oposición, así como la negativa del gobierno venezolano sobre el acceso a Venezuela de sus representantes expertos en materia de derechos humanos. En su intervención destacó:
"Estoy cada vez más preocupado con la extrema polarización en Venezuela, con continuas restricciones de la libertad de movimiento, asociación, expresión y protesta pacífica (…) La falta de medicinas y de comida en el país, y los precios descontrolados está afectando a los derechos económicos y sociales".
Luego de algo más de dos años las cosas han ido de mal a peor en la hermosa tierra de Bolívar. La represión se incrementó considerablemente en los últimos meses ante la existencia de múltiples acciones de protestas pacíficas asumidas con valentía por gran parte del pueblo. El Foro Penal Venezolano* logró documentar en detalle cada uno de los casos que reportó en el mes de febrero del presente año, destacando un total de 966 prisioneros políticos, la mayor cifra de la historia en más de 18 años.
Dicha ONG precisó además que el incremento marcado del número de prisioneros se debe a las detenciones masivas ocurridas a partir del 23 de enero de 2019, día en que Juan Guaidó juró como presidente interino ante una multitud que lo apoyaba en la capital del país. Según se informó por dicho Foro Penal, en aquella ocasión el incremento fue de más de 700 personas si se compara con la cifra del reporte anterior de solo 273.
A solo una semana del informe anterior la misma ONG denunciaba un incremento de la cifra. Esta vez se llegaba a 989 tras las nuevas detenciones ocurridas durante las marchas pacíficas de aquellos días. Entre los detenidos se encontraban 85 militares, 11 adolescentes y 8 integrantes de etnias indígenas, y de manera general los detenidos pertenecían a los sectores más humildes de la población. Este informe incluyó el reporte de 7820 venezolanos sometidos a procesos penales por cuestiones de naturaleza política desde el 2014 hasta febrero de 2019.
El 13 de mayo, Gonzalo Himiob, vicepresidente y director de la Organización Foro Penal, informó que la cifra actualizada de presos políticos en Venezuela es de 859 (la más reciente actualización hasta el presente). No obstante, se refirió a un total de 8.467 ciudadanos a los que se les realizó procesos judiciales injustos con medidas cautelares. En el reporte, el Foro Penal detalla que del total de presos políticos hay 97 militares y 762 civiles; 68 mujeres y 791 hombres, así como 3 menores de edad; aunque después de la visita de Michelle Bachelet la pasada semana, según el propio Foro Penal, casi 700 personas están detenidas en el país por razones políticas, de ellas un centenar son militares.
Estas cifras nos muestran y demuestran la realidad represiva de Venezuela. He sido cuidadoso al extremo en poner datos y fechas para que no quede lugar para la duda en aquellos que consulten trabajos de este tipo, esto es, he tratado de ser bien objetivo para que la idea expresada no quede como una simple alusión a un incremento de la represión sin demostración objetiva fundamentada en datos.
De ahí la presentación de todas estas cifras obtenidas de fuentes que consideré confiables luego de rectificarlas a través de la consulta de diferentes medios, lo que demuestra que la represión es un fenómeno imposible de negar en Venezuela, algo que hace continuamente el régimen de La Habana, cuyos principales dirigentes y medios oficialistas a su disposición ocultan este tipo de hechos para resaltar a cambio unos imaginarios logros de un chavismo caducado que se les desmorona cada día.
Las múltiples imágenes difundidas por doquier en las que aparecen los miembros represores de la Policía Nacional chavista persiguiendo, golpeando y disparando a las multitudes desarmadas que solo marchan de modo pacífico por las avenidas y plazas del país son más que suficientes para demostrar que estamos en presencia de uno de los regímenes más sanguinarios de la historia del hemisferio occidental en el presente.
De igual modo las cifras exactas del número de víctimas mortales de los últimos meses, así como el centenar de pérdidas humanas de las históricas marchas ocurridas en 2016 nos ofrecen una idea bien precisa del panorama sociopolítico de una nación desestabilizada, y que, lamentablemente, en el actual momento pasa por una etapa de aparente calma en la que los ánimos de los venezolanos al parecer se han entibiado ante los fracasos de sus fallidos intentos por derrotar a Nicolás Maduro, lo que hubiera significado el inicio inmediato de una necesaria etapa de transición capaz de conducir finalmente a la restauración del orden democrático.
He limitado la muestra de las cifras a un solo aspecto, esto es, a la presencia de prisioneros políticos, lo que al propio tiempo fue el principal punto tratado por Zeid Ra’ad al Hussein, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en su informe de marzo de 2017; pero la dramática situación de Venezuela no se limita a sus cientos de prisioneros políticos.
La represión es solo un ápice del enorme iceberg que simboliza la grave crisis sociopolítica y económica, y lo peor, de la incertidumbre e inseguridad ante la prolongación de una agonía que no parece tener fin.
Imagen debajo: La desnutrición infantil es un fenómeno que merece ser seguido de cerca por aquellas instituciones encargadas por velar por el bienestar de la humanidad. Las serias secuelas de todo tipo originadas por los estados deficitarios muchas veces son irreversibles. La escases de alimentos obliga a que la mayoría de los venezolanos solo puedan realizar dos pésimas comidas al día.
Estas cifras solo son el ápice de un gran iceberg indetenible hasta tanto sea eliminado de raíz el chavismo. Se estima que en los últimos cinco o seis años, cuatro millones de venezolanos han emigrado, y la OEA, las Naciones Unidas, algunos organismos tanto públicos como privados creen que si la situación se mantiene en los próximos dos años podrían emigrar otros cuatro millones. Téngase en cuenta que por estos días intentan escapar diariamente cerca de 5.000 venezolanos, según los últimos datos actualizados de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), en lo que se considera el mayor éxodo en la historia reciente de América Latina.
Los principales países receptores son los de América del Sur, principalmente Colombia, Ecuador, Perú, Brasil y Argentina, sin olvidar otras naciones del mundo como Estados Unidos y España, en los que hay ya verdaderas comunidades de venezolanos, lo que demuestra la existencia de un éxodo masivo que ha desestabilizado a gran parte de Suramérica, toda vez que la entrada masiva de cientos de venezolanos cada día a través de sitios fronterizos origina un verdadero caos respecto a los trámites migratorios de legalidad, sin que dejemos de un lado la asistencia médica y social que demandan los migrantes, así como el gran riesgo para las poblaciones de estos territorios receptores ante la posibilidad de propagación de enfermedades infecto-contagiosas causadas por el hacinamiento y la falta de medidas sanitarias preventivas en Venezuela.
Las causas del fenómeno migratorio están en relación directa con los efectos devastadores del chavismo, entre los que sobresale de manera destacada la pésima situación de las instituciones de salud y el abandono total de la sanidad. Tan solo la malaria o paludismo, según The Lancet, se ha incrementado desde 2012 y ha aumentado extraordinariamente en los últimos años.
Entre 2016 y 2017 el país ha experimentado el mayor aumento de la enfermedad registrado en el mundo con 414.527 casos (69 %) solo en 2017, de acuerdo a los últimos datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Mientras que Human Rights Watch (HRW), citando a la Organización Mundial de la Salud, indica que la cantidad de casos confirmados ha aumentado en forma constante en los últimos años, de menos de 36.000 en 2009 a más de 414.000 en 2017.
También la tuberculosis pulmonar y el VIH-Sida van en aumento con un total de casos registrados por encima de 13. 500, en el caso de la tuberculosis, lo que ofrece una tasa de cerca de 35 por cada 100.000, la más alta en los últimos 40 años.
Según Human Rights Watch (HRW), en 2018 se estimó que casi nueve de cada diez venezolanos que viven con VIH y se encontraban registrados ante las autoridades no estaban recibiendo tratamiento antirretroviral, aunque se desconoce la cantidad total de personas que necesitan ese tratamiento. Entre 2017 y 2018 la mayoría de los pacientes con VIH interrumpieron su tratamiento por falta de medicamentos.
Según el informe de la misma ONG, el hambre, la desnutrición y la grave escasez de alimentos son fenómenos extendidos en todo el territorio venezolano. En 2018, la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU (FAO) indicó que, entre 2015 y 2017, 3,7 millones de venezolanos (12 %) estaban subalimentados, comparado con los datos entre 2008 y 2013, según los cuales había menos del 5 %.
Cáritas Venezuela, una organización católica humanitaria que realiza un seguimiento del estado de la nutrición y brinda asistencia nutricional a niños en comunidades de bajos recursos, ha reportado que la desnutrición aguda moderada (DAM) y la desnutrición aguda severa (DAS) entre niños de menos de cinco años aumentó del 10 % en febrero de 2017 al 17 % en marzo de 2018, lo que constituye un elemento indicativo importante de una verdadera crisis, según los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Téngase en cuenta que los porcentajes expuestos se refieren solo a las modalidades severa y moderada de desnutrición infantil, esto es, no se incluyen las formas leves, ni se hace referencia al estado de desnutrición de la población adulta.
Las carencias de todo tipo, pero sobre todo las referentes a medicamentos de primer orden, amén de la situación epidemiológica alarmante ante la deficiencia de vacunas, así como la escases de alimentos que obliga a que la mayoría de los venezolanos solo puedan realizar dos pésimas comidas al día – esto último no solo lo expongo luego de consultar múltiples fuentes y datos estadísticos; sino que he recibido de manera directa el testimonio de muchas madres que acuden a consultas en España con sus hijos en estado de desnutrición importante– caracterizan al panorama venezolano desde hace varios años.
Por otra parte la represión marcada del régimen de Nicolás Maduro hacia los sectores de la población que están en desacuerdo con el chavismo es conocida en todas partes del mundo; mientras que las torturas y otros abusos, incluyendo agresiones sexuales, a prisioneros se reportan cada día, hechos que son denunciados ante el mundo por parte de instituciones defensoras de derechos humanos.
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*El Foro Penal Venezolano se fundó en el 2002 en Caracas, Venezuela, por iniciativa de Carlos Bastidas Espinoza, conjuntamente con los abogados Marco Antonio Rodríguez-Acosta, Enrique Prieto Silva y José Luis Tamayo Rodríguez, durante el curso del Antejuicio de Mérito de los Altos Oficiales de la Fuerza Armada Nacional, con la finalidad de constituirse en una voz autorizada en materia penal a nivel nacional. Es una ONG que brinda asistencia jurídica a ciudadanos detenidos por motivos políticos. Está conformado por más de 200 abogados con coordinadores en todos los estados de Venezuela y por un grupo de más de 2000 activistas de derechos humanos denominados <>. Esta organización tiene como objetivo la defensa y la promoción de los derechos humanos, particularmente la asistencia gratuita de víctimas de la represión del Estado y a los presos políticos en Venezuela.
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